jueves, 20 de abril de 2023

1º BACH ADULTOS - EPICURO Y EL IDEAL HEDONISTA

 

MIÉRCOLES, 1 DE DICIEMBRE DE 2021

1º BACH - EPICURO Y EL IDEAL HEDONISTA

 




Epicuro y el epicureísmo

FIN DE LA ERA CLÁSICA- ERA HELENÍSTICA: FIN DEL IDEAL DEL BUEN CIUDADANO

Epicuro fundó una escuela filosófica que se opuso a los excesos racionalistas, intelectualistas, incluso espiritualistas de otras corrientes filosóficas griegas (como por ejemplo, el pitagorismo o el platonismo).

¿Cuál es la propuesta de Epicuro?

Frente al rechazo de lo material y corpóreo, la filosofía de Epicuro nos reconcilia con nuestro cuerpo. Para Epicuro, el ser humano no tiene cuerpo (no es un alma encerrada en un cuerpo -pitagóricos/Platón-, o un alma que se sirve de un cuerpo -Sócrates-), sino que es un cuerpo (es también un cuerpo). Y por ello, de la felicidad del cuerpo, de su bienestar, depende también la felicidad del ser humano entero. Por todo ello, Epicuro cambió la concepción de que es el bien. Para Epicuro, el bien supremo de la vida humana es la ausencia de dolor. A dicho bienestar, fruto también de la ausencia de cualquier malestar corporal, lo denominó placer, “hedoné” (de ahí, que a su ética se la califique de hedonista).

En conclusión, si Sócrates había proclamado la importancia del “cuidado del alma”, Epicuro reivindicara la relevancia también del “cuidado del cuerpo y sus placeres” para que el individuo pueda alcanzar la vida feliz.

 

 

 

1º BACH ADULTOS - ARISTÓTELES Y EL IDEAL DE LA CIUDADANÍA

 

MIÉRCOLES, 1 DE DICIEMBRE DE 2021

1º BACH - ARISTÓTELES Y EL IDEAL DE LA EUDAIMONIA

 


Aristóteles

La concepción antropológica de Aristóteles es diametralmente opuesta a la de Platón. ¿Por qué?

Porque Aristóteles tiene una concepción unitaria del ser humana y no dualista como Platón. Para Aristóteles, el ser humano está también compuesto por un alma y un cuerpo, pero alma y cuerpo no son dos entidades (dos cosas) diferenciadas, sino dos co-principios, los dos factores que constituyen a esa realidad única que es el individuo.

¿Qué es el alma para Aristóteles?

Si el cuerpo es la materia de la que está hecho el ser humano, el alma es el principio estructurador de dicha materia que lo dota de vida y hace posible que sienta y piense.

Si el alma es, entonces, no una entidad separada, diferenciada del cuerpo (como defendía Platón), sino la forma (la estructura) del cuerpo, la naturaleza del cuerpo, entonces no tiene ningún sentido defender la separación (purificación) y la inmortalidad de las almas. Según Aristóteles, en el momento de la muerte, el alma se disuelve y por ello el cuerpo se desestructura, muere.

No hay, por lo tanto, una vida tras la muerte para el alma (tal y como habían defendido Sócrates y, sobre todo, Platón). Entonces, si el destino de la vida del hombre no se halla en ningún transmundo, ¿dónde está el fin de la vida humana según Aristóteles?

En la inmanencia, es decir, en este mundo y en esta vida que “hic et nunc”, aquí y ahora, estamos viviendo.

¿Y cómo debemos vivir, según Aristóteles, esta nuestra vida mundana?

Para Aristóteles, el ser humano es ante todo un ser social: vivir para el ser humano es convivir con sus semejantes (la sociedad es algo natural para el ser humano, y no algo artificial como defendían por el contrario los sofistas).

¿En qué tipo de sociedades se desenvuelve la vida del hombre?

Para Aristóteles existen tres tipos de sociedades que podemos calificar de naturales.

¿Cuáles?

La familia, la aldea y, sobre todo, la polis

¿Y cómo es la vida del hombre  que vive en ciudades?

la sociedad civilizada (la vida en la “cives”, en la ciudad) es aquella en la que el hombre no sólo logra satisfacer sus necesidades básicas, esto es, sobrevivir (como en la familia y la aldea), sino en la que puede llegar a vivir bien, virtuosamente.

