miércoles, 15 de septiembre de 2021

2º BACH - TRES COMENTARIOS PRESOCRÁTICOS

 







PROLOGO

Y puesto que, evidentemente, es preciso adquirir la ciencia de las primeras causas (decimos, en efecto, que sabemos una cosa cuando creemos conocer su causa primera), y las causas se dividen en cuatro:

-  una de las cuales decimos que es la substancia y la esencia;

- otra es la materia o el sujeto;

- la tercera, aquella de donde procede el principio del movimiento,

- y la cuarta, la que se opone a ésta, es decir, la causa final o el bien (pues éste es el fin de cualquier generación y movimiento).

 

 1º COMENTARIO

Aunque hemos tratado suficientemente de las causas en la Física, recordemos, sin embargo, a los que se dedicaron antes que nosotros al estudio de los entes y filosofaron sobre la verdad. Pues es evidente que también ellos hablan de ciertos principios y causas. Esta revisión será útil para nuestra actual indagación; pues, o bien descubriremos algún otro género de causa, o tendremos más fe en las que acabamos de enunciar.




Pues bien, la mayoría de los filósofos primitivos creyeron que los únicos principios de todas las cosas eran los de índole material; pues aquello de lo que constan todos los entes (y es el primer origen de su generación y el término de su corrupción, permaneciendo la substancia pero cambiando en las afecciones) es, según ellos, el elemento y el principio de los entes. Y por eso creen que ni se genera ni se destruye nada, pensando que tal naturaleza se conserva siempre (del mismo modo que no decimos que Sócrates llegue a ser en sentido absoluto cuando llega a ser hermoso o músico, ni que perezca si pierde estas maneras de ser, puesto que permanece el sujeto, es decir, Sócrates mismo). Así, tampoco se genera ni se corrompe, según estos filósofos, ninguna de las demás cosas; pues dicen que siempre hay alguna naturaleza, ya sea una o más de una, de la cual se generan las demás cosas, conservándose ella.


Pero, en cuanto al número y a la especie de tal principio, no todos dicen lo mismo, sino que Tales, iniciador de tal filosofía, afirma que es el agua (por eso también manifestó que la Tierra estaba sobre el agua; y sin duda concibió esta opinión al ver que el alimento es siempre húmedo y que hasta el calor nace de la humedad y de ella vive; y es que  aquello de donde las cosas nacen es el principio de todas ellas). Por esto, sin duda, concibió esta  opinión, y porque las semillas tienen siempre naturaleza húmeda, y por ser el agua, para las cosas húmedas, principio de su naturaleza.

Según algunos, también los primeros autores de cosmogonías, antiquísimos y muy anteriores a nosotros, opinaron así acerca de la naturaleza. Hicieron, en efecto, al Océano y a la ninfa Tetis padres de la generación, y testigo del juramento de dichos dioses al agua, la llamada por ellos, los poetas, Estigia.


Anaxímenes dice que el aire es anterior al agua y el principio primordial entre los cuerpos simples.


El efesio Heráclito dicen que es el fuego;


Y Empédocles, los tres anteriores (agua, aire y fuego), añadiendo, además de los mencionados, en cuarto lugar la tierra (pues, según él, éstos subsisten siempre y no son objeto de generación, a no ser por multiplicación o reducción numérica, juntándose y separándose hacia la unidad y a partir de ella).

Pero Anaxágoras de Clazómenas afirma que los principios son infinitos; pues dice que casi todos los seres que tienen partes semejantes u homeomerías, como el agua o el fuego, se generan y se destruyen así, por unión y separación únicamente, y que de otro modo ni se generan ni se destruyen, sino que permanecen eternos. 

NOTA - (la homeomerías son "partículas elementales cualitativamente semejantes", como por ejemplo, las partículas de hueso que componen los huesos o las partículas capilares que componen cualquier pelo). 

EN ESTE COMENTARIO HAY QUE CONTEXTUALIZAR A TALES, ANAXÍMENES Y EMPÉDOCLES

 2º COMENTARIO


Basándose en esto, podría uno considerar como única causa la que llamamos de tipo material. Pero, al avanzar así, la cosa misma les abrió el camino y les obligó a investigar. Pues, si es indudable que toda generación y corrupción proceden de uno o de varios principios, ¿por qué sucede esto y cuál es la causa? Ciertamente, el sujeto no se hace cambiar a sí mismo. Por ejemplo, ni la madera ni el bronce son causa de que cambien una y otro; ni la madera hace la cama, ni el bronce la estatua, sino que es otra la causa del cambio. Investigar esto es buscar el otro principio, como diríamos nosotros, de dónde procede el comienzo del movimiento.

Pues bien, los que emprendieron por vez primera este camino y sostuvieron que el sujeto era uno (Tales, Anaxímenes, Heráclito…), no se plantearon a sí mismos esta dificultad, no preguntándose de dónde procede el movimiento. Incluso algunos de los que enseñaban tal unidad como Parmenides y su discípulo Zenón de Elea afirmaban radicalmente que lo Uno es inmóvil, y también la naturaleza toda (no sólo en cuanto a la generación y corrupción, sino también en cuanto a los demás cambios) y ésta es doctrina peculiar suya.

Así, pues, entre los que sostienen que todo es uno, nadie llegó a concebir tal causa (la causa del movimiento) y menos que ninguno Parménides y sus discípulos como Zenón.

En cambio, a los que dicen que son más los principios (como Empédocles), les es más fácil enunciar la causa de donde procede el movimiento; por ejemplo, a los que admiten como tales principios el fuego, el aire, el agua o la tierra; pues atribuyen por ejemplo al fuego la naturaleza motriz, y al agua y a la tierra y otros elementos semejantes, lo contrario.

 EN ESTE COMENTARIO HAY QUE CONTEXTUALIZAR A HERÁCLITO, PARMÉNIDES Y ZENÓN DE ELEA

3º COMENTARIO


Después de éstos, y considerando que tales principios no bastaban para generar la naturaleza de los entes, y de nuevo obligados, como hemos dicho, por la verdad misma, otros filósofos buscaron el tercer principio. Pues de que en unos entes haya y en otros se produzca lo bueno y lo bello sin duda no es causa ni el fuego ni la tierra ni ninguna otra cosa semejante, ni probablemente aquéllos lo creyeron. Y tampoco estaría bien confiar a la casualidad y al azar tan gran empresa. Por eso cuando alguien dijo que, igual que en los animales, también en la naturaleza había un Entendimiento (noús) que era la causa del orden del mundo todo, se mostró como hombre prudente frente a las divagaciones de los anteriores. Sabemos con seguridad que Anaxágoras adoptó este punto de vista. Así, pues, los que pensaban de este modo afirmaron que la causa del bien era el principio de los entes y, al mismo tiempo, el principio de donde reciben los entes el movimiento.

 EN ESTE COMENTARIO HAY QUE CONTEXTUALIZAR A ANAXÁGORAS

                                              

                                                                        ARISTÓTELES. Metafísica, Libro I, cap. 3.


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