miércoles, 30 de octubre de 2019

BOECIO- SAN ANSELMO-SANTO TOMÁS

capítulo 7
La consolación de la filosofía
Boecio

Si estuvieras en prisión a la espera de ser ejectutado, ¿pasarías
tus últimos días escribiendo un libro de filosofía? Boecio lo
hizo. Y resultó ser el más popular de todos los que escribió.

Anicio Manlio Severino Boecio (475–525), ése era su
nombre completo, fue uno de los últimos filósofos romanos.
Murió justo veinte años antes de que Roma cayera en manos
de los bárbaros (si bien cuando Boecio todavía vivía ya
se encontraba en plena decadencia). Al igual que sus colegas
Cicerón y Séneca, consideraba la filosofía una especie de autoayuda,
una forma práctica de mejorar la vida además de
una disciplina de pensamiento abstracto. También estableció
un vínculo con los griegos de la Antigüedad, Platón y
Aristóteles, cuya obra tradujo al latín, manteniendo vivas
sus ideas en una época en la que se corría el riesgo de que se
perdieran para siempre. Como cristiano, su obra fue de gran
interés para los devotos filósofos de la Edad Media. Su filosofía,
pues, supone un puente entre los pensadores griegos y
romanos y la filosofía cristiana que dominaría Occidente
durante siglos después de su muerte.

La vida de Boecio fue una mezcla de buena y mala suerte.
El rey Teodorico, el godo que gobernaba Roma en aquella
época, le concedió el cargo de cónsul. Y, a modo de honor
especial, también nombró cónsules a sus hijos (a pesar de
que eran demasiado jóvenes para serlo por sus propios méritos).
Todo parecía irle bien. Era rico, de buena familia, y le
llovían los elogios. Además de cumplir con su trabajo para
el gobierno, de algún modo se las arreglaba para encontrar
tiempo para sus estudios filosóficos y era asimismo un prolífico
escritor y traductor. Disfrutaba de la vida. Pero de repente
su suerte cambió. Fue acusado de conspirar contra
Teodorico y lo enviaron a Rávena, donde fue encarcelado,
torturado y finalmente ejecutado mediante una combinación
de estrangulamiento y una paliza mortal. Siempre mantuvo
que era inocente, pero sus acusadores no le creyeron.

Mientras estaba en prisión, y a sabiendas de que iba a
morir pronto, Boecio escribió un libro que, tras su muerte,
se convertiría en un best seller medieval: La consolación de
la filosofía. Comienza con Boecio en prisión, lamentando su
suerte. De repente, se da cuenta de que hay una mujer mirándole.
La altura de ésta alcanza el cielo. Lleva un vestido
rasgado y con una escalera bordada que comienza en el dobladillo
con la letra griega pi y termina con la letra zeta. En
una mano sostiene un cetro, en la otra libros. Esta mujer
resulta ser la Filosofía. Cuando habla, le dice a Boecio en
qué debería creer. Está enojada con él por haberla olvidado,
y ha venido a recordarle cómo debería reaccionar ante lo
que le ha pasado. El resto del libro lo conforma su conversación
acerca de la suerte y Dios. Está escrito parte en prosa y
parte en verso. La mujer, la Filosofía, le aconseja.

Le dice a Boecio que la suerte siempre cambia, y que no
debería sorprenderle. Ésa es precisamente su naturaleza. Es
inconstante. La rueda de la Fortuna gira. Unas veces estás en
lo más alto; otras, en el fondo. Un rey acaudalado puede
caer en la pobreza en apenas un día. Boecio debería darse
cuenta de que así son las cosas. La suerte es azarosa. Que
hoy la hayas tenido no quiere decir que también la vayas a
tener mañana.

Los mortales, explica la Filosofía, son idiotas por dejar
que su felicidad dependa de algo tan mutable. La verdadera
felicidad sólo puede provenir del interior, de las cosas que
los seres humanos pueden controlar, no de algo que la mala
suerte puede destruir. Ésta es la posición estoica que hemos
visto en el capítulo 5. Cuando hoy en día la gente se describe
a sí misma como «filosófica» en relación a las cosas que le
suceden quiere decir que intenta no verse afectada por aquello
que está fuera de su control, como el clima o quiénes son
sus padres. Nada, le dice la Filosofía a Boecio, es terrible en
sí mismo. Todo depende de cómo lo vea uno. La felicidad es
un estado mental, no del mundo, una idea que Epícteto habría
podido reconocer como propia.

La Filosofía quiere que Boecio vuelva a ella. Le dice que
puede ser verdaderamente feliz a pesar de estar en prisión a la
espera de ser ejecutado. Ella curará su aflicción. El mensaje es
que las riquezas, el poder y el honor no sirven de nada puesto
que tal como llegan, se van. Nadie debería basar su felicidad
en unos cimientos tan frágiles. La felicidad ha de provenir
de algo más sólido, algo que no te puedan quitar. En tanto
que Boecio creía que seguiría viviendo después de la muerte,
buscar la felicidad en triviales cosas mundanas era una equivocación.
Al fin y al cabo, las perdería todas al morir.

Entonces, ¿dónde puede Boecio encontrar la verdadera
felicidad? La respuesta de la Filosofía es que la encontrará
en Dios o la bondad (que en realidad son la misma cosa).
Boecio era cristiano, pero esto no lo menciona en La consolación
de la filosofía. El Dios que describe la Filosofía podría
ser el de Platón, la pura Forma de la bondad. Lectores posteriores,
sin embargo, reconocerían las enseñanzas cristianas
acerca de la inutilidad del honor y las riquezas y la importancia
de centrarse en satisfacer a Dios.

A lo largo del libro, la Filosofía le recuerda a Boecio lo
que ya sabe. Esto es algo que, de nuevo, proviene de Platón,
puesto que éste creía que el aprendizaje es en realidad una
especie de rememoración de ideas que ya teníamos. Nunca
aprendemos algo nuevo, sólo refrescamos nuestra memoria.
La vida es una lucha constante para conseguir recordar lo
que ya sabíamos. Lo que en cierta medida Boecio ya sabía
es que estaba equivocado al preocuparse por su pérdida de
libertad y de respeto público. Éstas son cosas fuera de su
control. Lo que importa es su actitud ante esta situación, y
esto es algo que sí puede elegir.

Sin embargo, a Boecio también le desconcertaba un problema
que preocupa a muchos creyentes. Dios, al ser perfecto,
ha de saber todo lo que ha ocurrido, pero también todo
lo que ocurrirá. Esto es lo que queremos decir cuando describimos
a Dios como «omnisciente». Así pues, si Dios existe,
ha de saber quién ganará la próxima Copa del Mundo,
así como lo que voy a escribir a continuación. Ha de tener
conocimiento previo de todo lo que va a pasar. Lo que él
prevé ha de suceder necesariamente. Ahora mismo, pues,
Dios ya sabe cómo irá todo.

