viernes, 24 de enero de 2020

PASCAL - SPINOZA

capítulo 12
Hagan sus apuestas
Blaise Pascal
Si lanzas una moneda al aire puede salir cara o cruz. Hay
un cincuenta por ciento de posibilidades de ambas cosas, a no
ser que la moneda esté trucada. Así pues, en realidad da igual
qué lado creas que saldrá, pues cada vez que lances la moneda
habrá las mismas posibilidades de que salga una u
otra cosa. Si no estás seguro de que Dios exista, ¿qué deberías
hacer? ¿Es como lanzar una moneda al aire? ¿Deberías
arriesgarte y vivir como si Dios no existiera? ¿O sería más
racional actuar como si Dios existiera aunque las probabilidades
sean escasas? Blaise Pascal (1623–1662), que creía en
Dios, le dio muchas vueltas a esta cuestión.

Pascal era un católico devoto. Sin embargo, a diferencia de
muchos cristianos de la actualidad, su visión de la humanidad
era extremadamente sombría. Era un pesimista. Por todas
partes veía pruebas de la Caída. Para él, nuestras imperfeccio-
nes se deben a la traición de la confianza de Dios que cometieron
Adán y Eva al comer la manzana del Árbol del Conocimiento.
Al igual que Agustín (ver el capítulo 6), Pascal creía
que los seres humanos nos movemos por el deseo sexual, somos
poco fiables y nos aburrimos con facilidad. Todo el mundo
es desdichado. Todo el mundo oscila entre la ansiedad y la
desesperación. Deberíamos ser conscientes de nuestra insignificancia.
El escaso tiempo del que disponemos en el mundo es,
en relación a la eternidad anterior y posterior a nuestras vidas,
prácticamente insignificante. Ocupamos un diminuto
lugar en el infinito espacio del universo. Y sin embargo, al
mismo tiempo, Pascal creía que la humanidad tiene cierto potencial
si no pierde de vista a Dios. Estamos en algún lugar
entre los animales y los ángeles, aunque seguramente bastante
más cerca de los animales en la mayoría de los casos y durante
la mayor parte del tiempo.

El libro más célebre de Pascal, sus Pensées («Pensamientos
») fue reconstruido a partir de fragmentos de sus textos y
publicado en 1670 tras su muerte a los 39 años. Está escrito
en una serie de breves párrafos de hermosa factura. Nadie
está completamente seguro de cómo pretendía él organizar
las partes, pero el principal argumento del libro está claro:
es una defensa de su versión del cristianismo. Pascal no había
terminado el libro cuando murió. El orden de las partes
está basado en cómo había organizado los folios en legajos.
Cada uno conforma una sección del libro publicado.

Pascal fue un niño enfermizo, y siguió siendo físicamente
débil toda su vida. En los retratos que le hicieron, no parece
tener buen aspecto. Sus ojos llorosos te miran con tristeza.
A pesar de ello, logró muchas cosas en un corto espacio de
tiempo. De joven, animado por su padre, se hizo científico
y trabajó desarrollando vacunas y diseñando barómetros.
En 1642, inventó una máquina de calcular mecánica que podía
sumar y restar gracias a una manivela mediante la que se
hacían girar unas ruedas dentadas que accionaban un complejo
mecanismo. La hizo para ayudar a su padre con la
contabilidad del negocio. Del tamaño de una caja de zapa-
tos, se la conoce como la Pascalina y, a pesar de ser un poco
tosca, funcionaba. El principal problema era lo cara que resultaba
su producción.

Además de científico e inventor, Pascal fue un soberbio
matemático. Sus ideas matemáticas más originales fueron
sobre la probabilidad. Sin embargo, se le recuerda sobre
todo como filósofo religioso y escritor. Aunque a él no le
habría gustado demasiado que le consideraran un filósofo:
sus textos incluyen numerosos comentarios sobre lo poco
que saben los filósofos y lo poco importantes que son sus
ideas. Él se veía a sí mismo como un teólogo.

Pascal pasó de dedicarse a las matemáticas y la ciencia a
escribir sobre religión tras unirse a una controvertida secta
religiosa conocida como jansenismo. Los jansenistas creían
en la predestinación, es decir, que carecemos de libre albedrío,
y que sólo unas pocas personas han sido preseleccionadas
por Dios para ir al cielo. También creían en un modo de
vida muy estricto. En una ocasión, Pascal, que desaprobaba
las muestras de cariño, regañó a su hermana por abrazar a
su hijo. Sus últimos años los pasó viviendo como un monje,
y a pesar de los dolores que le provocaba la enfermedad que
terminaría matándole, no dejó de escribir.

René Descartes (el protagonista del capítulo 11; al igual
que Pascal, devoto cristiano, científico y matemático) creía que
se puede demostrar la existencia de Dios mediante la lógica.
Pascal, en cambio, creía lo contrario. Para él, creer en Dios
era un acto del corazón y de la fe. No le convencían los razonamientos
sobre la existencia de Dios que solían utilizar los
filósofos. No creía, por ejemplo, que se pudieran ver pruebas
de la mano de Dios en la naturaleza. Para él, el corazón,
no el cerebro, es el órgano que nos conduce a Dios.

A pesar de esto, en su Pensées expuso un inteligente argumento
para persuadir a quienes dudan de la existencia de
Dios, un argumento que se conoce como la Apuesta de Pascal.
En él recurre a su interés en la probabilidad. Si eres un
jugador racional, no sólo un adicto, además de tener el máximo
de posibilidades de ganar un gran premio, en la medida
de lo posible también querrás minimizar tus pérdidas. Los
jugadores calculan las probabilidades y, en principio, apuestan
en consecuencia. ¿Qué significa eso cuando se trata de
apostar acerca de la existencia de Dios?

Suponiendo que no estés seguro de la existencia de Dios,
hay varias opciones. Puedes elegir vivir como si Dios definitivamente
no existiera. Si tienes razón, habrás vivido sin ninguna
ilusión acerca de una posible vida después de la muerte
y, por lo tanto, también habrás evitado atormentarte pensando
en la posibilidad de que hayas pecado demasiado
para ir al cielo. Tampoco habrás perdido tiempo en la iglesia
rezando a un ser inexistente. Este enfoque, sin embargo, si
bien cuenta con algunas ventajas obvias, supone un gran riesgo.
Si no crees en Dios, pero finalmente resulta que éste existe,
no sólo puedes perder tu oportunidad de dicha celestial,
sino que también puede que termines en el inferno, donde te
torturarán por toda la eternidad. Éste es el peor resultado
posible para cualquiera.

