lunes, 16 de abril de 2018

MARX

capítulo 27 - Trabajadores del mundo, uníos. 

Karl Marx

En el siglo xix había miles de fábricas de algodón en el norte de Inglaterra. De sus largas chimeneas salía un humo oscuro que contaminaba las calles y lo cubría todo de hollín. En su interior, hombres, mujeres y niños trabajaban largas jor- nadas –con frecuencia de hasta 14 horas– para mantener las máquinas en marcha. No eran esclavos, pero sus salarios eran muy bajos, y las condiciones duras y a menudo peligrosas. Si se distraían podían engancharse en la máquina  y perder alguna extremidad o incluso morir. Cuando esto sucedía, el tratamiento médico era básico. Sus opciones, sin embargo, eran escasas: si no trabajaban se morirían de hambre. Si dejaban el trabajo, quizá no podrían encontrar otro. La gente que trabajaba en estas condiciones no vivía mucho, y disponía de muy pocos momentos en sus vidas que puieran considerar propios.

Mientras tanto, los propietarios de las fábricas se hacían cada vez más ricos. Su principal preocupación era obtener beneficios. Poseían capital (dinero que podían utilizar para hacer más dinero); poseían los edificios y la maquinaria; y, en cierto modo, también poseían a los trabajadores. Éstos no tenían prácticamente nada. Lo único que podían hacer era vender su capacidad de trabajar y ayudar a los propietarios de las fábricas a enriquecerse. Mediante su trabajo añadían valor al material en bruto que los dueños de las fábricas compraban. Cuando el algodón llegaba a la fábrica, valía mucho menos que cuando salía. Ese valor añadido, sin embargo, se lo llevaban en su mayor parte los propietarios que vendían el producto. En cuanto a los trabajadores, los propietarios de las fábricas les pagaban lo menos posible; a menudo lo justo para vivir. Los trabajadores no tenían ningún tipo de seguridad laboral. Si la demanda de lo que fabricaran descendía, los echaban a la calle y los abandonaban a su suerte, aunque pudieran morir si no encontraban otro trabajo. Cuando el filósofo alemán Karl Marx (1818–1883) comenzó a escribir en la década de 1830, éstas eran las penosas condiciones que había acarreado la Revolución Industrial no sólo en Inglaterra, sino en toda Europa. Y esto le enojaba.

Marx era un igualitario: creía que los seres humanos debían ser tratados todos por igual. Sin embargo, en el sistema capitalista, quienes tenían dinero –a menudo heredado– se hacían cada vez más ricos y aquéllos que no tenían nada que vender salvo su mano de obra eran explotados y vivían en unas condiciones misérrimas. Para Marx, toda la historia de la humanidad se podía explicar como una lucha de clases: la lucha entre los ricos capitalistas (la burguesía) y los trabajadores o proletariado. Esta relación impedía a los seres humanos alcanzar su potencial y convertía el trabajo en algo doloroso en lugar de una actividad satisfactoria.

Marx, un hombre de inmensa energía y con reputación de causar problemas, pasó la mayor parte de su vida en la pobreza, trasladándose de Alemania a París, y de ahí a Bruselas, para huir de las persecuciones. Finalmente, se instaló en Londres, donde vivió con sus siete hijos, su esposa Jenny y una criada, Helene Demuth, con la que tuvo un hijo ilegítimo. Su amigo Friedrich Engels le ayudó a encontrar trabajo de colaborador en periódicos e incluso adoptó al hijo ilegítimo de Marx para guardar las apariencias. Pero la familia Marx rara vez tenía dinero. Solían estar enfermos, hambrientos y muertos de frío. Desgraciadamente, tres de sus hijos murieron antes de llegar a la edad adulta.

La mayoría de los días, Marx iba andando a la sala de lectura del Museo Británico de Londres a estudiar y escribir, o si no se quedaba en su atestado apartamento del Soho y le dictaba a su esposa, pues su letra era tan mala que a veces ni siquiera él podía entenderla. En estas difíciles condiciones, escribió una gran cantidad de libros y artículos (en total llenan más de cincuenta gruesos volúmenes). Sus ideas han cambiado las vidas de millones de personas, algunas para mejor, y muchas, indudablemente, para peor. En aquella época, sin embargo, debía de parecer un personaje excéntrico, quizá algo loco. Poca gente podía prever lo influyente que iba a llegar a ser.