De todo esto se deduce que Dios ya sabe lo que voy a
hacer a continuación, incluso si yo mismo no estoy seguro
de qué será. En el momento en que voy a tomar una decisión
sobre lo que voy a hacer, diferentes futuros posibles parecen
abrirse ante mí. Si llego a una bifurcación del camino, puedo
ir a la izquierda o a la derecha, o quizá quedarme sentado.
Ahora podría dejar de escribir e ir a hacerme un café. O
también seguir escribiendo en mi ordenador portátil. Eso
parece decisión mía, algo que yo he elegido hacer o no hacer.
Nadie me está obligando a hacer una cosa u otra. De igual
manera, ahora tú podrías decidir cerrar los ojos si quisieras.
¿Cómo puede eso suceder si Dios ya sabe lo que terminaremos
haciendo?

Si Dios sabe con antelación lo que ambos vamos a hacer,
las decisiones que tomemos no pueden ser nuestras ¿Elegir es
sólo una ilusión? Si Dios lo sabe todo difícilmente puedo te-
ner libre albedrío. Diez minutos antes Dios podría haber escrito
en un trozo de papel, «Nigel seguirá escribiendo». Era
cierto, de modo que necesariamente seguiré escribiendo, tanto
si soy consciente de ello como si no. Ahora bien, si Dios
puede hacer eso, entonces no he sido yo quien ha elegido qué
hacer, aunque tuviera la sensación de que sí. Mi vida ya ha
sido planificada hasta el más mínimo detalle. Y si no podemos
elegir nuestros actos, ¿qué sentido tiene castigarnos o
recompensarnos por ellos? Si no podemos elegir lo que hacemos,
¿cómo puede Dios decidir si debemos o no ir al cielo?

Todo esto resulta desconcertante. Es lo que los filósofos
llaman una paradoja. No parece posible que alguien pueda
saber lo que voy a hacer y que, al mismo tiempo, se suponga
que tengo libre albedrío. Estas dos ideas parecen contradecirse
entre sí. Y, sin embargo, ambas son plausibles si crees
que Dios es omnisciente.

La Filosofía, la mujer de la celda de Boecio, tiene algunas
respuestas. Sí disponemos de libre albedrío, dice ella.
Eso no es una ilusión. Aunque Dios sepa lo que vamos a
hacer, nuestras vidas no están predestinadas. O para decirlo
de otro modo, el conocimiento de Dios de lo que vamos a
hacer es distinto a la predestinación (esto es, la idea de que
no tenemos elección acerca de lo que vamos a hacer). Todavía
podemos elegir lo que vamos a hacer a continuación. El
error es pensar en Dios como si fuera un ser humano y contemplara
el desarrollo de los acontecimientos de un modo
lineal. La Filosofía le explica a Boecio que Dios es atemporal;
se encuentra fuera del tiempo.

Esto significa que Dios tiene conocimiento de todo en un
instante. Ve el pasado, el presente y el futuro a la vez. Los
mortales vivimos un acontecimiento detrás de otro, pero no
es así como Dios nos ve. La razón por la que éste puede conocer
el futuro sin anular nuestro libre albedrío y convertirnos
en una especie de máquinas preprogramadas sin poder
alguno de decisión es que no nos observa en ningún momento
temporal determinado. Lo ve todo de golpe y de un modo
atemporal. Y no deberías olvidar, le dice la Filosofía a
Boecio, que Dios juzga a los seres humanos por cómo se
comportan y por las elecciones que toman, aunque sepa de
antemano lo que van a hacer.

Si Dios existe y la Filosofía tiene razón, sabe exactamente
cuándo voy a terminar esta frase; sin embargo, todavía depende
de mi libre albedrío terminar justo aquí.

Y tú todavía eres libre de decidir si leer o no el siguiente
capítulo, en el que se examinan dos argumentaciones acerca
de la existencia de Dios.


capítulo 8
La isla perfecta
Anselmo y Aquino

Todos tenemos una idea de Dios. Podemos comprender
qué significa tanto si creemos en su existencia como si no.
Sin duda, ahora estás pensando en tu idea de Dios, lo cual
no significa que realmente exista. Sin embargo, Anselmo
(1033–1109), un sacerdote italiano que más adelante se
convertiría en arzobispo de Canterbury, aseguraba en su Argumento
Ontológico que el hecho mismo de tener una idea
de Dios demuestra su existencia.

La argumentación de Anselmo, incluida en su libro Proslogion,
comienza con la nada controvertida afirmación de
que Dios es un ser tal «que nada más grande puede ser concebido
». Es otra forma de decir que Dios es el ser más grande
imaginable y que su poder, bondad y conocimiento son
superiores. Es imposible imaginar nada más grande, pues
esto sería Dios. Es el ser supremo. Esta definición de Dios no
parece controvertida: Boecio (ver el capítulo 7) lo definía de
un modo parecido. Por otro lado, podemos concebir sin
problemas la idea de Dios. Esto tampoco parece controvertido.
Entonces Anselmo señala que un Dios que sólo existiera
en nuestras mentes y no en la realidad no sería lo más
grande jamás concebido, pues uno que sí existiera en la realidad
sería indudablemente más grande. Este Dios podría
existir; incluso los ateos lo aceptan. Así pues, concluye Anselmo,
Dios debe existir. Se deduce lógicamente de la definición
misma. Así pues, según Anselmo podemos estar seguros
de que Dios existe simplemente por el hecho de que
podemos concebir la idea. Se trata de un argumento apriorístico,
es decir, que no depende de ninguna observación del
mundo para alcanzar sus conclusiones. Es un argumento lógico
que, desde un punto de partida nada controvertido, parece
demostrar la existencia de Dios.

Anselmo utilizó el ejemplo de un pintor. Éste imagina
una escena antes de pintarla. En algún momento, pinta
aquello que ha imaginado. Finalmente, la pintura existe tanto
en la imaginación como en la realidad. El de Dios es un
caso distinto. Anselmo creía que es lógicamente imposible
concebir la idea de Dios sin que éste exista, mientras que no
es difícil imaginar que el pintor no llega a pintar aquello que
ha imaginado y que finalmente esta pintura exista sólo en su
mente y no en el mundo. Dios es el único ser con esta característica:
podemos imaginar la inexistencia de cualquier otra
cosa sin contradecirnos. Si realmente comprendemos qué es
Dios, nos daremos cuenta de que es imposible que no exista.

La mayoría de la gente que ha comprendido la «prueba»
que Anselmo utiliza para argumentar la existencia de Dios
intuye que hay algo sospechoso en el modo en que llega a su
conclusión. Hay algo que no está bien. Poca gente llega a
creer en Dios basándose meramente en esa idea. Anselmo
cita los Salmos y asegura que sólo un idiota negaría la existencia
de Dios, pero otro monje de su época, Gaunilo de
Marmoutiers, criticó su razonamiento y planteó un experimento
mental que apoyaba la posición de esos idiotas.

Imaginemos que en algún lugar del océano hay una isla a
la que nadie puede llegar. Esta isla posee una increíble riqueza,
y está llena de todas las frutas, árboles exóticos y plantas
y animales imaginables. No está habitada, lo cual la convierte
en un lugar todavía más perfecto. De hecho, es la isla
más perfecta que nadie pueda imaginar. Si alguien dice que
no existe, no hay problema en comprender qué quiere decir
con ello. Tiene sentido. Ahora bien, supongamos que te dijeran
que esta isla tiene que existir porque es más perfecta
que ninguna otra isla. Tú te has hecho una idea de la isla.
Pero no sería la isla más perfecta si sólo existiera en tu mente,
tiene que existir en la realidad.