O bien, sugiere Pascal, puedes elegir vivir como si Dios
existiera. Puedes rezar, ir a la iglesia, leer la Biblia. Si resulta
que Dios existe, habrás ganado el mayor premio posible: la
oportunidad real de obtener la dicha eterna. Si eliges creer
en Dios pero resulta que estás equivocado, no habrás hecho
ningún sacrificio importante (y, presumiblemente, no estarás
presente para descubrir que estabas equivocado y sentirte
mal por haber malgastado todo ese tiempo y esfuerzo). En
palabras de Pascal: «Si ganas, lo ganas todo; si pierdes, no
pierdes nada». Admitía que podías perderte «esos placeres
embriagadores»: la gloria y el lujo. Pero en vez de eso serías
fiel, honesto, humilde, agradecido, generoso, un buen amigo
y siempre dirías la verdad. No todo el mundo lo vería en
estos mismos términos. Probablemente, Pascal estaba tan
inmerso en un modo de vida religioso que no era consciente
de que para los no religiosos sí supondría un sacrificio dedicar
sus vidas a la religión y vivir lo que considerarían una
vida ilusoria. En cualquier caso, tal y como señala Pascal,
por un lado tienes la oportunidad de la dicha eterna si tienes

razón, e inconveniencias relativamente menores y unas pocas
ilusiones si estás equivocado. Por el otro te arriesgas a
terminar en el infierno, pero tus posibles ganancias no se
pueden comparar con una eternidad en el cielo.

Tampoco puedes no tomar partido. Desde el punto de
vista de Pascal, si lo intentas, te podría pasar lo mismo que
si no crees en la existencia de Dios: podrías terminar en el
infierno o, como mínimo, no tener acceso al cielo. Tienes
que tomar una decisión en un sentido u otro. No sabes si
realmente Dios existe. ¿Qué deberías hacer?

Para Pascal era obvio. Si eres un jugador racional y analizas
las probabilidades te darás cuenta de que debes apostar
por la existencia de Dios incluso si, como sucede al lanzar
una moneda al aire, sólo hay un pequeño porcentaje de posibilidades
de que aciertes. El premio potencial es infinito, y
la pérdida potencial escasa. Con esas probabilidades, creía
él, ninguna persona racional haría otra cosa que no fuera
apostar por la existencia de Dios. Obviamente, existe el riesgo
de que lo hagas y pierdas: que finalmente Dios no exista.
Pero es un riesgo que deberías asumir.

Pero, ¿qué sucede si ves la lógica de todo esto pero aun
así tu corazón sigue sin sentir que Dios exista? Es realmente
difícil (y quizá imposible) convencerse de algo que sospechas
que no es cierto. Intenta creer que hay hadas en tu armario.
Puede que seas capaz de imaginártelo, pero eso es
muy distinto a pensar que realmente hay hadas ahí dentro.
Creemos aquellas cosas que pensamos que son ciertas. Ésa
es la naturaleza de la fe. Así pues, ¿cómo se las arregla para
tener fe el incrédulo que duda de la existencia de Dios?

Pascal tenía una respuesta a este problema. Una vez que
te has dado cuenta de que creer en Dios beneficia tus intereses,
necesitas encontrar una forma de convencerte de que
Dios existe y tener fe. Lo que deberías hacer es imitar a personas
que ya creen en Dios. Pasar tiempo en la iglesia haciendo
lo mismo que ellos. Santiguarte con agua bendita,
asistir a misas, etcétera. Pronto, creía Pascal, terminarás no
solo imitando sus actos, sino adoptando las creencias y sen-
timientos que tienen. Es tu mejor oportunidad para conseguir
la vida eterna y evitar el riesgo de la tortura eterna.

No todo el mundo encuentra convincente el argumento
de Pascal. Uno de los problemas más obvios es que, si Dios
existe, puede que no vea con muy buenos ojos a la gente que
sólo ha creído en él porque era la apuesta más segura. Parece
una razón equivocada para creer en Dios. Es demasiado interesada;
está basada exclusivamente en la voluntad egoísta
de salvar el alma a toda costa. Un riesgo podría ser que Dios
no dejara entrar en el cielo a nadie que haya utilizado este
argumento de jugador.

Otro problema serio de la Apuesta de Pascal es que no
tiene en cuenta la posibilidad de que, al seguirla, optes por la
religión equivocada, el Dios equivocado. Pascal presenta dos
opciones: creer en un Dios católico o que Dios no existe. Pero
hay muchas otras religiones que prometen dicha eterna a sus
creyentes. Si una de esas religiones resulta ser cierta, al optar
por el cristianismo, el individio que ha hecho caso a Pascal
puede verse tan excluido de la felicidad celestial como la persona
que rechaza toda creencia en Dios. De haber pensado en
esta posibilidad, puede que Pascal hubiera sido todavía más
pesimista de lo que era sobre la condición humana.

Pascal creía en el Dios descrito en la Biblia; Baruch Spinoza,
en cambio, tenía un punto de vista muy distinto sobre
la deidad; uno que ha hecho sospechar a algunos que en
realidad era un ateo disfrazado.


capítulo 13
El pulidor de lentes
Baruch Spinoza

La mayoría de las religiones enseñan que Dios existe en algún
lugar fuera del mundo, quizá en el cielo. Baruch Spinoza
(1632–1677) creía, en cambio, que Dios es el mundo.
Para exponer su argumento, este pensador escribía acerca
de «Dios o la Naturaleza», utilizando ambas palabras para
referirse a la misma cosa. Dios y la naturaleza son dos formas
de describir una única cosa. Dios es la naturaleza y la
naturaleza es Dios. Esto viene a ser una forma de panteísmo:
la creencia de que todo es Dios. En su momento, fue una
idea radical que metió a su autor en muchos problemas.

Spinoza nació en Ámsterdam, en el seno de una familia
de judíos portugueses. En aquella época, Ámsterdam era un
lugar popular entre quienes huían de alguna persecución.
Pero incluso ahí había límites a las opiniones que uno podía
expresar. Aunque había sido criado en la religión judía, Spi-
noza fue excomulgado y condenado por los rabinos de su
sinagoga en 1656, cuando contaba con 24 años, probablemente
porque sus opiniones sobre Dios eran poco ortodoxas.
Entonces dejó Ámsterdam y se instaló en La Haya.
A partir de ese momento sería más conocido como Benedicto
de Spinoza que por Baruch, su nombre judío.

