Platón
Expliquemos
seguidamente qué es el ser humano para Platón:
Platón
fue discípulo de Sócrates y se le considera el primer gran filósofo de la
historia (filósofo en sentido estricto, lo cual conlleva escribir libros;
Sócrates fue también un gran filósofo, pero fue un pensador ágrafo; “ágrafo”
significa que no escribió nada, como Jesucristo, por ejemplo, el otro gran
personaje ágrafo de la historia).
El buen ciudadano según Platón
Platón
introduce una modificación en la concepción del buen ciudadano de Sócrates.
Para Platón, sólo pueden ser buenos ciudadanos aquellos que alcanzar el saber,
el saber acerca de dónde reside el bien común de la polis y la justicia de ésta.
Pero para Platón, a diferencia de lo que defendía Sócrates, consideraba que
dicho conocimiento acerca del bien común de la polis no podía ser alcanzado por
todos (por cualquier ciudadano que hiciese el esfuerzo por alcanzar dicho
conocimiento, tal y como defendía Sócrates), sino sólo por unos pocos, aquellos
que 1º están capacitados por naturaleza para alcanzar dicho conocimiento (tienen
un alma de oro, es decir un alma en la que sobresale la dimensión racional
sobre la apetitiva) y 2º han recibido la educación adecuada para alcanzar dicho
saber (una educación distinta a la mayeútica socrática, no digamos a la paideia
sofística, la educación dialéctica; dicha educación en la dialéctica recae en
manos del Estado). Esos ciudadanos, los mejores ciudadanos de la polis son los
filósofos, y a ellos se les debe encomendar el gobierno y la dirección de la
sociedad. El resto de los ciudadanos podrán también llegar a ser buenos
ciudadanos si cumplen la función social que los filósofos les asignan,
contribuyendo de este modo al bien común de la polis: los guardianes
defendiendo con valentía la ciudad y velando por el cumplimiento de las leyes;
los productores trabajando esforzadamente y viviendo frugalmente.
Esta
planteamiento sobre quién es buen ciudadano se combinó en Platón con ciertas
ideas religiosas que eran características de algunas corrientes filosóficas de
aquel entonces (fundamentalmente, del pitagorismo), dando lugar a una
particular concepción acerca de la naturaleza humana (el dualismo antropológico
platónico) que pasamos a explicar seguidamente.
El dualismo antropológico platónico
Para
Platón, el ser humano está compuesto por un alma y un cuerpo. Alma y cuerpo son
dos entidades diferenciadas, pero que accidentalmente y transitoriamente se
encuentran unidas. El resultado de esa unión es el ser humano, un ser dual compuesto por un alma y un
cuerpo. A esta naturaleza dual que encontramos dentro del ser humano, se la
denomina “el dualismo antropológico” platónico:
-
el ALMA es divina (celeste),
inmaterial y eterna.
-
el CUERPO, por el contrario, es
terrenal, material y mortal.
La unión
entre el alma y el cuerpo que se da en el ser humano es antinatural, contrario
a la naturaleza divina del alma. Por eso, las almas, según Platón, deben
purificarse del cuerpo (“purificarse” significa que el alma se separe del
cuerpo), algo que sólo se logra definitivamente tras la muerte (las almas de
aquellos que hayan logrado una total purificación, ascenderán a los cielos, a
las esferas celestes, el lugar propio de los dioses; por el contrario, las
almas de aquellos que no hayan logrado la purificación, transmigrarán, se reencarnarán
en otro cuerpo que puede ser en el de otro hombre o en el de un animal).
¿Por qué
se halla en el ser humano el alma unida al cuerpo?
Según
Platón, las almas de los hombres son espíritus, espíritus divinos caídos de los
cielos que han quedado, tras dicha caída, atrapados en un cuerpo, y que están a
la espera de su liberación, de su salvación (la salvación de las almas es el
objetivo fundamental de un tipo de creencia religiosa propia del mundo griego:
las religiones mistéricas; la secta mistérica más conocida fue la de los
pitagóricos; cuatro siglos después, por efecto del influjo del helenismo y
dentro un contexto judío, hará su aparición en Israel la más importante
religión salvífica de la historia: la secta de los “mesiánicos”, el
cristianismo).