Gaunilo señaló que si alguien utilizara este argumento
para intentar persuadirte de que esa isla perfecta existe, probablemente
pensarías que se trata de una broma. Una isla
perfecta no existe únicamente porque alguien se la imagina.
Eso sería absurdo. Para Gaunilo, el argumento con el que
Anselmo defiende la existencia de Dios tiene la misma forma
que el argumento de la isla más perfecta. Si no crees que la
isla más perfecta existe, ¿por qué sí el ser más perfecto imaginable?
El mismo tipo de argumento puede ser utilizado
para imaginar que existen todo tipo de cosas: no sólo la isla
más perfecta, sino la montaña más perfecta, el edificio más
perfecto o el bosque más perfecto. Gaunilo creía en Dios,
pero el razonamiento de Anselmo sobre su existencia le
parecía débil. Anselmo le contestó argumentando que sólo
funcionaba en el caso de Dios y no con las islas porque
las otras cosas son sólo las más perfectas de su tipo, mientras
que Dios lo es entre todas las cosas. Por eso es la única
cosa que necesariamente existe: la única que no puede no
existir.

Doscientos años después, en una breve sección de un largo
libro titulado Summa Theologica, otro santo italiano,
Tomás de Aquino (1225–1274), desarrolló cinco argumentos,
las Cinco Vías, mediante las cuales pretendía demostrar
la existencia de Dios. Estas Cinco Vías son hoy en día mucho
más conocidas que ninguna otra parte del libro. La se-
gunda de estas vías es la Vía de la Causa Eficiente, un argumento
que, como gran parte de la filosofía de Aquino, está
basado en otro que Aristóteles había utilizado mucho antes.
Al igual que Anselmo, Aquino quería utilizar la razón para
demostrar la existencia de Dios. La Vía de la Causa Eficiente
toma como punto de partida la existencia del cosmos, de
todo lo que hay. Mira a tu alrededor. ¿De dónde provienen
todas las cosas? La respuesta sencilla es que todo lo que
existe tiene una causa de algún tipo que lo ha originado y lo
ha hecho como es. Tomemos una pelota de fútbol. Es producto
de muchas causas: de las personas que la han diseñado
y la han manufacturado, de las causas que han producido
sus materiales, etcétera. Pero ¿cuál es la causa de que
los materiales existan? ¿Y, a su vez, qué ha causado esas
causas? Uno puede retroceder y averiguarlo. Y luego seguir
retrocediendo y retrocediendo. Pero ¿hasta dónde llega esa
cadena de causas y efectos?

Aquino estaba convencido de que no podía haber una
interminable serie de efectos y causas anteriores que se retrotrajeran
en el tiempo en una regresión infinita pues, en
ese caso, nunca habría habido una primera causa: algo habría
causado aquello que piensas que es la primera causa de
todo, y esto también habría sido causado por otra cosa, y así
hasta el infinito. Aquino, en cambio, pensaba que, por lógica,
en algún momento tenía que haber habido algo que no
hubiera sido causado y que hubiera dado inicio a esta cadena
de causas y efectos. Esta primera causa, declaró él, tenía
que ser Dios. Dios es la causa sin causa de todo lo que existe.

Filósofos posteriores pusieron en entredicho esta argumentación.
Algunos señalaron que incluso si estás de acuerdo
con Aquino en que hubo una causa sin causa que lo comenzó
todo, no hay ninguna razón particular para creer que
esa causa sin causa fuera Dios. Una primera causa sin causa
habría sido extremadamente poderosa, pero no hay nada en
este argumento que sugiera que poseyera ninguna de las
propiedades que las religiones suelen atribuirle a Dios. Por
ejemplo, una causa sin causa tal no necesitaría poseer una
bondad suprema; ni tendría que ser omnisciente. Podría haber
sido algo como una oleada de energía más que un Dios
personal.

Otra posible objeción al razonamiento de Aquino es que
no tenemos por qué aceptar su presunción de que no puede
haber una infinita regresión de efectos y sus causas. ¿Cómo
lo sabemos? Para cada primera causa del cosmos siempre
podemos preguntar «¿Y qué causó eso?». Aquino simplemente
supuso que si seguimos haciendo esta pregunta llegaría
un momento en el que la respuesta sería «Nada. Ésta es
una causa sin causa». Pero no es tan obvio que esta respuesta
sea más válida que la idea de una infinita regresión de
efectos y causas.

Los santos Anselmo y Aquino, con sus argumentaciones
sobre la existencia de Dios y su dedicación a una forma de
vida religiosa, suponen un marcado contraste con Nicolás
Maquiavelo, un mundano pensador a quien algunos han
comparado con el diablo.


CUESTIONARIO


LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/65/Philosophia-ladder-of-liberal-arts-leipzig-univ-bibl-lat-1253-f3r-c1230.jpg
Ilustra la portada de tu trabajo con esta imagen alegórica de la filosofía. Dibuja o imprime la imagen en blanco y negro y coloréala, no olvidando de consignar el nombre de las disciplinas que aparecen en cada uno de los escalones de la escala de acceso al saber filosófico (gramática, dialéctica, retórica, aritmética, geometría, música y astronomía). En el libro que porta la dama Filosofía puedes dibujar la letra phí, letra que representa la filosofía, el conocimiento supremo

1º PARTE: LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA - BOECIO

1º Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio fue testigo de uno de los momentos más trascendentales de la historia, el fin del Imperio Romano de Occidente (el Imperio Romano de Oriente, al que usualmente denominamos Imperio Bizantino y cuya capital se encontraba en Constantinopla, la actual Estambul, subsistió 1000 años más hasta que fue conquistada por los turcos en 1453), y de la consolidación del reino bárbaro de los ostrogodos en Italia. Busca información en internet:
a)     -  acerca del fin del Imperio Romano de Occidente (mínimo 50 palabras) y
b)     -  sobre el rey ostrogodo Teodorico el Grande (mínimo 50 palabras).

2º ¿Por qué Warburton afirma que la filosofía de Boecio supone un puente entre los pensadores griegos y romanos y la filosofía cristiana medieval? (son dos razones; numera dichas razones)

3º ¿Cuál es el título del libro que Boecio escribió en prisión, poco antes de ser ejecutado?

4º Resume el contenido de este libro (máximo, 50 palábras). Puedes hacer el resumen indicando las cuatro/cinco afirmaciones fundamentales del libro.

5º ¿Qué le dice la Filosofía a Boecio qué ya sabe?

6º ¿Qué escuela filosófica griega defendía un punto de vista similar al mantenido por Boecio acerca de los embates de la Fortuna y de la necesidad de mantener un estado mental sereno ante la desgracia?

7º ¿Busca en el diccionario el significado de la palabra “paradoja”?

8º Explica qué es la omniscencia divina

9º ¿Por qué Dios es omnisciente?

10º ¿Qué paradoja parece implicar la afirmación de la omniscencia divina?

11º ¿Cómo según la dama Filosofía se resuelve la paradoja que surge si defendemos al mismo tiempo la omniscencia divina y el libre albedrío humano?