Muchos filósofos se han sentido atraídos por la geometría.
Las famosas pruebas de varias hipótesis geométricas
del griego de la Antigüedad Euclides pasaron de unos pocos
axiomas o suposiciones sencillas a conclusiones como que la
suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual a dos
ángulos rectos. Lo que los filósofos suelen admirar de la geometría
es cómo, desde un punto de partida determinado y
mediante cuidadosos pasos lógicos, llega a conclusiones sorprendentes.
Si los axiomas son ciertos, las conclusiones también
deben serlo. Este tipo de razonamiento geométrico inspiró
tanto a René Descartes como a Thomas Hobbes.

Spinoza no sólo admiraba la geometría; escribió filosofía
como si fuera geometría. Las «pruebas» que ofrece en su libro
Ética parecen pruebas geométricas e incluyen axiomas y
definiciones. Poseen, pues, la misma lógica implacable que
la geometría, pero en vez de abordar temas como los ángulos
de los triángulos y la circunferencia de los círculos, tratan
acerca de Dios, la naturaleza, la libertad y la emoción.
Spinoza sentía que estos temas podían ser analizados y razonados
del mismo modo que los triángulos, los círculos y los
cuadrados. Incluso termina las secciones con «QED», abreviación
de quod erat demonstrandum, frase latina que significa
«lo que se quería demostrar» y que aparece en los libros
de texto de geometría. Hay, creía él, una estructura lógica
subyacente al mundo y nuestro lugar en él que la razón puede
revelar. Nada sucede por azar, todo tiene un propósito y
un principio. Todas las cosas forman parte de un gran sistema
y el mejor modo de comprenderlo es mediante el poder
del pensamiento. A este planteamiento filosófico que sitúa la
razón por encima de la experimentación y la observación se
le suele llamar racionalismo.

A Spinoza le gustaba estar solo. En soledad disponía del
tiempo y de la paz mental para dedicarse a sus estudios. Probablemente,
teniendo en cuenta sus opiniones sobre Dios,
también era más seguro no formar parte de ninguna institución
pública. Por esta razón, su libro más famoso, Ética, no
sería publicado hasta después de su muerte. Aun así, su reputación
como pensador sumamente original se comenzó a
propagar mientras vivía e incluso rechazó una oferta para
enseñar en la Universidad de Heidelberg. No tenía inconveniente,
sin embargo, en discutir sus ideas con algunos de los
pensadores que venían a visitarle. El filósofo y matemático
Gottfried Leibniz fue uno de ellos.

Spinoza vivía con gran sencillez. En vez de comprarse
una casa propia, se alojaba en una habitación alquilada. No
necesitaba demasiado dinero y podía vivir con lo que ganaba
como pulidor de lentes, más algunos pequeños donativos
de gente que admiraba su trabajo filosófico. Las lentes que
hacía se utilizaban en instrumentos científicos como telescopios
y microscopios. Esto le permitía ser independiente y
trabajar desde casa. Por desgracia, lo más probable es que
también contribuyera a su temprana muerte a los 44 años a
causa de una infección de pecho. Debido a su trabajo, diariamente
debía de aspirar demasiado polvo de cristal y, casi
con toda seguridad, esto terminó dañando sus pulmones.

Si Dios es infinito, razonó Spinoza, no puede haber nada
que no sea Dios. Si descubres algo en el universo que no
es Dios, éste no podría ser infinito, puesto que, en principio,
Dios podría haber sido ésa o cualquier otra cosa. Todo forma
parte de él, incluídas las piedras, las hormigas, las briznas
de hierba y las ventanas. Todas las cosas conforman una
totalidad increíblemente compleja, pero en última instancia
todo lo que existe es parte de una única cosa: Dios.

Los creyentes religiosos tradicionales predican que Dios
ama a la humanidad y responde a sus oraciones personales.
Esto no deja de ser una forma de antropomorfismo: proyectar
cualidades humanas, como la compasión, sobre un ser no humano,
Dios. La forma más extrema es imaginar a un hombre
bondadoso con una gran barba y una dulce sonrisa. El Dios
de Spinoza no tenía nada que ver con esto. Él –o, quizá mejor
dicho, «ello»– es completamente impersonal y no le preocupa
nada ni nadie. Según Spinoza, puedes y deberías amar a Dios,
pero no esperes nada a cambio. De hecho, el Dios que describe
es tan absolutamente indiferente a los seres humanos y sus
quehaceres que muchos pensaban que Spinoza no creía para
nada en Dios y que su panteísmo tan sólo era una tapadera.
Creían que se trataba de un ateo totalmente contrario a la
religión. ¿Cómo iba a ser otra cosa alguien que creía que a
Dios no le importaba la humanidad? Desde la perspectiva de
Spinoza, sin embargo, él sentía un amor intelectual por Dios,
un amor basado en una profunda comprensión a la que había
llegado mediante la razón. Esto no se parecía demasiado a
ninguna religión convencional. Probablemente, la sinagoga
había hecho bien en excomulgarle.

Las opiniones de Spinoza sobre el libre albedrío también
eran controvertidas. Era un determinista. Esto significa que
creía que toda acción humana era resultado de una causa
anterior. Si una piedra lanzada al aire se pudiera volver
consciente como un ser humano, creería que se mueve gracias
a su fuerza de voluntad a pesar de no ser así. Lo que
realmente la mueve es la fuerza del lanzamiento y el efecto
de la gravedad. La piedra, sin embargo, sentiría que es ella y
no la gravedad quien controla su trayectoria. Lo mismo sucede
con los seres humanos: nos parece que escogemos con
libertad lo que hacemos y creemos tener control sobre nuestras
vidas, pero eso se debe a que no comprendemos de dónde
surgen nuestras elecciones y acciones. El libre albedrío es
una ilusión. No existe ninguna acción libre y espontánea.

