domingo, 30 de octubre de 2022

1º BACHARELATO - LECTURA PARA DISERTACIÓN


O seguinte texto fala sobre as fontes e os límites do coñecemento humano: a chamada teoría do coñecemento ou epistemoloxía. É preciso lelo e facer un pequeno esquema da opinión persoal que se teña a propósito da pregunta básica que nel se propón. A partir desta base, e tomando como referencia a guía que se dá ó final de "El arte de tener razón" (o texto de Infante empregado para traballar as falacias), demandarase a elaboración dunha disertación individual.


¿Vivimos en un mundo virtual?

Adaptación da “Pregunta 2” (pp. 38 a 64) do libro de Stephen Law Tú, ¿en qué piensas? (Alfaguara, 2001)


El juego de Jim.

Jim está jugando con el ordenador. El juego se llama Mazmorras y monstruos. Consiste en desplazarse por un laberinto de mazmorras, matar a todos los monstruos y conseguir el tesoro. Es evidente que a Jim le encanta el juego, especialmente matar monstruos.

En primer lugar debo advertirte de algo: Jim acabará mal. Pero ya hablaremos de eso más adelante. Antes tengo que explicarte lo que es la realidad virtual.


Realidad virtual.

Ni las mazmorras, ni el arma, ni los monstruos ni el tesoro del juego de Jim son reales. Forman parte de lo que conocemos como realidad virtual: un mundo creado por ordenador. Una realidad virtual se compone de un entorno virtual dentro del cual se pueden encontrar objetos virtuales. En el juego de Jim, las mazmorras y los pasadizos constituyen el entorno virtual; el arma, los monstruos y el tesoro son objetos virtuales.

Seguramente habrás visto alguna vez una realidad virtual en uno de esos juegos de ordenador en los que se conduce un coche por un circuito de carreras o se pilota un avión por el cielo. Los coches, el circuito, los aviones y demás elementos de esos juegos son virtuales. No existen en realidad.


El casco de realidad virtual.

Normalmente, cuando participas en uno de esos juegos, visualizas la acción en una especie de pantalla de televisión. Existen también otras formas de experimentar realidades virtuales.

Los informáticos desarrollaron hace un tiempo los llamados cascos de realidad virtual.

Un casco de realidad virtual funciona así: cuando te lo pones ves una pantalla pequeña en la que aparece un entorno virtual. Lo más importante de esa pantalla es que si mueves la cabeza, el punto de vista cambia como si realmente te encontraras dentro de ese entorno

Por ejemplo, si giras la cabeza hacia la izquierda, verás lo que está a tu izquierda en el entorno virtual. Si bajas la cabeza, verás lo que hay en el suelo del entorno virtual. Si miras hacia atrás, verás lo que hay detrás de ti.

El casco dispone también de dos pequeños altavoces (uno para cada oído), para que puedas escuchar lo que sucede en la realidad virtual. Como ocurre con la vista, el sonido cambia en función de en qué dirección te orientes. Así que con uno de esos cascos, tienes la sensación de que tanto la imagen como el sonido del entorno virtual realmente te rodean.


Extremidades virtuales.

También es posible alcanzar y agarrar objetos virtuales. Existen unos guantes electrónicos que proporcionan unas manos virtuales. Con los guantes puestos puedes mover unas manos que ves cuando llevas el casco de realidad virtual. Con ellas es posible conducir un coche virtual, o disparar un rayo láser a un alienígena virtual.

Imagínate que le damos a Jim uno de esos uniformes de realidad virtual (casco, guantes y sensores para las piernas) y lo conectamos a un potente ordenador en el que se desarrolle una versión de su juego favorito: Mazmorras y monstruos. Jim jugaría a lo mismo, sólo que esta vez le parecería mucho más real. Esta vez le daría la impresión de que se encuentra realmente dentro de la mazmorra virtual, sentiría que puede tocar los muros de la mazmorra con sus propias manos.


Ojos artificiales.

Hablemos ahora de otro tipo de innovación tecnológica: los ojos artificiales. A diferencia de la realidad virtual, este avance científico todavía no se ha producido1. Pero, en principio, no hay ninguna razón que lo impida.

Ponte una mano delante de los ojos y obsérvala con atención.

¿Qué sucede cuando la miras?

En primer lugar, la mano refleja la luz y ésta llega a los ojos. Una lente situada en la parte frontal del ojo dirige esa luz a la parte posterior del ojo y allí se produce la imagen. La superficie de la parte posterior del ojo está compuesta de millones de células fotosensibles y cuando la luz alcanza a una de esas células, se produce un diminuto impulso eléctrico. La figura de impulsos eléctricos producidos por la imagen de tu mano que llega a esas células es transmitida a continuación al cerebro a través de un conjunto de nervios denominados nervio óptico. Así es como llegas a ver tu mano.

¿Es preciso que sea un ojo humano normal el que transmita los impulsos eléctricos al nervio óptico y a través de éste al cerebro? No veo por qué. ¿Podrían ser sustituidos los ojos humanos por minúsculas cámaras de televisión?

Esas cámaras realizarían la función que desempeñan en la actualidad los ojos, enviando al nervio óptico el mismo tipo de estímulos eléctricos. De ese modo, percibirías exactamente lo mismo. El mundo visto a través de unos ojos artificiales parecería idéntico al que vemos con los ojos normales.


El ojo en un palo.

Si lo piensas bien, tener cámaras de televisión en lugar de ojos sería muy ventajoso. Los ojos artificiales podrían conectarse a los nervios ópticos mediante cables de gran longitud. De este modo, podrías sacarte un ojo y llevado en la mano, incluso pasado por detrás de la cabeza, algo muy útil para saber si te persigue alguien.

También podrías colocar el ojo en el extremo de un palo, ideal para encontrar una moneda que se te hubiera caído debajo del sofá.


Un cuerpo robótico.

Tal vez algún día los científicos lleguen a inventar no sólo ojos artificiales, sino también oídos artificiales: pequeños micrófonos electrónicos que sustituyeran los oídos humanos2. Esos micrófonos estimularían los nervios que conectan nuestros oídos con el cerebro del mismo modo que lo hacen los oídos normales.

Así, el sonido de una campana, por ejemplo, sonaría exactamente igual para alguien dotado de oídos artificiales.

Pensándolo bien, en principio no parece existir razón alguna que impida que todo el cuerpo sea reemplazado por uno artificial. Así es mo funcionaría un cuerpo robótico:

El cerebro está conectado al resto del cuerpo mediante un sistema nervioso. Algunas de las ramificaciones de ese sistema envían impulsos eléctricos y otras los reciben.

Los nervios que envían impulsos eléctricos dirigen muchos de ellos a los músculos que nos permiten mover el cuerpo. Por ejemplo, cuando vayas a pasar esta página, tus manos se moverán porque el cerebro envía una serie de impulsos eléctricos a ciertos músculos situados en tu brazo.

Esos impulsos provocan el movimiento de los músculos, y es el movimiento de los músculos el que a su vez mueve tu mano. Las ramificaciones nerviosas que reciben los impulsos eléctricos lo hacen en gran parte a través de los cinco sentidos: oído, vista, olfato, gusto y tacto.

Todo este sistema es el que nos permite experimentar el mundo que nos rodea.

Supón por un momento que tu cerebro es extraído de tu antiguo cuerpo humano y colocado en un nuevo cuerpo robótico.

A continuación tu cuerpo es destruido. Pero eso no tiene importancia, porque el nuevo cuerpo robótico mantendría el cerebro con vida, estimulando los nervios conectados al mismo de igual manera que eran estimulados por el cuerpo humano. De este modo, el nuevo cuerpo te ofrecería experiencias idénticas a las que te proporcionaba el antiguo. Con el nuevo cuerpo robótico podrías saborear helados de chocolate, escuchar música y disfrutar del aroma de las flores.

Todo parecería exactamente igual.

Las series de impulsos eléctricos enviadas desde el cerebro harían que el nuevo cuerpo robótico se moviera del mismo modo en que lo hacía el normal, sólo que ahora, en lugar de mover músculos, moverían pequeños motores. De ese modo podrías hablar y caminar exactamente igual que antes.


Cómo sobrevivir a la muerte del cuerpo.

Es evidente que todavía no somos capaces de construir cuerpos robóticos.

La tecnología no está suficientemente desarrollada todavía. Pero sí parece posible que se pueda llegar a construidos, tal vez dentro de unos pocos cientos de años.

Si se construyeran cuerpos robóticos, seríamos capaces de sobrevivir a la muerte de nuestros cuerpos de carne y hueso. En caso de que tuviéramos un accidente y un camión nos atropellara, podrían extraernos el cerebro y colocarlo en un nuevo cuerpo robótico.

De este modo podrías seguir viviendo incluso después de la muerte de tu cuerpo. Pasarías a ser mitad humano, mitad máquina.

Los cuerpos robóticos podrían ser construidos de tal forma que fueran más resistentes, más duraderos y en gran medida mejores que los cuerpos normales. Podríamos tener una resistencia sobrehumana, desarrollar enormemente el sentido del oído, incluso disponer de visión de rayos X…

Quizá algún día, quizá dentro de mil años, lleguemos todos a ser seres super-robóticos y tal vez el único componente humano que mantengamos sea el cerebro.


Un cuerpo virtual.

No sólo cabe en lo posible tener un cuerpo robótico, sino también tener un cuerpo virtual. Imagínatelo: supón que te colocan un enchufe en la parte posterior del cuello. Este enchufe estaría conectado al lugar exacto en que los nervios que entran y salen del cerebro se unen al resto del cuerpo. El enchufe conectaría el cerebro a un súper-ordenador de potencia extraordinaria. Sólo tendrías que enchufarte el cable del ordenador y pulsar un pequeño interruptor que tendrías situado también detrás del cuello.

Cuando pulsaras el interruptor, todos los impulsos eléctricos que salieran de tu cerebro con la intención de producir movimientos, serían desviados hacia el super-ordenador. Y en lugar de recibir impulsos eléctricos de los ojos, dos, nariz, lengua y piel, tu cerebro los recibiría del super-ordenador.

Ahora imagínate que el ordenador está trabajando con un programa de realidad virtual. Éste sería el proceso: tú te acostarías junto al ordenador y te enchufarías a él; a continuación, pulsarías el interruptor de detrás del cuello. Al pulsar el interruptor, el cuerpo quedaría inerte: lo habrías desconectado del cerebro.

Pero tú no tendrías esa sensación, sino la de estar todavía moviendo el cuerpo. Supón que intentaras mover los dedos ante los ojos. El ordenador recibiría los impulsos eléctricos correspondientes a ese movimiento de tu cerebro. A continuación enviaría a tu cerebro el mismo tipo de impulsos que recibiría de los ojos y los dedos si estuvieras moviéndolos realmente. Eso sería lo que verías. Sentirías exactamente lo mismo que si estuvieras haciéndolo de verdad. Pero, claro, los dedos que verías moverse serían dedos virtuales, no dedos reales. Tus manos auténticas seguirían inmóviles sobre la cama.

De hecho, si el ordenador tuviera potencia suficiente, podría generar un entorno virtual completo para ti. Por ejemplo, podría hacerte creer que estás tumbado en un bosque poblado de pájaros maravillosos y hermosas flores.

