ATENCIÓN - ES OBLIGATORIO IR SACANDO NOTAS (APUNTES, ESQUEMAS) DE LO QUE UNO VA LEYENDO. ESAS NOTAS SE ENTREGARÁN EL DÍA DEL CONTROL JUNTO CON EL EXAMEN Y UNO PODRÁ TENERLAS A MANO PARA CONTESTAR LAS PREGUNTAS DEL EXAMEN
TEMA 2 - ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
CONCEPCIONES
FILOSÓFICAS DEL SER HUMANO
LECTURA
En la primera autobiografía de
la historia, “Las confesiones” de san Agustín, éste se pregunta: “¿Quién eres
tú?”
Y responde con entera seguridad: “Un hombre”.
Pero ante los embates de la
vida confiesa: “me convertí en un ENIGMA para mi mismo”.
Pascal se hizo la misma
pregunta y contestó con la misma perplejidad: “¿Qué quimera es pues el hombre?
¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué sujeto de contradicción, qué
prodigio! Juez de todas las cosas, imbécil gusano de la tierra, depositario de
la verdad, cloaca de incertidumbre y error, gloria y excrecencia del universo.
¿Quién desenredará este embrollo?”
LECTURA
– FILOSOFÍA MORAL (Stephen Law)
Si hay algún área de la filosofía que se pueda
considerar práctica (en el sentido de útil para la vida), ésa es la filosofía
moral pues trata sobre algunos de los temas más emotivos y controvertidos de la
vida. Pero aunque a los filósofos siempre les ha preocupado descubrir cómo
deberíamos vivir, la filosofía moral se considera un intento de pensar de forma
crítica y reflexiva sobre el bien y el mal.
Existen tres formas distintas de pensar sobre la
moral:
1º primero, podemos pensar si un acto concreto o un tipo de acto está bien
o mal. ¿Están bien o mal el aborto y la eutanasia? ¿Cuándo es permisible
mentir, si lo es? Este tipo de pensamiento se llama ÉTICA PRÁCTICA, y
cualquiera que haya debatido a favor o en contra de algún acto basándose en la
moralidad lo ha empleado.
2º ¿Cómo podemos hallar la respuesta a estas
preguntas? La ÉTICA NORMATIVA, la segunda forma de pensar sobre el bien y el
mal, desarrolla teorías generales sobre lo que está bien y lo que está mal,
teorías que podemos emplear en casos prácticos. Podemos intentar comprender
estas ideas observando nuestras propias acciones, sus consecuencias o el tipo
de personas que podemos ser o llegar a ser..
3º La tercera forma de pensar de forma crítica y
reflexiva sobre la moralidad es la METAÉTICA que es el estudio de la idea del
bien y del mal, conceptos que la ética da por sentados. Por ejemplo, si digo
que la eutanasia está mal, ¿estoy realizando una afirmación que puede ser
cierta o falsa de la misma forma que es cierto o falso que tienes este libro en
tus manos? ¿O estoy dando una orden, como la de no ejercer la eutanasia? ¿O tal
vez estoy expresando un sentimiento, quizá uno que comparto con otras personas,
pero que solo es un sentimiento?
Por supuesto, existen conexiones entre estas tres
aproximaciones a la moralidad, aunque incluso la cuestión sobre qué son esas
conexiones es tema de debate filosófico. Por ejemplo, si los juicios morales
son sólo expresiones de sentimiento y no afirmaciones correctas o incorrectas,
entonces ¿la ética práctica es inútil?
La idea de que la moralidad se basa en la
naturaleza humana se ha empleado tanto en la ética normativa como en la
metaética. La moralidad se relaciona no sólo con las situaciones prácticas,
sino también con las ideas sobre la naturaleza humana y sobre cómo los valores
morales encajan en nuestra concepción científica del mundo.
ÉTICA NORMATIVA: ¿QUÉ DEBERÍA HACER?
La moralidad se presenta como guía sobre nuestra
forma de vivir y actuar. Existen tres teoría principales sobre la ética
normativa (que se ocupa de cómo nos deberíamos comportar, no de cómo lo
hacemos) que explican lo que es la moralidad y que describen por qué es
importante vivir con moralidad.
1º UTILITARISMO: SÉ FELIZ
Se considera la filósofa y pensador político
inglés Jeremy Bentham (vivió a caballo entre el siglo XVIII y el XIX) el padre
moderno del utilitarismo. Defendía el principio de la gran felicidad. Dicho
principio establece que una acción es correcta sólo si lleva a una gran
felicidad al mayor número de personas a las que dicha acción afecta. Las
acciones no se juzgan por sí mismas, sino por sus consecuencias. Por ejemplo,
una mentira que maximizara la felicidad sería moralmente buena. Bentham
argumentaba que la felicidad es sólo placer y ausencia de dolor. También que la
cantidad total de felicidad producida por una acción es la suma total del
placer producido en todo las personas a las que afecta menos la suma total del
dolor también producido a dichas personas.
John Stuart Mill argumentaba sobre esta teoría
indicando que la felicidad del ser humano es más compleja de lo que creía
Bentham. El placer y el dolor no tienen la misma importancia; algunos tipos de
placeres (por ejemplo, la satisfacción de que se haga justicia) son mayores que
otros y más importantes para la felicidad humana. Cuando todo el mundo compara
dos placeres y está de acuerdo con que el primero es más deseable y valioso que
el segundo, entonces el primero es mayor. Para que un placer sea más valioso se
tiene que preferir incluso aunque aporte más dolor.