A pesar de ser un determinista, Spinoza creía que cierta
libertad humana muy limitada era posible y deseable. El
peor modo de existir era en lo que él llamaba esclavitud: a
merced por completo de nuestras emociones. Cuando te sucede
algo malo –alguien, por ejemplo, es maleducado contigo–
y pierdes los estribos, estás actuando de un modo pasivo.
Te limitas a reaccionar ante los acontecimientos. Hechos
externos provocan tu enojo. No tienes el control. El modo
de evitarlo es conocer mejor los elementos que determinan
tu comportamiento y las cosas que provocan que te enfades.
Para Spinoza, lo máximo que podemos lograr es que nuestras
emociones surjan de nuestras propias elecciones en vez
de estar provocadas por acontecimientos externos. Si bien
estas elecciones nunca podrán ser completamente libres, es
mejor ser activo que pasivo.

Spinoza fue un filósofo típico. Estaba dispuesto a ser
controvertido, a proponer ideas que nadie quería escuchar,
y a defender sus puntos de vista con argumentos. A traves de
sus escritos, sigue influyendo a quienes leen su obra, incluso
cuando están en total desacuerdo con sus ideas. Su creencia
de que Dios es la naturaleza no fue muy popular en su época,
pero desde su muerte ha ido adquiriendo unos cuantos
admiradores eminentes, entre los cuales la novelista victoriana
George Eliot, que tradujo su Ética, o el físico del siglo
xx Albert Einstein, quien, si bien se veía incapaz de creer
en un Dios personal, reveló en una carta que sí creía en el
Dios de Spinoza.

Como hemos visto, el Dios de Spinoza es impersonal y
sin características humanas, así que no castigaría a nadie
por sus pecados. La postura de John Locke, nacido el mismo
año que Spinoza, era muy distinta. Su teoría sobre la naturaleza
del ser humano estaba parcialmente influenciada por su
preocupación acerca de lo que podía pasar el día del Juicio
Final.


CUESTIONARIO
HAGAN SUS APUESTAS – Blaise Pascal

Para ilustrar tu trabajo, te invito a que dibujes una lápida donde aparezca el nombre BENEDICTI DE SPINOZA (sin símbolo religioso de ningún tipo, ni la cruz cristiana ni la estrella de David judía) y donde se pueda leer el dicterio que alguien escribió en ella: "Escupe sobre esta tumba: aquí yace Spinoza. ¡Ojalá su doctrina quede también sepultada y no se propague su pestilencia!".

Si lo prefieres puedes dibujar cualquier motivo que se te ocurra relacionado con Pascal (la "pascalina" por ejemplo") y escribir debajo el más famoso pensée de Pascal: "El corazón tiene razones que la razón desconoce"

1º Busca información sobre la vida y obra de Pascal (mínimo 50 palabras)

2º a) ¿Qué probabilidades crees que hay de que Dios exista?


b) Aunque las probabilidades de que Dios exista sean escasa, ¿cómo crees que es más racional vivir: como si no existiese o como si existiese (no olvides que los cristianos creen que Dios todo lo ve y nos someterá a un juicio final tras la muerte en el que nuestra alma será salvada o condenada para toda la eternidad)?
RESPUESTA PERSONAL DEL ALUMNO

2º La concepción del ser humano de Pascal es pesimista, agustiniana. ¿Qué es el hombre para Pascal?


3º Pascal fue, en cierto modo, el Bill Gates del siglo XVII. ¿Por qué?


4º a) ¿A qué congregación religiosa pertenecía Pascal?


b) Busca información en la wiki sobre ella (mínimo 50 palabras)

c) ¿En qué creían los miembros de dicha congregación?

d) ¿Cómo era su forma de vida?


5º ¿Por qué para Pascal, contra Descartes, es el corazón el órgano que nos conduce a Dios?


6º a) Busca información en la wiki sobre la “Teoría de juegos” (mínimo 50 palabras). Puedes leer, si te interesa y para completar tu búsqueda de información, la entrada “La apuesta de Pascal- estadística para todos”)
La apuesta de Pascal
PASCAL INTENTÓ CONVENCERNOS DE LA EXISTENCIA DE DIOS UTILIZANDO LA PROBABILIDAD MATEMÁTICA