Podrías ponerte de pie y pasear por el bosque. Los árboles que vieras, los pájaros que escucharas y las flores que olieras no serían reales, claro está; todo ello sería virtual. Y el cuerpo que creerías tener sería virtual, no real. Tu verdadero cuerpo seguiría tumbado e inmóvil en la cama.

Un cuerpo virtual puede ser un buen modo de pasar un rato agradable. Después de un duro día de trabajo podrías relajarte conectándote a uno y explorando un entorno virtual. Sería posible inventar cualquier tipo de nuevo mundo en el que te apeteciera pasar unas horas.

Cabría incluso la posibilidad de elegir un cuerpo, por ejemplo, el de Elvis Presley y visitar un planeta formado sólo por dulces.

Después de haber visto la posibilidad de llegar a tener un cuerpo virtual en un entorno virtual, vamos a cambiar de tema. Veamos lo que pasa con Jim.


Intermedio: una historia de terror.

Un día, dos marcianos (Blib y Blob) llegan a la Tierra. Blib y Blob han venido a estudiar a los seres humanos. Deciden que Jim sea su primer objeto de estudio y se disponen a observar su comportamiento en secreto.

Blib y Blob están impresionados de ver lo que le gusta a Jim el juego de ordenador Mazmorras y monstruos. Observan que Jim dedica todo su tiempo libre a jugar. El padre de Jim le prepara la merienda.

Ven a merendar, Jim –le grita desde abajo.

Los marcianos se dan cuenta de que hace falta que le llamen seis veces para que Jim haga caso. También observan que, después de engullir la comida, siempre sale corriendo directamente hacia su habitación para volver a jugar.

Blib y Blob observan también que cada vez que aparece una nueva versión de Mazmorras y monstruos Jim se desespera por hacerse con una copia. Dos meses antes de Navidad, la frase preferida de Jim es:

Papá, mamá, por favor, ¿me regalaréis la nueva versión de Mazmorras y monstruos por Navidad?

Después de realizar todas estas observaciones, Blib y Blob llegan a la conclusión de que lo que más feliz haría a Jim sería estar continuamente jugando a la versión más realista posible de Mazmorras y monstruos que pudiera imaginarse. Y deciden hacerlo feliz.

Llega el día de Navidad y Jim se despierta. Lo primero que siente es su cama; está fría y dura como una piedra y desprende un olor extraño, como a humedad y a moho, parecido al de los champiñones. Además se oye un extraño goteo.

Jim abre los ojos lentamente. Se encuentra en un largo pasadizo de piedra, alumbrado por antorchas dispuestas en soportes de hierro oxidado. Hay pasillos a derecha e izquierda. Jim se vuelve, mira hacia atrás y ve que el pasillo se pierde a lo lejos en la oscuridad de las sombras.

El pasadizo le resulta vagamente familiar. De pronto, se acuerda: es exactamente igual al pasadizo de Mazmorras y monstruos, sólo que éste parece real. Puede recorrer las paredes frías y resbaladizas con sus dedos.

De repente, se le hiela la sangre en las venas: ha oído un aullido, un aullido que Jim ha escuchado miles de veces, sólo que esta vez el sonido no sale por los pequeños altavoces de su ordenador. Esta vez el aullido proviene de las sombras que hayal final del pasadizo. Esta vez el aullido es real. Y además, escucha el sonido de unos pies que se arrastran. Jim sabe perfectamente qué es lo que se acerca. Le flaquean las piernas, la sangre le golpea los oídos. Echa a correr.

Los padres de Jim están desconcertados. Le han comprado a Jim un ordenador nuevo, con la última versión de Mazmorras y monstruos. ¿Por qué no habrá bajado todavía para abrir el regalo, como siempre? Suben por las escaleras y abren la puerta de su habitación lentamente. Miran adentro.

Jim, ¿estás levantado?

Silencio absoluto en la habitación; las cortinas todavía están corridas; y la cama de Jim, vacía.

Un misterioso resplandor ilumina la habitación. Los padres de Jim se vuelven y ven que la luz sale de una pantalla de ordenador que hay en el suelo, pero aquel no es el ordenador de Jim. Cuando sus ojos se adaptan a la penumbra, observan que la pantalla parpadeante está enchufada a una gran caja gris.

Esa caja gris es un super-ordenador marciano. Blib y Blob se han esforzado mucho y han construido un ordenador que puede desarrollar la versión más realista de Mazmorras y monstruos que se pueda imaginar. Es un ordenador construido especialmente para Jim.

¡Aaaahhh!gritan horrorizados los padres de Jim.

En un momento en que la luz de la pantalla se ha hecho más brillante, inundando de luz la habitación, han visto entre las sombras, detrás del ordenador, un cerebro humano flotando en un tanque de vidrio.

Es el cerebro de Jim; está vivo y plenamente consciente. Blib y Blob extrajeron el cerebro de Jim por la noche, destruyeron el resto de su cuerpo y colocaron el cerebro en el tanque de líquido para conservarlo con vida. Después, conectaron el cerebro al ordenador. Ahora Jim tiene un cuerpo virtual y está en un entorno virtual: el de Mazmorras y monstruos. Jim está jugando con la versión más realista de su juego favorito que pudiera haber imaginado. El problema es que no puede parar y que le parece totalmente real.

Los padres de Jim fijan la mirada en la pantalla del ordenador. ¡Allí está Jim! Lo ven huyendo por el estrecho pasadizo perseguido por un enorme monstruo.

¡Mi pobre Jim! –solloza la madre. Pero, claro, gritar no sirve de nada en esa situación. Lo único que Jim puede escuchar es el aullido del monstruo pisándole los talones. Jim no volverá a escuchar nunca más la voz de su madre.

Los padres de Jim observan, completamente aterrorizados, cómo intenta deshacerse del monstruo. De repente, da un salto desesperado hacia unas sombras y se queda inmóvil, sin atreverse siquiera a respirar. El monstruo se para. Olisquea el aire húmedo y se va... por el momento.

Los padres de Jim no son capaces de seguir mirando. Se dan la vuelta y se alejan de la pantalla y entonces se dan cuenta de que hay' una nota sujeta al ordenador con un lazo rojo. Se acercan lentamente, temblando, y a la luz parpadeante de la pantalla leen un mensaje escrito en la tarjeta con garabatos inseguros. El mensaje dice: “¡Feliz Navidad, Jim! Blib y Blob”.


¿Somos cerebros flotantes?

Sin duda, una historia espeluznante. Jim acaba atrapado en una terrible realidad virtual tan similar a la vida que no se da cuenta de que no es real. Y los marcianos estaban convencidos de haberle hecho un favor.

Estas historias de cerebros humanos flotando en tanques de líquido han resultado siempre atractivas para los filósofos. Particularmente para los interesados en la siguiente cuestión: ¿es posible conocer realmente el mundo que nos rodea? Analicemos esa cuestión.

Partamos de otra historia de un cerebro flotante ligeramente distinta: la de tu propio cerebro. Suponte que anoche Blib y Blob fueron a tu casa mientras dormías; te drogaron y te llevaron a Marte en su platillo volante. Extrajeron el cerebro de tu cuerpo, lo sumergieron en un tanque de líquido para mantenerlo con vida y lo conectaron a un súper-ordenador. Tu cuerpo fue destruido.

El super-ordenador es quien controla ahora todas tus experiencias. Chasquea los dedos. Cuando vas a hacerlo, el ordenador conduce los impulsos que salen de tu cerebro: los impulsos que te habrían permitido mover los dedos si todavía los tuvieras. El ordenador simula entonces las terminaciones nerviosas que estaban conectadas a tus ojos, tus dedos, tus oídos, etc., de manera que tienes la impresión de que ves, sientes y escuchas cómo tus dedos se mueven y chasquean.

Pero lo cierto es que ya has dejado de tener dedos; lo que tienes en realidad son dedos virtuales generados por ordenador.

Se trata de un ordenador increíblemente avanzado: es capaz de copiar tu entorno habitual hasta el más mínimo detalle. De ese modo, tienes la impresión absoluta de estar experimentando tu realidad: tu habitación virtual es idéntica a la real, tus padres virtuales son exactamente igual a los reales, tu calle virtual es igualita a tu calle de siempre...

La gran duda filosófica que plantea esta situación es la siguiente: ¿cómo podemos tener la certeza de no ser cerebros flotantes?, ¿quién nos asegura que el mundo que nos rodea no es virtual? Si los marcianos hubieran venido anoche, hubieran extraído nuestro cerebro y lo hubieran conectado a un super-ordenador, ¿nos habríamos dado cuenta? Lo más probable es que no, porque todo nos parecería exactamente igual que ayer.


Tal vez SIEMPRE hayamos sido cerebros flotantes.

Se me ocurre una idea aún más inquietante. Quizá siempre, desde el nacimiento, hayamos sido cerebros flotantes. Es posible que el planeta Tierra no exista. Tal vez las cosas que te resultan tan familiares (tu casa, tu barrio, tus amigos, tu familia) no sean más «reales» que los lugares y personajes del juego de ordenador de Jim. Todo podría ser un producto de programadores marcianos que estudian cómo reaccionaría tu cerebro ante un mundo inventado por ellos.

Dicho de otro modo: podría ser que la única realidad que has conocido desde siempre sea virtual. Nadie podría demostrar lo contrario.


¿Cómo demostrar que no somos cerebros flotantes?

Por supuesto, ni tú ni yo creemos ser cerebros flotantes. Ambos creemos que no lo somos. La cuestión es si podemos estar seguros de que no somos cerebros flotantes, si podemos estar seguros de que el mundo que nos rodea es real.

La única respuesta posible es que no podemos saberlo. Puedes creer que el mundo que ves es real. Incluso puede que sea verdad, que el el mundo sea real, pero aun así, no puedes estar seguro de ello. Para estar seguro de algo, es preciso tener alguna razón convincente. Y no hay razón alguna para creer que este mundo es real y no virtual, porque todo sería exactamente igual para nosotros en cualquier caso. Así que, aunque te parezca sorprendente, no puedes tener la certeza de no ser un cerebro flotante.

De hecho, no puedes estar seguro de nada con respecto al mundo. Por lo que a tu conocimiento respecta, las manos que tienes frente a ti, el libro que sostienen, el árbol que crees ver a través de tu ventana, incluso el planeta Tierra podrían ser virtuales.


¿Qué es el escepticismo?

El razonamiento que acabamos de exponer (el que concluye con la idea de que no sabemos nada sobre el mundo) es un razonamiento escéptico. Los escépticos defienden que en realidad no sabemos lo que creemos saber. La aseveración de que no sabemos nada sobre el mundo que nos rodea se define como escepticismo aplicado al mundo exterior.


El escepticismo contra el sentido común.

El sentido común nos indica que sí conocemos el mundo exterior. Si se te ocurriera afirmar «no sé si los árboles existen», sobre todo si lo haces frente a un árbol a plena luz del día, los demás pensarían que no estás en tu sano juicio.

Pero, desde el punto de vista de los escépticos, tendrías bastante razón. No sabes si los árboles existen. El sentido común se equivoca.


Algunos errores del sentido común.

