Sócrates y el ideal del sabio
Pues bien, aunque la sofística tuvo una gran
relevancia en la puesta en marcha del pensamiento humanista occidental, la gran
figura fundadora de esta tradición fue SÓCRATES.
¿Cuáles
fue la gran aportación de Sócrates al humanismo?
Lo
que él denominó “EL CUIDADO DEL ALMA”.
¿Qué
es el cuidado del alma?
Para
Sócrates, el bien más preciado para el hombre no son:
-
ni los bienes corporales (los placeres del
cuerpo, pero también la belleza física, esto es, “el cuidado del cuerpo;
Sócrates era feo, bajo, gordo y contrahecho, asemejándose más a un sileno que a
un hombre),
-
ni los bienes externos (los bienes sociales:
la fama, la riqueza, el poder; este tipo de bienes han sido los más preciados
en la mayoría de las sociedades de todas las épocas, y también lo eran en la
griega).
Para
Sócrates, éstos no son los bienes principales para el ser humano. El principal
bien para el hombre, según Sócrates, es “el cuidado del alma”.
Pero,
¿qué es el alma para Sócrates?
El alma
es la sede de las facultades psíquicas superiores del ser humano: su
conciencia, su inteligencia, su voluntad.
Sócrates
consideraba que la grandeza del ser humano residía en su capacidad para vivir
reflexivamente, para vivir con lucidez, conscientemente, la vida que está
viviendo.
Y es que
para Sócrates hay dos formas de vivir:
1º vivir
“a tontas y a locas”, vivir dejándose llevar, dejándose llevar por las pasiones
(por los impulsos, tal y como hacen los niños y los animales) o por las
poderosas fuerzas sociales que condicionan nuestra existencia (la opinión de la
multitud, el miedo a los poderosos).
2º vivir
guiándose por la razón, por la inteligencia, por la luz de la conciencia (esta
forma alternativa de vivir consiste justamente en lo contrario de la anterior:
no dejarse llevar ni por las fuerzas externas, los condicionamientos sociales,
ni internas, las pasiones).
Por
ello, Sócrates afirmó que “una vida sin
examen no merece ser vivida”.
¿Por qué
lo decía?
Una vida
sin examen es una vida sin reflexión.
Vivir irreflexivamente es vivir dejándose llevar, dejándose llevar por los
impulsos, por los que mandan, por lo que pienses los demás… Vivir
reflexivamente es vivir conscientemente, lúcidamente, guiándose exclusivamente
por lo que me dicta la voz de mi conciencia, de mi inteligencia, de mi razón
(ese “mi” hace referencia a que el individuo es el depositario y el único
poseedor de la inteligencia y razón). No se trata de hacer lo que me da la gana
(el humanismo es individualista pero no egoísta, sino solidario) sino de hacer
aquello que mi inteligencia considera que es mejor. Y en ello consiste la
virtud, la verdadera virtud, la nueva forma de entender la virtud que tiene
Sócrates (que se contrapone a la concepción de virtud entendida como areté, como mera excelencia,
característica de la sociedad griega de aquel entonces).
Para
Sócrates, por lo tanto, la vida buena (la vida digna y satisfactoria) es la
vida conforme a la virtud.
¿Y cuál
es la vida conforme a la virtud?
La vida
de aquél que guiado por la razón actúa justamente: la vida del hombre justo,
del que vive honrada y honestamente, con rectitud (y no la del que persigue
bienes superfluos y falsos como el éxito, la fama, la riqueza o el poder, o la
de aquél que vive una vida meramente placentera).
¿Qué
necesitamos para vivir así, virtuosamente?
Si vivir
virtuosamente es vivir bajo la guía de la razón, iluminados por la luz de la
conciencia, entonces lo primero que necesitamos será alcanzar EL CONOCIMIENTO.
El conocimiento, la búsqueda de la verdad será
el primer fin de la vida humana.
¿Por
qué?
Porque
sin conocimiento no puede haber virtud, no puede haber vida recta.
¿Qué
tipo de conocimiento?
No el
conocimiento teórico acerca del cosmos (la contemplación o teoría), no conocimientos formales pero ajenos a la vida humana
como las matemáticas, no conocimientos prácticos acerca de cómo ganar una
batalla (estrategia) o cómo vencer en la Asamblea de ciudadanos (retórica).
El
conocimiento que busca Sócrates es de otro tipo: él busca EL CONOCIMIENTO
MORAL.
¿En qué
consiste el conocimiento moral?
Él
quiere saber qué es el bien, dónde reside el verdadero bien de la vida humana.
¿Por qué
es tan importante dicho conocimiento?
Porque
sólo puede actuar conforme al bien, es decir, virtuosamente, aquel que sabe
previamente qué es el bien (el que obra bien pero sin saber qué lo hace o por
qué lo hace, actúa correctamente, pero por azar, por casualidad, no por
voluntad).