En un plano superior
Según Mill,mientras nuestras necesidades básicas
estén cubiertas, preferiremos los placeres del pensamiento, el sentimiento y la
imaginación a los del cuerpo y los sentidos, aunque podamos experimentar un
terrible dolor, aburrimiento o insatisfacción. Por ejemplo, el placer de estar
enamorado comporta el dolor de la añoranza y el potencial de una ruptura. Pero
aún así preferimos estar enamorados a una comida deliciosa. No se trata de la
cantidad de placer, sino de la calidad. La felicidad es distinta al contento o
la satisfacción.
Se suele disentir del utilitarismo basándose en
que no podemos prever las consecuencias de una acción para saber si maximiza la
felicidad o no. Pero a eso se puede contestar rápidamente, ya que una acción es
correcta si podemos esperar razonablemente que maximice la felicidad. Mill
creía que sabemos hacerlo gracias a nuestras normas morales internas, que se
han dersarrollado a medida que la gente ha descubierto que acciones tienden a
producir felicidad. Mentir y robar, no; mantener las promesas y ser amable, sí.
¿Actos de maldad?
Uno
de los grandes problemas del utilitarismo es que no descarta ningún tipo de
acción. Si torturar a un niño le produce a alguien una gran felicidad, está
bien torturar a un niño. Supongamos que un grupo de pedófilos tortura a niños
abandonados. Sólo los niños sufren dolor, ya que nadie más conoce estas
actividades, pero los pedófilos obtienen una gran felicidad. Como al torturar a
un niño se obtiene más felicidad que si no se le tortura, es moralmente
correcto. Esto es, evidentemente, inaceptable.
Los
utilitaristas pueden contestar que es muy probable que alguien lo descubra y
que entonces mucha gente sea infeliz. Pero que alguien lo descubra no es lo que
hace que torturar a un niño sea incorrecto. El abuso de niños es moralmente
malo por sí mismo.
Parece
que la felicidad no siempre es buena, por lo que la moralidad no se puede basar
totalmente en fomentar la felicidad. Lo que es más, como sólo pretendemos
maximizar la felicidad, su distribución (quién es feliz por cuanto) es
irrelevante, no se respeta la justicia.
Las necesidades individuales
Finalmente,
el utilitarismo no tiene en cuenta la relación especial que tenemos con
nuestras acciones y nuestra vida. En la sociedad utilitarista, al considerar
qué hacer, mi felicidad no cuenta más que la de otra persona. Evidentemente,
mis acciones me afectan más a menudo y más profundamente que a los demás, pero
eso es todo. Las acciones que realizo durante mi vida son sólo un medio de
generar la felicidad general.
Esta
afirmación es cuestionable, ya que no sólo ignora el énfasis natural que
ponemos en nuestro bienestar y el de los nuestros, sino que hace que la
moralidad sea demasiado exigente. Por ejemplo, cada vez que compro música,
podría dar el dinero a una ONG. Eso crearía más felicidad, ya que algunas
personas necesitan la comida más de lo que yo necesito la música. Pero como
siempre habrá pobreza, para mi nunca será correcto hacer algo sólo para mí si
tengo más que el mínimo necesario para vivir.
2º a) DEONTOLOGISMO: CUMPLIR CON EL DEBER
Los deontologistas creen que la moralidad es una
cuestión de deber (en griego, “deón” = uno debe). El deber se suele entender
como una acción particular que debemos hacer o evitar hacer. La acción en sí es
lo que está bien o mal. Una acción es buena o mala por sí misma, no por sus
consecuencias (como mantienen los utilitaristas). Las acciones se entienden
como intenciones, como acciones voluntarias. Por ejemplo, alguien puede matar a
una persona accidentalmente (a cometido un homicidio, pero no un asesinato).
Los deontologistas proponen que juzguemos si una acción es correcta o no según
la intención del agente. Esto no hace que el juicio moral sea subjetivo, sino
que lo que importa es la razón (el motivo) que tiene una persona para cometer
un acto así. Pude que cueste saber cuál fue la razón, pero esa es otra
cuestión.
Todos
tenemos deberes relacionados con nuestras acciones. Tal vez yo tenga el deber
de mantener mis promesas, pero no el de asegurarme que las promesas se cumplan.
Los deontologistas afirman que cada uno debería preocuparse de cumplir su deber
y no de intentar aportar el mayor bien posible. De hecho, todos los
deontologistas están de acuerdo en que a veces no debemos maximizar el bien
porque al hacerlo violaríamos algún deber.
La mayoría de las teorías deontológicas reconocen
dos clases de deberes:
1º los deberes generales hacia otros seres; son
prohibiciones en su mayoría: no mentir,
no matar, etc., pero algunas son positivas, como ayudar a quien lo necesita.
2º los deberes derivados de las relaciones
personales o sociales que tenemos con otras personas (por ejemplo, cuando eres
padre, tienes el deber de ocuparte de tu hijo).
Objeciones al deber
1º
objeción:
Los utilitaristas suelen argumentar que la deontología
es irracional. Si mi deber es no mentir, tiene que ser porque mentir es malo.
Pero entonces, si mentir es malo, lo que deberíamos hacer es asegurarnos de que
haya el menor número de mentiras posible. El utilitarismo considera todo el
razonamiento sobre lo que hay que hacer como un medio para alcanzar un fin: es
racional hacer todo lo que tenga un buen fin y, por supuesto, más de algo que
es bueno es mejor, por lo que, según el utilitarismo, debería evitar la
proliferación de mentiras, incluso si eso requiere que mienta. Los
deontologistas rechazan este punto de vista y, con él, el razonamiento como un
medio para alcanzar un fin.