Afirmaciones escépticas de este tipo pueden llegar a provocar reacciones airadas. El conocimiento de la existencia de los árboles es una de nuestras más firmes creencias (como ya queda dicho, lo aceptamos por puro sentido común). Si alguien nos demostrara que algunas de nuestras creencias son falsas, podríamos renunciar a ellas sin problemas, pero cuando se trata de creencias basadas en el sentido común más elemental (como es el caso que nos ocupa), no nos resulta nada fácil renunciar a ellas.

Por el contrario, ver cómo se ponen en cuestión nuestras creencias s elementales puede resultar muy desagradable, especialmente cuando no somos capaces de encontrar la manera de defenderlas. Hay gente que puede llegar a sentirse muy contrariada ya decir que esas ideas filosóficas no son más que tonterías.

¡Eso no es más que una estupidez!gritan. ¡Pues claro que sé que los árboles existen!

Y se alejan enfadadísimos.

Pero un filósofo podría utilizar a su favor el argumento de que hay otros muchos casos en los que se ha acabado demostrando que el sentido común estaba equivocado. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el sentido común defendía la idea de que la Tierra era plana3; se consideraba evidente. Después de todo, eso es lo que parece. Los marinos tenían miedo de precipitarse al abismo.

Por tanto, hubo gente que se indignó cuando se puso en tela de juicio esa creencia asumida por sentido común:

¡No seáis ridículos! –gritaban–. Por supuesto que la Tierra es plana.

Y se iban ofendidísimos.

Ahora sabemos que la Tierra no es plana, luego el sentido común estaba equivocado.

Aquí tienes otro ejemplo de cómo el sentido común puede equivocarse. Observa esta hoja de papel; tiene dos caras: anterior y posterior.

Intenta responder a esta pregunta: ¿podría existir un trozo de papel que sólo tuviera una cara? La mayoría de la gente respondería que por supuesto que no. Toda hoja de papel tiene dos caras; es de sentido común. Pero la verdad es que el sentido común no tiene razón en este caso. Si tienes una tira de papel como esta, le das medio giro y después unes los dos extremos formando un bucle observarás que tienes un trozo de papel con una sola cara4:


Aparentemente el bucle tiene dos caras, pero si te fijas en una de las caras y la sigues alrededor del bucle, te darás cuenta de que lo que parecían dos caras son en realidad la misma. Como en estos casos, el sentido común se ha equivocado con muchas cosas. Quizá también se equivoque en lo de nuestro conocimiento sobre la existencia de los árboles.


Lo que no defiende el escepticismo.

Vale la pena aclarar lo que no afirman los escépticos, para evitar confusiones.

En primer lugar, no afirman que seamos cerebros flotantes. Sólo afirman que nadie sabe a ciencia cierta si lo somos o no.

En segundo lugar, no solamente afirman que no puedes estar absolutamente seguro de que el mundo que ves sea real y no virtual. Afirman que no hay razón alguna para creer que el mundo que ves es el real, y no uno virtual.

En tercer lugar, no llegan a afirmar que nadie puede saber absolutamente nada. Después de todo, ellos afirman saber algo: que nadie puede estar seguro sobre el mundo exterior.


Un enigma antiguo.

Nos encontramos ante un enigma de difícil resolución. Por una parte, el sentido común nos dice que sabemos que los árboles existen. No queremos renunciar a esta idea basada en el sentido común (en realidad, no creo que pudiéramos renunciar a ella aunque quisiéramos). Por otra, los escépticos utilizan un argumento que parece demostrar que el sentido común se equivoca: en realidad no sabemos que los árboles existen. ¿Quién tiene razón?

Aunque el enigma ha sido presentado de forma actualizada, es en realidad muy antiguo. De hecho es uno de los más famosos enigmas filosóficos. Incluso en la actualidad, en las universidades de todo el mundo, los filósofos siguen intentando resolverlo y todavía no se han puesto de acuerdo en si los escépticos tienen o no razón. Debo admitir que yo tampoco lo sé.

A lo largo de los siglos, muchos filósofos han intentado lidiar con el escepticismo. Han intentado demostrar que el sentido común tiene razón: sabemos cosas sobre el mundo exterior, después de todo. Algunos de los intentos por derrotar a los escépticos son muy inteligentes, pero, ¿han resultado útiles en realidad? Observemos uno de esos intentos.


La navaja de Ockham.

Los escépticos nos presentan dos teorías o hipótesis. La primera hipótesis (la que se basa en el sentido común) nos dice que no somos cerebros flotantes: el mundo que nos rodea es real. La segunda hipótesis nos dice que somos cerebros flotantes: el mundo que nos rodea es simplemente virtual.

Los escépticos defienden que no tenemos más razones para creer en la primera hipótesis que en la segunda. Ambas hipótesis están igualmente sustentadas por la evidencia de los sentidos.

Todo nos resultaría exactamente igual de una u otra forma. Así que no podemos decir que la primera hipótesis sea verdadera y la segunda falsa.

Por tanto, podemos estar de acuerdo con los escépticos en que nuestra percepción de las cosas hace posibles ambas hipótesis.

Hay un famoso principio filosófico según el cual cuando enfrentas a dos hipótesis sustentadas por pruebas de igual importancia, siempre es razonable creer en la más simple. Este principio se denomina la navaja de Ockham. Aparentemente es un principio muy plausible.


El ejemplo de las dos cajas.

Un ejemplo de cómo se aplicaría la navaja de Ockham: imagina que te enseñan una caja con un botón en un lado y una bombilla en la parte superior. Tú observas que cuando aprietas el botón, la bombilla se enciende y cuando no, permanece apagada.

Ahora planteemos dos hipótesis opuestas que expliquen lo que has observado.

La primera hipótesis sería que el botón y la bombilla están unidos mediante un circuito a una pila que hay dentro de la caja. Cuando se presiona el botón, se completa el circuito y eso hace que la bombilla se encienda.

La segunda hipótesis sería más complicada: el botón está conectado a un circuito eléctrico que une la pila con otra bombilla situada en el interior de la caja. Cuando presionamos el botón, la bombilla interior se enciende. En el interior de la caja hay un sensor de luz que detecta esto y conecta un segundo circuito eléctrico que une una segunda pila con la bombilla que vemos en el exterior de la caja. Eso hace que la bombilla exterior se encienda.



¿Cuál de las dos hipótesis es, en tu opinión, más razonable? La verdad es que las dos hipótesis resultan igual de consistentes con lo que has visto: en ambos casos, la luz se enciende cuando, y sólo cuando, presionas el botón.

Pero no parece muy acertado decir que ambas hipótesis sean igualmente razonables. Seguramente es más razonable creer en la primera que en la segunda, porque la segunda es menos sencilla: implica que haya dos circuitos dentro de la caja y no uno.

¿Resulta útil la navaja de Ockham para contradecir a los escépticos? Tal vez. Podrías afirmar que, de las dos hipótesis (la de que el mundo que vemos es el mundo real y la de que no es más que un mundo virtual), la primera es más sencilla, ya que defiende que existe sólo un mundo y la segunda dice que hay dos: un mundo real (en el que estarían los marcianos, el super-ordenador, un tanque de líquido y tu cerebro), dentro del cual se crea un segundo mundo virtual que contiene árboles, casas, gente, y demás elementos virtuales. Por tanto, dado que la primera hipótesis es más sencilla, resulta también la más razonable.

Así que los escépticos están equivocados: es más razonable creer que el mundo que vemos es real y no virtual, al margen de que la apariencia de las cosas aporte la misma probabilidad a las dos hipótesis.


Una duda.

¿Qué opinas de esta réplica a los argumentos de los escépticos? Yo, personalmente, tengo ciertas dudas al respecto. Una de ellas es ésta: ¿es en realidad más sencilla la hipótesis de que el mundo que vemos es real? Eso depende en gran medida de lo que entendamos por «más sencilla». De hecho, aunque en ciertos aspectos la primera hipótesis sea más sencilla, en otros no lo es.

Por ejemplo, hay quien podría defender que la segunda hipótesis es la más sencilla porque precisa de muchos menos objetos físicos: sólo los marcianos, el cerebro dentro del tanque y un super-ordenador. No hay nada que nos obligue a suponer que el planeta Tierra con todos sus árboles, casas, gatos, perros, montañas, coches y demás también exista en realidad.

Otros podrían defender que la segunda hipótesis es más sencilla porque se precisan muchas menos mentes reales. Si tus amigos, tu familia, tus vecinos fueran simplemente virtuales, también lo serían sus mentes. En esa segunda hipótesis sólo se precisarían la tuya y las de quienes manejan el ordenador.

Así pues, no es tan evidente que la primera hipótesis sea la más sencilla. De hecho, se puede argumentar que lo es la segunda y que ésa es, por tanto, la más razonable. ¡Lo más razonable es creer que eres un cerebro flotante!


¿Soy una isla?

Si los escépticos tienen razón (y conste que no estoy diciendo que la tengan), cada uno de nosotros está muy lejos del mundo que nos rodea. No sabes nada sobre ese mundo. No tienes ningún motivo para creer que vives en un mundo con árboles, casas, gatos, perros, montañas y coches. Y tampoco tienes ninguna razón para creer que estás rodeado de otras personas. No puedes demostrar que todo tu mundo (incluyendo a todos los que en él estamos, incluso yo) no sea simplemente virtual.

Una idea espeluznante. Te lleva a cambiar por completo tu idea de ti mismo. Alguien dijo alguna vez «ningún hombre es una isla». Pero si los escépticos tuvieran razón, en cierto sentido esa afirmación sería falsa. Cada uno de nosotros estaría abandonado a su suerte en su propia isla desierta, incapaz de saber nada sobre el mundo que estaría más allá de sus experiencias sensoriales. Aislados de ese mundo y aislados los unos de los otros. Seríamos prisioneros de nuestras propias mentes.

El panorama que presentan los escépticos es desolador.

Sin embargo, visto de otro modo, el escepticismo no cambia nada. Nuestra vida cotidiana no se altera. Incluso los escépticos llevan a cabo su rutina diaria: dan de comer al gato, ponen lavadoras, van al trabajo, quedan con los amigos para tomar un café... Ni siquiera ellos pueden dejar de creer que el mundo que ven es real, a pesar de que piensen que no hay razón alguna para hacerlo. Somos creyentes por naturaleza: sencillamente, no podemos evitarlo.

¿Tendrán razón los escépticos? No acabo de estar seguro. ¿Tú qué crees?


1 Aínda que aínda non se puido reproducir exactamente o ollo humano, a tecnoloxía actual xa permite a fabricación de instrumentos moi semellantes e, aínda que non é o mesmo, podemos curar enfermidades da vista moi graves que fai non tanto serían incurables.

2 Ocorre con isto algo semellante ó dito na nota anterior.

3 Outro exemplo moi claro e real ocorreu cando se afirmou que a Terra xiraba en torno ó Sol, e non ó revés: o que nos di o sentido común é que, se nós nos mantemos no mesmo lugar, parados, durante 24 horas, veremos ó Sol saír por un lado (este) e irse por outro (oeste), repetíndose ese ciclo infinitamente. Polo tanto, a conclusión lóxica é que o que se move é o Sol ó redor de nós (a Terra), e non ó revés.

