martes, 3 de octubre de 2017

SÓCRATES Y PLATÓN


Capítulo 1

El hombre que hacía preguntas: Sócrates y Platón

SÓCRATES

    Hará unos dos mil cuatrocientos años, ejecutaron a un hombre en Atenas por hacer demasiadas preguntas. Hubo otros filósofos antes de él, pero fue con Sócrates que la disciplina adquirió entidad. Si la filosofía tiene un santo patrón, ése es Sócrates.

    De nariz respingona, gordinflón, desastrado y un poco extraño, Sócrates no encajaba. Aunque era físicamente feo y solía ir sucio, tenía un gran carisma y una mente brillante. Todo el mundo en Atenas estaba de acuerdo en que nunca había habido alguien como él y probablemente no lo volvería a haber. Era único. Pero también extremadamente molesto. Se veía a sí mismo como uno de esos moscardones que pican: los tábanos. Son molestos, pero en el fondo no hacen ningún daño. Sin embargo, no todo el mundo en Atenas estaba de acuerdo. Algunos le adoraban; otros le consideraban una influencia peligrosa.

   De joven había sido un valiente soldado y había luchado en las guerras del Peloponeso contra los espartanos y sus aliados. Ya maduro, deambulaba por la plaza del mercado, deteniendo a personas de vez en cuando y haciéndoles preguntas incómodas. Ésa era más o menos su única ocupación. Las preguntas que hacía, sin embargo, eran afiladísimas. Parecían sencillas; pero no lo eran.

    Un ejemplo sería la siguiente conversación con Eutidemo. Sócrates le preguntó si engañar se podía considerar un acto inmoral. Por supuesto que sí, le contestó Eutidemo. Le parecía que era obvio. Pero, le preguntó Sócrates, ¿qué pasa si le robas el cuchillo a un amigo que se encuentra muy deprimido y podría intentar suicidarse? ¿Acaso no es eso un engaño? Por supuesto que lo es. ¿Y hacer eso no es más moral que inmoral? Sí, contestó Eutidemo, quien a estas alturas ya se había hecho un lío. Mediante un inteligente contra- ejemplo, Sócrates le había demostrado que su presunción de que engañar es inmoral no se podía aplicar a todas las situaciones. Hasta entonces, Eutidemo no había sido consciente de ello.

    Una y otra vez, Sócrates les demostraba a las personas que se encontraban en la plaza del mercado que en realidad no sabían lo que creían saber. Un mando militar podía comenzar una conversación absolutamente convencido de lo que significaba «valentía» y, tras veinte minutos en compañía de Sócrates, terminar completamente confundido. La experiencia debía de ser desconcertante. A Sócrates le encantaba poner al descubierto los límites de lo que los demás realmente comprendían, así como cuestionar los postulados sobre los que construía su vida. Para él, una conversación en la que todo el mundo terminaba dándose cuenta de lo poco que sabía era un éxito. Mucho mejor que seguir creyendo que comprendías algo cuando en realidad no era así.

     En aquella época, los atenienses ricos enviaban a sus hijos a estudiar con los sofistas. Se trataba de unos profesores muy inteligentes que instruían a sus alumnos en el arte de la oratoria y que recibían por ello unos honorarios muy elevados. Sócrates, en cambio, no cobraba por sus servicios. De hecho, aseguraba que no sabía nada así que, ¿cómo iba él a enseñar algo? Esto, sin embargo, no fue óbice para que los alumnos acudieran a él y asistieran a sus conversaciones. Tampoco le hizo demasiado popular entre los sofistas.

    Un día, su amigo Querefonte fue a ver al oráculo de Apolo en Delfos. El oráculo era una anciana sabia, una sibila, que contestaba las preguntas que le hacían sus visitantes. Solía ofrecer respuestas en forma de acertijo. «¿Hay alguien más sabio que Sócrates?», le preguntó Querefonte. «No», fue la respuesta. «Nadie es más sabio que Sócrates.»

