viernes, 24 de enero de 2020

PASCAL - SPINOZA

capítulo 12
Hagan sus apuestas
Blaise Pascal
Si lanzas una moneda al aire puede salir cara o cruz. Hay
un cincuenta por ciento de posibilidades de ambas cosas, a no
ser que la moneda esté trucada. Así pues, en realidad da igual
qué lado creas que saldrá, pues cada vez que lances la moneda
habrá las mismas posibilidades de que salga una u
otra cosa. Si no estás seguro de que Dios exista, ¿qué deberías
hacer? ¿Es como lanzar una moneda al aire? ¿Deberías
arriesgarte y vivir como si Dios no existiera? ¿O sería más
racional actuar como si Dios existiera aunque las probabilidades
sean escasas? Blaise Pascal (1623–1662), que creía en
Dios, le dio muchas vueltas a esta cuestión.

Pascal era un católico devoto. Sin embargo, a diferencia de
muchos cristianos de la actualidad, su visión de la humanidad
era extremadamente sombría. Era un pesimista. Por todas
partes veía pruebas de la Caída. Para él, nuestras imperfeccio-
nes se deben a la traición de la confianza de Dios que cometieron
Adán y Eva al comer la manzana del Árbol del Conocimiento.
Al igual que Agustín (ver el capítulo 6), Pascal creía
que los seres humanos nos movemos por el deseo sexual, somos
poco fiables y nos aburrimos con facilidad. Todo el mundo
es desdichado. Todo el mundo oscila entre la ansiedad y la
desesperación. Deberíamos ser conscientes de nuestra insignificancia.
El escaso tiempo del que disponemos en el mundo es,
en relación a la eternidad anterior y posterior a nuestras vidas,
prácticamente insignificante. Ocupamos un diminuto
lugar en el infinito espacio del universo. Y sin embargo, al
mismo tiempo, Pascal creía que la humanidad tiene cierto potencial
si no pierde de vista a Dios. Estamos en algún lugar
entre los animales y los ángeles, aunque seguramente bastante
más cerca de los animales en la mayoría de los casos y durante
la mayor parte del tiempo.

El libro más célebre de Pascal, sus Pensées («Pensamientos
») fue reconstruido a partir de fragmentos de sus textos y
publicado en 1670 tras su muerte a los 39 años. Está escrito
en una serie de breves párrafos de hermosa factura. Nadie
está completamente seguro de cómo pretendía él organizar
las partes, pero el principal argumento del libro está claro:
es una defensa de su versión del cristianismo. Pascal no había
terminado el libro cuando murió. El orden de las partes
está basado en cómo había organizado los folios en legajos.
Cada uno conforma una sección del libro publicado.

Pascal fue un niño enfermizo, y siguió siendo físicamente
débil toda su vida. En los retratos que le hicieron, no parece
tener buen aspecto. Sus ojos llorosos te miran con tristeza.
A pesar de ello, logró muchas cosas en un corto espacio de
tiempo. De joven, animado por su padre, se hizo científico
y trabajó desarrollando vacunas y diseñando barómetros.
En 1642, inventó una máquina de calcular mecánica que podía
sumar y restar gracias a una manivela mediante la que se
hacían girar unas ruedas dentadas que accionaban un complejo
mecanismo. La hizo para ayudar a su padre con la
contabilidad del negocio. Del tamaño de una caja de zapa-
tos, se la conoce como la Pascalina y, a pesar de ser un poco
tosca, funcionaba. El principal problema era lo cara que resultaba
su producción.

Además de científico e inventor, Pascal fue un soberbio
matemático. Sus ideas matemáticas más originales fueron
sobre la probabilidad. Sin embargo, se le recuerda sobre
todo como filósofo religioso y escritor. Aunque a él no le
habría gustado demasiado que le consideraran un filósofo:
sus textos incluyen numerosos comentarios sobre lo poco
que saben los filósofos y lo poco importantes que son sus
ideas. Él se veía a sí mismo como un teólogo.

Pascal pasó de dedicarse a las matemáticas y la ciencia a
escribir sobre religión tras unirse a una controvertida secta
religiosa conocida como jansenismo. Los jansenistas creían
en la predestinación, es decir, que carecemos de libre albedrío,
y que sólo unas pocas personas han sido preseleccionadas
por Dios para ir al cielo. También creían en un modo de
vida muy estricto. En una ocasión, Pascal, que desaprobaba
las muestras de cariño, regañó a su hermana por abrazar a
su hijo. Sus últimos años los pasó viviendo como un monje,
y a pesar de los dolores que le provocaba la enfermedad que
terminaría matándole, no dejó de escribir.

