UNIDAD 1 – INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
LECTURA - ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? (Stephen Law)
- TODOS TENEMOS CREENCIAS FILOSÓFICAS
La filosofía
se describe como una disciplina banal que no tiene relevancia en la vida
diaria, pero lo cierto es que la filosofía puede ser muy relevante, y muy a
menudo lo es.
¿Por qué?
Porque
quién no piensa sobre temas filosóficos no estará preparado para decidir, por
sí mismo, qué es o no …. verdad.
Justifiquemos
esta impactante afirmación.
Aunque no
nos demos cuenta, todos tenemos creencias filosóficas. Por ejemplo:
-
al suponer que el pasado
es una guía fiable del futuro
-
al afirmar que Dios no
existe (o que sí)
-
al creer que sólo somos
seres materiales (o que por el contrario tenemos un alma inmortal)
-
al identificar mi mente
con mi cerebro
-
al defender que ciertas
acciones son morales o inmorales independientemente de lo que supongamos (o lo
contrario, que el bien y el mal son subjetivos).
Es
evidente que algunas de estas creencias filosóficas pueden tener un impacto
significativo en nuestra vida diaria:
-
probablemente quien crea
que la maldad de robar o matar es algo objetivo no se comportará igual que
aquel que crea que es algo subjetivo.
-
muchos debates morales y
políticos como el aborto, los derechos de los animales, la libertad de
expresión o la guerra, tienen implicaciones que requieren un tratamiento
filosófico
- LOS FILÓSOFOS SE HACEN PREGUNTAS FUNDAMENTALES
¿Cuáles
son las principales preguntas filosóficas?
Las
grandes preguntas que se hace la inteligencia humana:
-
¿qué son las cosas?
-
¿por qué son como son?
Las
mismas preguntas que repetidamente están haciendo los niños y que, como
sabemos, no tardan en socavar algunas de nuestras creencias fundamentales. Pues
bien, los filósofos tienen esta misma tendencia infantil a cuestionar lo
fundamental, a hacer preguntas básicas que en nuestra vida diaria no se nos
ocurren porque pertenecen a lo que damos por sentado.
Es por
esto por lo que pensar filosóficamente no es sólo estimulante sino también
perturbador. Cuando empezamos a pensar así, lo hacemos sin red de seguridad.
Pensar filosóficamente hace que el suelo firme bajo nuestros pies desaparezca y
nos quedemos colgados sobre el vacío. Esta sensación de vértigo intelectual
es algo común en la filosofía. No es de extrañar que muchos prefiramos no
pensar en estos temas y quedarnos allí donde nos sentimos seguros.
Pero vale
la pena correr el riesgo. Cuestionarse lo fundamental puede ser muy fructífero:
algunas de las ideas políticas y morales más importantes han sido desarrolladas
por personas que cuestionaron lo que la mayoría de las personas presuponía como
cierto (hasta no hace demasiado tiempo, se consideraba obvio que la esclavitud
era algo moralmente aceptable y que el lugar de la mujer era el hogar). El
progreso moral y político lo iniciaron los que se cuestionaron lo que los demás
daban por sentado. Merece la pena por ello, estar preparado para pensar y
cuestionar lo que los demás consideran como cierto.
- LA FILOSOFÍA NO ES RELIGIÓN
Muchas de
las preguntas planteadas por la filosofía, las responde también la religión:
-
¿por qué existe el
universo?
-
¿qué hace que las cosas
estén bien o mal?
-
¿poseemos algún tipo de
esencia no física: un alma?
Sin
embargo, la religión y la filosofía son muy distintas.
¿En qué
se diferencian?
En el
énfasis que ponen en el papel de la inteligencia humana (de la razón):
-
la filosofía reconoce que
la inteligencia humana tiene sus límites y no es capaz ni de responder todas
las preguntas que se hace ni de resolver todos los enigmas filosóficos. Aún
así, nos anima a aplicar la razón, y sólo la razón, tanto y tan lejos como
podamos.
-
la religión también anima
a aplicar la razón, pero insiste en la mayor importancia de otros caminos hacia
la verdad: la revelación (la iluminación o fe), o la revelación recogida en los
libros sagrados (ya que a la mayoría de los hombres no viven en primera persona
la experiencia de la revelación)
- LA FILOSOFÍA NO ES CIENCIA
La
filosofía se plantea preguntas que van más allá de la frontera hasta donde
alcanza el territorio en el que es posible el conocimiento científico, en el que la ciencia da respuestas.