    Cuando Querefonte se lo contó a Sócrates, al principio éste no se lo creyó. Le resultó realmente desconcertante. «¿Cómo puedo ser el hombre más sabio de Atenas si sé tan poco?», pensó. Y se pasó años haciéndole preguntas a otros para ver si había alguien más sabio que él. Finalmente, entendió lo que había querido decir el oráculo y concluyó que tenía razón. Mucha gente era buena en lo que hacía; los carpinteros eran buenos en la carpintería, y los soldados sabían luchar. Pero ninguno de ellos era realmente sabio. No sabían realmente de lo que hablaban.

    La palabra «filósofo» proviene de las palabras griegas que significan «amor por el saber». La tradición filosófica occidental, objeto de este libro, surgió en la Antigua Grecia y se expandió por vastas regiones del mundo, asimilando en ocasiones ideas procedentes de Oriente. La sabiduría que valora está basada en la discusión, el razonamiento y el cuestionamiento, no en creer algo simplemente porque alguien importante te ha dicho que es cierto. Para Sócrates, la sabiduría no consistía en saber muchas cosas o en cómo hacer algo. Significaba comprender la verdadera naturaleza de nuestra existencia, incluidos los límites de lo que podemos conocer. Hoy en día, los filósofos hacen más o menos lo mismo que Sócrates: cuestionan las cosas y examinan distintas razones y evidencias con el fin de llegar a responder algunas de las preguntas más importantes que nos podemos hacer sobre la naturaleza de la realidad y cómo debemos vivir.   A diferencia de Sócrates, sin embargo, los filósofos modernos disponen de la ventaja de casi dos mil quinientos años de pensamiento filosófico sobre los que fundamentarse. Este libro examina ideas de algunos de los pensadores clave que conforman esta tradición de pensamiento occidental, una tradición que Sócrates inició.

    Lo que hacía a Sócrates tan sabio era que no dejaba de formular preguntas y siempre estaba dispuesto a debatir sus ideas. La vida, declaró en una ocasión, sólo merece la pena si uno piensa en lo que está haciendo. Una existencia irreflexiva es válida para un animal, pero no para los seres humanos.

    Cosa inusual para un filósofo, Sócrates se negó a dejar nada escrito. Para él, hablar era mucho mejor que escribir. Las palabras escritas no pueden replicarle a uno; ni tampoco explicarle nada cuando no las entiende. La conversación cara a cara, mantenía él, es mucho mejor. En una conversación podemos tener en cuenta el tipo de persona con el que hablamos y adaptar lo que decimos para comunicar el mensaje. Como Sócrates no dejó nada escrito, básicamente conocemos a través de su pupilo estrella, Platón, sus ideas y las cosas sobre las que discutía. 

PLATÓN

Platón escribió una serie de conversaciones entre Sócrates y las personas a las que preguntaba. Son lo que se conoce como Diálogos Platónicos y son grandes obras literarias además de filosóficas. En cierto modo, Platón fue el Shakespeare de su época. Leyendo estos diálogos, podemos hacernos una idea de cómo era Sócrates; de su inteligencia y de lo exasperante que podía llegar a ser.

    Aunque en realidad no es tan sencillo, pues no podemos estar siempre seguros de si Platón escribió lo que Sócrates realmente dijo o si puso sus propias ideas en boca de un personaje llamado «Sócrates».

    Una de las ideas que la mayoría de la gente considera más de Platón que de Sócrates es que el mundo no es para nada como parece. Hay una diferencia significativa entre la apariencia y la realidad. La mayoría de nosotros confundimos apariencia con realidad. Creemos que las sabemos diferenciar, pero no es así. Platón creía que sólo los filósofos comprenden cómo es realmente el mundo. En vez de confiar en sus sentidos, descubren la naturaleza de la realidad gracias al pensamiento.