4 Isto é o que se coñece como banda de Möbius: un obxecto que ten unha soa cara e non é orientable. Para construíla pártese dunha cinta pechada de dúas caras, faise un corte, vírase un dos extremos e vólvese a pegar (https://gl.wikipedia.org/wiki/Banda_de_M%C3%B6bius). Outro exemplo deste tipo sería o que aporta a superficie de Klein (https://gl.wikipedia.org/wiki/Botella_de_Klein): un obxecto que non ten exterior nin exterior, o que claramente vai contra o que nos di o sentido común (pois parécenos evidente que todo ten un “dentro” e un “fóra”).

miércoles, 26 de octubre de 2022

1º BACH ADULTOS - UNIDAD III (LA MENTE)

 


LA MENTE

LECTURA

FILOSOFÍA DE LA MENTE (Stephen Law)

¿Qué es la mente?

Esta pregunta es el centro de la filosofía de la mente, pero, a pesar de los esfuerzos de los filósofos y científicos que la estudian, la mente sigue siendo un gran enigma.

Son muchos los problemas que plantea la mente. Éstos son algunos de ellos:

·         El enigma de la naturaleza de la conciencia.

·         La enigmática relación entre la mente y el mundo no mental (el mundo físico)

·         El enigma de la intencionalidad: ¿cómo pueden nuestros pensamientos referirse/representar otras cosas?, ¿qué es lo que les da el poder de representar?

·         El enigma de la percepción: ¿hasta qué punto nuestra mente condiciona lo que experimentamos?

·         El enigma de la identidad personal: ¿qué es lo que hace, cuando miramos un álbum de fotos y vemos las distintas etapas de nuestra vida, que todos esos individuos tan distintos sean la misma persona, es decir, un mismo yo?

·         El enigma de la memoria: ¿qué es la memoria y cómo se relaciona con la continuidad de nuestra identidad personal?

Hay que distinguir la filosofía de la mente de disciplinas científicas como la psicología, la neurociencia o las ciencias cognitivas (que estudian la mente como si fuese una computadora). Mientras la investigación científica implica una investigación empírica (basada en la observación y la experimentación) de los fenómenos mentales, la reflexión filosófica consiste en una aproximación lógica y conceptual:

·         al preguntar qué es la mente, no se busca conocer los hechos sobre la mente (hechos que se pueden descubrir a través de una investigación científica), sino lo que implica el concepto de mente.

·         su método incluye la exploración de las conexiones lógicas y conceptuales que existen entre la mente, la conducta y las distintas facultades mentales.

Los descubrimientos de la filosofía de la mente pueden llegar a tener consecuencias de gran alcance en otras ramas de la filosofía como por ejemplo en la ética: dependiendo de cómo se responda a la pregunta por la identidad personal, se puede plantear el problema de la eutanasia (o del aborto) de formas contrapuestas (como un homicidio o como un acto de piedad o un derecho).

 

 

EL ENIGMA DE LA MENTE

Todos somos conscientes de nuestra rica vida interior: sensaciones, percepciones, recuerdos, fantasías, pensamientos, emociones y deseos. Pero:

·         ¿cómo se relacionan todos ellos con el mundo físico?

·         ¿es mi mente consciente algo que está por encima de lo que ocurre físicamente o es  también algo físico?

La privacidad de la conciencia

Si mordemos una manzana, disfrutaremos de una gran variedad de sensaciones, de experiencias mentales conscientes:

·         la visión del color de su cáscara

·         la textura cerosa de su piel

·         su olor ácido

·         el sabor dulce de su carne

Una de las características interesantes de estas experiencias es su PRIVACIDAD: Cuando miro una manzana roja, tengo una experiencia sobre el color. Sé cómo es para mí esa experiencia y no dudo que tú tengas una experiencia similar, pero no puedo saber cómo es para ti. No podemos acceder a la mente de los demás para saber qué tipo de experiencias están teniendo. Parece que nuestra vida interior es privada, en el sentido más estricto de la palabra. Nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso también son privados, pero en un sentido mucho menos estricto: aunque mi cerebro está oculto dentro del cráneo, es posible en principio llegar a contemplar lo que está pasando en su interior (por ejemplo, con un TAC se puede explorar su funcionamiento)). Por el contrario, cuando se trata de la mente, es imposible acceder a ella. Aunque tengas una experiencia consciente igual a la mía, nunca podrás experimentar la que yo tengo. Se podría preguntar, ¿y si mi sistema nervioso estuviera conectado con el tuyo para que mi cerebro recibiese exactamente la misma estimulación sensorial que el tuyo? Incluso entonces, sólo podrás tener una experiencia igual a la mía, pero no la misma experiencia que yo tengo. Parece que mi experiencia es inaccesible para ti.

En 1974, el filósofo estadounidense Thomas Nagel exploró la idea de la privacidad de lo mental en su ensayo “¿Cómo se siente siendo un murciélago?”  (“What Is It Like to Be a Bat?"), en el que se preguntaba cómo podríamos saber lo que es experimentar el mundo desde el punto de vista de otro ser. Concluía que, aunque lo sepamos todo sobre el cerebro de un murciélago, no podemos saber qué experimenta un murciélago. Los murciélagos ven de noche mediante la ecolocalización: al emitir un chillido agudo inaudible para el ser humano y oír su eco, pueden percibir el ambiente que los rodea con todo detalle. ¿Qué tipo de experiencia tiene el murciélago cuando puede ver gracias al sonido? Nagel señala que, aunque conociéramos todos los hechos físicos acerca de lo que le ocurre a un murciélago cuando emplea la ecolocalización, seguiríamos sin saber cómo es esa experiencia para él. Nagel sugiere que el carácter SUBJETIVO de la experiencia de otro ser (ser el punto de vista exclusivo de un organismo) hace que quede oculta irremediablemente para nosotros.

El dualismo mente/cuerpo

 ¿Es la mente algo físico?

¿Qué relación hay entre mi mente y el mundo físico?

¿Cuál es la relación entre nuestra mente consciente y nuestro cuerpo físico?

Respecto a la cuestión de qué es la mente hay dos posibles planteamientos:

1.     DUALISMO: la mente y lo físico son dos tipos de cosas distintas (la mente no es algo físico).

2.    MONISMO MATERIALISTA: la mente es algo físico.

Comenzaremos explicando el planteamiento dualista:

·         El dualista más famoso de la historia ha sido Descartes en el mundo moderno. Platón lo fue de la Antigüedad.

·         También la mayoría de las religiones mantienen de algún modo planteamientos que podríamos calificar de dualistas. La creencia religiosa de que todos tenemos, independientemente de nuestro cuerpo físico, un alma:

1º no física e inmortal, 

2º que abandona el cuerpo en el momento de la muerte de éste, para

3º trasladarse a algún tipo de región o dimensión no física de la realidad,

es una doctrina que podemos calificar de dualista.

·         Para los dualistas, la mente y el cuerpo son sustancias separadas.

 ¿Qué es una sustancia?

Aquello que, a diferencia de las propiedades, puede existir por sí sólo, independientemente de las demás cosas o sustancias. Un libro, por ejemplo, es una sustancia porque existe por sí mismo. El peso del libro, por el contrario, no es una sustancia (porque el peso no puede existir por sí mismo; requiere del libro para existir). El peso es sólo una simple propiedad de la sustancia a la que pertenece.

Pues bien, para los dualistas, lo mental no es una propiedad de una sustancia física como defienden los materialistas (esa sustancia sería nuestro cuerpo, más en concreto, nuestro cerebro), sino que es una verdadera sustancia por sí misma: la sustancia mente, la sustancia pensante, una sustancia que no está hecha de materia sino de pensamiento.

Expliquemos ahora el planteamiento monista. Los materialistas creen que sólo existe un tipo de sustancia: la materia (de ahí, lo de monistas; monismo=una sustancia). Hay distintas concepciones materialistas sobre la mente y lo mental:

1.     La mente es un objeto material y es evidente que ese objeto tiene que ser el cerebro (la neurocientífica Susan Greenfield, de la Universidad de Oxford, ha afirmado: “Tú eres tu cerebro”).

2.    Las propiedades y los procesos mentales se tienen que poder identificar con propiedades y procesos físicos (y así, si el agua no es otra cosa que H2O, el dolor es idéntico a ciertos estados neuronales del cerebro).

3.    Otros materialistas, llamados conductistas lógicos, creen que la mente no es más que un conjunto de disposiciones conductuales de una sustancia material, el cuerpo. Y así, sentir dolor no es otra cosa que un conjunto de conductas (retorcerse, gritar…). Fueron los conductistas lógicos los que afirmaron que defender que hay una mente más allá de un cuerpo material y sus disposiciones conductuales es introducir un fantasma en la máquina totalmente mítico y superfluo.

4.    La forma más radical de materialismo, el eliminativismo, niega que la mente exista. Quizá que la mente existe es algo evidente para nosotros, pero, conforme la ciencia avance, según los eliminativistas, se descubrirá que la mente es tan real como las brujas o los demonios. La explicación de la conducta de los organismos humanos no requerirá de la existencia de ninguna mente, o de lo que supuestamente hay en ella, como las ideas y sentimientos. La explicación correcta de nuestra conducta implicará sucesos neuronales y nada más, no sucesos mentales.

5.    Hay una forma sutil de materialismo que es al mismo tiempo monista y dualista: es el dualismo de la propiedad. Los dualistas de la propiedad son materialistas porque defienden que no hay más sustancia que la materia, que el cuerpo, que el cerebro, pero afirman también que esa única sustancia física puede tener tanto propiedades físicas como mentales (y que dichas propiedades mentales son distintas a las físicas e irreductibles a éstas). El cerebro posee dos tipos de propiedades (propiedades ordinarias como tienen todos los objetos físicos, y propiedades extra que no tienen la mayoría de los objetos físicos): propiedades físicas como el peso y propiedades mentales como sentir dolor. En conclusión: el cerebro tiene una doble identidad (al tener propiedades físicas y propiedades no físicas sino metales).

¿Qué teoría está en lo cierto:? ¿el dualismo, que defiende que la mente es una sustancia diferenciada del cuerpo, o el monismo materialista, que afirma que no puede haber otra sustancia que el cerebro?

Hasta el siglo XX, se impuso la concepción dualista cartesiana. A partir del siglo XX, en virtud del desarrollo de la neurociencia, es dominante de un modo abrumador el monismo materialista. Veamos cuáles han sido las principales objeciones que se le han puesto al dualismo, pero también algún argumento a favor de él.

·         La objeción más conocida al dualismo es el problema de cómo pueden interactuar la mente y el cuerpo (cuando me pincho en los dedos, siento inmediatamente un dolor; y cuando mi mente siente ese dolor, manda una orden a mi mano para que evite seguir cogiendo ese objeto punzante).

El problema es explicar como una mente no física puede causar un efecto en un cuerpo físico (y a la inversa):

- la mente, en principio, tiene que ser causalmente inactiva, no puede producir ningún efecto en mi cuerpo (los monistas no tienen este problema porque para ellos todo lo que sucede es físico: desde el movimiento de los músculos de la mano a las señales neuronales que llegan o envía el cerebro).

- lo mismo ocurre con el cuerpo, ya que es inexplicable cómo pude dejar algún tipo de huella o marca en la mente, ya que la mente no es algo físico.