2º
objeción:
Los intuicionistas como el filósofo escocés W.D.Ross, argumentan
que existen varios deberes irreductibles y distintos, y que tenemos que emplear
nuestra intuición moral (un sentido innato de las propiedades indefinibles del
bien) para saber cuáles son.
3º objeción:
Otros filósofos afirman que nuestro deber es
hacer lo que Dios ordene, cosa que podemos saber mediante las escrituras o
consultándolo con nuestra conciencia.
2º b) KANT: BASAR LA MORALIDAD EN LA RAZÓN
Inmanuel Kant argumenta que los principios
morales pueden derivarse sólo de la razón práctica (de la inteligencia moral).
Según él, si eso es cierto, podríamos explicar las características de la
moralidad. Kant afirmaba:
1º que la moralidad es universal, que es un grupo
de normas iguales para todo el mundo. Tiene que ser posible que todo el mundo
pueda actuar moralmente (aunque es muy poco probable que lo haga). La razón
también es universal, la misma para todos los seres racionales.
2º que la moralidad y la racionalidad son
categóricas: las exigencias para ser racional y moral no cambian dependiendo de
lo que queramos.
3º y que creemos que la moralidad se aplica a
todos los seres racionales y sólo a ellos, no sólo a los humanos: se aplicaría
por ejemplo a alienígenas inteligentes, pero no se aplicaría a los seres vivos
como los perros o los gatos que no pueden tomar decisiones racionales.
Máximas morales
Kant argumentaba que tomamos decisiones
basándonos en máximas (las máximas es como llama Kant a las intenciones, a
nuestros principios personales que encarnan las razones por las que hacemos las
cosas, como por ejemplo, “divertirnos lo más posible”. Si es posible 1º que
todo el mundo actúe moralmente y 2º que nuestros actos se basen en nuestras
máximas, entonces una máxima que es moralmente permisible debe ser una que todo
el mundo pueda hacer suya.
Supongamos que queremos regalarle algo a un amigo
pero que no podemos permitírnoslo,por lo que finalmente lo acabamos robando de
una tienda. Nuestra máxima sería algo así como “si no puedo permitirme algo, lo
robo”. Esto sólo podría ser correcto si todo el mundo pudiera hacerlo. Pero no
todo el mundo puede. ¿Por qué? Si todos nos apropiáramos de lo que quisiéramos,
la idea de la propiedad desaparecería. Como no se puede robar algo que no
pertenece a nadie, es lógicamente imposible que se pueda robar. Por tanto,
según Kant, robar el regalo está mal.
Podemos averiguar nuestros deberes poniendo a
prueba nuestras máximas mediante lo que Kant llamaba el imperativo categórico:
“Actúa sólo según una máxima que puedas querer que se convierta en una norma
universal”. Kant no afirma que robar esté mal porque no nos gustarían las
consecuencias si todo el mundo robase. Su prueba consiste en si podemos escoger
que nuestra máxima sea ley universal.
Su prueba consiste en lo que es posible escoger,
no en lo que nos gustaría escoger. Escoger comportarse de una forma que es
imposible que todo el mundo siga es inmoral e irracional, y debe rechazarse.
Kant también argumentaba que deberíamos “actuar de la forma en que tratamos
a la humanidad que hay en los demás o en nosotros nunca sólo como un medio sino
siempre como un fin”. Al utilizar la palabra “humanidad”, Kant enfatiza
nuestra capacidad de determinar racionalmente qué fin adoptar y perseguir. La
capacidad de tomar decisiones de una forma libre y racional le otorga dignidad
a los seres humanos.
Al tratar la humanidad de alguien sólo como un
medio y no también como un fin, se mina su poder de decidir racionalmente. Los
ejemplos más claros de esto son las coacciones o las mentiras, ya que así no se
permite a la persona decidir de forma libre.
Objeciones a Kant
Algunos filósofos han objetado que el imperativo
categórico de Kant es una prueba con fallos. ¿Se puede justificar cualquier
acción mientras planteemos la máxima con inteligencia? Si robo un regalo,
podría afirmar que mi máxima es “robar regalos cuando tenga 30 años”. Al universalizar
esta máxima, sólo las personas de 30 años podrán robar, y sólo regalos. Esto se
aplicaría tan pocas veces que el concepto de propiedad privada no podría
desaparecer por lo que sería perfectamente posible aplicar esta ley a todo el
mundo. La respuesta de Kant es que su teoría se ocupa de las máximas
verdaderas, no de una inventada (si soy sincero, tendré que admitir que tener
30 años no es una de mis razones para robar un regalo).
Sin embargo, la prueba de Kant produce extraños
resultados. Supongamos que un ayudante de dependiente que trabaja mucho y odia
su trabajo gana la lotería y promete “nunca volveré a venderle nada a nadie,
sólo lo compraré). Esto no parece moralmente malo, pero no puede pasar la
prueba del imperativo categórico. Si nadie vendiera nada, ¿cómo se podría
c0omprar algo? Así que quizá no siempre esté mal hacer algo que requiera que
los demás hagan algo distinto.
3º LA ÉTICA DE LA VIRTUD
Una persona virtuosa es la que tiene buenos
rasgos morales. Se puede decir que una acción es buena si es una acción que
realiza una persona virtuosa. Por tanto, ujna buena acción demostrará buenos
rasgos de carácter, y por eso es buena. Por ejemplo, decir la verdad es una
buena acción porque demuestra honradez (es la manifestación externa de la virtud
de la honradez).