    Para argumentar esto, Platón describió una caverna en la que hay personas encadenadas de cara a uno de los muros. Ante ellos ven sombras parpadeantes que toman por la realidad. No lo es. Se trata de las sombras que hacen los objetos que hay delante de una hoguera. Estas personas se pasan toda la vida creyendo que las sombras que se proyectan en la pared son el mundo real. Entonces uno de ellos se libera de sus cadenas y se vuelve hacia el fuego. Al principio tiene la mirada borrosa, pero al poco comienza a ver dónde se encuentra. Poco después, consigue salir a trompicones de la cueva y finalmente logra ver el sol. Cuando regresa, nadie cree lo que cuenta sobre el mundo exterior. El hombre que se ha liberado es como un filósofo. Ve más allá de las apariencias. La gente común no tiene mucha idea de lo que es la realidad porque se conforman con mirar lo que tienen delante en vez de reflexionar profundamente sobre ello. Pero las apariencias engañan. Lo que ven son sombras, no la realidad.

    Esta historia de la caverna está relacionada con lo que se conoce como la Teoría de las Formas de Platón. El modo más sencillo de comprender esta teoría es mediante un ejemplo. Pensemos en todos los círculos que hemos visto en nuestra vida. ¿Alguno de ellos era un círculo perfecto? No. Ninguno era absolutamente perfecto. En un círculo perfecto, cada punto de la circunferencia estaría exactamente a la misma distancia del centro. En la realidad, los círculos no son así. Sin embargo, entendemos perfectamente qué queremos decir cuando utilizamos las palabras «círculo perfecto». Entonces, ¿qué es un círculo perfecto? Platón diría que la idea de un círculo perfecto es la Forma de un círculo. Si uno quiere comprender lo que es un círculo, debería pensar en su Forma, no en lo que uno puede dibujar o experimentar a través del sentido de la vista, pues éstos son imperfectos de uno u otro modo. De igual manera, pensaba Platón, si uno quiere comprender lo que es la bondad, necesita concentrarse en la Forma de la bondad, no en ejemplos particulares que uno haya presenciado. Los filósofos son las personas más adecuadas para pensar sobre las Formas de este modo abstracto, ya que la gente común se deja llevar por el mundo que perciben sus sentidos.

    Puesto que a los filósofos se les da bien pensar sobre la realidad, Platón creía que ellos debían mandar y ostentar todo el poder político. En La República, su obra más célebre, describió una sociedad perfecta imaginaria en la que los filósofos ostentarían la máxima autoridad y recibirían una educación especial; a cambio, sacrificarían sus propios placeres por el bien de los ciudadanos a los que gobernasen. Por debajo de ellos, estarían los soldados que habrían sido entrenados para defender el país, y bajo éstos se encontrarían los trabajadores. Estos tres grupos, creía Platón, estarían en perfecto equilibrio; un equilibrio que sería como una mente en la que la razón mantuviera las emociones y los deseos a raya. Lamentablemente, este modelo de sociedad era profundamente antidemocrático, pues en él se mantendría a la gente bajo control mediante una combinación de mentiras y fuerza. Platón hubiera prohibido la mayor parte del arte, aduciendo que proporciona falsas representaciones de la realidad. Los pintores pintan apariencias, y éstas representan las Formas de un modo engañoso. Todos los aspectos de la república ideal de Platón estarían estrictamente controlados desde arriba. Sería lo que ahora llamaríamos un estado totalitario. Platón creía que dejar votar a la gente era como permitir que los pasajeros gobernaran una nave; mucho mejor dejar al mando a quienes saben lo que hacen.

Y DE NUEVO SÓCRATES

    La Atenas del siglo v no se parecía demasiado a la sociedad que Platón imaginó en La República. Era algo así como una democracia, si bien únicamente alrededor del diez por ciento de la población podía votar. Las mujeres y los esclavos, por ejemplo, estaban automáticamente excluidos. Sin embargo, todos los ciudadanos eran iguales ante la ley, y existía un complejo sistema de sorteo para asegurarse de que todo el mundo tenía la posibilidad de influenciar en las decisiones políticas.