Por
ejemplo:
-
¿Por qué existen las
cosas? (tal como se preguntaba el filósofo alemán del siglo XVIII Leibniz: “¿por qué hay algo en lugar de nada?”).
-
¿Cómo puedo saber que no
estoy atrapado en un realidad virtual? (tal como se preguntaba Descartes al
plantearse la posibilidad de que todo lo que estoy viviendo no fuese real sino
un sueño, una alucinación de mi imaginación).
-
¿Tenemos un alma inmortal?
(tal como se preguntaba Sócrates en el diálogo “Fedón” de Platón)
-
¿El ser humano tiene libre
albedrío? (tal como se lo preguntaba el filósofo ilustrado alemán Kant en sus
grandes críticas).
Una de
las razones por las que la ciencia no puede ofrecer contestación a estas
preguntas es porque presupone la respuesta. Veamos dos ejemplos de ello:
1º ejemplo: ¿por qué existen las cosas? Los científicos
explican la existencia del universo mediante un big bang que tuvo lugar hace
unos 13.500 millones de años. En ese suceso extraordinario no sólo se creó toda
la materia y energía, sino también el tiempo y el espacio. Pero, ¿explica eso
por qué existen las cosas? No. Ahora podemos preguntarnos por qué se produjo
ese bang, cuál es la causa de que se produjese dicha explosión. El enigma de
por qué existen las cosas no se ha resuelto, sólo se ha pospuesto. Y así,
aunque la ciencia tiene un gran interés en descubrir el origen del universo, parece
que la razón fundamental de la existencia de las cosas va más allá del punto en
el que la ciencia puede proporcionarnos respuestas. Y así, aunque los físicos
de partículas intenten identificar las partículas fundamentales que componen el
universo y comprender cómo interactúan, no pueden decirnos por qué existen esas
partículas, ya que no es posible responder a esas preguntas mediante la
experimentación.
2º ejemplo: ¿cómo puedo saber que no estoy atrapado en un
mundo de fantasía? En la película Mátrix, la gente vive en un mundo que parece
real pero que en realidad ha sido creado por un ordenador al que nos conectan
en el momento que nacemos. Vivimos en una realidad virtual, resultado de un
descomunal engaño al que ha sido sometido nuestro sistema nervioso por una gran
máquina central. La ciencia jamás se plantearía dicha posibilidad porque da por
supuesto, confía, que nuestros cinco sentidos nos dan acceso a la realidad.
REFLEXIONA SOBRE LOS DOS SIGUIENTES PROBLEMAS FILOSÓFICOS
DESDE UN PUNTO DE VISTA CIENTÍFICO
3º ejemplo: ¿tenemos un alma, una esencia no física?, ¿es
acaso, esa nuestra alma, inmortal?, ¿es
posible afirmar la existencia de una dimensión suprafísica de la realidad a la
que irían las almas de los fallecidos?, ¿qué relación tiene la existencia de
esa realidad paralela con la necesidad de retribuir tras la muerte a justos y
malvados?
4º ejemplo: ¿Qué sentido tiene postular la existencia de
la libertad y la responsabilidad moral
en un universo regido por férreas leyes naturales?
Otro motivo de por qué la ciencia es incapaz de responder
a estas preguntas es que la filosofía suele tratar, al menos en parte, no sobre
hechos, sino sobre significados y conceptos (o sobre esencias). Y así, si por
ejemplo queremos responder a la pregunta de por
qué el ser humano posee libre albedrío, debemos tener claro qué significa “libre albedrío” y lo que implica este
concepto. Incluso cuando aparecen todos los hechos científicos, ese enigma
persistirá si no sabemos lo que significa el libre albedrío. La aclaración de
significados y conceptos es una de las principales labores del filósofo.
Sin embargo, aunque la ciencia no pueda resolver
cuestiones filosófica, sí puede ayudar a resolverlas. Por ejemplo, la cuestión
sobre la existencia de Dios o aquella en que se plantea el carácter inmaterial
de lo mental. En el caso de la discusión sobre la existencia de Dios, algunos
filósofos creen que la ciencia moderna ha descubierto pruebas de un diseñador
inteligente, mientras que otras creen que el sufrimiento del mundo es una
prueba abrumadora de que no existe un dios todopoderoso. En ambos casos, la
observación del mundo revela unas pruebas que pueden cambiar enormemente las
probabilidades a favor y en contra de la existencia de Dios, incluso aunque
esas pruebas no puedan demostrar de forma concluyente si existe Dios o no. Y es
que las pruebas empíricas y la investigación científica quizá no sea relevante
cuando se trata de creer en Dios (religión), pero sí cuando se trata de
plantear filosóficamente la cuestión de su existencia. En el caso de la mente,
la neurociencia ha demostrado que nuestra vida mental es dependiente del
funcionamiento neuronal de nuestro cerebro y quizá no sea otra cosa que éste.