¿Qué es la virtud para Aristóteles?

Aristóteles retoma el concepto tradicional griego de virtud como “areté”, como excelencia, pero excelencia no sólo en el campo de batalla o en la palestra deportiva, sino alcanzando la excelencia humana mediante el pleno desenvolvimiento de la naturaleza racional del ser humano.

 

¿Cómo se consigue tal cosa?

Cuando se alcanzan estos tres objetivos:

1º se busca el conocimiento (la contemplación, la theoría).

2º se alcanza el autocontrol de los impulsos por la razón, una razón que busca en ellos el “justo medio” (se dice, “en el justo medio está la virtud” queriendo decir que si las pasiones, los impulsos y deseos son moderados, templados, si las pasiones se encuentran en el justo medio, un punto de equilibrio entre dos extremos, entonces, son buenos para el hombre, y no peligrosos y dañinos. Ejemplo: el impulso de la valentía es un impulso virtuoso pues se encuentra en el justo medio entre la temeridad, el vicio del exceso de valor, y la cobardía, el vicio de la falta de éste).

3º se logra vivir en sociedad bajo el gobierno de leyes justas. También aquí, el hombre logrará ser virtuoso cuando llegue a ser un buen ciudadano (o un buen gobernante, un gobernante prudente, aquel que hace leyes justas y toma decisiones que contribuyen al aumento del bien de la comunidad entera, del bien común).

 

1º BACH ADULTOS - PLATÓN Y EL IDEAL DEL GOBERNANTE FILÓSOFO

 

MIÉRCOLES, 1 DE DICIEMBRE DE 2021

1º BACH - PLATÓN Y EL IDEAL DEL GOBERNANTE FILÓSOFO

 


Platón

Expliquemos seguidamente qué es el ser humano para Platón:

    Platón fue discípulo de Sócrates y se le considera el primer gran filósofo de la historia (filósofo en sentido estricto, lo cual conlleva escribir libros; Sócrates fue también un gran filósofo, pero fue un pensador ágrafo; “ágrafo” significa que no escribió nada, como Jesucristo, por ejemplo, el otro gran personaje ágrafo de la historia).

El buen ciudadano según Platón

    Platón introduce una modificación en la concepción del buen ciudadano de Sócrates. Para Platón, sólo pueden ser buenos ciudadanos aquellos que alcanzar el saber, el saber acerca de dónde reside el bien común de la polis y la justicia de ésta. Pero para Platón, a diferencia de lo que defendía Sócrates, consideraba que dicho conocimiento acerca del bien común de la polis no podía ser alcanzado por todos (por cualquier ciudadano que hiciese el esfuerzo por alcanzar dicho conocimiento, tal y como defendía Sócrates), sino sólo por unos pocos, aquellos que 1º están capacitados por naturaleza para alcanzar dicho conocimiento (tienen un alma de oro, es decir un alma en la que sobresale la dimensión racional sobre la apetitiva) y 2º han recibido la educación adecuada para alcanzar dicho saber (una educación distinta a la mayeútica socrática, no digamos a la paideia sofística, la educación dialéctica; dicha educación en la dialéctica recae en manos del Estado). Esos ciudadanos, los mejores ciudadanos de la polis son los filósofos, y a ellos se les debe encomendar el gobierno y la dirección de la sociedad. El resto de los ciudadanos podrán también llegar a ser buenos ciudadanos si cumplen la función social que los filósofos les asignan, contribuyendo de este modo al bien común de la polis: los guardianes defendiendo con valentía la ciudad y velando por el cumplimiento de las leyes; los productores trabajando esforzadamente y viviendo frugalmente.

    Esta planteamiento sobre quién es buen ciudadano se combinó en Platón con ciertas ideas religiosas que eran características de algunas corrientes filosóficas de aquel entonces (fundamentalmente, del pitagorismo), dando lugar a una particular concepción acerca de la naturaleza humana (el dualismo antropológico platónico) que pasamos a explicar seguidamente.

 

El dualismo antropológico platónico

    Para Platón, el ser humano está compuesto por un alma y un cuerpo. Alma y cuerpo son dos entidades diferenciadas, pero que accidentalmente y transitoriamente se encuentran unidas. El resultado de esa unión es el ser humano,  un ser dual compuesto por un alma y un cuerpo. A esta naturaleza dual que encontramos dentro del ser humano, se la denomina “el dualismo antropológico” platónico:

-          el ALMA es divina (celeste), inmaterial y eterna.

-          el CUERPO, por el contrario, es terrenal, material y mortal.

    La unión entre el alma y el cuerpo que se da en el ser humano es antinatural, contrario a la naturaleza divina del alma. Por eso, las almas, según Platón, deben purificarse del cuerpo (“purificarse” significa que el alma se separe del cuerpo), algo que sólo se logra definitivamente tras la muerte (las almas de aquellos que hayan logrado una total purificación, ascenderán a los cielos, a las esferas celestes, el lugar propio de los dioses; por el contrario, las almas de aquellos que no hayan logrado la purificación, transmigrarán, se reencarnarán en otro cuerpo que puede ser en el de otro hombre o en el de un animal).

¿Por qué se halla en el ser humano el alma unida al cuerpo?

    Según Platón, las almas de los hombres son espíritus, espíritus divinos caídos de los cielos que han quedado, tras dicha caída, atrapados en un cuerpo, y que están a la espera de su liberación, de su salvación (la salvación de las almas es el objetivo fundamental de un tipo de creencia religiosa propia del mundo griego: las religiones mistéricas; la secta mistérica más conocida fue la de los pitagóricos; cuatro siglos después, por efecto del influjo del helenismo y dentro un contexto judío, hará su aparición en Israel la más importante religión salvífica de la historia: la secta de los “mesiánicos”, el cristianismo).

¿Cuál es la causa de la caída de las almas?

    En las almas de los hombres (no en las de los dioses) hay una parte apetitiva que siente una irrefrenable inclinación por lo sensible, lo material y corpóreo. Esta atracción es la culpable de la caída de las almas desde las estrellas a la Tierra

¿Cómo se logra, según Platón, la purificación?

-          A través de la contemplación (de la theoría: del ejercicio del pensamiento y de la búsqueda de la verdad).

-          Renunciando a los placeres sensibles (los placeres del cuerpo)

 

EN CONCLUSIÓN, para Platón:

. el ser humano se identifica con su componente superior, el alma.

. el cuerpo, su componente inferior, debe estar subordinado siempre al alma (las pasiones deben estar siempre sometidas al control de la razón).

. el destino del ser humano es un destino trascendente pues no se encuentra ni en esta vida ni en este mundo, sino en una vida tras la muerte y en otro mundo, el mundo celeste o mundo de las Ideas (la dicotomía “trascendente/inmanente” hace referencia a aquello que está “fuera” del mundo o “dentro” de éste).

    Y es que Platón tiene, por lo tanto, una concepción religiosa/espiritual del ser humano que dejará una profunda huella en la cultura occidental.

    Finalmente, ¿cómo el alma logra purificarse del cuerpo?

-          No realizando sacrificios a los dioses, ni por medio de sortilegios ni rituales mágicos, sino a través del ejercicio del pensamiento puro, de la la theoría (la contemplación): el razonamiento matemático y la especulación filosófica.

-          La purificación también se alcanza a través del pleno autocontrol de los impulsos corporales ya que con este autocontrol, cuanto más autárquica es el alma, más se basta a sí misma y no necesita del cuerpo.

¿Cuál es, por lo tanto, el ideal humano propugnado por Platón?

    1º Por un lado, como acabamos de ver, influenciado por las doctrinas místicas del pitagorismo, el ideal humano platónico es el “ideal de la vida del sabio”, de un sabio dedicado a la contemplación de las Ideas y que además ha alcanzado el pleno control de la dimensión irracional de su alma (de sus apetitos y pasiones). Logra el sabio de este modo purificar su alma para que ésta, su alma, esté preparada tras la muerte para ascender a las esferas celestes, desde donde contemplará directamente las eternas e inmutables Formas.

    2º Por otro lado, en su obra La República, Platón abogará por una nueva concepción del ideal de buen ciudadano: buen ciudadano, ciudadano justo es aquel que cumple con la función que la sociedad le ha asignado: trabajar (productores), defender la Ciudad (militares) o gobernar la polis (filósofos-gobernantes). Buen ciudadano será todo aquel que alcance la virtud, la excelencia en el desempeño de la función que le ha sido asignada por la Ciudad en virtud del estamento social al que pertenece:

- trabajar sacrificadamente y vivir moderadamente en el caso de los trabajadores;

- defender valerosamente la Ciudad de sus enemigos tanto exteriores como interiores en el caso de los guerreros;

- gobernar con sabiduría y prudencia la polis en el caso de los gobernantes-filósofos.

    Finalmente, y frente a lo que propugnaba la democracia ateniense en la que todos los ciudadanos estaban invitados a participar en el autogobierno de la ciudad (isonomía e isegoría  propias de la democracia ateniense), Platón considera que el gobierno de la polis debe encomendarse exclusivamente a los filósofos, a los sabios. ¿Por qué? Porque sólo ellos han alcanzado el recto conocimiento de dónde reside el bien común de la polis (por eso son sabios) y porque sólo ellos son virtuosos e incorruptibles (jamás antepondrán sus interese privados al bien común ya que han alcanzado un pleno autodominio de sus pasiones egoístas). Se reformula de este modo el ideal del sabio en su conexión con el ideal del buen ciudadano tal como tal cosa había sido entendida por Sócrates.

 

1º BACH ADULTOS - SÓCRATES Y EL IDEAL DEL SABIO

 

MIÉRCOLES, 1 DE DICIEMBRE DE 2021

1º BACH - SÓCRATES Y EL IDEAL DEL SABIO

 






Sócrates y el ideal del sabio

Pues bien, aunque la sofística tuvo una gran relevancia en la puesta en marcha del pensamiento humanista occidental, la gran figura fundadora de esta tradición fue SÓCRATES.

¿Cuáles fue la gran aportación de Sócrates al humanismo?

Lo que él denominó “EL CUIDADO DEL ALMA”.

¿Qué es el cuidado del alma?

Para Sócrates, el bien más preciado para el hombre no son:

-          ni  los bienes corporales (los placeres del cuerpo, pero también la belleza física, esto es, “el cuidado del cuerpo; Sócrates era feo, bajo, gordo y contrahecho, asemejándose más a un sileno que a un hombre),

-           ni los bienes externos (los bienes sociales: la fama, la riqueza, el poder; este tipo de bienes han sido los más preciados en la mayoría de las sociedades de todas las épocas, y también lo eran en la griega).

Para Sócrates, éstos no son los bienes principales para el ser humano. El principal bien para el hombre, según Sócrates, es “el cuidado del alma”.

Pero, ¿qué es el alma para Sócrates?

El alma es la sede de las facultades psíquicas superiores del ser humano: su conciencia, su inteligencia, su voluntad.

Sócrates consideraba que la grandeza del ser humano residía en su capacidad para vivir reflexivamente, para vivir con lucidez, conscientemente, la vida que está viviendo.

Y es que para Sócrates hay dos formas de vivir:

1º vivir “a tontas y a locas”, vivir dejándose llevar, dejándose llevar por las pasiones (por los impulsos, tal y como hacen los niños y los animales) o por las poderosas fuerzas sociales que condicionan nuestra existencia (la opinión de la multitud, el miedo a los poderosos).

2º vivir guiándose por la razón, por la inteligencia, por la luz de la conciencia (esta forma alternativa de vivir consiste justamente en lo contrario de la anterior: no dejarse llevar ni por las fuerzas externas, los condicionamientos sociales, ni internas, las pasiones).

Por ello, Sócrates afirmó que “una vida sin examen no merece ser vivida”.

¿Por qué lo decía?

Una vida sin examen  es una vida sin reflexión. Vivir irreflexivamente es vivir dejándose llevar, dejándose llevar por los impulsos, por los que mandan, por lo que pienses los demás… Vivir reflexivamente es vivir conscientemente, lúcidamente, guiándose exclusivamente por lo que me dicta la voz de mi conciencia, de mi inteligencia, de mi razón (ese “mi” hace referencia a que el individuo es el depositario y el único poseedor de la inteligencia y razón). No se trata de hacer lo que me da la gana (el humanismo es individualista pero no egoísta, sino solidario) sino de hacer aquello que mi inteligencia considera que es mejor. Y en ello consiste la virtud, la verdadera virtud, la nueva forma de entender la virtud que tiene Sócrates (que se contrapone a la concepción de virtud entendida como areté, como mera excelencia, característica de la sociedad griega de aquel entonces).

Para Sócrates, por lo tanto, la vida buena (la vida digna y satisfactoria) es la vida conforme a la virtud.

¿Y cuál es la vida conforme a la virtud?

La vida de aquél que guiado por la razón actúa justamente: la vida del hombre justo, del que vive honrada y honestamente, con rectitud (y no la del que persigue bienes superfluos y falsos como el éxito, la fama, la riqueza o el poder, o la de aquél que vive una vida meramente placentera).

¿Qué necesitamos para vivir así, virtuosamente?

Si vivir virtuosamente es vivir bajo la guía de la razón, iluminados por la luz de la conciencia, entonces lo primero que necesitamos será alcanzar EL CONOCIMIENTO.

 El conocimiento, la búsqueda de la verdad será el primer fin de la vida humana.

¿Por qué?

Porque sin conocimiento no puede haber virtud, no puede haber vida recta.

¿Qué tipo de conocimiento?

No el conocimiento teórico acerca del cosmos (la contemplación o teoría), no conocimientos formales pero ajenos a la vida humana como las matemáticas, no conocimientos prácticos acerca de cómo ganar una batalla (estrategia) o cómo vencer en la Asamblea de ciudadanos (retórica).

El conocimiento que busca Sócrates es de otro tipo: él busca EL CONOCIMIENTO MORAL.

¿En qué consiste el conocimiento moral?

Él quiere saber qué es el bien, dónde reside el verdadero bien de la vida humana.

¿Por qué es tan importante dicho conocimiento?

Porque sólo puede actuar conforme al bien, es decir, virtuosamente, aquel que sabe previamente qué es el bien (el que obra bien pero sin saber qué lo hace o por qué lo hace, actúa correctamente, pero por azar, por casualidad, no por voluntad).

Sócrates además defendió que el que sabe dónde reside y en qué consiste el bien, es imposible que obre mal. A esta doctrina que identifica la virtud (el conducirse adecuadamente) con el saber (el saber acerca de cómo hay que conducirse y vivir) se la denomina INTELECTUALISMO MORAL: la virtud moral, el buen comportamiento,  se reduce e identifica con el saber moral, el saber acerca del bien (el sabio es inevitablemente virtuoso y el malvado, simplemente, un ignorante).

Pues bien, y llegados a este punto, ¿en qué consiste el bien, la virtud y la vida buena para Sócrates?

Su respuesta es la de un griego de aquella época, la de un griego del periodo clásico, del Siglo de Pericles: EL BIEN CONSISTE EN SER UN BUEN CIUDADANO.

¿Y quién es un buen ciudadano?

-          El que cumple siempre, aunque ello no le beneficie, las leyes de su polis.

-          El que asume sus deberes cívicos para con sus conciudadanos (estando dispuesto a morir por la libertad de su polis, por su patria, si ello es necesario, en el campo de batalla).

-          El que antepone el interés público, el interés común, a sus intereses y ambiciones privadas.

El ideal, el modelo, el prototipo y paradigma de ser humano para Sócrates es, por lo tanto, el buen ciudadano. Pero para ser buen ciudadano, hay que ser sabio (hay que saber lo que es el bien). De ahí que también el SABIO pueda ser considerado como modelo de ser humano, como prototipo de lo humano desde Sócrates (Sócrates será el modelo ejemplar de sabio).

¿Qué o quién es el sabio?

Aquel que:

1º sabe dónde reside el bien y actúa en consecuencia (es decir, elige lo que es correcto, lo que es justo, aunque tal cosa sea contraria a sus intereses y ambiciones privadas).

2º ha logrado un pleno AUTODOMINIO de sí mismo, es decir, ha logrado vencerse a sí mismo. Y es que el sabio es una nueva forma de héroe (sólo que lucha y vence no a un enemigo exterior en el campo de batalla, sino a sus impulsos y pasiones en el seno de su interioridad). El sabio logra con este autodominio el pleno control de sus pasiones, de sus impulsos, de sus deseos y emociones. ¿Por qué lo hace? Porque las pasiones empujan al individuo a actuar irreflexivamente y, por ello, pueden nublarle la conciencia haciendo que elija la acción incorrecta.

3º el sabio es AUTÁRQUICO. El sabio no necesita nada o, mejor dicho, porque tal cosa es imposible, ha eliminado toda necesidad superflua (es esta razón por la que desde Sócrates, todos aquellos que quieran vivir como los sabios, en el mundo griego, prescindirán de todos los bienes exteriores como la riqueza y el lujo, no buscarán la fama ni ambicionarán el poder).

Es por todo ello, por lo que a partir de Sócrates al sabio le adornarán cuatro virtudes, las denominadas VIRTUDES CARDINALES o principales (cardinal significa principal).

¿Cuáles son?

1º la virtud de la JUSTICIA

2º la virtud de la PRUDENCIA

3º la virtud de la VALENTÍA

4º la virtud de la TEMPLANZA

¿Qué es la virtud de la justicia?

Es justo (posee la virtud de la justicia), aquel hombre que es un buen ciudadano, es decir, que cumple con las leyes de la polis (Sócrates llevó ese cumplimiento hasta el extremo de beber voluntariamente la cicuta), que asume sus deberes y obligaciones cívicas.

¿Qué es la virtud de la prudencia?

Es prudente, aquel que sabe dónde reside el bien, qué es lo justo, lo útil y lo conveniente, y por ello, sabe cómo, dependiendo de las circunstancias, debe actuar, acertando en sus elecciones.

¿Qué es la virtud de la valentía?

La virtud de la fortaleza es la capacidad de enfrentarse y sobreponerse a todos los obstáculos externos e internos (a todos los miedos) que mi voluntad encuentra en su camino hacia el lugar donde reside el bien y le impiden llegar a su meta.

La valentía está estrechamente relacionada con el autodominio, con el autocontrol de las pasiones. También está relacionada con la capacidad del individuo para no doblegarse ante aquellas fuerzas sociales externas que buscan someterle y dominar su voluntad: la presión de la multitud y el temor a los poderosos.

¿Qué es la virtud de la templanza?

Conforme al precepto délfico, “de nada en exceso”, la virtud de la templanza es la virtud de saber cómo emocionarse y desear y la virtud de satisfacer dichos deseos morigeradamente (con moderación).

La virtud de la templanza podemos relacionarla con el ideal moral de la autarquía.

 

1º BACH ADULTOS - EL IDEAL DEL CIUDADANO

 

MARTES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2021

1º BACH - EL IDEAL DEL CIUDADANO Y EL HUMANISMO OCCIDENTAL

 





EL IDEAL DEL CIUDADANO Y EL HUMANISMO OCCIDENTAL

¿Qué ocurrió después?

Allá por el siglo VI a.C., las sociedades griegas se democratizaron: dejaron de ser sociedades aristocráticas (sociedades fuertemente jerarquizadas, estamentales) y se convirtieron en sociedades de ciudadanos iguales, en repúblicas.

Una república es una sociedad en la que todos sus miembros son iguales. A estos “iguales” se les denomina “ciudadanos”. Los griegos fueron los primeros seres humanos que convivieron en repúblicas. La creación de esas repúblicas es la mayor aportación de los griegos a la historia de la civilización. Estas repúblicas se denominaban “polis”, “ciudades-estado”.

¿Por qué se produjo esa transformación de la sociedad griega?

Por múltiples motivos (la sociedad griega, por ejemplo, dejó de ser una sociedad eminentemente agrícola y de pastores, para convertirse en una sociedad de comerciantes y artesanos), principalmente porque los aristócratas, los héroes, fueron sustituidos en el campo de batalla por los ciudadanos armados, los soldados o infantes a pie, los hoplitas.

Pues bien, por efecto de todos estos cambios, el más importante de los cuales es la democratización de las repúblicas, hizo su aparición un nuevo modelo de hombre, una nueva concepción de ser humano. Es en este momento cuando tiene su acta de nacimiento el HUMANISMO OCCIDENTAL.

El humanismo occidental

¿Qué es el “humanismo occidental”? (no confundirlo con el movimiento humanista del Renacimiento)

El humanismo occidental es la principal corriente y tradición moral y espiritual de Occidente. Es esta tradición la que nos diferencia y distancia del resto de culturas y civilizaciones de la Tierra, por ejemplo, de las grandes civilizaciones de Extremo Oriente como la China o la India.

Dicha tradición tiene dos orígenes, dos raíces:

1º raíz: Atenas (Grecia y Roma)

2º raíz: Jerusalén (la tradición espiritual judía, religión de la que procede el cristianismo).

¿Cuáles son los rasgos singulares del humanismo?

El humanismo es una tradición moral-espiritual (es decir, una tradición filosófico-religiosa) que establece:

1º Que el ser humano es la realidad más extraordinaria que hay en el universo (tan o más extraordinaria que las grandes fuerzas de la naturaleza y que los dioses).

La proclamación de la excepcionalidad y del carácter extraordinario del ser humano fue llevada a cabo por primera vez por el trágico Sófocles en el siglo V a.C. en su tragedia “Antígona”.

Ni el mar grisáceo,
ni el viento del sur que sopla durante el invierno,
ni las razas de los animales salvajes,
nada,
ni siquiera los dioses,
es más terrible que el hombre.

 

Porque todos esos seres son en virtud de su naturaleza,
han hecho, hacen y harán las mismas cosas
y  las facultades que les pertenecen les han sido
otorgadas de una vez para siempre,
sin que puedan cambiarlas,
Lo que son no proviene de ellos mismos,
no hicieron nada para lograrlo.
 
El hombre es el ser más terrible que existe
porque nada de lo que hace
puede ser atribuido a un don natural,
sino que es obra del mismo hombre”.

 

 Sófocles, Antígona, Coro estásimo 1

Con este coro, el coro estásimo de Antígona (el coro estásimo es aquella parte de la tragedia en la que el autor expresa sus ideas políticas, filosóficas y religiosas), Sófocles inauguró junto con otros hombres del siglo V a. C -Demócrito, Protágoras, Tucídides …- una experiencia inédita hasta entonces. Por primera vez, el hombre se mira a sí mismo como autocreación. Ya no será Prometeo el que le entregue el fuego y le enseñe que los hombres que “son mortales”. Ya no serán, por lo tanto, dioses como Prometeo los responsables de la creación humana, sino que el mismo hombre se convertirá en creador y dueño de su destino: se trata de un proyecto de libertad individual y social, un proyecto que no está garantizado, pero que no es imposible y, sobre todo,  que es al fín exclusivamente humano.

2º Que lo humano se encarna sobremanera en el individuo y no en la sociedad.

¿Qué es “lo humano”? ¿El individuo o la colectividad? Para las tradiciones morales y espirituales no occidentales, lo humano se encarna en el grupo (en la sociedad) y no en el individuo, que sólo es humano en tanto que miembro de su grupo, de su clan, de su aldea, de su ciudad, de su reino o de su imperio. Por ello, el individuo debe estar subordinado siempre al grupo. Para la tradición humanista, por el contrario, lo humano se encarna por encima de todo en el individuo, un individuo que debe buscar alcanzar una integración armónica con la sociedad a la que pertenece, pero que nunca debe diluirse en ella.

EN CONCLUSIÓN: el humanismo, de un modo u otro, es individualista (defiende el valor del individuo y sus derechos) y contrario a toda forma de colectivismo (el colectivismo o comunitarismo defiende que el individuo vale en tanto que miembro del colectivo al que pertenece e, incluso, que debe disolverse en él).

3º Que el ser humano, el individuo, quiere gobernarse a sí mismo.

La tradición humanista tiene una gran fe, una gran confianza en las capacidades del ser humano para dirigir por sí mismo su vida. Fe en sus capacidades racionales: en su capacidad moral de diferenciar por sí mismo el bien del mal, y obrar en consecuencia. Es decir, a hacer aquello que es justo aunque tal cosa sea contraria a sus intereses.

El humanista es optimista respecto al ser humano, no pesimista. Pero que sea optimista no significa que sea ingenuo: el humanismo sabe que cuando el individuo no se guía por su razón, se puede convertir en el más cruel y sanguinario de los seres, en la más brutal alimaña, en el más temible depredador para sus semejantes.

 

La sofística

¿Dónde tiene su comienzo la historia del humanismo occidental?

En la Antigua Grecia, en la Atenas clásica (la Atenas del siglo V a.C.). Allí, tras las Guerras Médicas (las guerras contra los persas), se había establecido una floreciente república, una polis cada vez más democrática (más igualitaria y participativa) bajo la égida de gobernantes como Efialtes y sobre todo Pericles (“égida” significa literalmente “escudo”; su sentido figurado es “protección y liderazgo”).

Pues bien, fue en aquella Atenas, donde hizo su eclosión la gran cultura clásica griega: se construyo la Acrópolis bajo la dirección de Fidias; escultores como Mirón y Policleto lograron esculpir el movimiento; la terna de trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides escribieron las primeras grandes obras del teatro occidental.

En este periodo también vivieron en Atenas los primeros filósofos humanistas. Los conocemos con el nombre de SOFISTAS. El más importante de los sofistas fue PROTÁGORAS, quien llegó a formar parte del círculo de Pericles. La filosofía humanista de Protágoras establecía “la doctrina del hombre-medida”, que afirmaba que “el hombre es la medida de todas las cosas: de lo que es verdadero, de lo que es bueno y de lo que es bello”.

1º BACH ADULTOS - EL IDEAL HEROICO

 

1º BACH - EL IDEAL HEROICO O KALOKAGATHIA

 



ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Vamos a hacer un recorrido histórico explicando las principales concepciones que del ser humano se han tenido a lo largo de la historia: la de la antigua Grecia y Roma, la cristiana y la propia del mundo moderno.

-          Para los griegos, el modelo de ser humano es el héroe, el guerrero (el héroe homérico), pero también el buen ciudadano y el sabio.

-          En la sociedad cristiana de la Edad Media, el modelo humano por excelencia es Jesucristo y, por ende, el santo (el mejor en la imitación de Cristo).

-          En la Edad Moderna se propondrán distintos modelos pero entre ellos destacará la figura del burgués (del laborioso empresario, del comerciante de éxito) y de su figura antagónica y némesis, el héroe romántico (el artista bohemio,  rebelde y transgresor de toda norma, para el que la vida es juego y no esfuerzo).

 

 

LA CONCEPCIÓN GRIEGA DEL SER HUMANO

La kalogathia o el ideal heroico

¿Por qué el héroe  homérico es el prototipo o modelo humano a seguir?

Porque la sociedad griega de aquel entonces (s. VII a.C.) era una sociedad aristocrática y guerrera. Por ello, el modelo de ser humano, el prototipo de ser humano es el guerrero, el mejor guerrero, el héroe.

¿Y quién es el arquetipo de héroe?

El héroe homérico. Los héroes homéricos son los personajes que protagonizaron La Ilíada, el primer libro de la literatura occidental: Aquiles, Ulises, Agamenón, Ayax, Néstor…

¿Cómo se describen en la Ilíada a esos héroes?

Como individuos que actúan no con voluntad propia, sino movidos o impulsados por fuerzas divinas: la cólera (la cólera de Aquiles), la furia, el valor (el valor de Héctor), la astucia (Ulises) o el miedo, no son simples impulsos, sino fuerzas divinas que dominan y determinan completamente la conducta del héroe.

El héroe, además, sólo busca realizar hazañas para alcanzar la gloria y así conseguir fama eterna (la única eternidad a la que el héroe homérico aspira es que sus gestas no caigan en el olvido y sean recordadas por las generaciones venideras).

El héroe es virtuoso. Aquí, el término “virtud” no tiene connotaciones morales. No significa que alguien sea una buena persona, sino hace referencia a la excelencia, a la “areté”, es decir, a ser el mejor (el término latino “virtus”, de la que procede nuestra palabra “virtud” es la palabra que utilizaban los romanos para referirse a la “areté” de los griegos; “virtus” es, literalmente, la condición moral del vir, del varón: valentía en el campo de batalla, sobriedad que como pater familias impone en el en el modo de vida de los miembros de la comunidad familiar, anteposición del bien común de la república al bien propio…)..

¿El mejor, dónde?

En el campo de batalla (la virtud será por ello concebida principalmente en todas las épocas como “valor probado en la violencia”), pero también en la Asamblea (en el liderazgo político), o en las competiciones deportivas. Es por esto que los griegos inventaron el deporte: el deporte griego es competitivo, agonal, es una lucha por la excelencia.

Por esa razón, los griegos rendían culto al cuerpo desnudo, pero sólo al de los guerreros y atletas (ante el cuerpo desnudo de un atleta, el griego sentía algo parecido a una conmoción religiosa).

¿Cómo se denomina este ideal griego de ser humano?

Recibe el nombre de “kalokagathia”: los más bellos y los mejores.  El héroe griego es, por eso, el más bello (de ahí que rindan culto al cuerpo desnudo; kalos significa en griego “bello”) y el mejor (agathos, que en griego significa “bueno”).

¿Cómo adquiere el héroe su virtud?

Esta virtud no se podía aprender y provenía del linaje, del origen familiar, de la cuna del héroe: el origen de la estirpe de los héroes es un dios y por ello los héroes son semidioses.