El carácter implica la disposición de una persona
relacionada con lo que, en distintas circunstancias, siente, piensa, reacciona
y el tipo de decisiones que toma así como los actos que lleva a cabo: si una
persona suele enfadarse rápidamente y a menudo es irritable; y si se emborracha
con frecuencia y en exceso, es desmedida. Una virtud del carácter es un
rasgo que nos predispone a sentir deseos y emociones buenas, en vez de malas.
Por tanto, nuestro principal objetivo debería ser
desarrollar virtudes, ya que así sabremos lo que está bien y lo que queremos
hacer. Aristóteles argumentaba que las virtudes son cualidades que ayudan a las
personas a vivir bien, un logro definido por la naturaleza humana. El término
que él empleaba para definir esto era “eudaimonía”, término que se traduce
normalmente por “felicidad”, pero cuyo sentido más profundo se acerca más a
“crecer”. Tenemos la idea de lo que es crecer para una planta o un animal, y
podemos analizar sus necesidades y juzgar cuándo se satisfacen. Según la teoría
de la virtud, la filosofía moral debería definir condiciones similares para el
crecimiento de la vida del ser humano. Lo principal de vivir es escoger y
actuar, pero también la naturaleza de las relaciones con los demás y el estado
del alma de cada uno.
Virtud y razón
Como los seres humanos son racionales, para vivir
bien deben hacerlo según la razón. Si cuando sentimos deseos y emociones
elegimos bien (de manera virtuosa), lo estamos haciendo “en el momento
adecuado, en relación a los objetivos adecuados, hacia las personas adecuadas,
con los motivos adecuados y de la forma adecuada”.
La
virtud de la sabiduría práctica nos ayuda a saber lo que está bien en cada
caso, un conocimiento práctico de cómo vivir una vida de bien. Debo ser capaz
de entender mi situación y cómo actuar. Pero las circunstancias siempre
cambian. Por eso, según Aristóteles, la comprensión ética no es algo que se
pueda enseñar, porque lo que se puede enseñar es general, no particular. Las
normas y los principios pocas veces se aplican de una forma clarta a las
situaciones reales, y el conocimiento moral sólo se adquiere a través de la
experiencia.
El justo medio (el camino del centro)
Aristóteles
defiende la idea de que una respuesta o una acción virtuosa es intermedia: al
igual que hay un momento adecuado para sentir rabia (o cualquier otra emoción),
algunas personas se enfadan demasiado a menudo, sobre demasidas cosas, con
demasiada gente, etc. Otras no se enfadan lo suficiente (quizá no entienden que
los demás se aprovechan de ellos). La virtud es el estadio intermedio entre dos
vicios, el de demasiado y el de demasiado poco. Esta doctrina del término medio
no afirma que cuando nos enfademos debamos hacerlo moderadamente, sino que lo
hagamos en la medida que la situación lo requiera.
La
doctrina del término medio no es muy práctica. Para empezar, demasiado y
demasiado poco no son cantidades de una sola escala, y saber cuál es el
momento, el objetivo, la persona, el motivo y la forma adecuados es mucho más complicado.
En segundo lugar, las palabras “término medio” no tienen ningún significado
independiente que nos ayude a responder a las preguntas de cuándo y cuánto
debemos enfadarnos.
Pero
la teoría de la virtud no pretende proporcionar un método exacto para tomar
decisiones. La sabiduría práctica no es un conjunto de normas, pero sí que
ofrece algún tipo de guía. Sugiere que consideremos las situaciones según las
virtudes. En vez de preguntar “¿todo el mundo podría hacer esto?” como hace
Kant, o “¿qué es lo que tendría las mejores consecuencias?” como indica el
utilitarismo, nos podemos hacer una serie de preguntas: “¿Esta acción sería
amable/valiente/leal, etc?” Es más práctico considerar las acciones como
demostraciones de las virtudes.
COMENTARIO – PORQUE DIOS LO DICE
Una de las razones para creer que ciertas
acciones están bien o mal es que es la voluntad de Dios y que nos ha ordenado
que las realicemos o no. Como el cumplimiento de los deseos de Dios es una
parte fundamental de muchas de las religiones principales, los filósofos han
intentado establecer si es una buena razón, ya que se enfrenta a una famosa
objeción desarrollada a partir de un argumento de Platón en su Euthyphón.
¿La
moralidad es la voluntad de Dios o es un conjunto de valores que Dios desea que
adoptemos porque son buenos? Si el bien no depende de Dios, la moral no depende
de Él. Sin embargo, si el bien es la voluntad de Dios, la idea de que Dios es
bueno no dice nada sustancial sobre Él, sino que su voluntad es por definición
buena. Si el bien es la voluntad de Dios, éste inventa la moralidad. Pero si
Dios no tiene ninguna razón para querer lo que quiere, la moralidad no tiene
una estructura racional, por lo que sería arbitraria. Lo que es más, entonces
estaría bien asesinar a niños si Dios lo quisiera. ¿Seguro que está bien
cumplir con la voluntad de Dios si ésta es buena? ¿Cómo podemos saberlo a menos
que tengamos una idea independiente de bien? Una posible respuesta a esto es
que la voluntad de Dios no es arbitraria, ya que Dios es amor. Esto no
convierte al amor en la idea de la moralidad mediante la cual juzgar si la
voluntad de Dios es buena, ya que la afirmación no es que la base de la
moralidad es el amor, sino que Dios es amor: si Dios es amor y la fuente de la
moralidad, entonces lo que a ojos de Dios es amar es hacer algo bueno, como
hacía la madre Teresa de Calcuta.
COMENTARIO - ¿LAS VIRTUDES SON RELATIVAS?
Cada cultura considera virtudes distintos rasgos.