2º PARTE: LA ISLA PERFECTA -SAN ANSELMO DE CANTERBURY Y SANTO TOMÁS DE AQUINO

En esta segunda parte del trabajo puedes dibujar un mapa de Europa y localizar en él las ciudades en las que se encontraban las principales universidades medievales (no olvides de indicar el nombre de la ciudad y el año de fundación de su universidad)

12º Busca en la wiki información sobre la universidad medieval (mínimo 50 palabras)

13º Busca en la wiki información sobre la vida y obra de san Anselmo de Canterbury (mínimo 50 palabras).

14º a) ¿Qué afirma el Argumento Ontológico?

b)¿Cómo define a Dios san Anselmo en su obra Proslogion?

15º ¿Qué quiere significa que Dios es el ser más grande que puede ser concebido?

16º Según san Anselmo, ¿qué le ocurre a un Dios que sólo existe en nuestras mentes pero no en la realidad?

17º ¿Por qué un Dios que sólo existe en nuestra mente no es lo más grande que puede ser concebido?

18º ¿Qué concluye san Anselmo de todo ello?

19º ¿De dónde sale esa conclusión?

20º ¿Qué diferencia hay entre imaginar cualquier cosa (cualquier escena, cosa, situación como por ejemplo hace un pintor) a imaginar la idea de Dios?

21º ¿Qué experimento mental planteó el monje Gaunilo?

22º ¿Qué conclusión sacó de dicho experimento mental?

23º ¿Cómo contrarreplicó san Anselmo a Gaunilo?

24º ¿Cuál es la conclusión final sobre Dios a la que llegó san Anselmo por todo ello?

25º Busca en la wiki información sobre la vida y obra de santo Tomás de Aquino

26º a) ¿Cómo se denominan los cinco argumentos que creó santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios?

b) ¿En qué obra aparecen?

27º a) ¿Cómo se denomina la segunda vía?

b)      ¿Cómo demuestra esta vía la existencia de Dios?

c)       ¿Cómo define santo Tomás a Dios en esta segunda vía?

28º ¿Cómo filósofos posteriores refutaron esta vía? (son dos objeciones y tienen que aparecer numeradas)



viernes, 18 de octubre de 2019

SAN AGUSTÍN


capítulo 6
¿Quién maneja nuestros hilos?
Agustín

Agustín (354–430) estaba desesperado por conocer la verdad.
Como cristiano, creía en Dios. Pero su fe le dejaba con
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muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué quería Dios que hiciera?
¿Cómo debería vivir? ¿Qué debía creer? Se pasó la
mayor parte de su vida adulta escribiendo sobre estas cuestiones.
Había mucho en juego. Para aquéllos que creen en la
posibilidad de pasar la eternidad en el infierno, cometer un
error filosófico puede tener terribles consecuencias. Agustín
creía que terminaría ardiendo en azufre para toda la eternidad
si se equivocaba. Un problema que le atormentaba era
por qué Dios permitía la maldad en el mundo. La respuesta
que dio es popular aún hoy entre muchos creyentes.

En la época medieval, aproximadamente del siglo v al xv,
la filosofía y la religión estaban estrechamente unidas. Los filósofos
de la Antigua Grecia como Platón y Aristóteles influyeron sobre los
filósofos medievales, pero éstos adaptaron sus
ideas, aplicándolas a sus propias religiones. Muchos de estos
filósofos eran cristianos, pero también hubo importantes filósofos
judíos y árabes como Maimónides o Avicena. Agustín,
que más adelante sería santificado, destaca como uno de los
mejores.

Agustín nació en Tagaste, en el norte de África, en lo que
ahora es Argelia pero que entonces todavía formaba parte
del Imperio Romano. Su verdadero nombre era Aurelius
Augustinus, aunque ahora casi siempre se le conoce como
san Agustín o Agustín de Hipona (por la ciudad en la que
viviría más adelante).

La madre de Agustín era cristiana; su padre, en cambio,
seguía una religión local. Tras una juventud y primeros años
de adulto salvajes en las cuales tuvo un hijo con una amante,
Agustín se convirtió al cristianismo al llegar a la treintena y
llegó a ser obispo de Hipona. Es bien conocida la ocasión en
que le pidió a Dios que le impidiera seguir sintiendo deseos
sexuales, «pero todavía no», pues estaba disfrutando mucho
de los placeres mundanos. Más adelante escribió muchos
libros, entre ellos sus Confesiones, La ciudad de Dios y casi
cien más, todos fuertemente influenciados por la sabiduría
de Platón, pero dándole un toque cristiano.

La mayoría de los cristianos creen que Dios tiene poderes
especiales: él o ella representa el bien supremo, lo sabe todo
y puede hacerlo todo. Todo esto forma parte de la definición
de «Dios». No sería Dios si no tuviera estas cualidades.
En muchas otras religiones, se le describe de un modo similar,
pero Agustín sólo estaba interesado en una perspectiva
cristiana.

Aun así, todo aquél que crea en este Dios no tiene más
remedio que admitir que hay mucho sufrimiento en el mundo.
Eso sería muy difícil de negar. En parte se debe a males
naturales como terremotos o enfermedades. Pero también al
mal moral: el que causan los seres humanos. El asesinato y
la tortura son dos ejemplos claros de mal moral. Mucho
antes de que Agustín escribiera sus libros, el filósofo griego
Epicuro (ver el capítulo 4) había admitido que esto suponía
un problema. ¿Cómo podía un Dios bueno y todopoderoso
permitir el mal? Si no puede impedirlo, es que en realidad no
es todopoderoso. Su poder tiene límites. O, si es todopoderoso
y no detiene el mal, ¿cómo puede ser realmente bueno?
No parece tener sentido. Y es algo que hoy en día todavía
desconcierta a mucha gente. Agustín se centró en el mal moral.
Era consciente de que la idea de un Dios bueno que sabe
que este tipo de mal sucede y no hace nada para impedirlo es
difícil de comprender. No estaba satisfecho con la idea de
que los caminos del Señor son inescrutables y están más allá
de la comprensión humana. Agustín quería respuestas.

Imaginemos a un asesino que está a punto de matar a su
víctima. Se encuentra sobre ella con un cuchillo afilado. Un
acto veraderamente maligno está a punto de tener lugar. Y
sabemos que Dios es suficientemente poderoso para impedirlo.
Sólo haría falta una pequeña alteración en las neuronas del
cerebro del asesino. O podría hacer que los cuchillos se volvieran
blandos y de goma cada vez que alguien intentara utilizarlos
como arma mortal. De este modo rebotarían y nadie
saldría herido. Dios debe saber que el asesinato está a punto
de tener lugar puesto que lo sabe todo. Nada se le escapa. Y
no debe querer que un acto maligno tenga lugar, pues en eso
consiste ser sumamente bueno. Y, sin embargo, el asesino
mata a su víctima de todos modos. Los cuchillos de acero no
se vuelven de goma. No hay relámpagos ni truenos, al asesino
no se le cae milagrosamente el arma al suelo. Ni tampoco
cambia de parecer en el último minuto. ¿Qué sucede entonces?
Éste es el clásico Problema del Mal, el problema de explicar
por qué Dios permite que pasen cosas así. Es de suponer
que, si todo proviene de Dios, el mal también debe provenir
de él. En cierto modo, debe querer que suceda.