Blaise Pascal » se pregunta qué debe hacer una persona que, no estando convencida de la existencia de Dios, duda también de los argumentos de los ateos y teme, por lo tanto, que su duda lo prive de la salvación. Apoyándose en la teoría de juegos, el francés concluye que es mejor rodearse de un ambiente religioso e intentar creer, porque la ganancia que podría alcanzarse es siempre mayor que la posible pérdida.
Es necesario resaltar que la base sobre la cual se construye la moderna Teoría de la Probabilidad es la tradición filosófica y que los juegos de azar han sido el pilar fundamental en el nacimiento y posterior perfeccionamiento de la misma.
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifTeoría de juegos
Una persona que ante posibilidades iguales de ganancia y pérdida, debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar, pues las expectativas de obtener una ganancia son superiores a la de no obtenerla. Si, por el contrario, si debe apostar 1 para ganar 2, la decisión que tome es indiferente.
Ejemplo real : Supongamos un juego de azar con la misma probabilidad de ganar que de perder en el que el valor de la apuesta es 1 € y si gana recibe 3 €. Por tanto debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar , pues las expectativas de obtener ganancia son superiores a la de no obtenerla. Podemos utilizar la teoría de juegos y calcular la esperanza matemática o valor esperado de este juego que es el beneficio medio y se calcula sumando los productos de la probabilidad de un suceso por el "premio" o pago que se recibe en el caso de darse dicho suceso .
0 *(1/2) + 3 *( 1/2) = 1,5
Por lo tanto, la expectativa de jugar pagando un euro por apuesta es -1 + 1,5 = 0,5 frente a la expectativa de no jugar que es cero, entonces se debe jugar.
Por otra parte, si el juego diera una ganancia de 2 €, en lugar de 3 €, , entonces su esperanza sería: 0*(1/2) + 2*(1/2) = 1. Entonces, consecuentemente con la teoría de juegos, podría pagar el euro para jugar o para rechazar jugar, porque de cualquier manera su expectativa total sería 0.
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa apuesta
La apuesta o Infinito-nada son unas reflexiones pioneras en la teoría de juegos que conciernen a algo metafísico: la existencia de Dios. Pascal intentó convencerse de ella utilizando la probabilidad matemática.
El infini-rien, hallado en el bolsillo de Pascal cuando murió, consiste en dos hojas de papel escritas en distintos momentos y con muchas tachaduras. Esta manera de trabajar no era habitual en él. Sus pensamientos acostumbraban a salir de manera pausada, ordenada, y eran plasmados con una caligrafía clara y sin apenas borrones. El filósofo, un buen racionalista, habría intentado dar una solución lógica al problema de la vida eterna pero probablemente fue el temor a posibles represalias lo que hizo que no escribiera un texto definitivo, y por tanto publicable, con sus reflexiones acerca de Dios y la vida tras la muerte. El texto en borrador consiste en un diálogo entre un maestro de fe convencida -Pascal- que anima a su joven discípulo a que aparque sus dudas y crea en Dios. Empieza planteando el gran dilema: ¿existe Dios o no? Se atreve a admitir, hecho nada usual en su época, que no puede responder. Sin embargo, no se detiene aquí y asigna una probabilidad indeterminada a que sí y la probabilidad opuesta a que no.
  • Tú puedes creer en Dios, si existe irás al cielo.
  • Tú puedes creer en Dios, si no existe no ganarás nada.
  • Tú puedes no creer en Dios, si no existe tampoco ganarás nada.
  • Tú puedes no creer en Dios, si existe tú serás castigado.
Además Pascal creía en la moral cristiana, así que creer en Dios (y por ende en su religión) aportaba a la persona una moralidad positiva.
Dios existe (Dios)
Dios no existe (¬Dios)
Creer en Dios (Creer)
+ ∞ (CIELO)
0
No creer en Dios (¬Creer)
− ∞ (INFIERNO)
0
Apostar por Dios requiere practicar la fe aunque, como el maestro admite, sea un sacrificio ir a la iglesia, dar limosna y comportarse según los preceptos religiosos; pero defiende que la recompensa de la vida eterna compensa con creces por todo ello. El discípulo no cede fácilmente y recuerda que no está demostrado que haya un ser superior. Pero el maestro insiste: hay poco que perder y mucho que ganar.
El argumento de esperanza, denominado así por los comentaristas de Pascal, solicita que el promedio de nuestra felicidad sobre la probabilidad de que Dios exista sea positivo; es decir, que el placer mundano más la recompensa incierta de una vida eterna supere al sacrificio intrínseco de la religión.
Pascal concluye que se debe creer en Dios si hay una mínima posibilidad, diferente de cero, de que exista; porque el hipotético infinito de la vida celestial minimiza cualquier sacrificio en una vida finita. Con esta argumentación, de la que procede el nombre infini-rien, Pascal convence definitivamente al joven discípulo.
Hay varias consideraciones a tener en cuenta al analizar esta apuesta:
1.     El argumento de Pascal sólo es válido para los agnósticos que deberían considerar los beneficios de practicar la fe por poco que confíen en ello. En cambio, un ateo descartaría el razonamiento de entrada puesto que para él la probabilidad de que exista Dios es nula y para un creyente el único argumento real para probar la existencia de Dios, y por la única que los cristianos nos podremos salvar es por la fe. Y la fe es una virtud infusa, es un regalo.
2.     La apuesta de Pascal no es el único argumento para probar la existencia de Dios. existen las cinco vías de Santo Tomás., los argumentos de Descartes, San Anselmo también da los propios Pero si es único desde un prisma matemático a diferencia de los otros, ontológicos e inclusos cosmológicos.
Actualmente, preguntarse si Dios existe o no y hasta qué punto conviene, por si acaso, ser creyente sigue siendo habitual. Sin embargo, no lo es tanto realizar un estudio sobre ello. Quizás porque los científicos difícilmente pueden aplicar aquí su demoledor método basado en la experimentación y la observación para llegar a conclusiones comprobadas “científicamente”. Pero hubo una época en la que los pensadores se dedicaban tanto a la ciencia como al arte y al espíritu, fue cuando Pascal hizo su apuesta.
3.     Su apuesta es una de las primeras aportaciones a la teoría de la decisión: de una situación de incertidumbre es posible inferir, utilizando una aritmética correcta, un conjunto de decisiones completamente desvinculadas del azar. Numerosos científicos del siglo XVII rivalizaban en concursos para el diseño de una lotería del estado más justa y apostaban a ver quién era el primero que conseguía reventar la banca de un casino. De manera más o menos ociosa, pero siempre lucrativa, iniciaron la teoría de la probabilidad (la teoría de juegos ). La contribución de Pascal se distingue del resto porque se atrevió a equiparar las cuestiones del bingo y las de Dios e intentó resolverlas con el mismo formalismo matemático.
4.     Recordemos también que Pascal ideó una de las primeras calculadoras, la pascalina, del tamaño de una caja de zapatos, hecha en madera y llena de engranajes. Podemos imaginarle evaluando constantemente su patrimonio de felicidad, sacrificándose el mínimo necesario para asegurarse la posible recompensa y contando el máximo aceptable de placer alocado. ¿Por qué no recurrir a nuestros avanzados ordenadores y calculadoras? Optimicemos nuestros pecados y recemos lo suficiente para compensar. ¡La vida es un juego de estrategia(Josep Perelló)
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa Cita original
Toda la argumentación de esta apuesta se encuentra contenida en el capítulo 42 de sus Pensées, denominado "El Infini-rien"(Infinito-nada)
Vous avez deux choses à perdre : le vrai et le bien, et deux choses à engager : votre raison et votre volonté, votre connaissance et votre béatitude; et votre nature a deux choses à fuir : l'erreur et la misère. Votre raison n'est pas plus blessée, en choisissant l'un que l'autre, puisqu'il faut nécessairement choisir. Voilà un point vidé. Mais votre béatitude ? Pesons le gain et la perte, en prenant croix que Dieu est. Estimons ces deux cas : si vous gagnez, vous gagnez tout; si vous perdez, vous ne perdez rien. Gagez donc qu'il est, sans hésiter. », Pensées —Blaise Pascal (1670)
que traducido quiere decir,
Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la calamidad (miseria). Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquí un punto vacío. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear. Pensamientos. —Blaise Pascal (1670)
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa contraapuesta del filósofo ateo George H. Smith
Para los ateos, la existencia de Dios sólo puede ser demostrada por la razón, y la razón les dice que tal ser no existe y que, como consecuencia, una persona racional debe rechazar creer en este ser. Ahora surge la pregunta "Pero somos seres humanos falibles. ¿Qué tal si nuestra razón se equivoca en esto? ¿Qué sucederá si existe un Dios que nos castigue por no creer, y cuya existencia no pueda ser demostrada por la razón?" Aquí es donde entra el filósofo George H. Smith (autor de "Ateísmo: el Caso Contra Dios" (197?)), ingenió una contraapuesta que va como sigue: Apostemos por la razón, dice Smith. Ésta debería llevarte al ateísmo. Hay sólo cuatro posibilidades:
1.     No hay Dios. El ateo está en lo correcto, y en consecuencia vive una vida feliz y plena, libre de dogmas irreflexivos y de tiranías emocionales.
2.     La segunda posibilidad es el Dios del deísmo, de quien se dice que creó el universo y luego lo dejó librado a sí mismo. No hay nada que temer de tal Dios; él o ella es impersonal y no nos castiga ni nos recompensa.
3.     La tercera posibilidad es un Dios que se interesa por la humanidad. Es un Dios justo y bueno. Tal Dios, en su infinita bondad nunca castigaría a nadie por errores honestos de razonamiento. Aquí tampoco tenemos razón alguna para temer a un Dios así. .
4.     La cuarta y última posibilidad es que haya un Dios injusto. Sin interés por la justicia, nos quemará sin importar si nuestros errores son honestos o no. Un creyente no estará en mejor situación que un ateo con este Dios.
Según la apuesta de Smith debemos en todos los casos apostar a la razón y aceptar la consecuencias lógicas, que en este caso es ateísmo. Si no hay ningún dios, usted esta en lo correcto; si hay un dios indiferente, usted no sufrirá; si hay un dios justo, usted no tiene nada que temer del uso honrado de su razón; y si hay un dios injusto, usted tiene mucho de que temer, pero también el cristiano"