Los victorianos (los británicos del siglo XIX) creían que la castidad era muy
importante, pero en la cultura europea moderna ya no tiene el mismo valor. Por
tanto, ¿la ética de la virtud es relativa? ¿El bien y el mal están definidos
sólo por la cultura? Todos los seres humanos viven en alguna cultura u otra, y
los rasgos de nuestra cultura que necesitamos una vida de bien varían. Sin
embargo, muchas virtudes reflejan la naturaleza humana universal: todo el mundo
necesita valor, lealtad, templanza, etc., porque la vida nos propone los mismos
retos a todos. Por tanto, algunas virtudes no son relativas.
UN EJERCICIO SOBRE LA ÉTICA PRÁCTICA
Lo
más controvertido de la investigación con células madre es la extracción de la
masa interna celular de un embrión de cinco o siete días que, por tanto, se
destruye. Estas células pueden llegar a ser de cualquier tipo: cerebrales,
coronarias, hepáticas, óseas, etc. Los investigadores creen que ayudan a tratar
enfermedades graves, por lo que hay buenas razones para emplearlas, pero ¿es
moralmente permisible matar embriones por esta razón?
El derecho a la vida
Los
deontologistas podrían preguntar si los embriones tienen derecho a vivir. Si el
embrión tiene alma, lo que tradicionalmente se dice que se adquiere durante la
concepción, tiene derecho a vivir. Sin embargo, dos de cada tres embriones
sufren un aborto espontáneo (el útero los rechaza de manera natural). Si todos
tuvieran alma, sería una tragedia moral.
El derecho a la vida también se puede basar en la
razón, en el uso del lenguaje, en la profundidad de nuestra experiencia
emocional, en nuestra consciencia de nosotros mismos y en nuestra capacidad
para distinguir el bien del mal, cosas que un embrión no tiene. Pero las
personas con graves discapacidades mentales o demencia senil tampoco tienen
estas características, y normalmente no creemos que se las pueda matar. Una
característica importante que sí tienen es la sensibilidad, la conciencia
básica de la percepción, el placer y el dolor. Sin embargo, los embriones no
tienen esta capacidad en las primeras etapas de su desarrollo. Por tanto, si el
derecho a la vida depende de la sensibilidad, los embriones de siete días no
tienen derecho a vivir.
¿Un futuro robado?
Se podría argumentar que el embrión tiene derecho
a vivir porque tiene el potencial de convertirse en una persona con derecho a vivir.
Sin embargo, no se suele tratar el potencial como si ya se hubiera llevado a
cabo. Alguien que tenga el potencial de convertirse en millonario, no puede
gastarse el dinero todavía. Lo que es más, el embrión por sí sólo no tiene el
potencial de convertirse en una persona, primero debe implantarse en el útero.
¿Tiene derecho a recibir nuestra ayuda?
Un utilitarista argumentaría que estamos privando
al embrión de su felicidad futura. Pero los embriones que se emplean en la
investigación con células madre son los excedentes creados “in vitro”,
embriones que de lo contrario se desecharían (no se conservarían). La única
objeción a esto sólo podría ser contra la fecundación in vitro que es la que
crea los embriones. Sin embargo, eliminándola se pondría fin a la posibilidad
de muchas parejas estériles de ser felices, y no garantizaría la vida ni la
felicidad de ningún embrión humano extra.
Según la teoría de la virtud, el significado de
crear y usar una vida humana, un embrión, no se ha explorado adecuadamente. Los
embriones comparten nuestra carne y nuestros huesos, y sería insensible y poco
respetuoso crear una vida humana sólo para beneficiar a otra. Sin embargo,
estos embriones se crean mediante fecundación in vitro.
Por tanto, ¿los beneficios que otorgan
estos tratamientos justifican el gasto, la creación de muchos embriones
(utilitarismo)? ¿La fecundación in vitro cambia el significado de la paternidad
a peor (éticas de la virtud)? Si concedemos que se puede permitir, entonces
usar embriones que de otro modo morirían para beneficiar a otros seres humanos
parece una expresión de compasión hacia los que se beneficiarían de ello.
METAÉTICA: ¿QUÉ ES LA MORALIDAD?
El estudio de los conceptos éticos (bien y mal) y
las sentencias que los emplean se llama “metaética”. En ella, los filósofos
debaten si existen verdades morales universales o si la moralidad sólo es una
expresión de las costumbres culturales.
1º LA REALIDAD DE LA MORAL – EL REALISMO MORAL
El “realismo moral”afirma que el bien y el
mal son propiedades de las acciones. Igual que las personas pueden ser altas o
correr rápido, también pueden ser moralmente buenas o malas. Estas propiedades
morales son una parte real del mundo. Las frases del tipo “matar está mal” son
expresiones de creencias que pueden ser ciertas o falsas, y que lo sean depende
de la forma en que sea el mundo, de qué propiedades tenga una acción, una
persona o una situación.
El realismo moral es, para muchos, la posición
más sensata respecto a la ética. Muchos creen que las cosas son realmente
buenas o malas, que no depende de nuestro punto de vista. Nuestra experiencia
sobre la moralidad también sugiere el realismo moral:
1º creemos que podemos cometer errores. Los niños
lo hacen con frecuencia. Por eso hay que enseñarles lo que está bien y lo que
está mal. Si no existieran hechos sobre el bien y el mal, sería imposible
cometer errores.
2º la moralidad parece ser una exigencia externa
a nosotros, nos sentimos responsables de un comportamiento establecido
independiente de lo que queramos. La moralidad no viene determinada por lo que
pensemos sobre ella.