- CÓMO RAZONAN LOS FILÓSOFOS
Las
argumentaciones o razonamientos filosóficos son muy diferentes a los de los
científicos. La manera de probar una afirmación filosófica nada tiene que ver
con cómo se prueban las afirmaciones matemáticas o las afirmaciones de las ciencias empíricas.
Y es que las demostraciones filosóficas no son demostraciones matemáticas ni
tampoco demostraciones basadas en la experimentación o la observación.
¿Cómo
razonan los filósofos?
1º Hay
que remarcar en primer lugar que el tipo de razonamiento de los filósofos no es
especial o poco común, sino que la mayor parte es el razonamiento normal y
corriente que aplicamos cuando intentamos averiguar qué le pasa a nuestro
coche, si alguien nos está diciendo o no la verdad, o cómo llegar de A a B por
el camino más corto.
2º En
segundo lugar, sería un error presuponer que el razonamiento filosófico es
capaz de responder nuestras preguntas más importantes. Sin duda tiene el poder
de iluminar al menos algunas de ellas, e incluso, cuando no puede proporcionar
respuestas definitivas, puede revelar por qué ciertas respuestas no son
suficientes. Esa es una de las razones por la que pensar de forma filosófica
puede ser un ejercicio valioso, aunque no se encuentre ninguna solución: nos
hace conscientes de la incertidumbre del conocimiento humano, su carácter
hipotético, falible y sujeto a error.
3º Hay
distintas formas de aproximarse a una cuestión filosófica:
-
El método más evidente es
aplicar la razón a una cuestión filosófica y e intentar encontrar su respuesta,
como cuando se intenta encontrar la solución de una adivinanza.
-
En otras ocasiones, no se
podrá mantener una aproximación frontal a las cuestiones filosóficas, pero sí
una oblicua, como cuando no se puede decidir qué respuesta es la correcta, pero
sí se puede demostrar que respuestas no lo son (igual que Sherlock Holmes
cuando todavía no sabe quién ha cometido un crimen, pero puede afirmar que el
mayordomo no ha sido; éste era, por ejemplo, el método utilizado por Sócrates).
-
Una aproximación
contundente es aquella que consiste en demostrar que la pregunta filosófica es
una pregunta equivocada, mal planteada. Por ejemplo, a la pregunta “¿por qué existen las cosas y no la nada?”,
podemos intentar demostrar que aunque parezca la pregunta tener sentido, en
realidad no lo tiene (el término “nada” en esta pregunta no tiene el sentido
ordinario cuando es utilizado, por ejemplo, para decir que “en esta caja no hay
nada”, es decir, que dentro de ella no hay guardada ninguna cosa; aquí el
término “nada” es utilizado en un sentido radical, absoluto, lo que implica la
ausencia de tiempo y de espacio; pero, ¿acaso esta noción de “nada” tiene
siquiera sentido? Muchos filósofos afirman que no, y si la noción de “nada
absoluta” no tiene sentido, la pregunta tampoco, en cuyo caso, no necesita
respuesta).
4º Hay
además otra razón por la que razonar filosóficamente es un buen ejercicio. La
actividad de filosofar puede ayudarnos a adquirir una habilidad, la habilidad
de pensar críticamente, una habilidad que todos necesitamos para descubrir por
nosotros mismos la verdad (y así no permitir que otros nos engañen o nos
embauquen). Es además una habilidad que nunca caduca. La habilidad:
-
de descubrir un error de
lógica
-
de eliminar la paja
-
de ser relevante
-
de establecer una cuestión
de forma clara y precisa
Estas
habilidades críticas son prácticas en todas las facetas de la vida, pero sobre
todo nos ayudan a inmunizarnos contra las artimañas de los políticos, los
curanderos, los vendedores de coches de segunda mano, los terraplanistas, los
negacionistas del Holocausto, los gurús de moda y otros engañabobos. Existen
ciertos errores básicos del pensamiento que tendemos a cometer cuando sopesamos
posibilidades, o extraemos conclusiones: el ejercicio del pensamiento
filosófico, del pensamiento crítico puede contribuir a hacernos menos
vulnerables.
FIN
DE LA LECTURA
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