b) Expón el argumento “La apuesta de Pascal” (tienes indicar cúales son las tres alternativas y describir en qué consiste cada una de ellas)


7º Según Pascal, ¿Por qué es racional apostar? Justifica tu respuesta


8º Quizá tu inteligencia esté ya convencida de lo beneficioso que es creer en Dios para sus intereses. Pero, ¿Cómo se logra convencer al corazón de que debe tener fe?


9º ¿Por qué no es convincente el argumento de Pascal (son dos razones)
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BARUCH SPINOZA – El pulidor de lentes

1º Busca información en internet sobre la vida y obra de Spinoza (mínimo 50 palabras)

2º Busca información en internet sobre la Provincias Unidas (la Holanda del siglo XVII) y sobre el Siglo de Oro Neerlandes (mínimo 50 palabras).

3º a) Para la mayoría de las religiones, ¿dónde se encuentra Dios?

b) Para Spinoza, Dios no se encuentra fuera del mundo sino en el mundo. ¿Por qué?

c) ¿Qué expresión utilizaba Spinoza para referirse a Dios?

d) ¿Qué es Dios?

e) ¿Y qué es la naturaleza?

f) ¿Por qué afirma Warburton que Spinoza es panteísta?

4º ¿Qué le sucedió a Spinoza a los 24 años?

5º Busca información en internet sobre los “Elementos de geometría” de Euclides (mínimo 25 palabras).

6º ¿Sobre qué temas razona Spinoza de “modo geométrico” en su Ética?

7º ¿Por qué se considera a Spinoza un filósofo racionalista, es decir, por qué Spinoza creía que la razón (la inteligencia humana) podía comprender la realidad sin necesidad de recurrir a la información procedente de los sentidos, es decir, a la observación y la experimentación?

8º ¿Por qué, según Spinoza, todo tiene que ser parte de Dios?

9º Explica a) por qué Spinoza sentía un “amor intelectual” por Dios (amor Dei intellectualis), un amor que no es pasión sino comprensión y b)  si esperaba algo de Dios a cambio de amarlo y adorarlo al igual que los creyentes convencionales

10º ¿Por qué Spinoza no esperaba nada de la divinidad por amarlo?

11º ¿Qué significa que respecto al libre albedrío, Spinoza mantenía una postura “determinista”

12º Para Spinoza, la libertad humana es una ilusión. ¿Por qué es una ilusión?

13º Sin embargo, Spinoza creía, como los estoicos, en la libertad individual (una libertad ciertamente limitada). Somos libre (en cierta medida) cuando somos activos y no pasivos. Explica: a) cuándo somos activos y por lo tanto libres y b) cuándo pasivos y por lo tanto esclavos.
14º Einstein decía que no creía en un Dios personal pero sí en el Dios impersonal de Spinoza (el Cosmos en su inmensidad e infinitud concebido como lo divino). Einstein era judio. ¿Quién era es Dios personal en el que decía ya no creer?




domingo, 12 de enero de 2020

HOBBES




capítulo 10

Desagradable, brutal y breve
Thomas Hobbes

Thomas Hobbes (1588–1679) fue uno de los pensadores
políticos ingleses más importantes. Lo que no es tan conocido
es que también fue uno de los primeros fanáticos del ejercicio.
Cada mañana salía a dar un largo paseo y subía colinas
a rápidas zancadas hasta quedarse sin aliento. Por si se
le ocurría alguna buena idea mientras paseaba, se hizo hacer
un bastón especial con un tintero en el mango. Este hombre
alto, rubicundo y alegre que lucía bigote y una barba algo
rala había sido un niño enfermizo. De adulto, en cambio,
contó con una salud extraordinaria y jugó al tenis hasta una
edad muy avanzada. Comía mucho pescado, bebía muy
poco vino y solía cantar –cuando estaba a solas, procurando
que nadie le oyera– para ejercitar los pulmones. Y, por supuesto,
al igual que la mayoría de filósofos, tenía una mente
muy activa. El resultado es que vivió hasta los 91 años, una
edad extraordinaria para un siglo, el xvii, en el que la esperanza
de vida era de 35 años.

A pesar de su carácter cordial, Hobbes, al igual que Maquiavelo,
no tenía muy buena opinión del ser humano. Creía
que todos somos básicamente egoistas y que nos mueve únicamente
el miedo a la muerte y la esperanza de un beneficio
personal. Todos buscamos dominar a los demás, tanto si
somos conscientes de ello como si no. Si no aceptas el retrato
que Hobbes hace de la humanidad, ¿cómo es que cierras
la puerta cuando sales de casa? ¿Quizá porque sabes que
hay mucha gente que no dudaría en robarte todo lo que tienes?
Podrías argumentar que sólo algunas personas son tan
egoístas. Hobbes, sin embargo, no estaba de acuerdo. Creía
que en el fondo todos lo somos, y que sólo la ley y la amenaza
de un castigo nos mantienen bajo control.

