Todos
los hombres desean por naturaleza saber. Así lo indica el amor
a los sentidos, pues, al margen de su utilidad, son amados a causa de sí
mismos, y el que más de todos, el de la vista. En efecto, no sólo para obrar,
sino también cuando no pensamos hacer nada, preferimos la vista, por decirlo
así, a todos los otros. Y la causa en que, de los sentidos, éste es el que nos
hace conocer más, y nos muestra muchas diferencias.
Por
naturaleza, los animales nacen dotados de sensación; pero ésta no engendra en
algunos la memoria, mientras que en otros sí. Y por uso de la memoria algunos
animales son más aptos para aprender que
aquellos que no pueden recordar.
Pero
el género humano dispone además del pensamiento y del razonamiento y
gracias a ello de la técnica (de los saberes técnicos como la arquitectura, la medicina
o la estrategia) y de la ciencia (de los saberes teóricos como la física o la
metafísica).
Del
recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de
la misma cosa llegan a constituir una experiencia. Y la experiencia parece, en
cierto modo, semejante a la ciencia y la técnica, pues la ciencia y la
técnica llegan a los hombres a través de la experiencia. Nace la técnica
(los saberes técnicos) cuando de muchas observaciones experimentales surge una
noción universal sobre los casos semejantes (pues tener la noción de que a
Calias, afectado por tal enfermedad, le fue bien tal remedio, y lo mismo a
Sócrates y a otros muchos considerados individualmente, es propio de la
experiencia; pero saber que fue provechoso a todos los individuos de tal
constitución, agrupados en una misma clase y afectados por tal enfermedad, por
ejemplo a los flemáticos, a los biliosos o a los sanguíneos, corresponde al
arte de la medicina).
Pues
bien, para la vida práctica, la experiencia no parece ser en nada inferior a
las técnicas, sino que incluso tienen más éxito los expertos (los experimentados)
que los que, sin experiencia, poseen el conocimiento de las cosas singulares,
y el saber técnico de la universales; y todas las acciones y
generaciones se refieren a lo singular. No es al hombre, efectivamente, a quien
sana el médico, a no ser accidentalmente, sino a Calias o a Sócrates, o a otro
de los así llamados, que, además, es hombre. Por consiguiente, si alguien
tiene, sin la experiencia, el conocimiento teórico, y sabe lo universal pero
ignora su contenido singular, errará muchas veces en la curación, pues es lo
singular lo que puede ser curado.
Creemos,
sin embargo, que el saber y el entender pertenecen más a la técnica que a la
experiencia, y consideramos más sabios a los conocedores de la técnica que a los
expertos. Y esto, porque unos saben la causa, y los otros no. Pues los expertos
saben el qué, pero no el porqué. Aquellos, en cambio, conocen el porqué y la
causa. Por eso a los arquitectos o aparejadores (los técnicos) los consideramos
en cada caso más valiosos, y pensamos que entienden más y son más sabios que los simples obreros (por muy
experimentados y hábiles que estos sean), porque saben las causas de lo que se
está haciendo. Éstos, en cambio, como algunos seres inanimados, hacen sí, pero
hacen sin saber lo que hacen, del mismo modo que el fuego quema. Los seres
inanimados hacen estas operaciones por cierto impulso natural, y los obreros
por costumbre. Así, pues, no consideramos a los arquitectos y aparejadores más
sabios por su habilidad práctica, sino por su dominio de la teoría y su
conocimiento de las causas. En definitiva, lo que distingue al sabio del que es
meramente un experto es el poder enseñar, y por esto consideramos que la
técnica es más ciencia que la experiencia, pues aquellos (los sabios) pueden y
éstos (los expertos) no pueden enseñar. Además, de las sensaciones, no
consideramos que ninguna sea sabiduría, aunque éstas son las cogniciones más
autorizadas de los objetos singulares; pero no dicen el porqué de nada; por
ejemplo, por qué es caliente el fuego, sino tan sólo que es caliente.