René Descartes (el protagonista del capítulo 11; al igual
que Pascal, devoto cristiano, científico y matemático) creía que
se puede demostrar la existencia de Dios mediante la lógica.
Pascal, en cambio, creía lo contrario. Para él, creer en Dios
era un acto del corazón y de la fe. No le convencían los razonamientos
sobre la existencia de Dios que solían utilizar los
filósofos. No creía, por ejemplo, que se pudieran ver pruebas
de la mano de Dios en la naturaleza. Para él, el corazón,
no el cerebro, es el órgano que nos conduce a Dios.

A pesar de esto, en su Pensées expuso un inteligente argumento
para persuadir a quienes dudan de la existencia de
Dios, un argumento que se conoce como la Apuesta de Pascal.
En él recurre a su interés en la probabilidad. Si eres un
jugador racional, no sólo un adicto, además de tener el máximo
de posibilidades de ganar un gran premio, en la medida
de lo posible también querrás minimizar tus pérdidas. Los
jugadores calculan las probabilidades y, en principio, apuestan
en consecuencia. ¿Qué significa eso cuando se trata de
apostar acerca de la existencia de Dios?

Suponiendo que no estés seguro de la existencia de Dios,
hay varias opciones. Puedes elegir vivir como si Dios definitivamente
no existiera. Si tienes razón, habrás vivido sin ninguna
ilusión acerca de una posible vida después de la muerte
y, por lo tanto, también habrás evitado atormentarte pensando
en la posibilidad de que hayas pecado demasiado
para ir al cielo. Tampoco habrás perdido tiempo en la iglesia
rezando a un ser inexistente. Este enfoque, sin embargo, si
bien cuenta con algunas ventajas obvias, supone un gran riesgo.
Si no crees en Dios, pero finalmente resulta que éste existe,
no sólo puedes perder tu oportunidad de dicha celestial,
sino que también puede que termines en el inferno, donde te
torturarán por toda la eternidad. Éste es el peor resultado
posible para cualquiera.

O bien, sugiere Pascal, puedes elegir vivir como si Dios
existiera. Puedes rezar, ir a la iglesia, leer la Biblia. Si resulta
que Dios existe, habrás ganado el mayor premio posible: la
oportunidad real de obtener la dicha eterna. Si eliges creer
en Dios pero resulta que estás equivocado, no habrás hecho
ningún sacrificio importante (y, presumiblemente, no estarás
presente para descubrir que estabas equivocado y sentirte
mal por haber malgastado todo ese tiempo y esfuerzo). En
palabras de Pascal: «Si ganas, lo ganas todo; si pierdes, no
pierdes nada». Admitía que podías perderte «esos placeres
embriagadores»: la gloria y el lujo. Pero en vez de eso serías
fiel, honesto, humilde, agradecido, generoso, un buen amigo
y siempre dirías la verdad. No todo el mundo lo vería en
estos mismos términos. Probablemente, Pascal estaba tan
inmerso en un modo de vida religioso que no era consciente
de que para los no religiosos sí supondría un sacrificio dedicar
sus vidas a la religión y vivir lo que considerarían una
vida ilusoria. En cualquier caso, tal y como señala Pascal,
por un lado tienes la oportunidad de la dicha eterna si tienes

razón, e inconveniencias relativamente menores y unas pocas
ilusiones si estás equivocado. Por el otro te arriesgas a
terminar en el infierno, pero tus posibles ganancias no se
pueden comparar con una eternidad en el cielo.

Tampoco puedes no tomar partido. Desde el punto de
vista de Pascal, si lo intentas, te podría pasar lo mismo que
si no crees en la existencia de Dios: podrías terminar en el
infierno o, como mínimo, no tener acceso al cielo. Tienes
que tomar una decisión en un sentido u otro. No sabes si
realmente Dios existe. ¿Qué deberías hacer?

Para Pascal era obvio. Si eres un jugador racional y analizas
las probabilidades te darás cuenta de que debes apostar
por la existencia de Dios incluso si, como sucede al lanzar
una moneda al aire, sólo hay un pequeño porcentaje de posibilidades
de que aciertes. El premio potencial es infinito, y
la pérdida potencial escasa. Con esas probabilidades, creía
él, ninguna persona racional haría otra cosa que no fuera
apostar por la existencia de Dios. Obviamente, existe el riesgo
de que lo hagas y pierdas: que finalmente Dios no exista.
Pero es un riesgo que deberías asumir.