Marx se identificaba con los trabajadores. Toda la estructura de la sociedad les oprimía. No podían tener vidas plenas como auténticos seres humanos. Los propietarios de las fábricas pronto se dieron cuenta de que podían fabricar más artículos si dividían el proceso de producción en pequeñas tareas. Cada trabajador se especializaba en un trabajo particular de la cadena de producción. Sin embargo, esto hacía las vidas de los trabajadores todavía más tediosas, pues les obligaba a realizar tareas aburridas y repetitivas una y otra vez. No veían todo el proceso de producción y apenas ganaban suficiente para alimentarse. En vez de estimular su creatividad, los desgastaban y convertían en un mero engranaje de una enorme maquinaria que estaba ahí sólo para hacer más ricos a los propietarios de las fábricas. Era como si no fueran seres humanos; sólo estómagos a los que había que dar de comer para mantener la cadena de producción en marcha y a los capitalistas ganando más dinero: lo que Marx llamó la plusvalía generada por la mano de obra del trabajador.

El efecto de todo esto en los trabajadores era lo que Marx llamó alienación. Con esta palabra quería decir varias cosas. Los trabajadores estaban alienados o distanciados de su auténtica esencia como seres humanos. Las cosas que hacían también les alienaban. Cuanto más duro trabajaban y más producían, más beneficios obtenían los capitalistas. Los objetos mismos parecían vengarse de los trabajadores.

A pesar de que las vidas de estas personas eran deprimentes y estaban completamente determinadas por las circunstancias económicas, Marx creía que aún había cierta esperanza para esa gente, pues al final el capitalismo se destruiría a sí mismo. El proletariado estaba destinado a hacerse con el poder mediante una revolución violenta. Tras ese baño de sangre, emergería un mundo mejor en la que las personas ya no serían explotadas, podrían ser creativas y cooperarían entre sí. Cada cual contribuiría a la sociedad con lo que pudiera, y la sociedad a su vez cubriría sus necesidades: «De cada cual, según su capacidad, a cada cual, según su necesidad», era la visión de Marx. Tomando el control de las fábricas, los trabajadores se asegurarían de que hubiera suficiente para cubrir las necesidades de todo el mundo. Nadie tendría que morirse de hambre o carecer de ropa adecuada o refugio. Este futuro era el comunismo, un mundo basado en el reparto de los beneficios de esa cooperación.

Marx creía que su estudio del modo en que la sociedad se desarrolla revelaba que este futuro era inevitable. Formaba parte de la estructura de la historia. Pero se podía echar una mano y, en el Manifiesto comunista de 1848, que escribió con Engels, hizo un llamamiento a los trabajadores del mundo para que se unieran y derrocaran el capitalismo. Haciéndose eco de las líneas iniciales de El contrato social de JeanJacques Rousseau (ver el capítulo 18), declararon que los trabajadores no tenían nada que perder salvo sus cadenas.

Las ideas de Marx sobre la historia estaban influenciadas por Hegel (el protagonista del capítulo 22). Éste, como hemos visto, había declarado que hay una estructura subyacente en todo, y que poco a poco avanzamos hacia un mundo que será de algún modo consciente de sí mismo. Marx tomó de Hegel la noción de que el progreso es inevitable, y que la historia tiene un patrón y no se trata únicamente de una sucesión de hechos. En la versión de Marx, sin embargo, el progreso tiene lugar a causa de las fuerzas económicas subyacentes.

 En lugar de la lucha de clases, Marx y Engels prometieron un mundo en el que nadie poseería tierras, no habría herencias, la educación sería libre y las fábricas públicas abastecerían a todos. No haría falta ni religión ni moral. Es bien conocida su afirmación de que «la religión es el opio del pueblo»: para él era como una droga que mantenía a la sociedad en un estado somnoliento para que no que advirtiera la opresión que sufría. En el nuevo mundo tras la revolución, los seres humanos podrían alcanzar su humanidad. Su trabajo tendría sentido y cooperarían en formas que beneficiaran a todos. La revolución era el modo de lograr todo esto; y esto implicaba violencia, pues era improbable que los ricos renunciaran a su riqueza sin oponer resistencia.