3º muchas personas creen en el progreso moral,
pero ¿cómo es eso posible a menos que algunos de los puntos de vista sobre la
moralidad sean mejores que otros? ¿Y cómo es eso posible a menos que existan
hechos sobre la moralidad?
¿Más que un sentimiento?
Por
otro lado, conocemos las diferencias culturales, un hecho que puede llevar a
algunos a cambiar el realismo moral por el “relativismo moral”. Pero la
tolerancia de las diferencias culturales suele ser bastante limitada. Por
ejemplo, muy poca gente cree que aunque el asesinato de los miembros de algunas
tribus o la circuncisión femenina se permitan moralmente en algunas sociedades,
tales acciones sean algo bueno, incluso en esas sociedades.
Pero sí sabemos que, a diferencia de otras
creencias, la moralidad provoca poderosas emociones, y que las disputas morales
son difíciles de solucionar. Si tendemos a pensar así es porque no existen
hechos morales, sino que nos rige la emotividad.
Hechos y valores
Planteemos una pregunta: si existen los hechos
sobre el bien y el mal, ¿qué tipos de hechos son? ¿Cómo puede un valor (un
hecho moral) ser un tipo de hecho? Los valores se relacionan con la evaluación.
Si nadie valora nada, ¿existirían los valores? Los hechos son parte del mundo.
El hecho de que los dinosaurios habitaran en la Tierra hace millones de años
sería cierto tanto si alguien lo hubiera descubierto como si no. Pero es más
difícil de creer que los valores existen independientemente de nosotros.
Esta
comparación no es justa. Existen muchos hechos que dependen de los seres
humanos y de sus actividades, como los de estar enamorado o los de la música
(si nadie amara nada, no existiría el amor). Pero aún así son hechos, porque no
dependen de nuestros juicios y son ciertos por la forma en que está hecho el
mundo, en este caso, el mundo humano. Podemos cometer errores sobre si alguien
está enamorado o si una pieza musical es barroca o romántica.
La
teoría de la virtud plantea una teoría posible sobre cómo los hechos morales se
relacionan con los hechos naturales: que una acción sea buena depende de si una
persona virtuosa la realizaría. Una persona virtuosa es una persona con
virtudes, rasgos de carácter que le permiten vivir una vida de bien, cosa que
dependerá de la naturaleza humana, y eso es una cuestión de hechos objetivos.
Por tanto, los hechos morales sobre una vida de bien y las buenas acciones
están estrechamente relacionados con la naturaleza humana, nuestros deseos y
necesidades universales y nuestra capacidad de razonar.
2º INTUIR LA VERDAD
¿Cómo conocemos los hechos morales? Si el bien es
sólo felicidad, saber lo que es bueno es saber lo que hace feliz a la gente.
Pero si el bien fuera la felicidad, la pregunta “¿está bien hacer feliz a la
gente?” equivaldría a preguntar “¿el hacer feliz a la gente hace feliz a la
gente?”. Incluso aunque esté bien hacer feliz a la gente, parece que el bien no
es lo mismo que la felicidad. Este argumento se aplica a cualquier teoría sobre
el bien. Por eso, los intuicionistas argumentan que el bien es una
propiedad que desafía el análisis.
Usar la intuición
Por
tanto, tal vez sólo podamos conocer la moralidad a través de la intuición.
Pero, ¿qué diantres es la intuición? Se puede argumentar que los juicios sobre
lo que está bien son evidentes por sí mismos. No hay ninguna prueba para un
juicio evidente por sí mismo excepto su propia evidencia. Pero ser evidente por
sí mismo no es lo mismo que ser obvio; primero, debemos desarrollar nuestra
capacidad para llevar a cabo esos juicios y debemos considerar la cuestión con
atención. Recientemente, los filósofos han argumentado que nuestras emociones,
si son virtuosas, pueden otorgarnos un conocimiento moral. Por ejemplo, si soy
compasivo y valiente, me daré cuenta del dolor de los demás y comprenderé que
mi miedo ante esto, aunque quizá me muestre que yo también puedo sufrir, no me
impedirá ayudarles.
¿Podemos estar de acuerdo?
La
complejidad de los juicios evidentes por sí mismos está en que las personas pueden
no estar de acuerdo sobre si son ciertos o no. Supongamos que pudiéramos dar
razones para pensar que, por ejemplo, el placer está bien porque forma parte de
una vida próspera para el ser humano.
¿Es evidente por sí mismo que algo que es parte
de una vida próspera está bien?
Podemos decir que sí o podemos dar otra razón,
pero ¿sería ésta razón evidente por sí misma? ¿Podemos evitar confiar en los
juicios evidentes por sí mismos?
La respuesta es sí. Ante una cuestión, podemos
dar razones para creer cualquier cosa, pero para hacerlo debemos creer en otras
cosas. Aceptamos todo el conjunto porque es coherente y tiene sentido para
nuestra experiencia.
3º EXPRÉSATE
El
filósofo inglés, A.J. Ayer argumentaba que una afirmación sólo puede tener
sentido si se ajusta a una de estas dos condiciones: que sea analítica o que
pueda ser verificada empíricamente. Este principio de verificación implica que
las afirmaciones sobre el bien y el mal no tienen sentido, no son ni ciertas ni
falsas, ya que en realidad no afirman nada.
Significado y moral
Si
digo que el asesinato está mal, no hay ninguna investigación analítica o
empírica que lo pueda demostrar. Ayer argumentaba que los juicios éticos
expresan sentimientos. Los filósofos han rechazado el principio de verificación
de Ayer, ya que su propio criterio no tiene sentido: la afirmación de que una
afirmación sólo tiene sentido si es analítica o si se puede verificar
empíricamente no es ni analítica ni se puede verificar empíricamente.