La consecuencia de esto, argumentaba él, es que si la sociedad
se viniera abajo y tuvieras que vivir en lo que él llamaba
«un estado de naturaleza», sin leyes ni nadie que pudiera
protegerte, tú, igual que todos los demás, robarías y
asesinarías cuando fuera necesario. O, al menos, tendrías
que hacerlo si quisieras seguir viviendo. En un mundo de
recursos escasos, y en particular si tuvieras que buscar comida
y agua para sobrevivir, lo racional sería matar a alguien
antes de que te matara a ti. Según la memorable descripción
de Hobbes, la vida fuera de la sociedad sería «solitaria, pobre,
desagradable, brutal y breve».

Si eliminásemos el poder del estado para impedir que la
gente invada otros países y mate a quien quiera, el resultado
sería una guerra interminable en la cual todo el mundo se
enfrentaría entre sí. Es difícil imaginar una situación peor.
En este mundo sin ley ni siquiera el más fuerte estaría a salvo
durante mucho tiempo. Todo el mundo ha de dormir; y
cuando estamos dormidos somos vulnerables a los ataques.
Incluso el más débil, si es suficientemente astuto, podría destruir
al más fuerte.

Podrías pensar que un modo de evitar que te maten es
unirte a algunos amigos. El problema es que no podrías es
tar seguro de quién es de fiar. Aunque otros hayan prometido
ayudarte, en alguna ocasión quizá les puede convenir
romper su promesa. Sin un nivel básico de confianza, cualquier
actividad que requiera cooperación, como cultivar comida
a gran escala o construir algo, sería imposible. No sabrías
cuándo te están engañando hasta que fuera demasiado
tarde, y para entonces quizá ya te habrían clavado literalmente
un cuchillo en la espalda. Y no habría nadie que castigara
a la persona que te ha apuñalado. Tus enemigos podrían
estar en todas partes. Vivirías con el miedo constante
de un ataque: una perspectiva no muy atractiva.

La solución, argumentó Hobbes, sería poner al mando a
alguien poderoso o a un parlamento. Los individuos en el
estado de naturaleza tendrían que aceptar un «contrato social
», un acuerdo mediante el que renunciarían a algunas de
sus peligrosas libertades a cambio de seguridad. Sin lo que él
llamó una «soberanía», la vida sería una especie de infierno.
Esta soberanía tendría derecho a infligir severos castigos a
todo aquél que no siguiera unas normas. Hobbes creía que
había ciertas leyes naturales que reconoceríamos como importantes,
como que deberíamos tratar a los demás tal y
como esperamos que nos traten a nosotros. Las leyes no sirven
de nada si no hay alguien o algo suficientemente fuerte
para hacer que todo el mundo las cumpla. Sin leyes, y sin
una soberanía poderosa, la gente que viviera en el estado de
naturaleza terminaría muriendo de forma violenta. El único
consuelo es que una vida así sería muy corta.

En Leviatán (1651), su libro más importante, Hobbes
explica con detalle los pasos necesarios para pasar de la situación
de pesadilla del estado de naturaleza a una sociedad
segura en la que la vida sea soportable. El «Leviatán» es un
monstruo marino gigantesco descrito en la Biblia. En Hobbes,
es una referencia al gran poder del estado. Al inicio de
Leviatán se puede ver el dibujo de un gigante que sobresale
por detrás de unas colinas con una espada en una mano y un
cetro en la otra. La figura está hecha de muchas personas
pequeñas, que siguen siendo individuos. El gigante represen-
ta el estado poderoso y su cabeza la soberanía. Sin ésta, creía
Hobbes, todo se vendría abajo y la sociedad se descompondría
en cada uno de sus indivios, dispuestos a despellejarse
entre sí para sobrevivir.

Los individuos que vivieran en el estado de naturaleza
tendrían, pues, muy buenas razones para trabajar juntos y
buscar la paz. Sólo así estarían a salvo. Si no, sus vidas serían
terribles. La seguridad sería mucho más importante que
la libertad. El miedo a la muerte empujaría a la gente a formar
una sociedad. Hobbes pensaba que estarían de acuerdo
en renunciar a gran parte de su libertad a cambio de alcanzar
un contrato social, una promesa para permitir que la
soberanía impusiera sus leyes. Todos vivirían mejor bajo
una autoridad poderosa que peleándose entre sí.

Desde que estaba en el útero, Hobbes vivió una época
peligrosa. Nació antes de tiempo porque su madre se puso
de parto al oír que la armada española había zarpado en
dirección a Inglaterra y que probablemente invadiría el país.
Afortunadamente, eso no ocurrió. Más adelante, escapó de
los peligros de la guerra civil inglesa trasladándose a París,
pero el miedo a que Inglaterra pudiera caer en la anarquía
está presente en toda su obra posterior. Fue en París donde
escribió Leviatán, y no regresó a Inglaterra hasta poco después
de su publicación en 1651.

Al igual que muchos pensadores de su época, Hobbes no
era sólo un filósofo; era lo que hoy en día llamaríamos un
hombre renacentista. Tenía un gran interés por la geometría
y la ciencia, así como por la historia antigua. De joven se
sintió atraído por la literatura y comenzó a escribir y traducir.
En cuanto a la filosofía, no se dedicó a ella hasta llegar a
la mediana edad y era un materalista. Creía que los humanos
somos únicamente seres físicos y que el alma no existe:
sólo somos cuerpos y, en última instancia, éstos no son
más que máquinas complejas.

Los mecanismos de relojería representaban la tecnología
más avanzada que había en el siglo xvii. Hobbes creía que los
músculos y los órganos del cuerpo eran su equivalente: solía
escribir acerca de los «muelles» de la acción y de los «engranajes
» que nos mueven. Estaba convencido de que todos los
aspectos de la existencia humana, incluído el pensamiento,
eran actividades físicas. En su filosofía no había espacio para
el alma. Hoy en día muchos científicos sostienen esta idea,
pero para su época era absolutamente radical. Hobbes llegó
incluso a asegurar que Dios debía de ser un gran objeto físico,
si bien algunas personas consideraban que en el fondo esto
era una forma disimulada de declarar su ateísmo.