Es,
pues, natural que quien en los primeros tiempos inventó un arte (una técnica)
cualquiera, separado de las sensaciones comunes, fuese admirado por los
hombres, no sólo por la utilidad de alguno de los inventos, sino como sabio y diferente de los
otros, y que, al inventarse muchas artes (muchas técnicas), orientadas unas a
las necesidades de la vida y otras a lo que la adorna, siempre fuesen
considerados más sabios los inventores de éstas que los de aquéllas, porque sus ciencias no buscaban la utilidad. De aquí
que, constituidas ya todas estas artes, fueran descubiertas las ciencias que no
se ordenan al placer ni a lo necesario; y fueron descubiertas primero allí donde
primero disfrutaron de ocio los hombres. Por eso las artes
matemáticas nacieron en Egipto, pues allí disfrutaba de ocio la casta
sacerdotal.
Hemos
dicho ya en nuestra obra “Ética” cuál es la diferencia entre el arte (la
técnica), la ciencia y los demás conocimientos del mismo género. Lo que ahora
queremos decir es esto: que la llamada Sabiduría (la filosofía o
metafísica) versa, en opinión de todos, sobre las primeras causas y sobre los
principios. De suerte que, según dijimos antes, el experto nos parece más sabio
que los que tienen una sensación cualquiera, y el poseedor de un arte, más sabio
que los expertos (el jefe de una obra, más que un simple operario) y los
conocimientos teóricos, más que los prácticos. Resulta, pues, evidente que la
Sabiduría (la filosofía) es una ciencia sobre ciertos principios y causas: los
principios y causas primeros de todas las cosas.
ARISTÓTELES. Metafísica. Libro I, cap. 1
INSTRUCCIONES PARA HACER ESTE PRIMER COMENTARIO
1º Recordad que comenzamos todos nuestros comentarios haciendo una contextualización del texto:
a) contextualizamos el texto en la vida y obra del autor (contextualización bio.bibliográfica); en este caso, contamos brevemente (máximo cinco líneas) los principales hechos de la vida de Aristóteles e indicamos (en otras cinco líneas) el título de sus principales obras. Como el texto pertenece a la "Metafísica", explicamos también de qué trata dicha obra.
b) en la contextualización histórica, explicamos brevemente (máximo cinco líneas) los principales acontecimientos históricos que acontecieron durante la vida de Aristóteles: el principal es que la era clásica (la Grecia de las polis) llega a su fin y deja paso a la era helenística (Alejandro Magno crea un gran imperio que extenderá la cultura griega por Oriente).
c) en la contextualización filosófica tenemos que explicar cuáles eran las doctrinas y corrientes filosóficas dominantes en el periodo en el que vivió Aristóteles: la sofística por un lado y por el otro la filosofía de los enemigos de los sofistas (Sócrates y Platón).
2º Luego pasaremos a analizar el texto:
a) Indico cuál es el tema del que trata el texto (Idea principal)
b) Hago un listado con todas las afirmaciones relevantes que aparecen en el texto (Ideas secundarias; ESTE APARTADO TIENE QUE ESTAR OBLIGATORIAMENTE NUMERADO: hay que elaborar el listado de ideas secundarias numerándolas; a quien no las numere, no se le corregirá este apartado).
c) Glosario: en el texto aparecen una serie de palabras o de expresiones subrayadas; pues bien, hay que explicar el significado que tienen en el texto dichos términos y expresiones.
d) Estructura del texto: os la podéis saltar.
3º Interpretación del texto
Eliminamos los subapartados resumen y comparativa que vienen en las instrucciones acerca de cómo hacer un comentario de texto.
En esta parte del comentario nos vamos a centrar exclusivamente en la explicación del texto. Si en el análisis hemos puesto en limpio QUÉ dice el texto que estamos comentando, en este apartado tenemos que intentar explicar el PORQUÉ lo dice.
4º Juicio crítico
Emito una opinión personal propia acerca del asunto del que trata el texto. En el caso de este comentario, indico mi acuerdo o desacuerdo con Aristóteles en su manera de entender los distintos tipos de conocimiento, desde el conocimiento animal hasta el conocimiento teórico más elevado que pueden alcanzar los seres humanos (el conocimiento filosófico o sabiduria) y explico el porqué de mi acuerdo o desacuerdo con el autor.
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