Pero aún así se puede argumentar que el lenguaje
moral es emotivo porque se emplea para expresar los propios sentimientos y para
influir en los sentimientos y actos de los demás. Aunque si esto es lo único
que podemos decir del lenguaje moral, parece que no exista ninguna discusión o razonamiento
sobre el debate moral, sino que sólo estemos manipulando a los demás. Los
emotivistas responden que la mayor parte de las discusiones sobre la moral son
sobre hechos, sobre si cierto acto tendrá ciertas consecuencias. Si estamos de
acuerdo con todos los hechos (algo que no suele suceder) lo que queda es un
desacuerdo sobre la actitud ante tales hechos, actitud sobre la cual se puede
seguir discutiendo, porque las personas no tenemos sentimientos ni tomamos
decisiones de forma aislada. Por tanto, el desacuerdo moral puede ser a causa
de las relaciones entre los distintos sentimientos que tenemos y la actitud que
adoptamos.
4º ¿LOS VALORES MORALES SON HECHOS?
El hecho de que existan discusiones morales
sugiere que los valores son bastante diferentes a los hechos establecidos. A
continuación, exponemos tres objeciones al realismo moral inspirados por David
Hume:
1º Cuando dos personas no están de acuerdo en una
cuestión o un hecho, normalmente saben cómo demostrarlo de una forma u otra;
sin embargo, si dos personas están de acuerdo en todos los hechos sobre, por
ejemplo, el aborto, pero siguen sin estar de acuerdo en si está bien o no, no
se puede apelar a otro hecho que lo demuestre.
2º Hume señala que parece que siempre hay un
salto en el razonamiento moral. Describimos los hechos de un caso y concluimos
“por eso no debía haberlo hecho”. Pero, ¿cómo podemos pasar de hablar sobre el
caso a hablar como debería ser? (por ejemplo, ¿cómo podemos pasar de hablar
acerca de la devastación, sufrimiento y muerte que producen las guerras, a
afirmar categóricamente que no debería haber guerras en el mundo?). Por mucho
que nos empeñemos en lo contrario, a partir de lo que es, no podemos decir lo
que debería ser. Existe una separación o hiato lógico entre los hechos y
valores (y no contemplarlo produce la denominada “falacia naturalista”).
3º Los juicios morales guían nuestra conducta. Si
considero que el aborto está mal, no practicaré ni me someteré a ningún aborto
y tampoco animaré a nadie a que lo haga. Pero si el realista moral tiene razón,
esto es engañoso. Un hecho, por sí mismo, no me lleva a actuar, sino que
primero debe importarme. Por tanto, esa fuerza motivacional proviene de mi
preocupación. Pero los juicios morales motivan por sí mismos, así que quizá no
expresen creencias sobre hechos, sino sobre lo que nos importa (sobre nuestros
deseos, necesidades y emociones).
Los hechos morales son razonables
Para
defenderse, el realismo moral afirma que apelamos a los hechos cuando
intentamos justificar un juicio moral. Si no existiera ninguna conexión, sería
una tontería hacerlo. Lo que estamos haciendo es dar razones que apoyen
nuestras afirmaciones morales; por ejemplo, la afirmación “comer carne está mal
(valoración moral), porque provoca sufrimiento a los animales
(razón/hecho)”. Los hechos pueden por lo tanto convertirse en razones que
apoyen creencias morales. La afirmación de que la práctica de comer carne
provoca sufrimiento a los animales es cierta o falsa. Los realistas morales
afirman que este hecho (un hecho que tiene que ser o bien cierto o bien falso)
es una razón para creer que comer carne está mal. Por ello, las razones que
damos para sustentar nuestros juicios morales pueden ser hechos susceptibles de
ser verdaderos o falsos.
Comparemos
el razonamiento en otros contextos. Si la datación radiométrica indica que los
huesos de dinosaurio tienen 65 millones de años, dicha datación es una razón
para creer que los dinosaurios vivieron en la Tierra hace 65 millones de años
(es una razón que apoya esa creencia). Los hechos en que se apoyan las razones
científicas son objetivos, como los hechos del mundo natural (hechos
naturales). Sin embargo, los hechos sobre las razones morales son un tipo
distinto de hechos, no el tipo de hechos que las investigaciones científicas
pueden descubrir (reducibles a hechos naturales). Los hechos que pueden servir
de razones morales son también normativos (determinan valores) y no sólo
naturales.
Ahora
podemos decir que cuando dos personas están de acuerdo en todos los hechos sobre
el aborto, pero no lo están en si está bien o mal, es cierto que la discusión
no se establece por recurrir a los hechos naturales. Ambas partes pueden
aceptar el hecho natural de que un feto puede llegar a ser un ser humano, sin
estar de acuerdo sobre que ésa es una (gran) razón para pensar que el aborto
está mal. Si también resolvemos la discusión sobre las razones, resolveremos la
discusión moral. Al menos una persona se está equivocando, porque no ve ciertos
hechos naturales como las razones (morales) que son.
Asimismo,
Hume tiene razón al señalar el hiato lógico entre los hechos naturales y los
juicios morales. Sin embargo, esa separación se mitiga mediante las
aclaraciones que determinan si un hecho natural es una razón para creer cierto
juicio de valor. Es verdad que los hechos naturales no suponen juicios morales,
pero pocas veces las razones suponen los juicios que apoyan.
Moral y motivación
¿Y
si nos motivan los juicios morales? Existen dos posibles respuestas:
La primera es argumentar que, como los juicios
morales son afirmaciones de hechos, no son motivadores. A algunas personas, y
quizá a todos en ciertos momentos, las afirmaciones sobre la moralidad no les
motivan, no les importa la moralidad. Por tanto, los juicios morales sólo
motivan a quien le importa la moralidad.