Marx pensaba que los filósofos del pasado se habían limitado a describir el mundo, mientras que él se proponía cambiarlo. Esto quizá es algo injusto para con los filósofos anteriores, muchos de los cuales habían provocado reformas morales y políticas. Sí es cierto, sin embargo, que sus ideas tuvieron más efecto que las de la mayoría. Eran contagiosas e inspiraron revoluciones reales en Rusia en 1917 y en otros lugares. Lamentablemente, la Unión Soviética –el enorme estado resultante, que incluía Rusia y algunos de sus países vecinos–, así como la mayoría de los otros estados comunistas creados en el siglo xx siguiendo las ideas marxistas, resultaron ser estados opresivos, ineficientes y corruptos. Organizar los procesos de producción a escala nacional resultó mucho más difícil de lo previsto. Los marxistas aseguran que esto no ha perjudicado a sus ideas; algunos todavía creen que, fundamentalmente, Marx tenía razón acerca de la sociedad, el problema fue que quienes dirigían los estados comunistas no lo hicieron siguiendo unas directrices verdaderamente comunistas. Otros señalan que la naturaleza humana nos hace más competitivos y avariciosos de lo que Marx estaba dispuesto a admitir: para éstos, no hay posibilidad de que los seres humanos cooperemos en un estado comunista; simplemente, somos incapaces de ello.

Cuando murió de tuberculosis en 1883, poca gente podía prever el impacto que tendría Marx en la historia venidera. Parecía que sus ideas iban a quedar enterradas con él en el cementerio Highgate de Londres. La declaración que hizo Engels ante su tumba de que «¡Su nombre perdurará en el tiempo, y con él su obra!» parecía más bien la expresión de un deseo.

El principal interés de Marx consistía en las relaciones económicas, puesto que, desde su punto de vista, éstas conforman todo lo que somos y lo que podemos ser. William James, un filósofo pragmático, quería decir algo distinto cuando escribió acerca del «valor efectivo» de una idea; para él, consistía simplemente en la acción a la que esa idea había conducido, en la influencia que había tenido en el mundo.

CUESTIONARIO

KARL MARX – Trabajadores del mundo, uníos (Warburton, capítulo 27)

Si lo deseas, puedes dibujar como portada de tu trabajo cualquier motivo relacionado con Marx y el marxismo. Yo te invito a que dibujes una bandera roja (o una estrella roja de cinco puntas) que porte como escudo la hoz y el martillo y en la que se lea la consigna !Proletarios del mundo, uníos!

1º Hace dos años, el 5 de mayo se conmemoró el segundo centenario del nacimiento en Treveris (Trier, en alemán) de Carlos Marx, del que en el libro nos dicen: “Sus ideas han cambiado la vida de millones de personas, algunas para mejor, y muchas indudablemente, para peor”. Busca en la wiki información acerca de la vida y obra de este filósofo alemán (extensión mínima, la cara de un folio).

2º El primer párrafo del capítulo están dedicados a describir las condiciones de vida de la clase trabajadora en la sociedad industrial capitalista. Responde a la siguiente batería de preguntas:

a)          ¿Quiénes trabajaban en el interior de las fábricas de tejidos de algodón?

b)          ¿Cuánto solían durar sus jornadas de trabajo?

c)          ¿Eran esclavos?

d)          ¿Cómo eran sus salarios?

e)          ¿Cómo eran sus condiciones de trabajo?

f)          ¿Qué ocurría si sufrían un accidente laboral manipulando una máquina?

g)         ¿Qué opciones de vida tenían los trabajadores?

h)        ¿Disfrutaban de tiempo de ocio, de momentos en que pudiesen hacer lo que les apeteciese?