La solución propuesta por Descartes fue postular que la glándula pineal (la epífisis, una glándula que se encuentra en el centro del cerebro) estaba lleno de “espíritus animales”, unas partículas líquidas ligerísimas que se movían a gran velocidad por todo el cuerpo, y que eran capaces de 1º controlar mecánicamente el cuerpo y 2º producir en el alma percepciones del cuerpo. Esta explicación no convenció a nadie y se convirtió en el gran problema filosófico del siglo XVII.

·         El principal argumento a favor del dualismo es el siguiente: además de todos los hechos físicos, existen hechos no físicos, los hechos mentales (la experiencia consciente subjetiva). ¿Cómo podernos demostrar que los hechos mentales no son hechos físicos?  El filósofo australiano Frank Jackson propuso el experimento hipotético “Mary y la sala en blanco y negro” para probarlo. Supongamos que unos científicos crean y crían a Mary en una sala en blanco y negro. Sus experiencias se controlan para que nunca experimente el color. Cuando Mary llega a la edad adulta se convierte en un neurocientífica extraordinaria. Descubre todo lo que sucede dentro del cerebro humano cuando experimenta el color rojo, hasta la conexión de la última neurona. En el tema de los hechos físicos sobre la percepción del color, no hay nada que Mary no sepa. Entonces, uno de los científicos que está fuera de la sala lanza un tomate maduro al mundo en blanco y negro de Mary. Esta experimenta algo que nunca antes había vivido. Aprende algo nuevo: lo que es experimentar el color rojo desde un punto de vista subjetivo. Aprende un nuevo hecho: el hecho de percibir el color rojo. Pero Mary conocía ya los hechos físicos, por lo que este nuevo hecho no es físico. Jackson concluye que existen más hechos además de los físicos.

 

¿Podría pensar una máquina?

Los ordenadores avanzan rápidamente. Ahora se pueden programar para ejecutar muchas de las labores que antes hacían los seres humanos. ¿Significa eso que al final podrán pensar igual que nosotros?

Las preguntas filosóficas que nos planteamos son las siguientes: ¿es posible que una máquina piense (que comprenda conceptualmente, incluso que sienta)? ¿Existe alguna razón para suponer que, independientemente de lo sofisticados que lleguen a ser, los ordenadores nunca podrán pensar?

¿Y si programáramos un ordenador que imitara el pensamiento: la comprensión y los sentimientos humanos? ¿Y si lo introdujéramos en un cuerpo robótico? Si el conjunto fuera lo bastante sofisticado, podría parecer que realmente piensa y siente. Pero, ¿sería una verdadera máquina pensante o sólo simularía que piensa?

Es evidente que normalmente una simulación por ordenador nunca será real, dando igual lo bien que imite la realidad. Por ejemplo, la simulación de un incendio forestal: se puede crear una simulación tan perfecta como se quiera, programarla para que incluya todos los detalles del fuego, incluso el movimiento del último átomo, pero seguirá siendo una simulación, no un incendio de verdad (si metemos la mano en el ordenador, no nos quemaremos).

Pero en otros casos, la simulación es tan buena que deja de ser una simulación. Eso sucede por ejemplo con el cálculo matemático: un ordenador programado para simular un cálculo matemático no sólo simula, sino que realiza esos cálculos.

¿Podría, un ordenador programado para simular el pensamiento, pensar, o sólo lo simularía? Muchos filósofos y científicos creen que, si el ordenador fuera lo bastante sofisticado, sí que podría pensar y sentir de verdad, no sólo lo simularía. Es cierto que cuesta entender cómo unos simples chips y cables pueden recrear ideas y sentimientos, pero es igual de misterioso que nuestro cerebro pueda hacerlo (somos máquinas biológicas, por lo que ¿por qué no puede pensar y sentir una máquina de silicio creada por el hombre?).

Los que niegan esa posibilidad consideran que los ordenadores son sólo un dispositivo programado para responder mecánicamente patrones de símbolos que se introducen en él. Por ejemplo, ¿comprende algo de lo que está haciendo el ordenador de un avión? La respuesta es no, el ordenador del avión no comprende nada. Sólo responde, tal como está programado, a las complejas secuencias de unos y ceros que se envían desde los alerones, el motor, el timón, etc.

En 1980, el filósofo John Searle elaboró uno de los experimentos mentales más famosos de la filosofía de la mente: “la sala china”. Este experimento intenta probar que ningún ordenador podrá nunca pensar porque nunca podrá obtener una comprensión lingüística. Searle no niega que una máquina pueda pensar. Después de todo, nosotros somos máquinas complejas, aunque biológicas. Pero opina que para comprender y pensar de verdad hay que estar hecho de materia biológica. Los ordenadores no son capaces de pensar porque no están hechos de ninguna sustancia orgánica que se parezca al cerebro (en ese caso, sólo creando una réplica del cerebro orgánico, con dispositivos electrónicos en lugar de neuronas, podríamos crear una máquina inteligente).

FIN DE LA LECTURA

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Para entender qué es el conocimiento, partiremos no de la explicación de lo que es el conocimiento, sino que lo primero que haremos será preguntarnos acerca de quién conoce.

¿Qué es esa cosa que conoce?

La mente. Son, pues, las mentes las cosas que piensan, que conocen.

¿Por qué?

Porque el conocimiento es una actividad (la actividad de conocer) no física, sino psíquica, mental, y por eso sólo pueden conocer las mentes:

-          una piedra, por ejemplo, no conoce porque no es una mente sino, simplemente, materia inerte;

-          una planta no conoce tampoco porque las plantas, aunque son materia viva, no tienen aún mente;

-          los animales ya pueden conocer: por ejemplo, mi perro me conoce como su amo, y lo hace porque ya tiene mente, una mente que es capaz sólo de conocer de un modo básico y primario lo que le rodea a través de la experiencia sensorial;

-          finalmente, los seres humanos conocemos porque estamos dotados de una mente que no es sólo capaz de experimentar sensaciones como los animales, sino que, sobre todo, es capaz de pensar, de pensar conceptualmente, de pensar lingüísticamente. 

 

¿Qué es lo psíquico o mental?

Hay ocho tipos de procesos psíquicos:

1º SENSACIÓN: siento un picor en mi brazo.

2º PERCEPCIÓN: percibo una mosca.

3º CREENCIA: creo que las moscas vuelan.

4º INFERENCIA: razono que “si muevo el brazo, la mosca saldrá volando”.

5º MEMORIA: recuerdo que en otras ocasiones ya me molestaron otras moscas.

6º IMAGINACIÓN: imagino cómo sería un mundo sin moscas.

7º EMOCIÓN: me irrita esta puñetera mosca.

8º VOLICIÓN/APETICIÓN: deseo que la mosca deje de molestarme.

CONDUCTA: finalmente, y esto ya no es un proceso mental (psíquico), sino corporal (es decir, físico), le arreo un papirotazo a la mosca con el periódico que estoy leyendo (conducta). R.I.P. (descanse en paz).

 

¿Qué es la mente?

A lo largo de la historia, tal como venimos viendo a lo largo de todo el curso, ha habido dos grandes concepciones, dos grandes paradigmas, sobre la mente:

-          la de los antiguos (la de los filósofos griegos que estuvo vigente hasta el Renacimiento incluido)

-          la de los modernos (la de Descartes, es decir, la que ha estado vigente desde el siglo XVII y está aún vigente, aunque con importantes modificaciones, en la actualidad).

¿Qué es la mente para los antiguos?

A la mente, los filósofos griegos la denominaban “psiché”, ALMA (de dicho término, proceden las palabras “psicología”, “psicólogo”, “psiquiatría”, etc.). Para los griegos, el alma cumplía dos funciones:

1º Mover la materia y por ello animarla, darle vida. La función principal de las almas es ser el principio activo interno que mueve a los cuerpos haciendo, por ello, que éstos vivan, que estén animados (dotados de un “ánima”). EN CONCLUSIÓN: para el pensamiento antiguo, el alma es el principio vital (aquello que hace que un cuerpo este vivo, animado: un cuerpo está vivo porque tiene alma).

2º La segunda función de las almas, pero sólo de algunas almas, las almas espirituales o espíritus, es la función de conocer, de pensar. No todas las almas son capaces de esto. Sólo pueden hacerlo las almas superiores, las almas racionales o espirituales.

Estas almas también eran denominadas “inteligencias”. Este tipo de almas superiores sólo eran poseídas por los hombres (no por los animales, capaces sólo de conocimiento sensorial) y por los cuerpos celestes.

EN CONCLUSIÓN: para los griegos, la función principal de las almas no es pensar, sino mover la inerte materia dándole por ello vida a los cuerpos, animando a los cuerpos. Sólo algunas formas de vida superiores (los animales, pero, sobre todo, los hombres y los astros) son capaces de desenvolver además una actividad cognoscitiva.

¿Qué es la mente para los modernos?

            El padre de la concepción moderna de la mente (y de tantas otras cosas, como por ejemplo del universo exclusivamente material y mecánico) fue Descartes.

Para Descartes, sólo los seres humanos tienen mente (a la mente, Descartes la seguirá llamando “alma” o “espíritu”, pero preferirá llamarla “res cogitans”, la “cosa pensante”). Los animales, por el contrario, no tienen mente, son sólo cuerpos.

            La gran innovación introducida por Descartes es que la mente (el alma) ya no cumple ninguna función vital (no da vida a un cuerpo porque el fenómeno de la vida es un fenómeno puramente físico, mecánico, hoy en día diríamos, bioquímico).

Entonces…, si las almas ya no animan a los cuerpos, ¿qué es lo que hace el alma?

El alma sólo piensa, sólo conoce (y de ahí que Descartes la denomine “cosa pensante”, “res cogitans”).

Hoy en día (desde los años 50 del pasado siglo XX), mantenemos la concepción de lo mental de Descartes (rechazamos que la mente dé vida al cuerpo), pero matizada: la vida no es una función de las mentes sino la mente, el pensamiento, es una función, una propiedad de ciertos cuerpos vivos. ¿Qué cuerpos? Hay materia viva que tiene la propiedad de pensar: esa materia viva que piensa es la materia gris cerebral.

 

EL ALMA PARA LOS FILÓSOFOS GRIEGOS

ESQUEMAS: FOTOS 6 ABRIL 2022

A) Expliquemos seguidamente de un modo más detallado, en primer lugar, ¿Qué es el alma para los griegos?

1º Para algunos filósofos griegos el alma es una cosa, una sustancia (sustancia es un tecnicismo filosófico de aquello que en lenguaje ordinario denominamos cosa u objeto; la sustancia es el armazón que soporta y mantiene unidas las propiedades de una cosa).

¿Qué tipo de sustancia?

a)      Una sustancia material: la materia de la que están hechas las almas es una materia sutil y leve, ingrávida:

o   Aire: este elemento se vinculó con el aliento vital, con aquello que da vida y anima al cuerpo y que al escaparse por la boca al expirar hace que el cuerpo muera.

o   Fuego: en este caso, este elemento se vincula con el calor corporal que para el pensamiento primitivo es una fuente de vida.

o   Átomos sutiles: ésta es la concepción de Demócrito y del atomismo.

b)      Una sustancia inmaterial, espiritual: éste es el punto de vista defendido por los pitagóricos y por Platón. Según estos filósofos, existen dos tipos de sustancias: las sustancias corpóreas (la materia) y las sustancias incorpóreas (el espíritu). A juicio de estas escuelas, la causa del fenómeno de la vida, y del pensamiento, es el espíritu, no la materia. Por lo tanto, un cuerpo que esté vivo y piense tiene que alojar en su interior este tipo de sustancia espiritual inmaterial (esta concepción del alma la hará suya el judaísmo farisaico y el cristianismo, y de ahí que defiendan que el ser humano posee un alma espiritual, inmortal y capaz de decidir libremente).

2º Para otros filósofos premodernos, el alma no es una sustancia, no es una cosa. ¿Qué es entonces el alma?

a)      La forma, la estructura, de un cuerpo que está vivo. Ésta fue la concepción del alma más elaborada y exitosa del pensamiento griego y estuvo vigente y fue predominante hasta el siglo XVII. Su creador fue Aristóteles.

b)      Para otros filósofos, los filósofos vitalistas (fueron muy importantes también en el Renacimiento y en el Romanticismo), el alma es una fuerza (no una sustancia sino una fuerza), pero no una fuerza física, mecánica, sino una “fuerza vital”.

LA MENTE PARA LOS MODERNOS

B) Expliquemos seguidamente, en segundo lugar, ¿Qué concepción se mantuvo en el mundo moderno acerca del alma o del espíritu?

Recordemos que, desde Descartes, el alma ya es sólo la mente, lo psíquico. Pues bien, la mente puede ser explicada en términos sustancialistas o no sustancialistas.

1º La mente fue explicada en términos sustancialistas (la mente es una cosa, la cosa pensante) en primer lugar por Descartes y por la mayoría de los filósofos racionalistas del siglo XVII (a partir del siglo XVIII, el Siglo de la Ilustración, muchos filósofos ilustrados cuestionaron la validez del pensamiento cartesiano y mantuvieron que la mente no es una cosa, que no existe la sustancia mente).

La mente es una cosa, una sustancia: la cosa que piensa. Para Descartes, la sustancia mental puede pensar porque es inmaterial y no funciona mecánicamente. Además, por ello, es también inmortal (el punto de vista de Descartes sobre el alma, aunque novedosísimo, no entraba en contradicción con el dogma cristiano porque Descartes era un fervoroso católico).

Para Descartes, además, como sabemos, el alma no cumple ninguna función vital ya que el cuerpo humano, nuestro cuerpo, es material y funciona mecánicamente.

EN CONCLUSIÓN: para Descartes y el mecanicismo del siglo XVII, el hombre está compuesto por dos sustancias: un cuerpo material y una mente espiritual, un cuerpo físico y una mente psíquica, separados y desconectados entre sí (de ahí, que el principal problema/misterio filosófico de la época era explicar cómo se comunicaban dichas dos sustancias).

 

 

2º Concepción no sustancialista de la mente.

Es la concepción dominante hoy en día. Para esta concepción no existe la sustancia mente.

La primera corriente filosófica en defender este punto de vista fue el Empirismo británico del siglo XVIII (Locke, Hume, etc.). Los filósofos empiristas cuestionaron la existencia de la sustancia mente. Sus conclusiones:

-          Existe lo psíquico, lo mental, la corriente de la conciencia.

-          No existe la mente (el alma, el “yo” de Descartes)

 

¿Qué ocurrió después?

En el siglo XVIII, un médico francés llamado LaMettrie se dio cuenta de hasta qué punto los procesos mentales están conectados con el funcionamiento del órgano cerebral (hasta ese momento se pensaba que la función del cerebro era enfriar la sangre del cuerpo, cumpliendo una función similar a la del radiador/refrigerador del motor de un coche). Por ello, defendió un nuevo concepto de lo mental anticartesiano: la mente ya no es una sustancia separada del cuerpo sino una función del cuerpo, más en concreto del cerebro. Nuestro cuerpo, nuestro cerebro (y no nuestro espíritu) es quien piensa. El ser humano es por ello una máquina pensante (y fue así como tituló su principal obra, obra que provocó un escándalo mayúsculo en la Europa de su época: “El hombre máquina”).

¿Qué es la mente hoy en día?

La mente no es sino la palabra que utilizamos para referirnos a la totalidad de procesos mentales que se producen en el cerebro. Mi cerebro es por ello la única sustancia verdaderamente existente, y los procesos mentales (la mente) no son sino una función cerebral (un producto del cerebro, una propiedad o estado del cerebro).

EN CONCLUSIÓN: desde el siglo XX, definitivamente, ya prácticamente ningún filósofo defiende la existencia de una sustancia mental. No existe otra sustancia que el cerebro y por lo tanto los procesos mentales deben ser explicados en términos de procesos cerebrales (de esto trata una de las ramas más novedosas del pensamiento científico: la neurociencia).

 

 

 

LA NUEVA FILOSOFÍA DE LA MENTE:

¿Qué concepción de la mente y de lo mental (de la naturaleza de los procesos psíquicos) tenemos a partir del siglo XX?

En el siglo XX hace su aparición una nueva filosofía de la mente, una nueva concepción de lo mental que es efecto del surgimiento de tres nuevas ramas del pensamiento científico (una de las características de la filosofía moderna es que no se puede sustraer a los avances del pensamiento científico; la prueba de ello fue el cambio que en el siglo XVII se produjo, de la concepción filosófica acerca del universo físico, que se produjo por efecto del surgimiento de la física-matemática moderna; de tal modo que si la filosofía en la Edad Media era “criada de la teología” (de la religión) en la Edad Moderna lo será de la ciencia). Pues bien, en el siglo XX hizo su aparición tres nuevas disciplinas científicas que son, al fin, capaces de estudiar lo mental desde una perspectiva científica:

1º en 1874, el fisiólogo (médico) alemán Wilhem Wundt inaugura en la facultad de medicina de la universidad de Leipzig (a la sazón la mejor facultad de medicina del mundo) el primer laboratorio de psicología experimental (esto es, de psicología científica). Da comienzo así al estudio científico de algunos procesos mentales: de la sensación, la percepción, la memoria, la atención y el aprendizaje. Dos años después siguiendo su ejemplo William James abrió en la universidad de Harvard otro laboratorio EEUU. A finales de siglo, había más de 70 laboratorios abiertos ya en todo el mundo.

¿Qué enfoque mantiene la psicología acerca de la mente?

La psicología no estudia la mente entendida como una sustancia (no estudia la cosa mente) sino que solo estudia los procesos mentales, algunos procesos mentales, aquellos procesos que pueden ser objeto de observación empírica y de experimentación. Por ello, la corriente dominante de la psicología en los dos primeros tercios del siglo XX (hasta 1970) fue el conductismo o behaviorismo, cuyos principales representantes fueron John Watson y Burrhus Skinner. Para el conductismo los procesos mentales no pueden ser objeto de estudio científico porque son subjetivos y privados (no objetivos y públicos) y por lo tanto se sustraen a la observación empírica directa. Para los conductistas la mente solo pude ser estudiada a través de su manifestación en la conducta. En conclusión, para el conductismo la psicología científica es el estudio de la conducta humana y no de la mente (de la que algunos llegarán a afirmar que no existe).

2º Hablemos de la segunda ciencia relacionada con la mente que hizo también su aparición en el s.XX: la neurociencia, el estudio científico del sistema nervioso en general, del órgano cerebral (fundamentalmente de las zonas en las que se localizan las funciones mentales; por ejemplo, el estudio de la visión que se produce en la zona occipital del cerebro, en el occipucio: una persona que ha sufrido una lesión en esa parte del cerebro pierde la visión aunque sus ojos estén intactos), y los procesos neuronales en particular. La puesta en marcha de la neurociencia fue en gran medida obra del fisiólogo español Santiago Ramón y Cajal quien fue capaz de aislar la unidad elemental del sistema nervioso: la neurona.

3º En los años treinta del pasado siglo, hizo su aparición la teoría de la computación, la teoría de la información, la informática (fue obra de extraordinarios matemáticos e ingenieros de aquel entonces). Por efecto de ello hicieron su aparición las ciencias cognitivas.

¿Qué es la cognición?

Entender el conocimiento (es decir, los procesos mentales, porque en todos los procesos mentales hay conocimiento) en términos de computación, de computación de información. A lo largo de la segunda mitad del s. XX harán su aparición las distintas ciencias cognitivas: la psicología cognitiva, la inteligencia lingüística cognitiva, la neurociencia cognitiva… El punto de partida es un simposio (un congreso de científicos) que se llevó a cabo en el MIT en 1956. En 1977 hizo su aparición el primer número de la revista “Ciencias cognitivas”, principal órgano de difusión de estas ciencias.

El impacto de las ciencias cognitivas en la nueva filosofía de la mente ha sido extraordinario. Ha hecho su aparición una nueva corriente filosófica denominada funcionalismo que describe la naturaleza de los procesos mentales en términos computacionales. 

Hablemos ahora ya de la nueva filosofía de la mente del s.XX (hasta ahora no hemos hablado más que de las disciplinas e investigaciones científicas que respecto de la mente se han llevado a cabo a lo largo del s.XX). Nos hacemos la siguiente pregunta.

¿Qué nueva concepción acerca de la mente se va a proponer en el siglo XX?

La siguiente: la concepción de la mente y de lo mental de Descartes es un error.

¿Por qué?

En primer lugar, porque la mente no es una sustancia (tal cosa, es decir, el carácter sustancial de la mente, ya la habían rechazado otras corrientes filosóficas de la era moderna, algunas contemporáneas a Descartes, como el empirismo británico del s. XVII y XVIII).

Y, en segundo lugar y fundamentalmente, porque se cuestiona la naturaleza no física de lo mental. Para Descartes los procesos mentales son psíquicos, no físicos. El problema entonces para la ciencia sería el cómo es posible que Descartes afirme la existencia de lo psíquico, de lo mental, en un mundo exclusivamente físico. Tal problema es irresoluble desde una perspectiva científica porque la ciencia parte de la suposición de que en la realidad no hay nada más que lo físico

¿De qué modo el pensamiento científico y la nueva filosofía de la mente ha resuelto esta antinomia?

Considerando que los procesos mentales (lo psíquico) puede ser explicado y concebido en términos exclusivamente físicos o al menos dependientes de lo físico:

Para los conductistas (tanto la psicología conductista como los filósofos conductistas) los procesos mentales deben de ser descritos y explicados en términos conductuales (como bien vemos la conducta ya es algo físico).

Para la neurociencia y la filosofía fisicalista que le es aneja, los procesos mentales son explicados en términos de procesos físico-químicos que se producen en el cerebro (la naturaleza puramente física de lo mental queda también salvaguardada).

Para las ciencias cognitivas y la filosofía funcionalista los procesos mentales no son exactamente estados físicos sino lógicos, pero, aun así, salvaguardan en cierta medida el carácter material de los procesos mentales.

Finalmente, para el emergentismo, la aparente naturaleza no física de los procesos mentales no conlleva que no podamos considerar como incuestionable el que lo mental es causado, producido, fabricado por lo neuronal y también que lo mental, los procesos mentales, se localiza en los procesos neuronales.

Antes de explicar las principales corrientes de la nueva filosofía de la mente, tenemos que explicar por qué estas nuevas concepciones nos resultan tan chocantes: porque chocan con la “psicología popular” o “psicología del sentido común”, es decir, con cómo cada uno de nosotros experimenta y vivencia sus propios procesos mentales y el modo como ordinariamente los explicamos (en términos de primera persona y en términos de actitudes mentales: “yo creo…”, “yo deseo…”, “yo siento…”, …). Esta manera de interpretar nuestra vida mental la proyectamos sobre nuestros semejantes para así poder explicar y entender su conducta. Y así, si veo que Hugo se está rascando la nariz, inmediatamente pienso que lo hace porque le pica. Esa interpretación de la conducta de lo mental y toda la terminología de la que hacemos uso es NO CIENTÍFICA.

¿Cuál es entonces la manera científica de describir y explicar los procesos mentales?

Como vamos viendo en términos conductuales, o en términos neuronales, o en términos computacionales. Como bien vamos viendo, la psicología popular o psicología del sentido común por el contrario no chocaba con la filosofía de la mente de Descartes (y esta es una de las razones del enorme éxito de la concepción cartesiana que la mente tuvo en el pasado, y tiene aun en el presente).

CONDUCTISMO LÓGICO

Pues bien, en los años cincuenta del pasado siglo, en las universidades de Oxford y Cambridge, hizo su aparición una nueva corriente filosófica cuyo principal objetivo fue matar a Descartes para siempre. En 1949, Gilbert Ryle publica “El concepto de lo mental”. En esta obra pone fin a lo que él denomina el mito cartesiano. Para Ryle, Descartes concibe al ser humano como si en él se diesen al mismo tiempo dos historias paralelas: la historia de sus procesos corporales y la historia de sus procesos mentales (es el famoso dualismo mente/cuerpo de Descartes). Ryle considera que Descartes concibe al ser humano como “un fantasma encerrado dentro de una máquina”. Esta concepción es, según Ryle, un disparate.

¿En qué términos se debe concebir los procesos mentales según Ryle?

No en términos conductuales (esto es lo que hacia la psicología conductista de la época, pero tal cosa para Ryle es un error). Entonces, ¿Qué son los procesos mentales? Un proceso mental no es una conducta sino una disposición conductual, una disposición para desenvolver una conducta moral e inteligente (la mente, por lo tanto, para Ryle, no es otra cosa que el conjunto de disposiciones para llevar a cabo una conducta moral e inteligente).

Antes de las vacaciones de Semana Santa estuvimos explicando la nueva concepción que de la mente y de lo mental tenemos en el siglo XX. Ya sabemos que lo más importante es que en el siglo XX se rompió definitivamente con la concepción cartesiana de la mente (con la concepción de la mente de los griegos, eso del “alma”, ya habíamos roto cuatro siglos antes). Aun así, no podemos olvidar que el cartesianismo sigue vivo ya que es la concepción que acerca de la mente seguimos teniendo cada uno de nosotros (somos gente corriente, no filósofos de la mente ni científicos y por ello nuestra concepción de la mente es la propia del sentido común o psicología popular).

En el siglo XX ha habido tres nuevas grandes concepciones acerca de lo mental:

- La concepción de la mente de la neurociencia: la mente es una ilusión filosófica, no existe, porque la mente es el cerebro.

- Para los funcionalistas, lo mental no es otra cosa que procesamiento y computación de información (de ahí que los funcionalistas más extremistas lleguen a afirmar o defender que los ordenadores tienen mente).

- Finalmente, tenemos a los conductistas lógicos. Esto es lo que estuvimos explicando el último día de clase. Recordemos que se llaman así porque son conductistas filosóficos, no psicólogos conductistas (utilizan la palabra lógico en lugar de filosófico, porque la palabra filosófica tiene en estos tiempos muy poco prestigio). Para el conductismo lógico, como ya explicamos, la mente, lo mental, lo psíquico no se puede desvincular de la conducta exterior observable. ¿Qué es la mente? Según los conductistas lógicos, la mente no es otra cosa que la disposición para poder desenvolver una conducta moral-inteligente (ejemplo: ¿qué procesos mentales se están dando en este momento en el profesor que nos está dando clase? Toda la conducta inteligente que en este momento está desenvolviendo, es decir, todo el discurso y explicaciones que nos está dando en clase). En conclusión, predicar atributos mentales (predicar atributos mentales del comportamiento del profesor), de carácter moral como “ameno” o “aburrido”, o de carácter intelectual como “competente” o “incompetente”, es simplemente atribuir capacidad o incapacidad para hacer determinado tipo de conductas. La mente no es esta o aquella conducta sino el conjunto de disposiciones para conducirnos moral e inteligentemente.

Hablemos seguidamente de la concepción de la mente de Ludwig Wittgenstein (en el ámbito anglosajón ha sido el filósofo más importante del siglo XX, es decir, el más influyente; vienés de nacimiento, desenvolvió toda su carrera en la universidad de Cambridge; era ingeniero de formación y terminó recalando en dicha universidad tras conocer a Bertrand Russell, universidad en la que trabajó hasta su muerte; considerado por aquellos que lo conocieron como un genio absoluto, no leyó un libro de filosofía en su vida y escribió solo dos obras a lo largo de su vida, ambas en lengua alemana: el “Tractatus”, obra que escribió en las trincheras de la 1ª Guerra Mundial y que es la obra inspiradora de toda la filosofía lógico-matemática del s.XX, y sus “Investigaciones filosóficas”, obra responsable de que la filosofía en el s.XX se convierta principalmente en filosofía del lenguaje; es en esta última obra en la que expone sus teorías postcartesianas acerca de la mente y lo mental).

La tesis básica de Wittgenstein en filosofía de la mente es la siguiente: no existe ni puede existir un lenguaje privado en el cual expresarlas adecuadamente. Todo lenguaje humano es público y por ello los procesos mentales sólo pueden ser estudiados, mediante un lenguaje público, en su manifestación en la conducta. Wittgenstein también defiende, por lo tanto, aunque de un modo matizado, la tesis principal del conductismo filosófico: los procesos mentales existen en sí mismos, pero sólo pueden ser estudiados (solo podemos hablar de ellos) a través de su manifestación en la conducta.

FISICALISMO

Hablemos ahora de la segunda concepción acerca de la mente, la propia de la neurociencia. Los filósofos que defienden en enfoque que de lo mental mantienen los neurocientíficos, pueden ser calificados de físicalistas: lo psíquico puede ser reducido, explicado en términos puramente físicos, físico-químicos, materiales.

¿Qué es la mente?

La mente es el cerebro.

¿Qué son los estados mentales?

Estados cerebrales, estado físico-químicos de las neuronas del cerebro.

Hay dos principales ramas o teorías fisicalistas:

1. La TEORÍA DE LA IDENTIDAD que defiende que los estamos mentales pueden ser reducidos a estados cerebrales, que los procesos mentales son idénticos que determinados procesos cerebrales (por ejemplo, la sensación psíquica de un dolor no es otra cosa que un determinado estado en el que se encuentran las neuronas de una zona del cerebro). La concepción de la mente de una neurocientífica como Susan Greenfield que afirma que “tú eres tu cerebro” es un ejemplo de Teoría de la identidad.

2. El ELIMINATIVISMO: los eliminativistas como R. Rorty y P. Feyerabend son aún más radicales hasta el punto de defender la eliminación de lo mental: lo mental no se reduce a lo neuronal, sino que solo existe lo neuronal (la mente es una ilusión, una ilusión similar a las brujas y a los espíritus en los que se creía en el pasado, y del mismo modo que hoy en día ya no creemos en tales supercherías, en el futuro tampoco creeremos en la existencia de la mente).

FUNCIONALISMO

Hablemos ahora del funcionalismo, la tercera gran corriente de la filosofía de la mente del s.XX (junto con el conductismo lógico y el fisicalismo). En el año 1936 surge la Teoría de la información. Hará posible replantear el problema del conocimiento (de lo mental, en general) en términos de cognición.

¿Qué es la cognición?

El uso y manipulación (el procesamiento) de información.

¿Qué o quienes realizan actividades cognitivas?

No solo los animales y el ser humano sino también maquinas debidamente programadas (ordenadores).

Va a hacer su aparición por ello una nueva forma de entender la psicología científica: la psicología cognitiva (se rechaza la psicología conductista). Esta nueva psicología recupera el mentalismo, el estudio científico de los procesos psíquicos.

¿Qué son los procesos mentales para la psicología cognitiva?

Procesos cognitivos, computacionales.

También hizo su aparición la teoría de la inteligencia artificial (IA) que defiende que además de la mente humana y animal existe una mente mecánica (a Descartes le habría dado un soponcio): cuando un computador debidamente programado posee sensaciones, recuerdos, o realiza inferencias (razonamientos) no parece inteligente, sino que es inteligente.

Expliquemos seguidamente el funcionalismo, la concepción filosófica de la mente acorde con los planteamientos de la ciencia cognitiva. La primera formulación de la teoría funcionalista de la mente la llevó a cabo en los años sesenta del pasado siglo Hilary Putnam (el catedrático de lógica de la universidad de Harvard).

¿Qué es el funcionalismo?

Una doctrina filosófica sobre la mente que afirma:

1. Los procesos mentales no son conducta externa observable (el funcionalismo rechaza el concepto de lo mental del conductismo lógico; prueba: los súper-espartanos de Putnam, unos guerreros espartanos que han sido entrenados para soportar cualquier tipo de dolor, por ejemplo, la extracción sin anestesia de una muela sin manifestar ninguna muestra conductual de dolor; ergo (en conclusión), la mente no puede ser explicada en términos conductuales).

2. Contra el fisicalismo reductivista de la neurociencia que reduce la mente al cerebro. Los funcionalistas defienden que el soporte físico (el cerebro) de los procesos mentales es irrelevante. Según los funcionalistas, el mismo proceso mental (que es computación de información) se puede dar en un cerebro como en un ordenador (Putnam afirma que incluso se podría dar en un alma cartesiana, un espíritu incorpóreo).

3. Los procesos mentales son funciones mediadoras (de ahí el nombre de funcionalismo) entre entradas sensoriales (input) y salidas motoras, la conducta externa observable (output).

ENTRADAS                ESTADO INTERNO                           SALIDAS

SENSORIALES           DE INFORMACIÓN                           MOTORAS

(Fuerte ruido)               (Proceso mental)                                  (Taparme los oídos)

 


INPUT                         FUNCIÓN MEDIADORA                   OUTPUT                               

 

4. Los procesos mentales pueden ser caracterizados como estados funcionales. ¿Qué es un estado funcional? Un estado lógico, un estado de información. En conclusión, los estados mentales no son estados cerebrales sino estados funcionales, estados de información.

¿Cómo procesa o se produce la computación de la información en la mente?

Jerry Fodor (fue profesor del MIT), el otro gran filosofo funcionalista, ha propuesto que existe dentro de la mente un lenguaje a través del cual se lleva a cabo la computación.

¿Qué lenguaje?

Ningún lenguaje natural, ningún idioma en particular (gallego, español, inglés, chino…), sino un lenguaje universal, “el lenguaje del pensamiento” o “mentalés” (ese lenguaje cumple la misma función que en los ordenadores, cumple el “lenguaje de máquina”).  

En conclusión, Fodor ha intentado descifrar ese lenguaje del pensamiento que lleva a cabo la computación en la que consiste en definitiva los procesos mentales.

EMERGENTISMO

Hablemos finalmente del emergentismo de John Searle. Searle es norteamericano, se doctoró en Oxford y es profesor en la universidad de Berkeley (es la universidad de San Francisco; es muy importante, y lleva el nombre de un filósofo empirista británico del s.XVIII). Expliquemos la teoría de Searle acerca de la mente: el emergentismo. La tesis de Searle es que los procesos mentales no son independientes de los procesos cerebrales, pero a la vez no se reducen a procesos cerebrales (tal como estos son estudiados por el neurocientífico).

¿Qué son entonces los procesos mentales?

Son fenómenos o propiedades emergentes, propiedades que emergen de los procesos cerebrales (ese emerger no es un proceso no físico de carácter misterioso).

El problema es el de siempre: cómo encajar los fenómenos mentales en nuestra concepción científica del mundo como realidad compuesta de cosas físicas exclusivamente.

Y es que hay cuatro propiedades de lo mental que es difícil de concebir en términos físicos:

1) LA CONCIENCIA: es el “darse cuenta” de lo que hacemos (ese darse cuenta es el hecho central de la existencia específicamente humana). Pues bien, es difícil imaginar que un sistema físico tenga conciencia.

2) INTENCIONALIDAD: los procesos mentales son intencionales. Los procesos mentales representan algo y así se refieren a objetos o estados de cosas distintos de los propios estados mentales. Es difícil concebir que un sistema físico pueda representarse algo y así referirse a un objeto (siempre que se piensa, se siente, se desea, hay que pensar, sentir, desear algo; ese algo es una representación mental y esa representación mental se refiere a un objeto extramental; los procesos físicos como la circulación de la sangre, por el contrario, no son intencionales).

3) LA SUBJETIVIDAD: es el privilegio del acceso directo de cada sujeto humano a sus propios procesos mentales (solo yo puedo conocer o experimentar directamente mis propios estados mentales internos). Los fenómenos físicos, por el contrario, no son subjetivos sino objetivos y de ahí que sea difícil acomodar la propiedad de la subjetividad con la concepción científica de la mente.

4) El problema de la CAUSACIÓN MENTAL: nuestros procesos mentales causan efectos físicos, pero no parece fácil comprender cómo algo mental puede tener influencia física.

La respuesta de Searle a estos cuatro problemas es la siguiente: las cuatro propiedades intrínsecamente mentales del universo son rasgos o propiedades físicas, pero de nivel superior de los cerebros, son propiedades emergentes de los sistemas neurofisiológicos (los procesos mentales son algo diferenciado de los procesos cerebrales en cuento procesos neuronales, pero no existen al margen de los procesos neuronales).

Rematemos nuestra explicación. Para Searle, los procesos mentales son causados por procesos neurológicos (y por ello emergen de ellos y sobre todo son distintos, diferenciables de ellos: son efectos, efectos epifenoménicos de los procesos neuronales, de un modo similar a como una sombra es un epifenómeno de un árbol) pero al mismo tiempo se producen en procesos cerebrales, es decir, están realizados en procesos cerebrales (y por lo tanto no son independientes de ellos ni tampoco radicalmente distintos de ellos).

¿Cómo es esto posible?

Hay que diferenciar entre:

- Micropropiedades: propiedades de los elementos que componen un objeto.

- Macropropiedades: propiedades de un objeto considerado como un todo, propiedades globales o propiedades a nivel superficial.

Ejemplo: ¿Cómo se explica la propiedad solidez de una mesa? Se explica por la estructura de enrejado (esa sería la propiedad global o superficial) de las moléculas de las que se componen. Indudablemente, aunque la solidez no es una propiedad de las moléculas sí es una propiedad causada por las moléculas y realizada en el sistema compuesto por las moléculas.

Y así, siguiendo la analogía (comparación), los fenómenos mentales son:

- Causados por procesos que tienen lugar en el cerebro en el micronivel de las neuronas.

- Fenómenos que se realizan en el sistema neuronal.

Conclusión final del emergentismo: en el cerebro, que es la única sustancia existente, existen dos niveles de descripción reales: el micronivel de los procesos neuronales y el macronivel de los procesos mentales. Y tal es la relación entre la mente y el cerebro.

Como acabamos de ver el emergentismo le sirve a Searle para refutar los planteamientos sobre la mente de la neurociencia. Searle también es famoso por demostrar, contra lo que afirma la inteligencia artificial, que la única máquina que puede pensar es el cerebro. Esta tesis es coherente con la afirmación de que los procesos neuronales son emergentes con relación a los procesos cerebrales, es decir, que solo pueden ser producidos por estos y no por una computadora. Para demostrar creó un experimento mental “la habitación china” que demuestra que es imposible que una computadora realmente piense (un ordenador solo manipula símbolos que no comprende: sus símbolos solo tienen sintaxis, relaciones de orden entre ellos, pero no semántica, relación con un significado, esto es, la famosa intencionalidad de los procesos mentales). Conclusión final: la única máquina que puede pensar es el cerebro. Los cerebros causan mentes (no existe la mente mecánica porque los procesadores no tienen cerebro).

ESQUEMA DE LA CONCEPCIÓN DE LO MENTAL EN EL SIGLO XX-XXI: ver blog  Axitación filosófica - 20 de abril 2021

II ANEXO – EL ALMA DE LAS RELIGIONES

            Esta última clase antes del examen que vamos a hacer mañana sobre la mente la vamos a dedicar a un tema de filosofía de la religión. ¿Qué es la filosofía de la religión? La reflexión filosófica no sobre la mente (eso sería la filosofía de la mente), no sobre la verdad matemática (eso sería filosofía de las matemáticas), sino sobre las creencias religiosas, es decir, sobre el mundo de las religiones.

El tema principal de las creencias religiosas es lo sagrado (lo numinoso), lo divino, Dios. La mayoría de las religiones creen, postulan la existencia de una realidad incognoscible que se encuentra en el fondo de todas las cosas. Dicha realidad es el fondo último de todo lo que existe, es la realidad última y definitiva: lo sagrado, lo divino, Dios que además es descrito como algo misterioso, terrible y fascinante (sublime). Pues bien, una de las creencias fundamentales de las religiones, de la mayoría de las religiones, es la creencia en la existencia del alma, pero atención, del alma tal como la conciben las religiones (no del alma tal como ésta es concebida por el pensamiento filosófica, ya sean los filósofos de un remoto pasado como lo fueron los filósofos griegos, ya sean los de un pasado más cercano como fue Descartes y sus seguidores, ya sean incluso los filósofos del presente).

¿Qué es el alma que postulan las creencias religiosas?

-          El alma es la presencia de ese principio divino de algún modo en cada uno de nosotros (para los cristianos, por ejemplo, el alma que poseen todos los hombres ha sido creada directamente por Dios y creada a su imagen y semejanza, es decir, el alma es lo divino, lo sagrado que hay en el ser humano; estas creencias, además, tienen consecuencias prácticas, éticas, en la vida de los creyentes cristianos y así, por ejemplo, es por este motivo por lo que los cristianos están en contra del aborto: para ellos, es en el momento mismo de la concepción cuando Dios crea el alma de cada individuo singular).

-          El alma de las religiones es también quien puede llegar a experimentar (incluso entrar en comunión; es el amor místico) ese principio divino que subyace a toda la realidad; es decir, puede llegar a percibir de alguna manera (en esto consisten las experiencias místicas) a Dios.

-          Finalmente, el alma también es un principio inmaterial (espiritual) que subsiste a la aparente destrucción de nuestro cuerpo tras la muerte (y de ahí que uno de los temas fundamentales de muchas religiones sea el destino del alma tras la muerte del cuerpo); es por ello por lo que las creencias religiosas son principalmente creencias escatológicas (escatología=creencias acerca de la vida de ultratumba, de la vida más allá de la muerte…del cuerpo).

En consecuencia, cuando reflexionamos acerca de la naturaleza y legitimidad de las creencias religiosas, tenemos que comprender que el alma de la que hablan las religiones no es el alma que postulaban los filósofos griegos ya fuese para comprender el fenómeno de la vida, ya fuese para explicar el movimiento de los cuerpos celestes o del cosmos entero. Tampoco es el alma (la mente) acerca de la cual “meditaba metafísicamente” Descartes: el alma cartesiana (de la que tanto se reía Ryle llamándola “Ghost in the machine”). Y es que tenemos que comprender que las creencias religiosas, que la experiencia y comprensión religiosa de la realidad, implica siempre un plus, una experiencia y conocimiento extra que no se puede adquirir por vía ordinaria, que no se puede alcanzar por medios estrictamente racionales: esa experiencia es la experiencia religiosa, la experiencia del contacto directo con la divinidad. A ese conocimiento es a lo que denominamos fe (por ello Kierkegaard, un importantísimo filósofo danés del siglo XIX, el cristiano atormentado del siglo XIX por excelencia como Pascal lo fue del siglo XVII, decía que el creyente tiene que ir más allá de sus creencias ordinarias, racionales acerca de la realidad y dar lo que él denominó “el salto de fe”. Por ello afirmaba que “si puedo comprender a Dios racionalmente es que no tengo fe; pero como no puedo hacerlo, debo tener fe”).

¿Qué relación existe entre la concepción religiosa del alma y la concepción que acerca del alma tuvieron los antiguos filósofos griegos?

La reflexión de los filósofos griegos sobre el alma forma parte de la reflexión racional, ordinaria sobre la realidad. Los filósofos griegos se preguntaban, ¿qué mueve a los cuerpos, sobre todo a los cuerpos celestes, las esferas y los astros?, ¿qué anima a las plantas, a los animales, incluso al cuerpo de los hombres?, ¿qué hace posible que los hombres no sólo vivan y sientan, sino incluso que piensen? La respuesta era una entidad a la que denominaron psyché, el alma (esa alma fue concebida de múltiples modos por los distintos filósofos y corrientes de pensamiento de la Antigüedad, tal como hemos visto en la unidad que acabamos de explicar). Como bien vemos, el alma de los filósofos griegos no es el alma de la que hablan las religiones. Sin embargo, aunque no se coimpliquen, ambas concepciones se complementan (y de ahí que no nos resulte extraño que un filósofo como Sócrates en el diálogo Fedón de Platón postulase la supervivencia del alma a la muerte del cuerpo y el traslado de ésta a una región superior y divina). En el caso de Descartes, la concepción de la mente cartesiana, su concepción dualista mente/cuerpo es compatible con el dogma cristiano que afirma la existencia y supervivencia de las almas (y así, la filosofía cartesiana sobre la mente no entra en contradicción con los dogmas del cristianismo, algo especialmente importante para Descartes que era un fervoroso y auténtico católico; no olvidemos que la principal creencia del cristianismo es la salvación de nuestra alma a través de la muerte en la cruz de Jesucristo y por ello, ¿qué sentido tendría el sacrificio de Cristo si no tuviésemos alma?).