Los críticos de Hobbes creen que fue demasiado lejos al
permitir a la soberanía (fuera ésta un rey, una reina o un parlamento)
disponer de un poder semejante sobre el individuo
en la sociedad. Al estado que describe, hoy lo llamaríamos
autoritario: aquél en el que la soberanía tiene un poder prácticamente
ilimitado sobre los ciudadanos. Aunque la paz sea
deseable, y el miedo a una muerte violenta un potente incentivo
para someterse a los poderes pacificadores, otorgar tanto
poder a un individuo o un grupo de individuos puede ser
peligroso. Hobbes no creía en la democracia (pues no creía
en la capacidad de las personas para tomar decisiones por sí
mismas), pero quizá habría cambiado de opinión si hubiera
podido conocer los horrores cometidos por los tiranos en el
siglo xx.

Hobbes era célebre por su rechazo a la existencia del
alma. Su contemporáneo René Descartes, en cambio, creía
que la mente y el cuerpo eran cosas completamente distintas.
Seguramente por eso Hobbes creía que a Descartes se le
daba mucho mejor la geometría que la filosofía y que debería
haberse dedicado a ella.


CUESTIONARIO THOMAS HOBBES – DESAGRADABLE, BRUTAL Y BREVE
Dibuja en la portada de tu trabajo si te place el siguiente dibujo y añade la leyenda HOMO HOMINI LUPUS EST (el hombre es un lobo para el hombre)


1º Busca información en internet sobre la vida y la obra de Thomas Hobbes (mínimo 50 palabras).

2º Busca información en la wiki sobre 1º la Casa de Estuardo (mínimo 50  palabras) y 2º la Guerras civiles inglesas del siglo XVII (mínimo 50 palabras).

3º a) ¿Qué opinión guardaba Hobbes del género humano?

b) ¿Por qué?

c) ¿Qué es lo que mueve a los seres humanos a actuar?

d)  ¿Qué conclusión extrae de la respuesta de la anterior pregunta?

4º Si todos los hombres son tan egoístas y buscan por encima de todo dominar a los demás (para así no temerles y poder aprovecharse de ellos), ¿Cómo es posible la convivencia pacífica y la cooperación entre los hombre?

5º ¿Qué es el “estado de naturaleza”?

6º ¿Cómo es la vida de los individuos en el “estado de naturaleza”?

7º Traduce la siguiente shakesperiana frase lapidaria de Hobbes que describe cómo sería la vida de los hombres si viviesen en el estado de naturaleza en lugar de vivir en sociedad sometidos a leyes y a un poder estatal que controla su cumplimiento:  “And the life of man, solitary, poore, nasty, brutish and short”. ¿De qué te suena esta frase?

8º ¿Qué ocurriría según Hobbes si eliminásemos el poder del Estado (que es quien se encarga de hacer las leyes y controlar su cumplimiento por parte de los individuos)?

9º ¿Por qué esta situación de “guerra sin fin  de todos contra todos” es para Hobbes la situación peor que podamos imaginar (el infierno en la Tierra)?

10º ¿Por qué son tan importantes las promesas para la convivencia pacífica y la cooperación humana?

11º a) ¿Por qué, tal como ocurre en una asociación mafiosa criminal, no puedes sentirte seguro aunque formes con algunos amigos una banda o clan para impedir que alguien te pueda matar a traición cuando duermes?

b) ¿Por qué alguien que te ha prometido algo puede en cualquier momento traicionarte?

12º ¿Qué consecuencia tiene el que pueda haber en todas partes supuestos amigos que puedan traicionarte en cualquier momento?

13º ¿Cómo podemos librar de ese miedo constante a ser traicionados por nuestros supuestos amigos o por nuestros enemigos confesos?

14º ¿Qué es el “contrato social”?

15º ¿Cómo denominó Hobbes a ese poder que nos brinda seguridad?

16º ¿A qué tiene derecho legítimo dicha entidad soberana?

17º  Según Hobbes, todos los seres humanos son conscientes de que existe una ley natural según la cual deberían tratar a los demás como les gustaría que les tratasen a sí mismos (esta regla recibe tradicionalmente el nombre de “Regla de oro”). Sin embargo, todos los hombres se dejan llevar por su egoísmo y la incumplen. ¿Qué es lo único que a juicio de Hobbes puede hacer a los hombres “entrar en razón” y respetar a sus semejantes?

18º a) ¿De qué trata la principal obra escrita por Hobbes, el  Leviathan?

b) ¿Qué es un Leviathan?

c) Dibuja lo mejor que puedas un Leviathan

d) ¿Por qué denomina Hobbes Leviathan  al Estado, es decir, a aquellos que gobiernan a la sociedad y están investidos del poder político o poder soberano?

e) Busca la portada de la primera edición del Leviathan de Hobbes y describe el dibujo que aparece en ella (la descripción aparece en el capítulo de Warburton)

f) ¿Qué representa el gigante? ¿Qué representa su cabeza?

g) ¿Qué ocurriría si el Estado perdiese su cabeza?

19º ¿Por qué el miedo a la muerte (la busca de seguridad) es lo que empuja al ser humano a vivir en sociedad?

20º Según Hobbes, para los individuos la seguridad es mucho más importante que la libertad. En la pregunta anterior has tenido que explica la consecuencia de la búsqueda de seguridad por parte de los individuos. En esta pregunta tienes que responder qué obtienen los individuos a cambio de renunciar a la libertad sin límites de la que disfrutaban en el estado de naturaleza.

21º ¿Por qué los individuos prefieren restringir su libertad y tener que obedecer al soberano por medio de un contrato social en lugar de seguir viviendo con absoluta libertad tal como hacían en el estado de naturaleza?

22º ¿Por qué podemos describir a Hobbes como un “hombre renacentista”?

23º Hobbes era un filósofo materialista ¿Qué significa tal cosa?

24º La concepción del cuerpo humano de Hobbes era mecanicista ¿Por qué?

25º ¿Por qué algunos contemporáneos de Hobbes tildaban a éste de ateo aunque afirmaba que Dios existía?

26º Finalmente, a) ¿por qué hoy en día se considera que el Estado hobbesiano es un Estado autoritario?

b) ¿Por qué tener un Estado autoritario como el que describe Hobbes puede no ser una buena idea para esos individuos que ansían la paz y la seguridad?

c) ¿Qué prueba histórica de ello nos pone Warburton?