Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; estoy persuadido de que nada
de lo que mi memoria, llena de mentiras, me representa, ha existido jamás; pienso que no tengo
sentidos; creo que el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar son ficciones de mi
espíritu. ¿Qué, pues, podrá estimarse verdadero?
Acaso nada más sino esto: que nada hay cierto
en el mundo.
Pero ¿qué sé yo si no habrá otra cosa diferente de las que acabo de juzgar inciertas y de la que
no pueda caber duda alguna? ¿No habrá algún Dios o alguna otra potencia que ponga estos
pensamientos en mi espíritu?
No es necesario; pues quizá soy yo capaz de producirlos por mí
mismo.
Y yo, al menos, ¿no soy algo?
Pero ya he negado que tenga yo sentido ni cuerpo alguno.
Vacilo, sin embargo; pues ¿qué se sigue de aquí?
¿Soy yo tan dependiente del cuerpo y de los
sentidos que, sin ellos, no pueda ser?
Pero ya estoy persuadido de que no hay nada en el mundo:
ni cielos, ni tierra, ni espíritus, ni cuerpos;¿estaré, pues, persuadido también de que yo no soy?
Ni mucho menos; si he llegado a persuadirme de algo o solamente si he pensado alguna cosa,
es sin duda porque yo era.
Pero hay cierto burlador muy poderoso y astuto que dedica su
industria toda a engañarme siempre. No cabe, pues, duda alguna de que yo soy, puesto que me
engaña y, por mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo
esté pensando que soy algo.
De suerte que, habiéndolo pensado bien y habiendo examinado
cuidadosamente todo, hay que concluir por último y tener por constante que la proposición
siguiente: “yo soy, yo existo”, es necesariamente verdadera, mientras la estoy pronunciando o
concibiendo en mi espíritu.
DESCARTES: Meditaciones Metafísicas, “Meditación Segunda: De la naturaleza del espíritu
humano; y que es más fácil de conocer que el cuerpo”.
INSTRUCCIONES
Seguid las mismas instrucciones que en los dos comentarios anteriores
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