lunes, 19 de febrero de 2018

HUME

capítulo 17
El relojero imaginario David Hume

Mírate un ojo en el espejo. Tiene una lente que enfoca la imagen, un iris que se adapta a la luz cambiante, y párpados y pestañas que lo protegen. Si miras a un lado, el globo ocular gira en su cuenca. Y encima es bonito. ¿Cómo puede ser? Es una increíble muestra de ingeniería. ¿Cómo pueden los ojos ser así sólo por casualidad?

Imagina que, tras atravesar la jungla de una isla desier- ta, llegas a un claro y descubres las ruinas de un palacio con muros, escaleras, senderos y patios. Sabes que no puede estar allí por casualidad. Alguien tiene que haberlo diseñado, una especie de arquitecto. De igual modo, si encuentras un reloj mientras estás de paseo, es razonable pensar que lo ha hecho un relojero, y que ha sido diseñado con un propósito: dar la hora. Sus diminutos engranajes no se han colocado en su sitio por sí solos. Alguien tiene que haber pensado detenidamente al respecto. Todos estos ejemplos parecen indicar lo mismo: los objetos que parecen haber sido diseñados por alguien, casi con toda certeza lo han sido.

 Pensemos ahora en la naturaleza: árboles, flores, mamíferos, pájaros, reptiles, insectos, incluso amebas. Todas estas cosas también parecen haber sido diseñadas. Los organismos vivos son mucho más complejos que cualquier reloj. Los mamíferos tienen sistemas nerviosos, corre sangre por su cuerpo y suelen estar muy bien adaptados a los lugares que habitan. Es de suponer, pues, que los ha hecho un poderoso e inteligente Creador. Y este Creador –un Relojero o Arquitecto Divino– tiene que haber sido Dios. O, al menos, eso es lo que muchos pensaban en el siglo xviii, época en la que David Hume escribió sus obras. Hoy en día todavía hay personas que lo piensan.

Este argumento acerca de la existencia de Dios se suele conocer como el Argumento del Diseño. Los nuevos descubrimientos científicos en los siglos xvii y xviii parecían apoyarlo. Los microscopios habían revelado la complejidad de los más diminutos animales de los estanques; y los telescopios habían mostrado la belleza y regularidad del Sistema Solar y la Vía Lactea (que parecían haber sido creados con gran precisión).

Al filósofo escocés David Hume (1711–1776) no le convencía. Influenciado por Locke, se propuso explicar la naturaleza de la humanidad y nuestro lugar en el universo analizando cómo adquirimos nuestro conocimiento y los límites de lo que podemos aprender mediante la razón. Al igual que Locke, creía que nuestro conocimiento proviene de la observación y de la experiencia, de modo que estaba particularmente interesado en un argumento sobre la existencia de Dios que partiera de la observación de algunos aspectos del mundo.

Hume creía que el Argumento del Diseño estaba basado en una lógica pésima. Su Investigación sobre el entendimiento humano (1748) incluye un capítulo en el que ataca la idea de que podemos demostrar la existencia de Dios de

este modo. Ese capítulo y otro en el que argumenta que no es razonable creer los testimonios de testigos oculares de milagros fueron extremadamente controvertidos. En aquella época, en Inglaterra era difícil mostrarse abiertamente contrario a las creencias religiosas. Esto supuso que Hume no obtuviera trabajo en la universidad a pesar de ser uno de los grandes pensadores de su tiempo. Sus amigos le aconsejaron bien cuando le dijeron que no permitiera la publicación de Diálogos sobre la religión natural (1779), su más duro ataque a los argumentos más habituales en favor de la existencia de Dios, hasta después de su muerte.

¿Demuestra el Argumento del Diseño la existencia de Dios? Hume creía que no. Para él, no proporciona pruebas suficientes para concluir que debe existir un ser todopoderoso, omnisciente y de bondad suprema. Casi toda la filosofía de Hume se centró en el tipo de pruebas que podemos presentar para apoyar nuestras creencias. El Argumento del Diseño está basado en el hecho de que el mundo parece haber sido diseñado. Pero, argumentaba Hume, que lo parezca no significa que Dios fuera su diseñador. ¿Cómo llegó a esta conclusión?

 Imagina una antigua balanza parcialmente oculta tras una pantalla. Sólo puedes ver uno de los dos platos de la balanza. Si ves que ese plato asciende, lo único que sabes es que, haya lo que haya en el otro plato, ha de ser más pesado que el que puedes ver. No sabes de qué color es, si tiene forma de cubo o es esférico, si tiene algo escrito o está cubierto de piel; no sabes nada.