Sócrates
además defendió que el que sabe dónde reside y en qué consiste el bien, es
imposible que obre mal. A esta doctrina que identifica la virtud (el conducirse
adecuadamente) con el saber (el saber acerca de cómo hay que conducirse y
vivir) se la denomina INTELECTUALISMO MORAL: la virtud moral, el buen
comportamiento, se reduce e identifica
con el saber moral, el saber acerca del bien (el sabio es inevitablemente
virtuoso y el malvado, simplemente, un ignorante).
Pues
bien, y llegados a este punto, ¿en qué consiste el bien, la virtud y la vida
buena para Sócrates?
Su
respuesta es la de un griego de aquella época, la de un griego del periodo
clásico, del Siglo de Pericles: EL BIEN CONSISTE EN SER UN BUEN CIUDADANO.
¿Y quién
es un buen ciudadano?
-
El que cumple siempre, aunque
ello no le beneficie, las leyes de su polis.
-
El que asume sus deberes cívicos
para con sus conciudadanos (estando dispuesto a morir por la libertad de su
polis, por su patria, si ello es necesario, en el campo de batalla).
-
El que antepone el interés
público, el interés común, a sus intereses y ambiciones privadas.
El
ideal, el modelo, el prototipo y paradigma de ser humano para Sócrates es, por
lo tanto, el buen ciudadano. Pero para ser buen ciudadano, hay que ser sabio
(hay que saber lo que es el bien). De ahí que también el SABIO pueda ser
considerado como modelo de ser humano, como prototipo de lo humano desde
Sócrates (Sócrates será el modelo ejemplar de sabio).
¿Qué o
quién es el sabio?
Aquel
que:
1º sabe
dónde reside el bien y actúa en consecuencia (es decir, elige lo que es
correcto, lo que es justo, aunque tal cosa sea contraria a sus intereses y
ambiciones privadas).
2º ha
logrado un pleno AUTODOMINIO de sí mismo, es decir, ha logrado vencerse a sí
mismo. Y es que el sabio es una nueva forma de héroe (sólo que lucha y vence no
a un enemigo exterior en el campo de batalla, sino a sus impulsos y pasiones en
el seno de su interioridad). El sabio logra con este autodominio el pleno
control de sus pasiones, de sus impulsos, de sus deseos y emociones. ¿Por qué
lo hace? Porque las pasiones empujan al individuo a actuar irreflexivamente y,
por ello, pueden nublarle la conciencia haciendo que elija la acción
incorrecta.
3º el
sabio es AUTÁRQUICO. El sabio no necesita nada o, mejor dicho, porque tal cosa
es imposible, ha eliminado toda necesidad superflua (es esta razón por la que
desde Sócrates, todos aquellos que quieran vivir como los sabios, en el mundo
griego, prescindirán de todos los bienes exteriores como la riqueza y el lujo,
no buscarán la fama ni ambicionarán el poder).
Es por
todo ello, por lo que a partir de Sócrates al sabio le adornarán cuatro
virtudes, las denominadas VIRTUDES CARDINALES o principales (cardinal significa
principal).
¿Cuáles
son?
1º la
virtud de la JUSTICIA
2º la
virtud de la PRUDENCIA
3º la virtud
de la VALENTÍA
4º la
virtud de la TEMPLANZA
¿Qué es
la virtud de la justicia?
Es justo
(posee la virtud de la justicia), aquel hombre que es un buen ciudadano, es
decir, que cumple con las leyes de la polis (Sócrates llevó ese cumplimiento
hasta el extremo de beber voluntariamente la cicuta), que asume sus deberes y
obligaciones cívicas.
¿Qué es
la virtud de la prudencia?
Es
prudente, aquel que sabe dónde reside el bien, qué es lo justo, lo útil y lo
conveniente, y por ello, sabe cómo, dependiendo de las circunstancias, debe
actuar, acertando en sus elecciones.
¿Qué es
la virtud de la valentía?
La
virtud de la fortaleza es la capacidad de enfrentarse y sobreponerse a todos
los obstáculos externos e internos (a todos los miedos) que mi voluntad
encuentra en su camino hacia el lugar donde reside el bien y le impiden llegar
a su meta.
La
valentía está estrechamente relacionada con el autodominio, con el autocontrol
de las pasiones. También está relacionada con la capacidad del individuo para
no doblegarse ante aquellas fuerzas sociales externas que buscan someterle y
dominar su voluntad: la presión de la multitud y el temor a los poderosos.
¿Qué es
la virtud de la templanza?
Conforme
al precepto délfico, “de nada en exceso”,
la virtud de la templanza es la virtud de saber cómo emocionarse y desear y la
virtud de satisfacer dichos deseos morigeradamente (con moderación).
La
virtud de la templanza podemos relacionarla con el ideal moral de la autarquía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario