TEXTO DISCURSO DEL MÉTODO II (Demostración existencia Dios)
Después
de lo cual, hube de reflexionar que, puesto que yo dudaba, no era mi ser
enteramente perfecto, pues veía claramente que hay más perfección en conocer
que en dudar; y se me ocurrió entonces indagar por dónde había yo aprendido a
pensar en algo más perfecto que yo; y conocí evidentemente que debía de ser por
alguna naturaleza que fuese efectivamente más perfecta. En lo que se refiere a
los pensamientos, que en mí estaban, de varias cosas exteriores a mí, como son
el cielo, la tierra, la luz, el calor y otros muchos, no me preocupaba mucho el
saber de dónde procedían, porque, no viendo en esos pensamientos nada que me
pareciese hacerlos superiores a mí, podía creer que, si eran verdaderos, eran
unas dependencias de mi naturaleza, en cuanto que ésta posee alguna perfección,
y si no lo eran, procedían de la nada, es decir, estaban en mí, porque hay
defecto en mí. Pero no podía suceder otro tanto con la idea de un ser más
perfecto que mi ser, pues era cosa manifiestamente imposible que la tal idea
procediese de la nada; y como no hay menor repugnancia en pensar que lo más
perfecto sea consecuencia y dependencia de lo menos perfecto que en pensar que
de nada provenga algo, no podía tampoco proceder de mí mismo; de suerte que
sólo quedaba que hubiese sido puesta en mí por una naturaleza verdaderamente
más perfecta que soy yo, y poseedora inclusive de todas las perfecciones de que
yo pudiera tener idea; esto es, para explicarlo en una palabra, por Dios. A
esto añadí que, supuesto que yo conocía algunas perfecciones que me faltaban,
no era yo el único ser que existiese (aquí, si lo permitís, haré uso libremente
de los términos de la escuela), sino que era absolutamente necesario que
hubiese algún otro ser más perfecto de quien yo dependiese y de quien hubiese
adquirido todo cuanto yo poseía; pues si yo fuera solo e independiente de
cualquier otro ser, de tal suerte que de mí mismo procediese lo poco en que
participaba del Ser perfecto, hubiera podido tener por mí mismo también, por
idéntica razón, todo lo demás que yo sabía faltarme, y ser, por lo tanto, yo
infinito, eterno, inmutable, omnisciente, omnipotente y, en fin, poseer todas
las perfecciones que podía advertir en Dios.
R.
DESCARTES; Discurso del Método
Análisis
del texto
Seguidamente vamos a dar paso
al análisis del texto propuesto, un fragmento del “Discurso del método”.
Comenzaremos nuestro comentario contextualizando la temática del texto en el
pensamiento del autor. El “Discurso del método” es una obra que Descartes
escribió cuando contaba 40 años de edad. En ella, expone sus nuevas ideas
acerca del saber verdadero (tanto filosófico como científico) y la metodología
conducente a alcanzarlo. Con su nueva metodología, Descartes rompía
definitivamente con el método escolástico que se enseñaba en las universidades
(caracterizado por sus interminables razonamientos silogísticos), proponiendo
un nuevo método que sobresalía por su simplicidad (consta sólo de 4 reglas) y por
tomar como modelo al razonamiento matemático. También en dicha obra, comenzó a
formular algunas de las principales ideas de su sistema filosófico:
- la búsqueda de una primera certeza
sobre la que asentar el saber,
- la demostración de la existencia de la
sustancia divina
- la demostración de la naturaleza
espiritual del alma humana,
- la naturaleza extensa de la sustancia
corpórea,
- el dualismo cuerpo/alma característico
del ser humano.
Las ideas fundamentales del texto son las siguientes:
1º Del hecho de dudar y del principio implícito “Es superior y más
perfecto conocer que dudar” se infiere, afirma Descartes, su imperfección
como cosa pensante.
2º Descartes se pregunta por la causa de su idea de “una cosa pensante
que conoce y no sólo duda” y por lo tanto de la idea de un ser más perfecto que
él, es decir, la idea de una mente perfecta.
3º La causa de esa idea (la de un ser, de una mente más perfecta) no
puede ser sino una realidad (una
“naturaleza”) más perfecta que él mismo.
¿Por qué? Porque la idea de un ser más perfecto no puede ser causada por un ser
imperfecto como él es. En conclusión: su propio pensamiento no puede haber
causado esa idea.
4º ¿Cuál puede ser, entonces, la causa de esa idea? Necesariamente un
ser más perfecto que él, es quien ha puesto en su mente esa idea. A su vez, debe poseer todas
las perfecciones que Descartes pudiese llegar a pensar.
Por lo tanto:
-
en primer
lugar, esa naturaleza existe y,
-
en
segundo lugar, esa naturaleza es divina.
EN CONCLUSIÓN, podemos indubitablemente afirmar que la proposición
“Dios existe” es verdadera.
5º Toda perfección que hay en Descartes (por ejemplo, el hecho de
existir) procede de dicho ser perfecto del cual en pequeña medida participa.
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