Pero, ¿qué sucede si ves la lógica de todo esto pero aun
así tu corazón sigue sin sentir que Dios exista? Es realmente
difícil (y quizá imposible) convencerse de algo que sospechas
que no es cierto. Intenta creer que hay hadas en tu armario.
Puede que seas capaz de imaginártelo, pero eso es
muy distinto a pensar que realmente hay hadas ahí dentro.
Creemos aquellas cosas que pensamos que son ciertas. Ésa
es la naturaleza de la fe. Así pues, ¿cómo se las arregla para
tener fe el incrédulo que duda de la existencia de Dios?

Pascal tenía una respuesta a este problema. Una vez que
te has dado cuenta de que creer en Dios beneficia tus intereses,
necesitas encontrar una forma de convencerte de que
Dios existe y tener fe. Lo que deberías hacer es imitar a personas
que ya creen en Dios. Pasar tiempo en la iglesia haciendo
lo mismo que ellos. Santiguarte con agua bendita,
asistir a misas, etcétera. Pronto, creía Pascal, terminarás no
solo imitando sus actos, sino adoptando las creencias y sen-
timientos que tienen. Es tu mejor oportunidad para conseguir
la vida eterna y evitar el riesgo de la tortura eterna.

No todo el mundo encuentra convincente el argumento
de Pascal. Uno de los problemas más obvios es que, si Dios
existe, puede que no vea con muy buenos ojos a la gente que
sólo ha creído en él porque era la apuesta más segura. Parece
una razón equivocada para creer en Dios. Es demasiado interesada;
está basada exclusivamente en la voluntad egoísta
de salvar el alma a toda costa. Un riesgo podría ser que Dios
no dejara entrar en el cielo a nadie que haya utilizado este
argumento de jugador.

Otro problema serio de la Apuesta de Pascal es que no
tiene en cuenta la posibilidad de que, al seguirla, optes por la
religión equivocada, el Dios equivocado. Pascal presenta dos
opciones: creer en un Dios católico o que Dios no existe. Pero
hay muchas otras religiones que prometen dicha eterna a sus
creyentes. Si una de esas religiones resulta ser cierta, al optar
por el cristianismo, el individio que ha hecho caso a Pascal
puede verse tan excluido de la felicidad celestial como la persona
que rechaza toda creencia en Dios. De haber pensado en
esta posibilidad, puede que Pascal hubiera sido todavía más
pesimista de lo que era sobre la condición humana.

Pascal creía en el Dios descrito en la Biblia; Baruch Spinoza,
en cambio, tenía un punto de vista muy distinto sobre
la deidad; uno que ha hecho sospechar a algunos que en
realidad era un ateo disfrazado.


capítulo 13
El pulidor de lentes
Baruch Spinoza

La mayoría de las religiones enseñan que Dios existe en algún
lugar fuera del mundo, quizá en el cielo. Baruch Spinoza
(1632–1677) creía, en cambio, que Dios es el mundo.
Para exponer su argumento, este pensador escribía acerca
de «Dios o la Naturaleza», utilizando ambas palabras para
referirse a la misma cosa. Dios y la naturaleza son dos formas
de describir una única cosa. Dios es la naturaleza y la
naturaleza es Dios. Esto viene a ser una forma de panteísmo:
la creencia de que todo es Dios. En su momento, fue una
idea radical que metió a su autor en muchos problemas.

Spinoza nació en Ámsterdam, en el seno de una familia
de judíos portugueses. En aquella época, Ámsterdam era un
lugar popular entre quienes huían de alguna persecución.
Pero incluso ahí había límites a las opiniones que uno podía
expresar. Aunque había sido criado en la religión judía, Spi-
noza fue excomulgado y condenado por los rabinos de su
sinagoga en 1656, cuando contaba con 24 años, probablemente
porque sus opiniones sobre Dios eran poco ortodoxas.
Entonces dejó Ámsterdam y se instaló en La Haya.
A partir de ese momento sería más conocido como Benedicto
de Spinoza que por Baruch, su nombre judío.

Muchos filósofos se han sentido atraídos por la geometría.
Las famosas pruebas de varias hipótesis geométricas
del griego de la Antigüedad Euclides pasaron de unos pocos
axiomas o suposiciones sencillas a conclusiones como que la
suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual a dos
ángulos rectos. Lo que los filósofos suelen admirar de la geometría
es cómo, desde un punto de partida determinado y
mediante cuidadosos pasos lógicos, llega a conclusiones sorprendentes.
Si los axiomas son ciertos, las conclusiones también
deben serlo. Este tipo de razonamiento geométrico inspiró
tanto a René Descartes como a Thomas Hobbes.