De joven, Agustín había encontrado un medio de evitar
creer que Dios permitía el mal. Era maniqueo. El maniqueísmo
era una religión procedente de Persia (hoy en día Irán).
Los maniqueos no creían que Dios tuviera un poder supremo.
Para ellos, en cambio, en el mundo tenía lugar una lucha interminable
 entre dos fuerzas iguales: el bien y el mal.
Desde su punto de vista, Dios y Satán estaban inmersos en
una batalla por el control del mundo. Ambos eran inmensamente
fuertes, pero ninguno lo suficiente para derrotar al
otro. En lugares concretos y en momentos concretos, el mal se
imponía a su rival. Pero nunca durante demasiado tiempo.
El bien regresaba y vencía al mal una vez más. Esto explicaría
por qué suceden cosas tan terribles. El mal proviene de
fuerzas oscuras y el bien de las fuerzas de la luz.

Los maniqueos creían que, en las personas, el bien proviene
del alma y el mal del cuerpo, con todas sus debilidades,
sus deseos y su tendencia a descarriarse. Esto explicaría
por qué a veces la gente comete maldades. La cuestión del
mal no suponía un auténtico problema para los maniqueos,
ya que no aceptaban la idea de que Dios fuera suficientemente
poderoso para controlar todos los aspectos de la realidad.
Si Dios no tenía poder sobre todas las cosas, no podía
ser responsable de la existencia del mal, ni podía nadie culparle
por no impedirlo. Los maniqueos explicaban las acciones
de un asesino culpando a los poderes de la oscuridad. En
un individuo podían ser tan fuertes que las fuerzas de la luz
no pudieran derrotarlos.

Más adelante, Agustín rechazaría el planteamiento maniqueo.
No entendía por qué la lucha entre el bien y el mal tenía
que ser interminable. ¿Por qué no vencía Dios la batalla?
¿No eran las fuerzas del bien más fuertes que las del mal? Aunque
los cristianos aceptaran la existencia de éstas, no podía
ser que fuesen tan poderosas como Dios. Por otro lado, si
Dios era verdaderamente todopoderoso, tal y como creía
Agustín, seguía existiendo el problema del mal. ¿Por qué lo
permitía? ¿Por qué había tanto? No existe una explicación
sencilla. Agustín le dio muchas vueltas a estos problemas.
Finalmente, basó su principal solución en la existencia del
libre albedrío: la capacidad humana de escoger qué hacer a
continuación; es lo que a menudo se conoce como la Defensa
del Libre Albedrío. Y esto es teodicea: el intento de explicar y
defender que un Dios bueno permita el sufrimiento.

Dios nos ha dado libre albedrío. Puedes, por ejemplo, elegir
si lees o no la siguiente frase. Es elección tuya. Si nadie te
obliga a seguir leyendo, eres libre de no hacerlo. Agustín pensaba
que el libre albedrío es bueno. Nos permite actuar moralmente.
Podemos decidir ser buenos, lo cual para él significaba
seguir los mandamientos de Dios, en particular los Diez
Mandamientos, así como el mandamiento de Jesús de «amarás
al prójimo». Sin embargo, una consecuencia del libre albedrío
es que también podemos decidir hacer el mal. Podemos
descarriarnos y hacer cosas malas como mentir, robar,
hacer daño o incluso matar a alguien. Esto suele suceder
cuando las emociones nos nublan la razón. Desarrollamos un
fuerte deseo de objetos materiales y dinero. Nos entregamos a
la lujuria y nos alejamos de Dios y sus mandamientos. Agustín
creía que nuestro lado racional debía mantener las pasiones
bajo control, una opinión que compartía con Platón. A
diferencia de los animales, los seres humanos cuentan con el
poder de la razón y deben utilizarla. Si Dios nos hubiera programado
para escoger siempre el bien por encima del mal no
causaríamos daño alguno, pero tampoco seríamos realmente
libres, y no podríamos utilizar la razón para decidir qué hacer.
Dios nos podría haber hecho así. Agustín sostenía que era
mucho mejor que nos permitiera elegir. De otro modo seríamos
como marionetas y Dios manejaría nuestros hilos para
que nos portáramos bien. No tendría sentido pensar en nuestra
conducta puesto que automáticamente escogeríamos
siempre la opción del bien.

Así pues, Dios es suficientemente poderoso para evitar el
mal, pero el hecho de que éste exista no se debe directamente
a él. El mal moral es el resultado de nuestras decisiones.
Y en parte también, creía Agustín, el resultado de las decisiones
de Adán y Eva. Al igual que muchos cristianos de su
época, estaba convencido de que las cosas habían ido terriblemente
mal en el Jardín del Edén, tal y como lo describe el
primer libro de la Biblia, el Génesis. Cuando Eva y luego
Adán comieron del Árbol del Conocimiento, traicionando
con ello a Dios, trajeron el pecado al mundo. Este pecado,
llamado Pecado Original, no fue algo que afectara únicamente
a sus vidas. Absolutamente todos los seres humanos
siguen pagando el precio. Agustín creía que pasa de generación
en generación mediante la reproducción sexual. Incluso
en un recién nacido se pueden observar indicios de este pecado.
El Pecado Original nos predispone a cometer pecados.

Para muchos lectores actuales, esta idea de que cargamos
con una culpa ancestral y que estamos siendo castigados por
las acciones que cometió otra persona resulta algo difícil de
aceptar. Parece injusto. Pero la idea de que el mal es el resultado
de nuestro libre albedrío y de que no se debe directamente
https://www.agustinosrecoletos.org/images/noticias/8514/548.jpga Dios todavía convence a muchos creyentes; les permite creer
en un Dios omnisciente, todopoderoso y benévolo.

Boecio, uno de los escritores más populares de la Edad
Media, creía en este Dios, pero le costaba comprender un
aspecto del libre albedrío: la cuestión de cómo puede ser
nuestra una decisión si Dios ya sabe cuál será.

CUESTIONARIO: ¿QUIÉN MANEJA NUESTROS HILOS? – SAN AGUSTÍN DE HIPONA

https://www.agustinosrecoletos.org/images/noticias/8514/548.jpgComo San Agustín fue uno de los grandes filósofos cristianos se tiende a pensar que fue un hombre de la Edad Media cuando en realidad era un romano del Bajo Imperio que vivió un siglo antes de la desaparición definitiva del Imperio Romano y del mundo antiguo y que asistió y fue testigo directo de la descomposición del Imperio por efecto de las migraciones bárbaras. Por ello, te invito a que ilustres tu trabajo dibujando (o coloreando) a San Agustín en el Foro romano vestido con túnica romana y con el Coliseo y el Arco de Constantino de fondo.

Puedes ver, si así lo deseas la película de Roberto Rossellini "Agostino d´Ippona" en glotia tv.

1º ¿Por qué Agustín estaba desesperado por conocer la verdad?

2º Según nos cuenta Warburton, en contestar todas esas preguntas “había mucho en juego”:
a)    ¿Por qué?

b)      ¿Qué estaba en juego?

3º ¿Cuál era el problema que más le atormentaba?

4º ¿Qué filósofos/teólogos del Bajo Imperio Romano y medievales adaptaron las ideas de los filósofos griegos a sus respectivas religiones? (indica el nombre de dichos filósofos y la religión que profesaban)

5º Después de leer los dos párrafos del capítulo dedicados a contarnos la vida y obra de San Agustín, busca información en la wiki sobre San Agustín y haz una reseña sobre su vida y su obra (la reseña de su vida debe tener una extensión mínima de 50 palabras y en ella deben aparecer todos los principales acontecimientos de su vida desde su nacimiento a su muerte).