¿Cuál es
la causa de la caída de las almas?
En las
almas de los hombres (no en las de los dioses) hay una parte apetitiva que
siente una irrefrenable inclinación por lo sensible, lo material y corpóreo.
Esta atracción es la culpable de la caída de las almas desde las estrellas a la
Tierra
¿Cómo se
logra, según Platón, la purificación?
-
A través de la contemplación (de
la theoría: del ejercicio del pensamiento y de la búsqueda de la verdad).
-
Renunciando a los placeres
sensibles (los placeres del cuerpo)
EN
CONCLUSIÓN, para Platón:
. el ser
humano se identifica con su componente superior, el alma.
. el
cuerpo, su componente inferior, debe estar subordinado siempre al alma (las
pasiones deben estar siempre sometidas al control de la razón).
. el
destino del ser humano es un destino trascendente pues no se encuentra ni en
esta vida ni en este mundo, sino en una vida tras la muerte y en otro mundo, el
mundo celeste o mundo de las Ideas (la dicotomía “trascendente/inmanente” hace
referencia a aquello que está “fuera” del mundo o “dentro” de éste).
Y es que
Platón tiene, por lo tanto, una concepción religiosa/espiritual del ser humano
que dejará una profunda huella en la cultura occidental.
Finalmente, ¿cómo el alma logra purificarse del cuerpo?
-
No realizando sacrificios a los
dioses, ni por medio de sortilegios ni rituales mágicos, sino a través del
ejercicio del pensamiento puro, de la la theoría
(la contemplación): el razonamiento matemático y la especulación filosófica.
-
La purificación también se
alcanza a través del pleno autocontrol de los impulsos corporales ya que con
este autocontrol, cuanto más autárquica es el alma, más se basta a sí misma y
no necesita del cuerpo.
¿Cuál es,
por lo tanto, el ideal humano propugnado por Platón?
1º Por
un lado, como acabamos de ver, influenciado por las doctrinas místicas del
pitagorismo, el ideal humano platónico es el “ideal de la vida del sabio”, de
un sabio dedicado a la contemplación de las Ideas y que además ha alcanzado el
pleno control de la dimensión irracional de su alma (de sus apetitos y
pasiones). Logra el sabio de este modo purificar su alma para que ésta, su
alma, esté preparada tras la muerte para ascender a las esferas celestes, desde
donde contemplará directamente las eternas e inmutables Formas.
2º Por
otro lado, en su obra La República,
Platón abogará por una nueva concepción del ideal de buen ciudadano: buen
ciudadano, ciudadano justo es aquel que cumple con la función que la sociedad
le ha asignado: trabajar (productores), defender la Ciudad (militares) o
gobernar la polis (filósofos-gobernantes). Buen ciudadano será todo aquel que
alcance la virtud, la excelencia en el desempeño de la función que le ha sido
asignada por la Ciudad en virtud del estamento social al que pertenece:
- trabajar sacrificadamente y vivir moderadamente en el caso de los
trabajadores;
- defender valerosamente la Ciudad de sus enemigos tanto exteriores como
interiores en el caso de los guerreros;
- gobernar con sabiduría y prudencia la polis en el caso de los
gobernantes-filósofos.
Finalmente,
y frente a lo que propugnaba la democracia ateniense en la que todos los
ciudadanos estaban invitados a participar en el autogobierno de la ciudad
(isonomía e isegoría propias de la
democracia ateniense), Platón considera que el gobierno de la polis debe
encomendarse exclusivamente a los filósofos, a los sabios. ¿Por qué? Porque
sólo ellos han alcanzado el recto conocimiento de dónde reside el bien común de
la polis (por eso son sabios) y porque sólo ellos son virtuosos e
incorruptibles (jamás antepondrán sus interese privados al bien común ya que
han alcanzado un pleno autodominio de sus pasiones egoístas). Se reformula de
este modo el ideal del sabio en su conexión con el ideal del buen ciudadano tal
como tal cosa había sido entendida por Sócrates.
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