Spinoza no sólo admiraba la geometría; escribió filosofía
como si fuera geometría. Las «pruebas» que ofrece en su libro
Ética parecen pruebas geométricas e incluyen axiomas y
definiciones. Poseen, pues, la misma lógica implacable que
la geometría, pero en vez de abordar temas como los ángulos
de los triángulos y la circunferencia de los círculos, tratan
acerca de Dios, la naturaleza, la libertad y la emoción.
Spinoza sentía que estos temas podían ser analizados y razonados
del mismo modo que los triángulos, los círculos y los
cuadrados. Incluso termina las secciones con «QED», abreviación
de quod erat demonstrandum, frase latina que significa
«lo que se quería demostrar» y que aparece en los libros
de texto de geometría. Hay, creía él, una estructura lógica
subyacente al mundo y nuestro lugar en él que la razón puede
revelar. Nada sucede por azar, todo tiene un propósito y
un principio. Todas las cosas forman parte de un gran sistema
y el mejor modo de comprenderlo es mediante el poder
del pensamiento. A este planteamiento filosófico que sitúa la
razón por encima de la experimentación y la observación se
le suele llamar racionalismo.

A Spinoza le gustaba estar solo. En soledad disponía del
tiempo y de la paz mental para dedicarse a sus estudios. Probablemente,
teniendo en cuenta sus opiniones sobre Dios,
también era más seguro no formar parte de ninguna institución
pública. Por esta razón, su libro más famoso, Ética, no
sería publicado hasta después de su muerte. Aun así, su reputación
como pensador sumamente original se comenzó a
propagar mientras vivía e incluso rechazó una oferta para
enseñar en la Universidad de Heidelberg. No tenía inconveniente,
sin embargo, en discutir sus ideas con algunos de los
pensadores que venían a visitarle. El filósofo y matemático
Gottfried Leibniz fue uno de ellos.

Spinoza vivía con gran sencillez. En vez de comprarse
una casa propia, se alojaba en una habitación alquilada. No
necesitaba demasiado dinero y podía vivir con lo que ganaba
como pulidor de lentes, más algunos pequeños donativos
de gente que admiraba su trabajo filosófico. Las lentes que
hacía se utilizaban en instrumentos científicos como telescopios
y microscopios. Esto le permitía ser independiente y
trabajar desde casa. Por desgracia, lo más probable es que
también contribuyera a su temprana muerte a los 44 años a
causa de una infección de pecho. Debido a su trabajo, diariamente
debía de aspirar demasiado polvo de cristal y, casi
con toda seguridad, esto terminó dañando sus pulmones.

Si Dios es infinito, razonó Spinoza, no puede haber nada
que no sea Dios. Si descubres algo en el universo que no
es Dios, éste no podría ser infinito, puesto que, en principio,
Dios podría haber sido ésa o cualquier otra cosa. Todo forma
parte de él, incluídas las piedras, las hormigas, las briznas
de hierba y las ventanas. Todas las cosas conforman una
totalidad increíblemente compleja, pero en última instancia
todo lo que existe es parte de una única cosa: Dios.

Los creyentes religiosos tradicionales predican que Dios
ama a la humanidad y responde a sus oraciones personales.
Esto no deja de ser una forma de antropomorfismo: proyectar
cualidades humanas, como la compasión, sobre un ser no humano,
Dios. La forma más extrema es imaginar a un hombre
bondadoso con una gran barba y una dulce sonrisa. El Dios
de Spinoza no tenía nada que ver con esto. Él –o, quizá mejor
dicho, «ello»– es completamente impersonal y no le preocupa
nada ni nadie. Según Spinoza, puedes y deberías amar a Dios,
pero no esperes nada a cambio. De hecho, el Dios que describe
es tan absolutamente indiferente a los seres humanos y sus
quehaceres que muchos pensaban que Spinoza no creía para
nada en Dios y que su panteísmo tan sólo era una tapadera.
Creían que se trataba de un ateo totalmente contrario a la
religión. ¿Cómo iba a ser otra cosa alguien que creía que a
Dios no le importaba la humanidad? Desde la perspectiva de
Spinoza, sin embargo, él sentía un amor intelectual por Dios,
un amor basado en una profunda comprensión a la que había
llegado mediante la razón. Esto no se parecía demasiado a
ninguna religión convencional. Probablemente, la sinagoga
había hecho bien en excomulgarle.