6º Busca en la wiki información sobre las dos principales obras escritas por San Agustín: “Confesiones” y “La Ciudad de Dios” (extensión mínima de 20 palabras por obra).

7º Para el cristianismo, Dios es el bien supremo (la realidad suprema y perfecta) y por ello tiene “superpoderes” (Dios es omnipotente o “Potencia absoluta e infinita”). ¿Cuáles son esos “poderes especiales” de los que se nos habla en el libro?

8º La causa principal de la existencia del sufrimiento en el mundo es la existencia del mal. Existen dos tipos de mal. ¿Cuáles son estos dos tipos y en qué consiste cada uno de ellos?

9º Según Epicuro, ¿por qué es un problema para aquel que cree en Dios admitir la existencia del mal en el mundo?

10º A San Agustín no le convencía la respuesta tradicional del cristianismo paulino (tal como queda establecido en la Carta a los romanos de San Pablo) a la pregunta de por qué un Dios de bondad permite el triunfo de la maldad humana. ¿Cuál era esta respuesta?

11º San Agustín no le satisfizo esta respuesta. Él buscaba una explicación del mal en el mundo y encontró la respuesta en la teodicea.
a)        Busca en la wiki el significado de la expresión “teodicea agustiniana”.

b)      Formula ahora el asunto del que trata el principal problema de la teodicea, el Problema del Mal.

12º BATERÍA DE PREGUNTAS SOBRE EL MANIQUEÍSMO
 Agustín profesó en su juventud, antes de hacerse cristiano, el maniqueísmo. Busca información en la wiki sobre Mani, el fundador de esta secta (extensión mínima, 50 palabras)
a)       ¿Qué es el maniqueísmo?

b)      Explica la concepción maniquea de la divinidad

c)       ¿De dónde procede según el maniqueísmo el bien y el mal?

d)      Explica por extenso tal como nos lo explica Warburton cómo resuelve el maniqueísmo el problema de la existencia del mal en el mundo (mínimo 50 palabras).

e)      En los seres humanos y siempre según el maniqueísmo, ¿de dónde procede el bien y de dónde el mal?

f)        ¿Cómo explicaban los maniqueos la maldad humana?

g)       ¿Por qué San Agustín termino rechazando en maniqueísmo?

13º Una vez que se convirtió al cristianismo, ¿cómo resolvió San Agustín el problema del mal?

14º ¿Qué es el libre albedrío?

15º ¿Qué es la teodicea, tal como nos lo explican en el libro?

16º Lee el párrafo dedicado a explicar qué es el libre albedrío. Una vez lo hayas leído, responde del modo mejor posible las siguientes preguntas acerca de por qué Dios decidió, según San Agustín, no programarnos para escoger siempre el bien:

a)       ¿Por qué el libre albedrío es bueno?

b)      Como cristiano que era, ¿cuándo somos buenos según San Agustín?

c)       ¿Cuál es el daño colateral, el precio que tiene que pagar la humanidad por tener libre albedrío?

d)      ¿En razón de qué los seres humanos desobedecen las ordenes de Dios, descarriándose y haciendo el mal?

e)      Según el platónico San Agustín, ¿cuál es la función de la razón (de la voluntad humana)?

f)        ¿Por qué Dios ha preferido dotarnos de razón en lugar de programarnos para hacer el bien?

g)       ¿Qué te parece la idea de San Agustín (y del cristianismo) que apuestan por una concepción del ser humano según la cual éste no es una marioneta en manos de Dios (o del Destino, del Hado o Fatum, como pensaban los “fatalistas” filósofos griegos y romanos paganos) sino que tiene en sus manos la última palabra acerca de cómo vivir?

 17º La doctrina del libre albedrío de San Agustín permite mantener al mismo tiempo que Dios es todopoderoso y bueno, y que a su vez no es el responsable del mal moral ya que éste, el mal moral, es un efecto colateral ineludible del libre albedrío humano. ¿Es la voluntad dotada del libre albedrío del individuo que actúa malignamente la única causa del mal moral? (Justifica tu respuesta).

18º 
      á) ¿Qué es el “Pecado Original”?

      b)¿Cómo llegó al mundo el Pecado Original?

c)       ¿Afectó sólo a Adán y Eva las consecuencias de su desobediencia?

d)      ¿Cómo se transmite el Pecado Original de padres a hijos según Agustín?

e)      Para comprender cómo es posible que se transmita el Pecado Original a través del acto sexual, busca en la wiki qué concepción defiende el “Traducianismo” respecto a la cuestión de dónde procede el alma de los hombres (y la culpa con la que cargan y que heredan de sus padres)

f)        ¿Cuál es la consecuencia para el individuo el que su alma nazca manchada por el Pecado Original?

19º ¿Te convence la idea medular de la antropología cristiana según la cual:

a) la causa de las acciones malvadas que llevamos a cabo los seres humanos es que todos nacemos en pecado (y por lo tanto con predisposición a actuar malvadamente), un pecado que nosotros no cometimos, sino que cometieron Adán y Eva.

b) que el mal que hay en el mundo y cuyas consecuencias todos padecemos (ese mal es 
fundamentalmente: 1º que todos sufrimos en distinto grado alguna forma de violencia, opresión, humillación, exclusión, explotación, etc.; 2º que todos padecemos el sufrimiento físico, la enfermedad, el envejecimiento y la muerte) es el justo castigo divino por la falta cometida por nuestros primeros padres? (Justifica tu respuesta de cada apartado por separado)


20º ¿Crees que todo creyente cristiano necesita apelar al libre albedrío para conciliar sus ideas acerca del origen no divino del mal y su concepción de que el Dios en el que ellos creen es un Dios omnisciente, omnipotente y bueno? (Justifica tu respuesta y recuerda la respuesta paulina a esta cuestión)












lunes, 7 de octubre de 2019

ESTOICISMO - Epícteto, Cicerón, Séneca


APRENDIENDO A DESPREOCUPARSE – Epícteto, Cicerón, Séneca


capítulo 5

Aprendiendo a despreocuparse
Epícteto, Cicerón, Séneca

         Es mala suerte que comience a llover justo cuando estás a
punto de salir de casa. Pero si has de salir, aparte de ponerte
un impermeable, coger un paraguas o cancelar tu cita, no
hay mucho que puedas hacer al respecto. Por mucho que
quieras, no puedes detener la lluvia. ¿Deberías molestarte
por ello? ¿O simplemente tomártelo con filosofía? «Tomárselo
con filosofía» significa aceptar lo que no puedes cambiar.
¿Y qué hay del inevitable proceso de envejecimiento y
la brevedad de la vida? ¿Cómo deberías sentirte respecto a
esta condición del ser humano? ¿Igual?