En este ejemplo, analizamos las causas y los efectos. En respuesta a la pregunta «¿Qué ha causado que el plato ascendiera?» lo único que puedes contestar es «la causa ha sido la presencia de algo más pesado en el otro plato». Ves el efecto –el plato que asciende– e intentas deducir de ello la causa. Pero sin más pruebas no puedes decir mucho más. Todo lo que digas es mera conjetura y, sin mirar detrás de la pantalla, no hay modo de averiguar si es cierto o no. Hume pensaba que en el mundo nos encontramos en una situación similar. Vemos los efectos de varias causas e intentamos deducir la explicación más plausible de esos efectos. Al ver un ojo humano, un árbol o una montaña, podríamos pensar que han sido diseñados. Sin embargo, ¿qué podemos decir acerca de su supuesto diseñador? Tomemos, por ejemplo, el ojo. Se podría pensar que su creador ha reflexionado previamente sobre cuál podía ser el mejor funcionamiento posible. De ello no se deduce, sin embargo, que este creador sea Dios. ¿Por qué no?

Se suele pensar que Dios es poseedor de los tres poderes anteriormente mencionados: es todopoderoso, omnisciente y sumamente bondadoso. Aunque llegues a la conclusión de que el ojo humano ha sido hecho por algo muy poderoso, no tienes ninguna prueba para pensar que este creador es todopoderoso. El ojo tiene algunos defectos. Puede funcionar mal: mucha gente necesita gafas para ver bien, por ejemplo. ¿Un Dios todopoderoso, omnisciente y sumamente bondadoso habría diseñado el ojo así? Posiblemente. Pero las pruebas que podemos obtener de su observación no nos lo demuestran. Como mucho, indican que ha sido hecho por algo sumamente inteligente y muy poderoso y habilidoso.

Pero, ¿indican realmente eso? Hay otras explicaciones posibles. ¿Cómo sabemos que el ojo no fue diseñado por un equipo de dioses menores? La mayoría de máquinas complejas son ensambladas por equipos de personas; ¿por qué no se puede aplicar lo mismo a los ojos y demás objetos naturales, suponiendo que efectivamente hayan sido ensamblados por alguien? La mayoría de edificios han sido construidos por un equipo de constructores; ¿por qué debería ser distinto el caso de un ojo? O puede que lo hiciera un dios muy anciano que ya ha fallecido. O un dios muy joven que todavía estaba aprendiendo a diseñar ojos perfectos. Como no tenemos pruebas para decidir entre estas distintas opciones, mediante la observación del ojo –un objeto aparentemente diseñado– no podemos llegar a la conclusión definitiva de que ha sido hecho por un único dios viviente con poderes tradicionales. Hume creía que si uno se ponía a pensar racionalmente en ello, las conclusiones que obtendría serían muy limitadas.

Otra cuestión que Hume atacó fue el Argumento de los Milagros. La mayoría de las religiones aseguran que los milagros suceden. La gente resucita de entre los muertos, camina sobre el agua o se recupera inesperadamente de alguna enfermedad, las estatuas hablan o lloran, etcétera. Pero, ¿deberíamos creer en los milagros sólo porque otras personas nos dicen que lo hagamos? Hume creía que no. Era muy escéptico al respecto. Que alguien se haya recuperado milagrosamente de una enfermedad no significa nada. Para que algo sea un milagro, pensaba Hume, la recuperación tiene que desafiar una ley de la naturaleza. Por ley de la naturaleza se entiende algo como «nadie muere y regresa a la vida» o «las estatuas no hablan» o «nadie puede caminar sobre el agua». Hay una enorme cantidad de pruebas de que estas leyes de la naturaleza son válidas. ¿Por qué no deberíamos creer en ellas en el caso de los milagros? Piensa en lo que dirías si un amigo tuyo entrara corriendo en la habitación y te dijera que ha visto caminar a alguien sobre el agua.

Para Hume, siempre hay una explicación más plausible. Si un amigo tuyo te dice que ha visto caminar a alguien sobre el agua, lo más probable es que te esté engañando o que se haya equivocado, no que sea un auténtico milagro. Sabemos que hay gente a la que le gusta ser el centro de atención y que está dispuesta a llegar a este extremo. Ésta es una posible explicación. Y, por otro lado, también sabemos que todos nos podemos equivocar. Continuamente cometemos errores sobre lo que vemos y oímos. A menudo queremos creer que hemos visto algo inusual y evitamos la explicación más sencilla. Incluso hoy día hay mucha gente que se precipita al concluir que todo ruido desconocido que oye a altas horas de la noche se debe a una actividad sobrenatural –fantasmas que deambulan– antes que considerar una posibilidad más normal, como que lo ha provocado un ratón o el viento.

 Aunque criticó sistemáticamente los argumentos utilizados por los creyentes religiosos, Hume nunca declaró abiertamente que fuera ateo. Puede que no lo fuera. Las ideas que publicó se pueden leer como afirmaciones de que existe una inteligencia divina detrás del universo, pero que no podemos decir mucho acerca de sus cualidades. Hume no creía que mediante nuestros poderes racionales y la lógica pudiéramos averiguar demasiado acerca de las cualidades de este «Dios». Basándose en esto, algunos filósofos creen que era agnóstico. Sin embargo, hacia el final de su vida probablemente era ateo. En el verano de 1776, cuando se estaba muriendo y sus amigos fueron a visitarle a Edimburgo, dejó claro que no tenía intención alguna de convertirse en su lecho de muerte. Todo lo contrario. James Boswell, cristiano, le preguntó si no le preocupaba lo que le pudiera suceder después de morir. Hume le contestó que no tenía ninguna esperanza de que hubiera vida después de la muerte. Y añadió algo que podría haber dicho Epicuro (ver el capítulo 4): dijo que no le preocupaba más el tiempo posterior a su muerte que el anterior a su nacimiento.

