miércoles, 24 de enero de 2018

WITTGENSTEIN

capítulo 34
Hechizado por el lenguaje: Ludwig Wittgenstein

Si hubieras acudido a uno de los seminarios que Ludwig Wittgenstein (1889–1951) dio en 1940 en la Universidad de Cambridge, rápidamente te habrías dado cuenta de que estabas en presencia de alguien muy inusual. La mayoría de la gente que lo conoció pensaba que era un genio. Bertrand Russell lo describió como alguien «apasionado, profundo, intenso y dominante». Este hombrecillo vienés de brillantes ojos azules y profundamente serio solía andar de un lado para otro del aula, haciéndoles preguntas a los estudiantes o permaneciendo absorto en sus pensamientos durante va- rios minutos. Nadie se atrevía a interrumpirle. No daba sus charlas a partir de apuntes, sino que reflexionaba en voz alta sobre distintas cuestiones, utilizando una serie de ejemplos para exponer el tema que tratara. Les decía a los estudiantes que no perdieran el tiempo leyendo libros de filosofía; si se los tomaban realmente en serio, decía, deberían tirarlos al suelo y pensar acerca de las cuestiones que planteaban.

 Su primer libro, el Tractatus Logico-Philosophicus (1922), está compuesto por pequeñas secciones numeradas, muchas de las cuales parecen más poesía que filosofía. Su mensaje principal es que las cuestiones más importantes sobre ética y religión están más allá de los límites de nuestra capacidad de comprensión y que si no podemos hablar con sentido sobre ellas, deberíamos callar.

 Un tema central en obras posteriores es el «hechizo del lenguaje». Wittgenstein creía que el lenguaje conduce a los filósofos a todo tipo de confusiones. Caen bajo su embrujo. Y él se veía a sí mismo como el psicoanalista que despeja gran parte de esta confusión. La idea era que siguieras la lógica de sus ejemplos cuidadosamente escogidos y que, al hacerlo, tus problemas filosóficos desaparecerían. Lo que parecía terriblemente importante dejaría de ser un problema.

Una de las causas de esa confusión filosófica es la suposición de que todo el lenguaje funciona del mismo modo; la idea de que las palabras simplemente nombran cosas. Él quería demostrar a sus lectores que hay muchos «juegos del lenguaje», distintas actividades que realizamos al utilizar las palabras. El lenguaje no tiene ninguna «esencia», ningún rasgo único común que explique toda la variedad de sus usos.

Imagina que estás en una boda y ves a un grupo de personas emparentadas entre sí. Puede que por el parecido físico seas capaz de reconocer a aquéllos que pertenecen a la misma la familia. Esto es lo que Wittgenstein quería decir con «parecido familiar». Puede que te parezcas un poco a tu madre en algunas cosas –quizá ambos tenéis el pelo y los ojos del mismo color– y un poco a tu abuelo en que ambos sois altos y delgados. Puede que también tengas el mismo color de pelo y constitución que tu hermana, pero quizá ella tiene los ojos de otro color. No hay un único rasgo que compartan todos los miembros de una familia y que haga posible reconocer a simple vista que genéticamente están emparentados. Lo que hay, en cambio, es un patrón de parecidos superpuestos, en el que distintos familiares comparten distintos rasgos. Este patrón de parecidos superpuestos es lo que interesaba a Wittgenstein. Utilizó esta metafora del parecido familiar para explicar algo importante acerca de cómo funciona el lenguaje.

 Pensemos en la palabra «juego». Hay muchas cosas distintas para las que utilizamos esta palabra: juegos de mesa como el ajedrez, juegos de cartas como el bridge o el solitario, deportes como el fútbol, etcétera. También hay otras cosas a las que llamamos juegos, como el escondite o los juegos de fantasía. La mayoría de la gente presupone que, si utilizamos la misma palabra, «juego», es porque hay un rasgo común, una «esencia» del concepto «juego». Sin embargo, Wittgenstein pide a sus lectores que no se limiten a asumir que existe este denominador común y les anima a «comprobarlo». Se podría pensar que todos los juegos tienen un ganador y un perdedor, pero, ¿qué hay del solitario? ¿O de la actividad de lanzar una pelota a la pared y volverla a coger? Estas dos actividades también son juegos, y sin embargo en ellos no hay ningún perdedor. También se podría pensar que el rasgo común es que se juegan de acuerdo a unas reglas, pero algunos juegos de fantasía no parecen tenerlas. Para cada uno de los distintos candidatos a rasgo común de todos los juegos, Wittgenstein ofrece un contraejemplo, un juego que no parece compartir la «esencia» sugerida para todos los juegos. Lo que él creía era que, en vez de asumir que todos los juegos tienen algo en común, deberíamos considerar palabras como «juego» en «términos de parecido familiar».

Cuando Wittgenstein describió el lenguaje como una serie de «juegos del lenguaje» estaba llamando la atención acerca del hecho de que lo utilizamos para muchas cosas distintas, y que los filósofos habían entendido las cosas mal porque pensaban que, fundamentalmente, todo el lenguaje operaba del mismo modo. En una de sus famosas descripciones de su propósito como filósofo, Wittgenstein declaró que lo que quería hacer era mostrarle a la mosca la salida de la botella. Los filósofos convencionales se limitan a dar vueltas atrapados en el interior. El modo de «resolver» un problema filosófico era sacar el corcho y dejar que saliera la mosca. Lo que quería decir con esto era que quería mostrarle al filósofo que él o ella habían estado haciendo las preguntas equivocadas o que el lenguaje les había inducido a error.

Tomemos por ejemplo la descripción que hizo san Agustín de cómo había aprendido a hablar. En sus Confesiones, sugiere que las personas mayores que tenía a su alrededor señalaban objetos y decían su nombre. Él veía una manzana, alguien la señalaba y decía, «manzana». Poco a poco, Agustín fue comprendiendo lo que significaban las palabras y pudo utilizarlas para decirles a otras personas lo que quería. Según Wittgenstein, éste es el ejemplo de alguien para el que todo el lenguaje tiene una esencia, una función única. Esta función única es nombrar objetos. Para Agustín, cada palabra tiene un significado. Wittgenstein, en cambio, nos anima a ver el uso del lenguaje como una serie de actividades estrechamente vinculadas con las vidas prácticas de los hablantes. Deberíamos ver el lenguaje como una bolsa de herramientas que contiene muchas herramientas distintas, en vez de, por ejemplo, una herramienta que siempre hace la función de destornillador.

 Puede parecerte obvio que, cuando te duele algo y lo expresas, estás utilizando palabras que nombran la sensación concreta que tienes. Wittgenstein, sin embargo, echa por tierra esta noción del lenguaje de la sensación. No es que no sientas algo. Es sólo que, desde un punto de vista lógico, tus palabras no pueden dar nombre a las sensaciones. Si todo el mundo tuviera una caja con un escarabajo que nunca enseñan a nadie, daría igual lo que hubiera dentro de esa caja cuando hablaran de su «escarabajo». El lenguaje es público, y requiere formas de comprobar que decimos cosas con sentido. Según Wittgenstein, cuando un niño aprende a «describir» el dolor que siente, lo que sucede en realidad es que los padres animan al niño a hacer varias cosas, como por ejemplo a decir «me duele» (equivalente en muchos sentidos a la expresión natural «¡Ay!»). Parte del mensaje de Wittgenstein es que no deberíamos pensar en las palabra «me duele» como un modo de nombrar una sensación privada. Si los dolores y otras sensaciones realmente fueran privados, necesitaríamos un lenguaje especial para describirlos. Otro de sus ejemplos puede ayudar a explicar por qué pensaba esto.

Un hombre decide llevar un registro de cada vez que tiene una sensación particular para la que no hay nombre; por ejemplo, un determinado cosquilleo. Cada vez que tiene esta sensación escribe «S» en su diario. «S» es una palabra de su lenguaje privado; nadie más sabe lo que quiere decir con ella. Esto parece plausible. No es difícil imaginar a un hombre haciendo algo así. Pero sigamos con el ejemplo. ¿Cuando siente un cosquilleo, cómo sabe que se trata de uno del tipo «S» y no de otro cosquilleo distinto? No puede retroceder en el tiempo y cotejarlo con nada salvo su recuerdo de otro cosquilleo «S». Pero esto no es suficiente, podría equivocarse. No es un modo fiable de saber si está utilizando la palabra del mismo modo.

 Lo que pretendía decir Wittgenstein con este ejemplo del diario es que el modo en que utilizamos las palabras para describir nuestras experiencias no puede estar basado en un vínculo privado de la palabra con la experiencia. Tiene que haber algo público en ello. No podemos tener nuestro propio lenguaje privado. Y si esto es cierto, la idea de que la mente
 es como un teatro cerrado al que nadie más puede acceder es errónea. Para Wittgenstein, pues, la idea de un lenguaje privado de las sensaciones carece totalmente de sentido. Esto es importante –y también difícil de comprender–, puesto que muchos filósofos antes que él pensaban que la mente de cada individuo es privada.

Aunque profesaba el cristianismo, la familia Wittgenstein fue considerada judía por las leyes nazis. Ludwig se pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial trabajando como camillero en un hospital de Londres; su familia, en cambio, tuvo suerte de escapar de Viena. De no haberlo hecho, puede que Adolf Eichmann la hubiera deportado a los campos de exterminio. La implicación de Eichmann en el Holocausto y su posterior juicio por crímenes contra la humanidad fueron el punto de partida de las reflexiones de Hannah Arendt sobre la naturaleza del mal.

CUESTIONARIO DE LUDWIG WITTGENSTEIN

En la portada del trabajo, si te place, puedes dibujar a  una mosca saliendo de una botella o, si se te da bien dibujar, a Wittgenstein quitándole el corcho a una botella en la que hay una mosca volando en su interior. 

1º Lee y resume la reseña biográfica de Wittgenstein que aparece en la Stanford Encyclopedia of Philosophy (no olvides indicar sus obras). El artículo está en inglés con lo que podrás hacer uso de tus habilidades en la lengua de Shakespeare. La Stanford Encyclopedia of Philosophy es la mejor enciclopedia online de filosofía del mundo. La Universidad de Stanford está en California y es junto con Harvard la universidad más prestigiosa de los Estados Unidos.

2º Describe cómo impartía Wittgenstein sus clases en la Universidad de Cambridge. ¿Qué les decía acerca de las grandes obras del pensamiento filosófico?

3º ¿Cuál es el título del primer libro que escribió? ¿En qué año se publicó? ¿Cuál era su principal conclusión?

4º ¿Por qué afirmaba que estábamos embrujados por el “hechizo del lenguaje”?

5º ¿Qué misión creía Wittgenstein que tenía que desempeñar ante dicho “encantamiento del lenguaje”? ¿Cómo desenvolvía dicha misión?

6º ¿Por qué la mayoría de los problemas filosóficos se resuelven cuando comprendemos la noción de “juegos del lenguaje”?

7º ¿Qué metáfora utilizó Wittgenstein para explicar cómo funciona el lenguaje? Explica dicha metáfora.

8º Otro ejemplo que utilizó Wittgenstein para explicar su noción de “juegos del lenguaje” fue la misma noción de “juego”. ¿Cuál es el rasgo o denominador común (la esencia) que comparten todos las actividades a las que consideramos juegos (y por lo tanto, a las que nos referimos utilizando la palabra “juego”)?

9º ¿Sobre qué quería llamar la atención Wittgenstein cuando describió el lenguaje como una serie de “juegos del lenguaje”?

10º ¿En qué términos describió el malentendido que cometían los filósofos y el propósito que a él le animaba para acabar con dicho malentendido?

(NOTA: los filósofos de los que hablaba eran Russell, los neopositivistas del Círculo de Viena y él mismo, es decir Wittgenstein  cuando estaba escribiendo el Tractatus; al Wittgenstein del Tractatus se le conoce como Wittgenstein I para diferenciarlo del Wittgenstein II que es el de las “Investigaciones filosóficas” donde desarrolla su teoría acerca de los juegos del lenguaje).

11º ¿Qué significaba su metáfora de la mosca dentro de la botella?

12º ¿Cómo san Agustín explica en su obra “Confesiones” el aprendizaje de la lengua?

13º Wittgenstein (el II Wittgenstein) cuestionó esta concepción del lenguaje [que aquí nos la explican como si fuese de san Agustín (un teólogo cristiano- romano del siglo IV d.C.) pero que en realidad era la suya (la del I Wittgenstein, el Wittgenstein del Tractatus Logico-Philosophycus) y también la de Russell y los neopositivistas del Círculo de Viena]. 
Explica la crítica de Wittgenstein a esta concepción del lenguaje de san Agustín: tienes que explicar

             1º la concepción del lenguaje de san Agustín (son dos tesis) y luego,

             2º, la de Wittgenstein (es una tesis); finalmente, 

            3º. tienes que explicar la metáfora utilizada por Wittgenstein para hacernos entender su nueva                   concepción del lenguaje
.
14º Explica la crítica de Wittgenstein al lenguaje privado (al “lenguaje privado de las sensaciones”).

15º Explica el ejemplo del diario en el que se registra la experiencia de la sensación “un cierto cosquilleo S”.


16º Explica por qué según Wittgenstein este ejemplo en particular demuestra la imposibilidad de la existencia de un “lenguaje privado”

16º ¿Qué pretendía hacernos entender Wittgenstein con dicho ejemplo? Aquí tienes que explicar 1º por qué, en general, no puede haber un lenguaje privado y 2º las consecuencias que tiene la crítica wittgensteniana del “lenguaje privado” en nuestra concepción de lo mental (de la mente como un “teatro privado”).


17º           A)¿A dónde habría mandado nuestro viejo amigo Eichmann a Wittgenstein en caso de que este se hubiese quedado en su Viena natal en lugar de marcharse a Cambridge reclamado por Russell y vivir allí dedicado a dar clases de filosofía?

           B) ¿Por qué razón, aun habiendo sido bautizado Wittgenstein como católico, le habría expedido su “pasaporte al infierno”?

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