3º En el segundo párrafo del capítulo, Warburton nos explica las “relaciones de producción” (así las denominaba Marx) entre los empresarios (los capitalistas dueños de las fábricas) y los trabajadores. Responde a la siguiente batería de preguntas:

a)          ¿En qué convertían las fábricas a sus propietarios?

b)         ¿Cuál era la principal preocupación de los propietarios de las fábricas?

c)          ¿Qué poseían los propietarios de las fábricas? (poseían dos cosas)

d)        ¿Qué es el capital?

e)        ¿Qué poseían también “en cierta medida” los dueños de las fábricas?

f)    ¿Por qué los trabajadores se dejaban poseer de esa manera, vendiéndose a sí mismos como si fuesen “en cierta medida” esclavos?

g)       ¿A qué ayudaban a los dueños de las fábricas al venderles su trabajo?

h)       ¿Qué hacían los trabajadores para contribuir al enriquecimiento de los dueños de las fábricas?

i)        ¿Quién se llevaba la mayor parte del  valor añadido en las manufacturas por el trabajador? ¿El trabajador que lo producía?

j)      ¿Con qué parte del valor añadido se quedaba el trabajador?

k)      ¿Qué cantidad se le pagaba?

l)      ¿Por qué los trabajadores no tenían ninguna clase de seguridad laboral?

m)   ¿Qué opinión te merecen a ti las penosas condiciones de vida que había acarreado la Revolución Industrial a los obreros de las fábricas? ¿Te sientes, como decimos hoy en día, “indignado” (enojado, dicen en el libro) por todo ello como el joven Marx? Respuesta personal

4º ¿Por qué Marx era un igualitarista?

5º En el sistema capitalista, ¿se trata a todos los hombres igualitariamente?

6º a) ¿Cómo puede explicarse, según Marx, la historia de la humanidad?

b) ¿Qué es la lucha de clases?

c) ¿Qué consecuencia negativa tiene para los trabajadores el tipo de relación de sumisión y subordinación que mantienen con los dueños de las fábricas?

7º Nos cuenta Warburton que Marx empatizaba con las duras condiciones de vida de los trabajadores que les impedía “tener vidas plenas como auténticos seres humanos”. ¿Qué se lo impedía?

8º ¿Por qué razones el proceso productivo capitalista (que tiende a dividir cada vez más el trabajo para aumentar la producción y así las ganancias) deshumaniza a los trabajadores? (son cuatro razones)

9º ¿Qué son los trabajadores para el capitalismo? ¿Seres humanos?

10º ¿Cómo llamó Marx el valor añadido por la mano de obra del trabajador?

11º La consecuencia que tenía para los obreros  el sistema capitalista es que éste les convertía en trabajadores alienados. ¿Qué es la alienación? (es cuatro cosas)

12º - ¿Qué esperanza pueden albergar los trabajadores acerca del futuro?

13º ¿A qué está destinado el proletariado?

14º ¿Qué sociedad emergerá tras la revolución del proletariado?

15º ¿Qué significa la famosa frase de Marx “De cada cual, según su capacidad. A cada cual, según su necesidad”?

16º ¿Qué lograrán los trabajadores cuando controlen la propiedad de los medios de producción (las fábricas, los campos de labranza, los recursos naturales, etc.)?

17º ¿Qué es el comunismo?

18º ¿A qué conclusión llegó Marx tras estudiar el modo como se desarrolla la sociedad capitalista?

19º ¿Por qué es inevitable el advenimiento del comunismo?

20º ¿Qué llamamiento hicieron en 1848 Marx y Engels en su “Manifiesto comunista”?

21º ¿Qué podían perder los trabajadores en su levantamiento revolucionario contra el sistema capitalista que los explotaba?

22º ¿Qué tomó Marx de Hegel?

23º ¿Cuál es la causa del progreso histórico en la concepción marxista de la historia, el esfuerzo del mundo por llegar a ser consciente de sí mismo como mantenía Hegel?

24º ¿Por qué la religión es para Marx “el opio del pueblo”?

25º ¿Cómo será, tras la revolución, la sociedad del mañana?

26º ¿Por qué la revolución que precipitará el advenimiento de la sociedad utópica comunista futura tiene que ser violenta?

27º Según Marx, a) ¿qué habían hecho hasta entonces los filósofos?

b) ¿qué se proponía Marx hacer con su filosofía?

c) ¿qué inspiraron sus ideas?

28º ¿Cómo fueron de facto (de hecho) los estados comunistas creados en el siglo XX siguiendo las ideas marxistas?

29º ¿Cuáles fueron las razones del fracaso del experimento comunista? (hay tres explicaciones posibles?








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