    Atenas no valoró a Sócrates en la misma medida que lo hizo Platón. Antes al contrario. Muchos atenienses pensaban que Sócrates era peligroso y estaba socavando el gobierno deliberadamente. En el año 399 a. C., cuando Sócrates tenía 70 años, uno de ellos, Meleto, le llevó ante un tribunal. Aseguraba que Sócrates estaba dejando de lado a los dioses atenienses e introduciendo nuevos dioses propios. También sugirió que enseñaba a los jóvenes atenienses a comportarse mal y les animaba a volverse en contra de las autoridades. Eran acusaciones muy serias. Es difícil saber cuán ciertas eran. Puede que Sócrates sí animara a sus alumnos a dejar de seguir la religión del Estado, y se sabe que le gustaba burlarse de la democracia ateniense. Eso concordaría con su carácter. En cualquier caso, lo que sin duda es cierto es que muchos atenienses creyeron los cargos que se le imputaban.

    Votaron si lo consideraban o no culpable. Poco más de la mitad de los 501 ciudadanos que componían el enorme jurado creyeron que sí lo era y lo sentenciaron a muerte. Si hubiera querido, probablemente Sócrates habría podido convencerles para que no lo ejecutaran. En vez de eso, fiel a su reputación de tábano, irritó todavía más a los atenienses argumentando que no había hecho nada malo y que, de hecho, deberían recompensarle con comidas gratuitas para el resto de su vida en vez de castigarle. Esto no sentó demasiado bien.

    Lo ejecutaron obligándole a ingerir cicuta, un veneno que paraliza el cuerpo gradualmente. Antes de morir, Sócrates se despidió de su mujer y sus tres hijos y luego reunió a sus alumnos a su alrededor. Si hubiera tenido la oportunidad de seguir viviendo tranquilamente, sin hacer más preguntas difíciles, no la habría aceptado. Prefería morir. Una voz interior le impelía a seguir cuestionándolo todo, y no podía traicionarla. Luego se bebió el veneno. Poco después murió.
 
    Sócrates sigue vivo en los diálogos de Platón. Este hombre difícil, que no dejaba de hacer preguntas y que prefería morir a dejar de pensar en cómo son realmente las cosas, ha sido desde entonces una inspiración para los filósofos.

     Sócrates tuvo una gran influencia sobre quienes le trataron. Tras la muerte de su maestro, Platón siguió enseñando de acuerdo a su espíritu. Su discípulo más relevante fue, de lejos, Aristóteles, un pensador muy distinto a ambos.









1º TRABAJO DE FILOSOFÍA – EL HOMBRE QUE HACÍA PREGUNTAS (SÓCRATES Y PLATÓN)

Si te place, puedes ilustrar la portada de tu trabajo dibujando un tábano

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Sobre Sócrates

1º Busca información sobre los siguientes asuntos (mínimo 20 palabras por cada ítem):

-                      - Las Guerras Médicas

-                      - Las reformas democráticas en Atenas de Efialtes y Pericles

-                      - El imperio ateniense (la Liga de Delos)

-                      - El comienzo de la guerra del Peloponeso

-                     -  El fin de la Guerra del Peloponeso

-                      - La oligarquía de los Treinta Tiranos

-                      - La reinstauración democrática de Trasíbulo

-                     -  El oráculo de Delfos 

Cuestionario del capítulo


2º Recoge todos los datos biográficos sobre la juventud y la muerte de Sócrates que aparecen en el capítulo que acabas de leer (para responder esta pregunta tendrás que leer el capítulo en su totalidad ya que muchos de los datos biográficos aparecen al final del capítulo). Utiliza guiones para consignar y diferenciar los distintos datos biográficos.