Las opiniones de Spinoza sobre el libre albedrío también
eran controvertidas. Era un determinista. Esto significa que
creía que toda acción humana era resultado de una causa
anterior. Si una piedra lanzada al aire se pudiera volver
consciente como un ser humano, creería que se mueve gracias
a su fuerza de voluntad a pesar de no ser así. Lo que
realmente la mueve es la fuerza del lanzamiento y el efecto
de la gravedad. La piedra, sin embargo, sentiría que es ella y
no la gravedad quien controla su trayectoria. Lo mismo sucede
con los seres humanos: nos parece que escogemos con
libertad lo que hacemos y creemos tener control sobre nuestras
vidas, pero eso se debe a que no comprendemos de dónde
surgen nuestras elecciones y acciones. El libre albedrío es
una ilusión. No existe ninguna acción libre y espontánea.

A pesar de ser un determinista, Spinoza creía que cierta
libertad humana muy limitada era posible y deseable. El
peor modo de existir era en lo que él llamaba esclavitud: a
merced por completo de nuestras emociones. Cuando te sucede
algo malo –alguien, por ejemplo, es maleducado contigo–
y pierdes los estribos, estás actuando de un modo pasivo.
Te limitas a reaccionar ante los acontecimientos. Hechos
externos provocan tu enojo. No tienes el control. El modo
de evitarlo es conocer mejor los elementos que determinan
tu comportamiento y las cosas que provocan que te enfades.
Para Spinoza, lo máximo que podemos lograr es que nuestras
emociones surjan de nuestras propias elecciones en vez
de estar provocadas por acontecimientos externos. Si bien
estas elecciones nunca podrán ser completamente libres, es
mejor ser activo que pasivo.

Spinoza fue un filósofo típico. Estaba dispuesto a ser
controvertido, a proponer ideas que nadie quería escuchar,
y a defender sus puntos de vista con argumentos. A traves de
sus escritos, sigue influyendo a quienes leen su obra, incluso
cuando están en total desacuerdo con sus ideas. Su creencia
de que Dios es la naturaleza no fue muy popular en su época,
pero desde su muerte ha ido adquiriendo unos cuantos
admiradores eminentes, entre los cuales la novelista victoriana
George Eliot, que tradujo su Ética, o el físico del siglo
xx Albert Einstein, quien, si bien se veía incapaz de creer
en un Dios personal, reveló en una carta que sí creía en el
Dios de Spinoza.

Como hemos visto, el Dios de Spinoza es impersonal y
sin características humanas, así que no castigaría a nadie
por sus pecados. La postura de John Locke, nacido el mismo
año que Spinoza, era muy distinta. Su teoría sobre la naturaleza
del ser humano estaba parcialmente influenciada por su
preocupación acerca de lo que podía pasar el día del Juicio
Final.


CUESTIONARIO
HAGAN SUS APUESTAS – Blaise Pascal

Para ilustrar tu trabajo, te invito a que dibujes una lápida donde aparezca el nombre BENEDICTI DE SPINOZA (sin símbolo religioso de ningún tipo, ni la cruz cristiana ni la estrella de David judía) y donde se pueda leer el dicterio que alguien escribió en ella: "Escupe sobre esta tumba: aquí yace Spinoza. ¡Ojalá su doctrina quede también sepultada y no se propague su pestilencia!".

Si lo prefieres puedes dibujar cualquier motivo que se te ocurra relacionado con Pascal (la "pascalina" por ejemplo") y escribir debajo el más famoso pensée de Pascal: "El corazón tiene razones que la razón desconoce"

1º Busca información sobre la vida y obra de Pascal (mínimo 50 palabras)

2º a) ¿Qué probabilidades crees que hay de que Dios exista?


b) Aunque las probabilidades de que Dios exista sean escasa, ¿cómo crees que es más racional vivir: como si no existiese o como si existiese (no olvides que los cristianos creen que Dios todo lo ve y nos someterá a un juicio final tras la muerte en el que nuestra alma será salvada o condenada para toda la eternidad)?
RESPUESTA PERSONAL DEL ALUMNO

2º La concepción del ser humano de Pascal es pesimista, agustiniana. ¿Qué es el hombre para Pascal?


3º Pascal fue, en cierto modo, el Bill Gates del siglo XVII. ¿Por qué?


4º a) ¿A qué congregación religiosa pertenecía Pascal?


b) Busca información en la wiki sobre ella (mínimo 50 palabras)

c) ¿En qué creían los miembros de dicha congregación?

d) ¿Cómo era su forma de vida?


5º ¿Por qué para Pascal, contra Descartes, es el corazón el órgano que nos conduce a Dios?