Cuando la gente dice que se toma con «filosofía» lo que
le sucede, está utilizando la palabra del mismo modo que lo
habría hecho un estoico. El término «estoico» proviene de la
Stóa poikilé, que era un pórtico pintado en Atenas en el que
estos filósofos se solían encontrar. Uno de los primeros fue
Zenón de Citio (334–262 a. C.). Los primeros estoicos griegos
tenían opiniones sobre una amplia gama de problemas
filosóficos relativos a la realidad, la lógica y la ética. Pero se
los conocía sobre todo por sus ideas sobre el control mental.
Su idea básica es que sólo deberíamos preocuparnos por las
cosas que podemos cambiar. No deberíamos inquietarnos
por nada más. Al igual que los escépticos, su objetivo era
alcanzar la serenidad mental. Incluso ante hechos trágicos,
como la muerte de un ser querido, el estoico debía permanecer
impasible. Aunque aquello que suceda no esté bajo nuestro
control, nuestra actitud ante ello sí que lo está.

En el corazón mismo del estoicismo se encuentra la idea
de que somos responsables de lo que sentimos y pensamos.
Podemos elegir cómo reaccionamos ante la buena y la mala
suerte. Para algunas personas, las emociones son como el
tiempo. Los estoicos, en cambio, consideran que lo que sentimos
en una determinada situación o acontecimiento es decisión
nuestra. Las emociones no nos suceden. No tenemos
por qué sentirnos tristes cuando no conseguimos lo que
queremos; tampoco por qué enfadarnos cuando alguien nos
engaña. Creían que las emociones nublan el pensamiento y
perjudican el juicio. No sólo deberíamos controlarlas, sino
también, en la medida de lo posible, prescindir de ellas.

Originariamente, Epícteto (55–135 d. C.), uno de los estoicos
más conocidos, era esclavo. Pasó por muchas penurias
y sabía lo que era el dolor y el hambre (incluso cojeaba
por culpa de una paliza). Cuando declaró que la mente podía
permanecer libre incluso cuando el cuerpo está siendo
esclavizado, partía de su propia experiencia. No era una
mera teoría abstracta. Sus enseñanzas incluían consejos
prácticos sobre cómo soportar el dolor y el sufrimiento. Se
reducían a lo siguiente: «Nuestros pensamientos dependen
de nosotros». Esta filosofía inspiró al piloto de combate
norteamericano James B. Stockdale, que fue derribado en
Vietnam del Norte durante la guerra de Vietnam. Stockdale
fue torturado muchas veces y confinado en una celda incomunicada
durante cuatro años. Consiguió sobrevivir apli
cando lo que recordaba de las enseñanzas de Epícteto de un
curso al que había asistido en la universidad. Mientras descendía
con su paracaídas sobre territorio enemigo, decidió
que, por duro que fuera el trato que recibiera, se mantendría
imperturbable. Si no podía cambiar la situación, no dejaría
que le afectara. El estoicismo le proporcionó la fuerza
para superar un dolor y una soledad que habrían destrozado
a la mayoría de las personas.

Esta dura filosofía comenzó en la Antigua Grecia, pero
floreció durante el Imperio Romano. Dos importantes escritores
que ayudaron a divulgar las enseñanzas estoicas fueron
Marco Tulio Cicerón (106–43 a. C.) y Lucio Anneo Séneca
(1 a. C.–65 d. C.). La brevedad de la vida y el inevitable
envejecimiento eran algunos de los temas que les interesaban
en particular. Admitían que envejecer es un proceso natural,
y no intentaban cambiar lo que no se puede cambiar.
Al mismo tiempo, sin embargo, creían que había que aprovechar
al máximo nuestro breve tiempo aquí.

A Cicerón los días parecían cundirle más que a la mayoría:
además de filósofo era abogado y político. En su libro
Sobre la vejez identifica los cuatro problemas principales del
envejecimiento: cuesta más trabajar, el cuerpo se debilita,
el goce de los placeres físicos disminuye y la muerte está cada
vez más cerca. El envejecimiento es inevitable pero, tal y
como Cicerón sostenía, podemos elegir cómo reaccionamos
ante este proceso. Deberíamos admitir que el declive de la
vejez no tiene por qué hacer la vida insoportable. En primer
lugar, gracias a su experiencia, la efectividad de los ancianos
puede ser a menudo mayor y el esfuerzo que necesitan hacer,
menor. El cuerpo y la mente no tienen por qué deteriorarse
drásticamente si se ejercitan. Y aunque los placeres físicos se
disfruten menos, los ancianos pueden dedicarle más tiempo
a la amistad y la conversación, cosas en sí mismas muy gratificantes.
Finalmente, creía que el alma vivía para siempre,
de modo que los ancianos no debían preocuparse por la
muerte. La actitud de Cicerón era que deberíamos aceptar el
proceso natural del envejecimiento y admitir que la actitud
que adoptamos respecto a este proceso no tiene por qué ser
pesimista.

Séneca, otro gran divulgador de las ideas de los estoicos,
manifestó una opinión similar cuando escribió acerca de la
brevedad de la vida. No se suele oír a nadie quejarse de que
la vida es demasiado larga. La mayoría dice que es muy corta.
Hay muchas cosas que hacer y muy poco tiempo para
hacerlas. En palabras del griego de la Antigüedad Hipócrates:
«La vida es corta; el arte, duradero». Los ancianos que ven
acercarse la muerte a menudo desearían contar con unos pocos
años más para llevar a cabo lo que realmente querían
hacer en la vida. Pero suele ser demasiado tarde y terminan
lamentándose por lo que podrían haber sido. En este sentido
la naturaleza es cruel. Justo cuando empezamos a entender
de qué va la cosa, nos morimos.

Séneca no estaba de acuerdo con este punto de vista. Polifacético
como Cicerón, además de filósofo, encontró tiempo
para ser autor teatral, político y un exitoso hombre de
negocios. Para él, el problema no es lo corta que es nuestra
vida, sino lo mal que la mayoría empleamos el tiempo del
que disponemos. Una vez más, era nuestra actitud respecto
a los aspectos inevitables de la condición humana lo que
más le importaba. No deberíamos enojarnos porque la vida
sea corta, sino intentar aprovecharla al máximo. Señaló que
algunas personas desaprovecharían mil años con la misma
facilidad que la vida que tienen. E incluso entonces, probablemente
todavía se quejarían de que la vida es demasiado
corta. En realidad, la vida suele ser suficientemente larga
para hacer muchas cosas si tomamos las decisiones correctas
y no la malgastamos en tareas inútiles. Algunos van detrás
del dinero con tal energía que no tienen tiempo para
hacer mucho más; otros caen en la trampa de dedicar todo
su tiempo libre a la bebida y el sexo.

Séneca creía que si uno espera a la vejez para descubrir
esto, será demasiado tarde. Tener el pelo blanco y arrugas
no garantiza que un anciano se haya pasado mucho tiempo
haciendo cosas que valgan la pena, aunque algunas perso-
nas actúan erróneamente como si así fuera. Alguien que se
hace a la mar y es empujado de un lado a otro por vientos
tempestuosos no ha viajado. Sólo ha sido zarandeado. Lo
mismo sucede con la vida. Estar fuera de control, pasar de
un acontecimiento a otro sin encontrar tiempo para las experiencias
más valiosas y significativas, no tiene nada que
ver con vivir de verdad.

La parte positiva de vivir bien la vida es que no tienes que
preocuparte de tus recuerdos cuando seas mayor. Si pierdes
el tiempo, no querrás echar la vista atrás y pensar en cómo
has pasado la vida, pues probablemente te resultará demasiado
doloroso darte cuenta de todas las oportunidades que
has desperdiciado. Por eso creía Séneca que hay tanta gente
preocupada por trivialidades; es un modo de evitar la verdad
sobre lo que no han conseguido hacer. Él urge a sus
lectores a alejarse de la multitud y a no esconderse de sí mismos
bajo el pretexto de estar demasiado ocupados.

