lunes, 20 de noviembre de 2017

PIRRÓN

capítulo 3
No sabemos nada.    Pirrón

Nadie sabe nada, y ni siquiera eso es seguro. No deberías confiar en lo que crees cierto. Podrías estar equivocado. Todo puede ser cuestionado, todo puesto en duda. La mejor opción, pues, es mantener una mente abierta. No te fíes de nada y no sufrirás ningún desengaño. Ésta fue la principal enseñanza del escepticismo, una filosofía que fue popular durante varios cientos de años en la Antigua Grecia y luego en Roma. A diferencia de Platón y Aristóteles, los escépticos más extremos evitaban sostener opiniones firmes sobre nada. El griego Pirrón (365-270 a. C.) fue el escéptico más famoso y probablemente el más extremo de todos los tiempos. Su vida fue realmente extraña.

 Puede que creas saber muchas cosas. Sabes, por ejemplo, que ahora mismo estás leyendo esto. Los escépticos, sin embargo, lo pondrían en duda. Piensa en por qué crees que estás realmente leyendo esto y no sólo imaginando que lo haces. ¿Puedes estar seguro de ello? Parece que estás leyendo; o al menos eso es lo que crees. Sin embargo, puede que estés alucinando o soñando (ésta es una idea que René Descartes desarrollaría unos ochocientos años más tarde: ver el capítulo 11). La insistencia de Sócrates en que lo único que sabía era lo poco que sabía también era una posición escéptica. Pero Pirrón la llevó mucho más lejos. Seguramente un poco demasiado lejos.

 Si hemos de creer los testimonios sobre su vida (aunque quizá también deberíamos mostrarnos escépticos respecto a ellos), Pirrón forjó su carrera sobre la base de no dar nada por sentado. Al igual que Sócrates, no dejó nada escrito. Lo que sabemos de él, pues, procede de lo que otros escribieron, en su mayor parte siglos después de su muerte. Uno de ellos, Diógenes Laercio, nos cuenta que Pirrón se convirtió en una celebridad y fue ordenado sumo sacerdote de Elis, ciudad en la que vivía, y que en su honor los filósofos no tenían que pagar impuestos. No tenemos manera de comprobar la veracidad de esto, aunque parece una buena idea.

Por lo que sabemos, Pirrón vivió su escepticismo de un modo realmente extraordinario. El tiempo que pasó sobre la Tierra habría sido muy breve si no hubiera tenido amigos que le protegieran. Todo escéptico extremo necesita el apoyo de gente menos escéptica –o muy buena suerte– para sobrevivir.

Esto es lo que pensaba él de la vida: no podemos fiarnos de nuestros sentidos. A veces nos engañan. Es fácil equivocarse sobre lo que uno ve en la oscuridad, por ejemplo. Lo que parece un zorro puede que sólo sea un gato. O puedes pensar que alguien te ha llamado, pero en realidad sólo se trataba del viento. Como a menudo nuestros sentidos nos inducen a error, Pirrón decidió no fiarse nunca de ellos. No descartaba totalmente la posibilidad de que la información que le ofrecían fuera correcta, pero mantenía la mente abierta al respecto.

Así, mientras que la mayoría de la gente que se encontrara ante un acantilado cortado en vertical consideraría una estupidez dar un paso adelante, Pirrón no. Como creía que sus sentidos le podían estar engañando, no se fiaba de ellos. Ni el tacto del borde del acantilado en los dedos de sus pies, ni la sensación de inclinarse hacia delante, le habrían convencido de que estaba a punto de caer. Ni siquiera estaba convencido de que caer pudiera ser perjudicial para su salud. ¿Cómo podía estar seguro de ello? Sus amigos, que presumiblemente no eran todos escépticos, impidieron que tuviera accidentes, pero si no lo hubieran hecho, Pirrón habría tenido problemas en más de una ocasión.

¿Por qué tener miedo de los perros salvajes si no puedes estar seguro de que te quieran hacer daño? Que ladren, muestren los dientes y corran hacia ti no quiere decir que te vayan a morder. Y si lo hacen, eso no significa necesariamente que te vaya a doler. ¿Por qué preocuparse del tráfico cuando cruzas una carretera? Esos carros no tienen por qué atropellarte. ¿Quién puede saberlo? ¿Y qué importa en realidad si estás vivo o muerto? De algún modo, Pirrón se las arregló para poner en práctica esta filosofía de indiferencia total y conquistar todas las emociones humanas y patrones de comportamiento habituales y naturales.

Al menos ésa es la leyenda. Probablemente, algunas de estas historias sobre él se las inventaron para burlarse de su filosofía. Pero es improbable que todas sean ficticias. Por ejemplo, es famosa la ocasión en la que se mantuvo completamente sereno mientras navegaba bajo una de las peores tormentas jamás presenciadas por nadie. El viento había destrozado las velas y enormes olas azotaban el barco. Todo el mundo estaba aterrorizado. Pirrón, en cambio, ni se inmutó. Puesto que las apariencias son a menudo engañosas, no podía estar del todo seguro de que fuera a pasarle nada malo. Consiguió permanecer tranquilo mientras los marineros más experimentados se dejaban llevar por el pánico. Demostró así que es posible matenerse indiferente incluso en unas condiciones como ésas. Esta historia parece verosímil.

De joven, Pirrón visitó la India. Puede que esto inspirara su inusual estilo de vida. La India tiene una gran tradición de maestros espirituales o gurús que se someten a sí mismos a penurias físicas extremas y casi increíbles: gente que es enterrada en vida, que se cuelga pesos de partes sensibles del cuerpo, o que se pasa semanas sin comer en busca de la paz interior. El planteamiento filosófico de Pirrón se acerca al de un místico. Fueran cuales fueran las técnicas que utilizara para conseguir sus objetivos, lo cierto es que practicaba aquello que predicaba. Su imperturbabilidad causaba una gran impresión en quienes le rodeaban. La razón por la que no se ponía nervioso por nada era que, en su opinión, absolutamente todo era cuestión de opinión. Si no hay posibilidad de descubrir la verdad, no hay necesidad de inquietarse. Podemos distanciarnos entonces de toda creencia firme, pues una creencia firme siempre implica engaño.

Si hubieras conocido a Pirrón, probablemente habrías pensado que estaba loco. Y puede que en cierto modo lo estuviera. Pero sus opinones y su comportamiento eran consecuentes. Él habría pensado de ti que tus certezas son simplemente poco razonables y que se interponen en tu camino hacia la paz interior. Que das por sentadas demasiadas cosas. Es como si hubieras construido una casa sobre la arena. Los cimientos de tu pensamiento no son tan firmes como te gusta creer y es improbable que te hagan feliz.

Pirrón resumió su filosofía en tres preguntas que todo aquél que quiera ser feliz debería contestar:

¿Cómo son realmente las cosas?
 ¿Qué actitud debemos adoptar ante ellas?
 ¿Qué le sucedería a alguien que no adoptara esa actitud?

Sus respuestas fueron simples y concisas. En primer lugar, no podemos saber cómo es realmente el mundo; es algo que está más allá de nuestras posibilidades. Nadie conocerá nunca la naturaleza última de la realidad. Los seres humanos simplemente no pueden acceder a ese conocimiento. Así que olvídate de ello. Esta opinión se opone completamente a la Teoría de las Formas de Platón y a la posibilidad de que los filósofos puedan obtener conocimiento de ellas a través del pensamiento abstracto (ver el capítulo 1). En segundo lugar, y como resultado de ello, no deberíamos comprometernos con ningún punto de vista. Puesto que no podemos estar seguros de nada, deberíamos suspender todo juicio y vivir nuestras vidas libremente. Todo deseo que sientes sugiere que una cosa te parece mejor que otra. Cuando no consigues aquello que quieres, nace la infelicidad. Sin embargo, en realidad no puedes saber qué es mejor. Así pues, creía Pirrón, para ser feliz primero te has de liberar de los deseos y despreocuparte por cómo salen las cosas. Ésta es la mejor forma de vivir. Reconocer que na- da importa. Así nada afectará tu estado anímico, que será
 de completa tranquilidad. En tercer lugar, si sigues estas en- señanzas esto es lo que sucederá: al principio enmudecerás, presumiblemente porque no sabrás qué decir acerca de nada. Finalmente, te liberarás de toda preocupación. Eso es lo mejor que cualquiera puede esperar de la vida. Es casi como una experiencia religiosa.

Ésta es la teoría. Pareció funcionar para Pirrón, aunque cuesta imaginar que pueda tener los mismos resultados para la mayoría de la humanidad. Pocos podemos desenvolvernos con la indiferencia que él recomendaba. Y no todo el mundo tiene la suerte de contar con un equipo de amigos que le salve de sus mayores equivocaciones. De hecho, si todo el mundo siguiera su consejo, no quedaría nadie para proteger a los escépticos pirrónicos de sí mismos y toda la escuela de filosofía moriría rápidamente tras despeñarse por acantilados, ser atropellados por vehículos en marcha o sufrir el ataque de perros salvajes.

El punto débil del planteamiento filosófico de Pirrón es que, partiendo de la idea de que «no puedes saber nada», concluyó que «debes ignorar tus instintos y sentimientos acerca de lo que es peligroso». Sin embargo, nuestros instintos nos salvan de muchos peligros posibles. Puede que no sean del todo fiables, pero esto no quiere decir que simplemente debamos ignorarlos. Supuestamente, incluso Pirrón se apartó cuando un perro intentó morderle: por mucho que quisiera, no podía dominar por completo sus reacciones automáticas. Así pues, intentar poner en práctica el escepticismo pirrónico parece algo perverso. Y tampoco resulta tan obvio que vivir de este modo proporcione esa paz mental que Pirrón aseguraba. Se puede ser escéptico acerca de su escepticismo. Resulta cuestionable que uno vaya realmente a obtener tranquilidad corriendo todos los riesgos que él corrió. Puede que a él le funcionara, pero nada asegura que a ti te vaya a funcionar. Aunque no estés seguro de que un perro feroz te vaya a morder, tiene sentido no correr el riesgo si hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que sí lo haga.

No todos los escépticos en la historia de la filosofía han sido tan extremos como Pirrón. Hay una gran tradición de escepticismo moderado, de cuestionar suposiciones y examinar atentamente nuestras creencias sin necesidad de ponerlo todo en duda. Este tipo de cuestionamiento escéptico se encuentra en el corazón mismo de la filosofía. Todos los grandes filósofos lo han ejercido. Es lo opuesto al dogmatismo. Alguien dogmático está convencido de conocer la verdad. Los filósofos en cambio desafían los dogmas. Preguntan a los demás en qué se basan sus creencias, cuáles son las pruebas que sustentan sus conclusiones. Esto es lo que Sócrates y Aristóteles hicieron y también es lo que hacen los filósofos hoy en día. Pero no porque quieran mostrarse difíciles. La razón del escepticismo filosófico moderado es acercarse más a la verdad, o, al menos, revelar lo poco que sabemos o podemos saber. Para ejercer este tipo de escepticismo no hace falta arriesgarse a caer por un acantilado. Pero sí estar dispuesto a hacer preguntas incómodas y pensar críticamente sobre las respuestas que la gente te dé.

Aunque Pirrón predicaba la necesidad de liberarse de toda preocupación, la mayoría no lo conseguimos. Una preo- cupación común es el hecho de que todos moriremos. Otro filósofo griego, Epicuro, hizo algunas inteligentes sugerencias sobre cómo podemos aceptar este hecho.

CUESTIONARIO

Ilustra tu trabajo con la siguiente imagen y añádele la siguiente leyenda "Ser escéptico es una virtud..... aunque lo dudo"

Resultado de imagen de escepticismo

1º ¿Quién fue Pirrón? ¿Cuándo y dónde vivió?

2º En el primer párrafo se indican algunas de las principales doctrinas escépticas. Puedes hacer un listado de todas ellas (son cuatro afirmaciones; deben aparecer numeradas)

3º Según Descartes y los escépticos, ¿por qué puedes dudar de qué ahora estás leyendo esta pregunta?

4º ¿Por qué podemos decir que la actitud de Sócrates ante el saber era también una actitud escéptica?

5º Pirrón, al igual que Sócrates, fue ágrafo. Gracias a qué doxógrafo conocemos parte de su pensamiento. Busca información en la wiki sobre él y explica qué es un doxógrafo

6º ¿Qué nos cuenta este autor de Pirrón?

7º ¿Por qué Pirrón no se fiaba de los sentidos?

8º ¿Por qué todo escéptico extremo como Pirrón necesita de amigos no escépticos para sobrevivir?

9º Busca el signicado del término ataraxia en el siguiente enlace. 
 www.cinicos.com › Escépticos
Dicho término viene en la página nº 8 de dicha página web
Explica también cómo se consigue la ataraxia según Pirrón.

10º Al no poder saber nada con seguridad, ni siquiera si importa estar vivos o muertos, Pirrón desenvolvió una filosofía que 1º preconizaba la indiferencia total hacia la vida y  gracias a la cual 2º afirmaba haber logrado el control total de sus emociones (la ataraxia o paz interior; la imperturbabilidad o serenidad del ánimo). ¿En qué famosa ocasión hizo muestra de su imperturbabilidad, de su serenidad de ánimo?

11º En dicha ocasión, ¿su serenidad de ánimo puso en peligro su vida y la de aquellos que con él se encontraban o por el contrario quizá fue la causa de que saliese incólume de esa situación?

12º ¿Por qué visitó de joven la India? Busca la respuesta en el siguiente enlace www.cinicos.com › Escépticos

13º Allí conoció a los gimnosofistas. Busca información en la wiki sobre ellos

14º Pirrón vivía tal como pensaba (“practicaba aquello que predicaba”) y por lo visto su serenidad de ánimo causaba una gran impresión entre las gentes (sobre todo cuando se producía en situaciones de extremo peligro como en aquella acerca de la que nos preguntaron anteriormente). ¿Por qué razón no se alteraba por nada?

15º Según Pirrón, si quieres ser feliz debes responder  tres preguntas. ¿Cuáles fueron esas preguntas? (numera las preguntas) ¿Qué respondió él a cada una de ellas? (numera las respuestas)

16º ¿Qué ocurriría si todo el mundo siguiese los consejos de Pirrón y viviese la vida con absoluta despreocupación?

17º ¿Cuál es el punto débil del planteamiento filosófico de Pirrón según Warburton?

18º Resulta cuestionable que se pueda alcanzar la paz mental corriendo la gran cantidad de riesgos que estaba dispuesto Pirrón a correr. Sin embargo, a él (y a sus seguidores, los pirronistas) le funcionó. ¿Te parece una buena idea profesar el pirronismo o, por el contrario, crees que lo mejor es rechazarlo y mostrarte “escéptico acerca de la validez del escepticismo?

19º El pirronismo es la forma más extrema y radical de escepticismo. Pero hay formas más moderadas, es decir, razonables de escepticismo. Explica en qué consistiría ese escepticismo prudente y comedido y, sobre todo, a qué se opone.

20º Por cierto, según Aristóteles, no hay nada más fácil que refutar el escepticismo porque éste se contradice a sí mismo.  Intenta explicar por ti mismo por qué el escepticismo es contradictorio y, por lo tanto, falso (esta pregunta es personal; no se responde por medio de la lectura del libro).


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