6º a) Busca información en la wiki sobre la “Teoría de juegos” (mínimo 50 palabras). Puedes leer, si te interesa y para completar tu búsqueda de información, la entrada “La apuesta de Pascal- estadística para todos”)
La apuesta de Pascal
PASCAL INTENTÓ CONVENCERNOS DE LA EXISTENCIA DE DIOS UTILIZANDO LA PROBABILIDAD MATEMÁTICA


Blaise Pascal » se pregunta qué debe hacer una persona que, no estando convencida de la existencia de Dios, duda también de los argumentos de los ateos y teme, por lo tanto, que su duda lo prive de la salvación. Apoyándose en la teoría de juegos, el francés concluye que es mejor rodearse de un ambiente religioso e intentar creer, porque la ganancia que podría alcanzarse es siempre mayor que la posible pérdida.
Es necesario resaltar que la base sobre la cual se construye la moderna Teoría de la Probabilidad es la tradición filosófica y que los juegos de azar han sido el pilar fundamental en el nacimiento y posterior perfeccionamiento de la misma.
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifTeoría de juegos
Una persona que ante posibilidades iguales de ganancia y pérdida, debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar, pues las expectativas de obtener una ganancia son superiores a la de no obtenerla. Si, por el contrario, si debe apostar 1 para ganar 2, la decisión que tome es indiferente.
Ejemplo real : Supongamos un juego de azar con la misma probabilidad de ganar que de perder en el que el valor de la apuesta es 1 € y si gana recibe 3 €. Por tanto debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar , pues las expectativas de obtener ganancia son superiores a la de no obtenerla. Podemos utilizar la teoría de juegos y calcular la esperanza matemática o valor esperado de este juego que es el beneficio medio y se calcula sumando los productos de la probabilidad de un suceso por el "premio" o pago que se recibe en el caso de darse dicho suceso .
0 *(1/2) + 3 *( 1/2) = 1,5
Por lo tanto, la expectativa de jugar pagando un euro por apuesta es -1 + 1,5 = 0,5 frente a la expectativa de no jugar que es cero, entonces se debe jugar.
Por otra parte, si el juego diera una ganancia de 2 €, en lugar de 3 €, , entonces su esperanza sería: 0*(1/2) + 2*(1/2) = 1. Entonces, consecuentemente con la teoría de juegos, podría pagar el euro para jugar o para rechazar jugar, porque de cualquier manera su expectativa total sería 0.
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa apuesta
La apuesta o Infinito-nada son unas reflexiones pioneras en la teoría de juegos que conciernen a algo metafísico: la existencia de Dios. Pascal intentó convencerse de ella utilizando la probabilidad matemática.
El infini-rien, hallado en el bolsillo de Pascal cuando murió, consiste en dos hojas de papel escritas en distintos momentos y con muchas tachaduras. Esta manera de trabajar no era habitual en él. Sus pensamientos acostumbraban a salir de manera pausada, ordenada, y eran plasmados con una caligrafía clara y sin apenas borrones. El filósofo, un buen racionalista, habría intentado dar una solución lógica al problema de la vida eterna pero probablemente fue el temor a posibles represalias lo que hizo que no escribiera un texto definitivo, y por tanto publicable, con sus reflexiones acerca de Dios y la vida tras la muerte. El texto en borrador consiste en un diálogo entre un maestro de fe convencida -Pascal- que anima a su joven discípulo a que aparque sus dudas y crea en Dios. Empieza planteando el gran dilema: ¿existe Dios o no? Se atreve a admitir, hecho nada usual en su época, que no puede responder. Sin embargo, no se detiene aquí y asigna una probabilidad indeterminada a que sí y la probabilidad opuesta a que no.
  • Tú puedes creer en Dios, si existe irás al cielo.
  • Tú puedes creer en Dios, si no existe no ganarás nada.
  • Tú puedes no creer en Dios, si no existe tampoco ganarás nada.
  • Tú puedes no creer en Dios, si existe tú serás castigado.
Además Pascal creía en la moral cristiana, así que creer en Dios (y por ende en su religión) aportaba a la persona una moralidad positiva.
Dios existe (Dios)
Dios no existe (¬Dios)
Creer en Dios (Creer)
+ ∞ (CIELO)
0
No creer en Dios (¬Creer)
− ∞ (INFIERNO)
0
Apostar por Dios requiere practicar la fe aunque, como el maestro admite, sea un sacrificio ir a la iglesia, dar limosna y comportarse según los preceptos religiosos; pero defiende que la recompensa de la vida eterna compensa con creces por todo ello. El discípulo no cede fácilmente y recuerda que no está demostrado que haya un ser superior. Pero el maestro insiste: hay poco que perder y mucho que ganar.
El argumento de esperanza, denominado así por los comentaristas de Pascal, solicita que el promedio de nuestra felicidad sobre la probabilidad de que Dios exista sea positivo; es decir, que el placer mundano más la recompensa incierta de una vida eterna supere al sacrificio intrínseco de la religión.
Pascal concluye que se debe creer en Dios si hay una mínima posibilidad, diferente de cero, de que exista; porque el hipotético infinito de la vida celestial minimiza cualquier sacrificio en una vida finita. Con esta argumentación, de la que procede el nombre infini-rien, Pascal convence definitivamente al joven discípulo.
Hay varias consideraciones a tener en cuenta al analizar esta apuesta:
1.     El argumento de Pascal sólo es válido para los agnósticos que deberían considerar los beneficios de practicar la fe por poco que confíen en ello. En cambio, un ateo descartaría el razonamiento de entrada puesto que para él la probabilidad de que exista Dios es nula y para un creyente el único argumento real para probar la existencia de Dios, y por la única que los cristianos nos podremos salvar es por la fe. Y la fe es una virtud infusa, es un regalo.
2.     La apuesta de Pascal no es el único argumento para probar la existencia de Dios. existen las cinco vías de Santo Tomás., los argumentos de Descartes, San Anselmo también da los propios Pero si es único desde un prisma matemático a diferencia de los otros, ontológicos e inclusos cosmológicos.
Actualmente, preguntarse si Dios existe o no y hasta qué punto conviene, por si acaso, ser creyente sigue siendo habitual. Sin embargo, no lo es tanto realizar un estudio sobre ello. Quizás porque los científicos difícilmente pueden aplicar aquí su demoledor método basado en la experimentación y la observación para llegar a conclusiones comprobadas “científicamente”. Pero hubo una época en la que los pensadores se dedicaban tanto a la ciencia como al arte y al espíritu, fue cuando Pascal hizo su apuesta.
3.     Su apuesta es una de las primeras aportaciones a la teoría de la decisión: de una situación de incertidumbre es posible inferir, utilizando una aritmética correcta, un conjunto de decisiones completamente desvinculadas del azar. Numerosos científicos del siglo XVII rivalizaban en concursos para el diseño de una lotería del estado más justa y apostaban a ver quién era el primero que conseguía reventar la banca de un casino. De manera más o menos ociosa, pero siempre lucrativa, iniciaron la teoría de la probabilidad (la teoría de juegos ). La contribución de Pascal se distingue del resto porque se atrevió a equiparar las cuestiones del bingo y las de Dios e intentó resolverlas con el mismo formalismo matemático.
4.     Recordemos también que Pascal ideó una de las primeras calculadoras, la pascalina, del tamaño de una caja de zapatos, hecha en madera y llena de engranajes. Podemos imaginarle evaluando constantemente su patrimonio de felicidad, sacrificándose el mínimo necesario para asegurarse la posible recompensa y contando el máximo aceptable de placer alocado. ¿Por qué no recurrir a nuestros avanzados ordenadores y calculadoras? Optimicemos nuestros pecados y recemos lo suficiente para compensar. ¡La vida es un juego de estrategia(Josep Perelló)
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa Cita original
Toda la argumentación de esta apuesta se encuentra contenida en el capítulo 42 de sus Pensées, denominado "El Infini-rien"(Infinito-nada)
Vous avez deux choses à perdre : le vrai et le bien, et deux choses à engager : votre raison et votre volonté, votre connaissance et votre béatitude; et votre nature a deux choses à fuir : l'erreur et la misère. Votre raison n'est pas plus blessée, en choisissant l'un que l'autre, puisqu'il faut nécessairement choisir. Voilà un point vidé. Mais votre béatitude ? Pesons le gain et la perte, en prenant croix que Dieu est. Estimons ces deux cas : si vous gagnez, vous gagnez tout; si vous perdez, vous ne perdez rien. Gagez donc qu'il est, sans hésiter. », Pensées —Blaise Pascal (1670)
que traducido quiere decir,
Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la calamidad (miseria). Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquí un punto vacío. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear. Pensamientos. —Blaise Pascal (1670)
https://www.estadisticaparatodos.es/i/subir2.gifLa contraapuesta del filósofo ateo George H. Smith
Para los ateos, la existencia de Dios sólo puede ser demostrada por la razón, y la razón les dice que tal ser no existe y que, como consecuencia, una persona racional debe rechazar creer en este ser. Ahora surge la pregunta "Pero somos seres humanos falibles. ¿Qué tal si nuestra razón se equivoca en esto? ¿Qué sucederá si existe un Dios que nos castigue por no creer, y cuya existencia no pueda ser demostrada por la razón?" Aquí es donde entra el filósofo George H. Smith (autor de "Ateísmo: el Caso Contra Dios" (197?)), ingenió una contraapuesta que va como sigue: Apostemos por la razón, dice Smith. Ésta debería llevarte al ateísmo. Hay sólo cuatro posibilidades:
1.     No hay Dios. El ateo está en lo correcto, y en consecuencia vive una vida feliz y plena, libre de dogmas irreflexivos y de tiranías emocionales.
2.     La segunda posibilidad es el Dios del deísmo, de quien se dice que creó el universo y luego lo dejó librado a sí mismo. No hay nada que temer de tal Dios; él o ella es impersonal y no nos castiga ni nos recompensa.
3.     La tercera posibilidad es un Dios que se interesa por la humanidad. Es un Dios justo y bueno. Tal Dios, en su infinita bondad nunca castigaría a nadie por errores honestos de razonamiento. Aquí tampoco tenemos razón alguna para temer a un Dios así. .
4.     La cuarta y última posibilidad es que haya un Dios injusto. Sin interés por la justicia, nos quemará sin importar si nuestros errores son honestos o no. Un creyente no estará en mejor situación que un ateo con este Dios.
Según la apuesta de Smith debemos en todos los casos apostar a la razón y aceptar la consecuencias lógicas, que en este caso es ateísmo. Si no hay ningún dios, usted esta en lo correcto; si hay un dios indiferente, usted no sufrirá; si hay un dios justo, usted no tiene nada que temer del uso honrado de su razón; y si hay un dios injusto, usted tiene mucho de que temer, pero también el cristiano"