Hume tuvo muchos contemporáneos brillantes, y a muchos los conoció personalmente. Uno de ellos, Jean-Jacques Rousseau, tuvo una significativa influencia en la filosofía política.

CUESTIONARIO

CAPÍTULO 17 – El relojero imaginario (David Hume)

1º Busca en la wiki información acerca de la vida y obra de David Hume (extensión mínima, 50 palabras).

2º ¿Por qué parece que los ojos no pueden ser como son “por casualidad”?

3º ¿Qué demuestran el ejemplo del palacio escondido en la selva o el del reloj perdido?

4º ¿Qué se infiere del principio “Los objetos que parecen haber sido diseñados por alguien, casi con toda certeza lo han sido”  cuando dicho principio se aplica a los seres vivos?

Aquí tienes que explicar:

a)        ¿Por qué podemos aplicar este principio a los seres vivos?

b)       ¿Qué consecuencia se deducen de aplicar dicho principio a los seres vivos? (son dos consecuencias)
(siempre hay que contestar ambas cuestiones por separado)

5º ¿Con qué tipos de ingenieros o artífices es comparado ese “Creador” de los seres vivos?

6º ¿Qué atributos tiene ese ingeniero o artífice cósmico?

7º En virtud de dichos atributos, ¿quién es ese creador?

8º ¿Cómo se llama el argumento que demuestra la existencia de Dios aplicando el principio “Todos los objetos que parecen haber sido diseñados tienen que ser obra de un diseñador”?

9º ¿Por qué crees que los descubrimientos científicos del siglo XVII y XVIII apoyaban el Argumento del Diseño? (la contestación ha de ser de tu propia cosecha; no aparece literalmente en el libro)

10º Hume escribió su principal obra “Tratado de la naturaleza humana” porque no le convencía (entre otras muchas cosas) el Argumento del Diseño.

¿Qué se propuso al escribir esta obra? (la pregunta se puede responder a partir de la lectura atenta del libro, en el párrafo en el que se nos explica la influencia de Locke).

11º Hume fue un filósofo empirista británico seguidor de Locke. Al igual que Locke, ¿qué planteamiento mantenía respecto al conocimiento humano?

12º ¿Por qué le interesaba especialmente el Argumento del Diseño?

13º En su obra “Investigación sobre el entendimiento humano” dedica un par de capítulos a cuestiones muy polémicas y dignas de la mayor de las censuras en la Inglaterra de la época. ¿De qué trata cada uno de dichos capítulos?

14º         a) ¿Qué consecuencia le acarreó personalmente a Hume el atreverse a exponer públicamente su opinión?

          b) ¿Por qué sus amigos le recomendaron que publicase sus “Diálogos sobre la religión natural” como opus postumum (“opus postumum” es la expresión latina con la que nos referimos a una obra que ha sido publicada postumamente, editada después de la muerte del que la ha escrito)?

15º ¿Por qué según Hume el Argumento del Diseño no prueba fehacientemente, indiscutiblemente, la existencia de Dios?

16º      a) ¿Qué prueba presenta el Argumento del Diseño para demostrar la existencia de Dios?

b) ¿Por qué a Hume esa prueba no le parece suficiente?

17º ¿Por qué para Hume la mayoría del conocimiento humano es mera conjetura?

a) Busca en primer lugar el significado de la palabra “conjetura”

b) y luego contesta la pregunta

(la pregunta no aparece contestada literalmente en el libro; haz un esfuerzo de comprensión de lo que lees al respecto en el libro y luego intenta contestar la pregunta lo mejor posible)

18º Hume está dispuesto a conceder a los creyentes la validez de la suposición de que un ojo pueda haber sido diseñado por un ser inteligente.

Pero, ¿por qué para Hume de ello, de que el ojo haya sido diseñado por un ser inteligente, no se puede deducir la existencia de un Dios todopoderoso, omnisciente y sumamente bondadoso, es decir, el Dios del cristianismo ortodoxo?

19º ¿Por qué según Hume los milagros tampoco prueban la existencia de Dios?

20º Volvamos de nuevo a la cuestión planteada en la pregunta nº 17. Hume defendió quizá en sus escritos la existencia de una “Inteligencia divina detrás del universo”, pero

¿Qué podemos llegar a saber de dicho “Dios” a través de nuestras capacidades cognscitivas?

21º ¿Qué le respondió a James Boswell cuando éste le preguntó si no le preocupaba lo que le pudiera suceder después de la muerte, respuesta que se considera prueba del ateísmo que profesaría en el momento de su muerte?



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