La segunda respuesta es admitir que los juicios
morales son motivadores, pero esto es engañoso, ya que no son afirmaciones sobre hechos
naturales, sino sobre lo que tenemos razones para hacer, y los juicios sobre las
razones son motivadores por sí mismos porque somos criaturas racionales.
4º ¿LA MORAL ES RELATIVA?
La
moralidad puede variar de una cultura a otra. ¿Cómo se explica esto? Se puede
argumentar que todas las culturas, con sus distintas prácticas éticas, intentan
concoer la verdad sobre la ética, igual que los científicos intentan descubrir
la verdad sobre el mundo. O podemos decir que las prácticas éticas son sólo el
estilo de vida de una cultura. Los relativistas afirmarían lo último, ya
que sostiene que dos culturas que no están de acuerdo sobre una práctica moral
están realizando afirmaciones que son ciertas para cada una de ellas.
No
solemos decir esto sobre las afirmaciones científicas (por ejemplo, algunas
culturas creían que las estrellas eran hogueras lejanas, pero se equivocaban ya
que las estrellas no son hogueras). ¿Por qué no? Porque tenemos una idea
diferente de cómo se pueden resolver los desacuerdos científicos. En la
ciencia, la mejor explicación es que las teorías científicas que hemos acordado
representan cómo es el mundo. En otras palabras, el mundo guía nuestras
investigaciones, y nosotros confirmamos o descartamos las hipótesis a través de
la experimentación, hasta que llegamos a cierta comprensión sobre cómo es el
mundo. La ciencia investiga el mundo físico.
Si miramos la historia de la cultura y cómo se
desarrollan las prácticas éticas, cuesta entender cómo descubren las diferentes
culturas la verdad sobre la moralidad y la conducta ética de un solo mundo
ético. El relativismo argumenta que las prácticas éticas se han desarrollado
para ayudar a las personas a encontrar su camino en un mundo social, pero
existen muchas sociedades y muchas culturas, y con el tiempo han desarrollado
distintas formas de hacer las cosas.
Por
tanto, no existe un solo mundo social que pueda guiar las prácticas éticas
hacia un acuerdo universal, lo cual no significa que todas las prácticas
sociales sean aceptables, que ninguna práctica pueda condenarse moralmente. Las
personas siempre están haciendo cosas malas, y el relativismo no pretende decir
que no sea así, pero afirma que para condenar una acción o práctica social, se
deben emplear criterios de la cultura a la que el agente o la práctica
pertenecen. No se puede juzgar una práctica desde fuera de su cultura.
Dudas sobre el relativismo
Los
realistas morales tienen tres objeciones al relativismo cultural:
1º la primera es que las diferentes prácticas
éticas reflejan las diferentes condiciones ambientales en las que están
situadas las culturas, pero no los diferentes principios éticos. Por ejemplo,
intentamos que nuestros ancianos vivan el mayor tiempo posible, mientras que
los esquimales los abandonan en el hielo para que mueran. Esto no significa que
para los esquimales esté bien matar a los ancianos y para nosotros no, sino que
las duras condiciones de vida de los esquimales hace que los individuos que no
pueden contribuir al bienestar de la comunidad deben ser abandonados. Para
nosotros también estaría bien hacerlo si viviésemos en esas duras condiciones,
y mal para los esquimales si vivieran en las nuestras.
2º la segunda es que la mayoría de las culturas
del mundo tienen prohibiciones sobre matar, mentir y robar, y fomentan el
cuidado de los más débiles. Los realistas remarcan todas las virtudes y
principios éticos generales que comparten las distintas culturas.
3º la tercera es el progreso moral: nos hemos
vuelto más humanos que antes, y estamos más de acuerdo sobre los juicios
morales porque estamos descubriendo verdades morales. Por ejemplo, la
esclavitud antes era aceptable para todas las culturas y ahora ya para casi
ninguna. Es un verdadero progreso moral.
COMENTARIO – RELATIVAMENTE TOLERANTES
Muchas personas creen que el relativismo y la
tolerancia van unidos, mientras que el realismo moral implica imperialismo
moral (imperialismo
moral=imposición por parte de Occidente de sus valores morales al resto de
naciones y culturas del mundo; es otra forma, más sutil, de colonialismo por
parte del primer mundo sobre el tercer mundo), pero se equivocan: la tolerancia es un valor
moral básico, un valor moral cuya validez es absoluta. ¿Por qué? Por dos
razones:
1º En primer lugar, la afirmación de que se deben
tolerar los valores de las demás culturas porque los valores morales son
relativos sólo sería cierta si tu cultura incluye el valor moral de la
tolerancia. Si se diese el caso de que tu sociedad no fuese tolerante, entonces
uno no tendría por qué ser tolerante con las
prácticas culturales de otras sociedades.
2º En segundo lugar, supongamos que otra cultura no
es respetuosa con algunos derechos humanos básicos (como por ejemplo, que es
racista). El relativismo sugeriría que no podemos objetar nada, pero
¿deberíamos tolerar al intolerante? Pocos creen que la tolerancia sea más
importante que evitar el racismo o, ya no digamos, un asesinato racista (es un
hecho que muchas culturas del mundo emplean ideas racistas para justificar el
asesinato).
Por tanto, en conclusión, si creemos que la
tolerancia es un valor moral básico, quizá no debamos ser relativistas.
FIN DE
LA LECTURA ………………………………………………………………………………………………………
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