3º ¿Por qué a Sócrates le llamaban “el tábano”?

4º ¿Con qué finalidad hacía preguntas Sócrates a sus conciudadanos?

5º ¿Quiénes eran los sofistas? ¿Era Sócrates un sofista?

6º ¿Por qué el oráculo de Delfos afirmó que nadie en toda Grecia es más sabio que Sócrates?

7º ¿Por qué podemos afirmar que Sócrates era un verdadero filósofo, un “amante o buscador de la sabiduría”? (son dos razones)

    1º razón:

    2º razón:

8º ¿Por qué era tan importante para Sócrates hacerse preguntas continuamente?

9º Sócrates era ágrafo. ¿Cómo conocemos entonces hoy en día su pensamiento?

Sobre Platón

10º Ilustra tu trabajo dibujando (y coloreando) los SÓLIDOS PLATÓNICOS, los cinco poliedros regulares descubiertos por Timeo, uno de los discípulos de Platón que da nombre también al libro de cosmología más importante de la Antiguedad: el Timeo. En dicha obra, Platón relacionó cuatro de dichos sólidos con los cuatro elementos materiales fundamentales -agua, tierra, aire y fuego-, y el quinto elemento, el dodecaedro, lo asimiló con el Cosmos. El dibujo que aquí te muestro es el realizado  en su obra "Mysterium Cosmographicum" por el fundador de la astronomía moderna, el astrónomo alemán del siglo XVI-XVII Johannes Kepler. 



11º Ejercicios de contextualización de Platón

A) Haz una reseña biográfica de Platón explicando los principales acontecimientos de su vida (linaje familiar; discípulo de Sócrates; sus tres viajes a Sicilia; fundación de la Academia) Mínimo, 50 palabras

B) Haz también una reseña acerca de la obra de Platón (mínimo 50 palabras). Aquí tienes que explicar:

    a) ¿Qué son los "diálogos" platónicos.

    b) las tres etapas en las que se divide su pensamiento: 

        1º etapa socrática; etapa de madurez; etapa de vejez 

     + 2º características principales de cada etapa 

     + 3º título de tres diálogos de cada etapa.

     +  4º   explicación de lo que tratan los siguientes diálogos: 

            - Apología de Sócrates; 

            - La República: 

            - El Timeo

Cuestionario del capítulo

12º Dibuja cualquiera de estas dos representaciones gráficas del Mito de la Caverna de Platón:






-     
            Explica qué representan:
      - Los prisioneros:
      - El prisionero liberado:
-                   -   Las sombras de la caverna:
-                    -  El mundo exterior:

13º Toda la filosofía de Platón podría quedar contenida en la frase “el mundo no es para nada como parece”. ¿Por qué Platón pensaba eso?

14º ¿A juicio de Platón, quiénes y por qué logran ir más allá de las apariencias y captar la verdadera realidad de las cosas?

15º En el mito de la caverna, Platón cuenta la historia de un prisionero que logra liberarse de las cadenas y salir fuera de la caverna regresando luego para contarle a sus compañeros lo que ha visto. ¿En qué filósofo crees que se inspiró Platón cuando inventó esta fábula?

16º Sobre la Teoría de las Ideas o Formas

    a)¿Qué afirma la Teoría de las Formas?

    b) ¿Te parece el punto de vista de Platón una buena manera de llegar a conocer lo que son los objetos     abstractos como los objetos matemáticos, un círculo por ejemplo? ¿Y para conocer  objetos reales     como una planta? Razona tu respuesta (no basta con contestar con un escueto sí o no)

17º En La República, su más conocido diálogo, Platón imagina cómo sería a su juicio una sociedad perfecta:

       a)      Describe cómo es la sociedad perfecta platónica

             b)      Explica por qué esa sociedad no es una sociedad democrática




1 comentario:

  1. Nada mejor que aprender sobre el portal de buenos libros que nos encantarán poder disfrutarlos.

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