Así pues, ¿cómo creía Séneca que deberíamos emplear
nuestro tiempo? El ideal estoico es vivir como un recluso,
alejado del mundo. El modo más fructífero de vivir, declaró
–con perspicacia–, es estudiar filosofía. Ésta es una forma de
estar verdaderamente vivo.
Séneca tuvo muchas oportunidades de practicar lo que
predicaba. En el año 41, por ejemplo, fue acusado de tener
una aventura con la hermana del emperador Calígula. No
está claro si efectivamente la tuvo o no, pero el resultado fue
que lo exiliaron y pasó en Córcega los siguientes ocho años.
Luego su suerte volvió a cambiar y lo llamaron de Roma
para que ejerciera de tutor del niño de 12 años que se convertiría
en el siguiente emperador: Nerón. Más adelante,

Séneca sería su asesor político y le escribiría los discursos.
Esta relación, sin embargo, terminó muy mal: otro giro de la
suerte. Nerón acusó a Séneca de formar parte de un complot
para asesinarle. Esta vez, Séneca no tenía escapatoria. Nerón
le ordenó que se suicidara. Negarse a ello estaba fuera
de toda discusión y de todos modos habría conducido a la
ejecución. Resistirse habría sido inútil. Finalmente, Séneca
se quitó la vida y, fiel a su estoicismo, se mostró sereno y
tranquilo hasta el final.

Una forma de ver las principales enseñanzas de los estoicos
es como si fueran una especie de psicoterapia; una serie
de técnicas psicológicas que harán nuestra vida más tranquila.
Líbrate de esas problemáticas emociones que nublan tu
pensamiento y todo te resultará más sencillo. Lamentablemente,
aunque consigas calmar tus emociones, puede que
descubras que has perdido algo importante. El estado de
indiferencia por el que abogaban los estoicos puede que reduzca
la infelicidad ante los hechos que no podemos controlar.
Pero a costa de volvernos fríos, despiadados y quizá incluso
menos humanos. Si ése es el precio de conseguir la
calma, puede que sea demasiado alto.

Si bien estuvo influenciado por la filosofía de la Antigua
Grecia, Agustín, un cristiano cuyas ideas veremos a continuación,
no tenía nada de estoico. Era un hombre de pasiones
fuertes, profundamente preocupado por la maldad que
veía en el mundo y que deseaba desesperadamente comprender
a Dios y sus planes para la humanidad.


CUESTIONARIO


Te invito a que ilustres la cabecera de tu trabajo sobre el estoicismo con el dibujo de una Stoa, de un pórtico clásico. Si no te ves capaz de hacer el dibujo, imprime la siguiente imagen y coloréala (LA IMAGEN LA PUEDES ENCONTRAR EN INTERNET CON MEJOR CALIDAD: BUSCA STOA POIKILÉ ASCSA. NET; IMÁGENES)







1º ¿Qué significa la expresión “Tomarse las cosas con filosofía”?

2º En el libro aparecen varios ejemplos de cosas que debemos tomarnos con filosofía, un ejemplo referido a un suceso natural (el que está lloviendo) y otros dos relacionados con nuestra vida (el proceso de envejecimiento y la brevedad de la vida). Pon tú dos ejemplos de tu propia cosecha de dos cosas relacionadas con la condición humana que debemos tomarnos con filosofía.

3º ¿Qué filósofos en la Antigüedad entendían que la filosofía consistía en “Tomarse las cosas con tranquilidad y entereza”?

4º ¿De dónde procede el término “estoico”?

5º Explica qué es aquello con lo que respondiste la anterior pregunta

6º Busca información en la Wikipedia acerca de la vida y obra de Zenón de Citio (no te olvides indicar el título de sus principales obras filosóficas)? EXTENSIÓN MÍNIMA: 50 palabras.

7º ¿Cuál era el principal asunto filosófico por el que eran conocidos los primeros estoicos griegos?

8º ¿Cuál es su idea básica acerca de cómo conseguir ese control mental?

9º Según los estoicos, ¿cuál es el objetivo de ese control mental por el que abogan?

10º ¿Cómo debe reaccionar un estoico ante un suceso trágico como por ejemplo la muerte de un hijo?

11º Según los estoicos:
a) ¿Qué es lo que no está bajo nuestro control?

b) ¿Qué es lo que queda siempre bajo nuestro control?

12º ¿Qué concepción mantiene el estoicismo respecto a las emociones?

13º Qué dos ejemplos ponen en el libro que demuestran que las emociones están bajo nuestro control? (numera los dos ejemplos)

14º Pon ahora tú dos ejemplos de tu propia cosecha (numera también tus dos ejemplos)

15º ¿Por qué es importante mantener las emociones bajo control?

16º ¿Qué debemos hacer con las emociones según los estoicos?

17º Busca en la wiki información sobre Epícteto (mínimo 50 palabras).

18º Cuál fue la principal doctrina de Epícteto?

19º Según Epícteto, ¿cuál es el mejor consejo práctico para soportar el dolor y el sufrimiento?

20º ¿Quién siguió los consejos prácticos de Epícteto acerca de cómo soportar el dolor y el sufrimiento? ¿Qué hizo exactamente?

21º ¿Dónde surgió el estoicismo? ¿Dónde floreció?

22º Busca información en la wiki sobre la vida y obra de Cicerón y Séneca (50 palabras como mínimo sobre cada uno de ellos).

23º ¿Qué temas les interesaban especialmente a los estoicos romanos?

24º ¿Qué pensaban respecto a estas cuestiones?

25º a) Busca en la wiki el significado de la locución latina “Carpe diem”.

b) ¿Qué poeta latino la acuñó?

c) ¿Crees que expresa adecuadamente la idea estoica de que hay que aprovechar al máximo la brevedad de la vida?

26º Según Cicerón, ¿cuáles son los cuatro problemas principales del envejecimiento y que postura debemos según él tomar ante ellos? (contesta la pregunta numerando los cuatro problemas)

27º ¿Cómo debe reaccionar el sabio estoico ante cada uno de estos cuatro problemas? (contesta también la pregunta numerando las posibles soluciones)

28º Explica el significado de la expresión latina “Ars longa, vita brevis” (en esta pregunta tienes 1º que indicar el significado literal de esta expresión latina; 2º explicar qué mensaje quiere transmitirnos)

29º El título de una de las principales obras de Séneca fue “Acerca de la brevedad de la vida. ¿Por qué para Séneca el problema de la vida no es su brevedad?

30º ¿Qué actitud debemos mantener ante la inevitabilidad de la brevedad de la vida?

31º ¿En qué consiste “vivir de verdad”?

32º Según Séneca, ¿por qué la mayoría de las personas vive preocupada por trivialidades o se esconden de sí mismos en la multitud?

33º Según Séneca, ¿cómo deberíamos vivir y a qué actividad deberíamos dedicar nuestro tiempo?

34º ¿Por qué para Warburton, el escritor de este libro que estás leyendo, no es una buena seguir los consejos o las recetas estoicas para alcanzar la serenidad?