b) Expón el argumento “La apuesta de Pascal” (tienes indicar cúales son las tres alternativas y describir en qué consiste cada una de ellas)


7º Según Pascal, ¿Por qué es racional apostar? Justifica tu respuesta


8º Quizá tu inteligencia esté ya convencida de lo beneficioso que es creer en Dios para sus intereses. Pero, ¿Cómo se logra convencer al corazón de que debe tener fe?


9º ¿Por qué no es convincente el argumento de Pascal (son dos razones)
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BARUCH SPINOZA – El pulidor de lentes

1º Busca información en internet sobre la vida y obra de Spinoza (mínimo 50 palabras)

2º Busca información en internet sobre la Provincias Unidas (la Holanda del siglo XVII) y sobre el Siglo de Oro Neerlandes (mínimo 50 palabras).

3º a) Para la mayoría de las religiones, ¿dónde se encuentra Dios?

b) Para Spinoza, Dios no se encuentra fuera del mundo sino en el mundo. ¿Por qué?

c) ¿Qué expresión utilizaba Spinoza para referirse a Dios?

d) ¿Qué es Dios?

e) ¿Y qué es la naturaleza?

f) ¿Por qué afirma Warburton que Spinoza es panteísta?

4º ¿Qué le sucedió a Spinoza a los 24 años?

5º Busca información en internet sobre los “Elementos de geometría” de Euclides (mínimo 25 palabras).

6º ¿Sobre qué temas razona Spinoza de “modo geométrico” en su Ética?

7º ¿Por qué se considera a Spinoza un filósofo racionalista, es decir, por qué Spinoza creía que la razón (la inteligencia humana) podía comprender la realidad sin necesidad de recurrir a la información procedente de los sentidos, es decir, a la observación y la experimentación?

8º ¿Por qué, según Spinoza, todo tiene que ser parte de Dios?

9º Explica a) por qué Spinoza sentía un “amor intelectual” por Dios (amor Dei intellectualis), un amor que no es pasión sino comprensión y b)  si esperaba algo de Dios a cambio de amarlo y adorarlo al igual que los creyentes convencionales

10º ¿Por qué Spinoza no esperaba nada de la divinidad por amarlo?

11º ¿Qué significa que respecto al libre albedrío, Spinoza mantenía una postura “determinista”

12º Para Spinoza, la libertad humana es una ilusión. ¿Por qué es una ilusión?

13º Sin embargo, Spinoza creía, como los estoicos, en la libertad individual (una libertad ciertamente limitada). Somos libre (en cierta medida) cuando somos activos y no pasivos. Explica: a) cuándo somos activos y por lo tanto libres y b) cuándo pasivos y por lo tanto esclavos.
14º Einstein decía que no creía en un Dios personal pero sí en el Dios impersonal de Spinoza (el Cosmos en su inmensidad e infinitud concebido como lo divino). Einstein era judio. ¿Quién era es Dios personal en el que decía ya no creer?




1 comentario:

  1. Para Juan Nieto: mi correo es damianpp03@gmail.com, soy el delegado de primero de BACH A, es para q te pongas en contacto conmigo por la suspensión de las clases

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