miércoles, 1 de diciembre de 2021

1º BACH - SÓCRATES Y EL IDEAL DEL SABIO

 






Sócrates y el ideal del sabio

Pues bien, aunque la sofística tuvo una gran relevancia en la puesta en marcha del pensamiento humanista occidental, la gran figura fundadora de esta tradición fue SÓCRATES.

¿Cuáles fue la gran aportación de Sócrates al humanismo?

Lo que él denominó “EL CUIDADO DEL ALMA”.

¿Qué es el cuidado del alma?

Para Sócrates, el bien más preciado para el hombre no son:

-          ni  los bienes corporales (los placeres del cuerpo, pero también la belleza física, esto es, “el cuidado del cuerpo; Sócrates era feo, bajo, gordo y contrahecho, asemejándose más a un sileno que a un hombre),

-           ni los bienes externos (los bienes sociales: la fama, la riqueza, el poder; este tipo de bienes han sido los más preciados en la mayoría de las sociedades de todas las épocas, y también lo eran en la griega).

Para Sócrates, éstos no son los bienes principales para el ser humano. El principal bien para el hombre, según Sócrates, es “el cuidado del alma”.

Pero, ¿qué es el alma para Sócrates?

El alma es la sede de las facultades psíquicas superiores del ser humano: su conciencia, su inteligencia, su voluntad.

Sócrates consideraba que la grandeza del ser humano residía en su capacidad para vivir reflexivamente, para vivir con lucidez, conscientemente, la vida que está viviendo.

Y es que para Sócrates hay dos formas de vivir:

1º vivir “a tontas y a locas”, vivir dejándose llevar, dejándose llevar por las pasiones (por los impulsos, tal y como hacen los niños y los animales) o por las poderosas fuerzas sociales que condicionan nuestra existencia (la opinión de la multitud, el miedo a los poderosos).

2º vivir guiándose por la razón, por la inteligencia, por la luz de la conciencia (esta forma alternativa de vivir consiste justamente en lo contrario de la anterior: no dejarse llevar ni por las fuerzas externas, los condicionamientos sociales, ni internas, las pasiones).

Por ello, Sócrates afirmó que “una vida sin examen no merece ser vivida”.

¿Por qué lo decía?

Una vida sin examen  es una vida sin reflexión. Vivir irreflexivamente es vivir dejándose llevar, dejándose llevar por los impulsos, por los que mandan, por lo que pienses los demás… Vivir reflexivamente es vivir conscientemente, lúcidamente, guiándose exclusivamente por lo que me dicta la voz de mi conciencia, de mi inteligencia, de mi razón (ese “mi” hace referencia a que el individuo es el depositario y el único poseedor de la inteligencia y razón). No se trata de hacer lo que me da la gana (el humanismo es individualista pero no egoísta, sino solidario) sino de hacer aquello que mi inteligencia considera que es mejor. Y en ello consiste la virtud, la verdadera virtud, la nueva forma de entender la virtud que tiene Sócrates (que se contrapone a la concepción de virtud entendida como areté, como mera excelencia, característica de la sociedad griega de aquel entonces).

Para Sócrates, por lo tanto, la vida buena (la vida digna y satisfactoria) es la vida conforme a la virtud.

¿Y cuál es la vida conforme a la virtud?

La vida de aquél que guiado por la razón actúa justamente: la vida del hombre justo, del que vive honrada y honestamente, con rectitud (y no la del que persigue bienes superfluos y falsos como el éxito, la fama, la riqueza o el poder, o la de aquél que vive una vida meramente placentera).

¿Qué necesitamos para vivir así, virtuosamente?

Si vivir virtuosamente es vivir bajo la guía de la razón, iluminados por la luz de la conciencia, entonces lo primero que necesitamos será alcanzar EL CONOCIMIENTO.

 El conocimiento, la búsqueda de la verdad será el primer fin de la vida humana.

¿Por qué?

Porque sin conocimiento no puede haber virtud, no puede haber vida recta.

¿Qué tipo de conocimiento?

No el conocimiento teórico acerca del cosmos (la contemplación o teoría), no conocimientos formales pero ajenos a la vida humana como las matemáticas, no conocimientos prácticos acerca de cómo ganar una batalla (estrategia) o cómo vencer en la Asamblea de ciudadanos (retórica).

El conocimiento que busca Sócrates es de otro tipo: él busca EL CONOCIMIENTO MORAL.

¿En qué consiste el conocimiento moral?

Él quiere saber qué es el bien, dónde reside el verdadero bien de la vida humana.

¿Por qué es tan importante dicho conocimiento?

Porque sólo puede actuar conforme al bien, es decir, virtuosamente, aquel que sabe previamente qué es el bien (el que obra bien pero sin saber qué lo hace o por qué lo hace, actúa correctamente, pero por azar, por casualidad, no por voluntad).

Sócrates además defendió que el que sabe dónde reside y en qué consiste el bien, es imposible que obre mal. A esta doctrina que identifica la virtud (el conducirse adecuadamente) con el saber (el saber acerca de cómo hay que conducirse y vivir) se la denomina INTELECTUALISMO MORAL: la virtud moral, el buen comportamiento,  se reduce e identifica con el saber moral, el saber acerca del bien (el sabio es inevitablemente virtuoso y el malvado, simplemente, un ignorante).

Pues bien, y llegados a este punto, ¿en qué consiste el bien, la virtud y la vida buena para Sócrates?

Su respuesta es la de un griego de aquella época, la de un griego del periodo clásico, del Siglo de Pericles: EL BIEN CONSISTE EN SER UN BUEN CIUDADANO.

¿Y quién es un buen ciudadano?

-          El que cumple siempre, aunque ello no le beneficie, las leyes de su polis.

-          El que asume sus deberes cívicos para con sus conciudadanos (estando dispuesto a morir por la libertad de su polis, por su patria, si ello es necesario, en el campo de batalla).

-          El que antepone el interés público, el interés común, a sus intereses y ambiciones privadas.

El ideal, el modelo, el prototipo y paradigma de ser humano para Sócrates es, por lo tanto, el buen ciudadano. Pero para ser buen ciudadano, hay que ser sabio (hay que saber lo que es el bien). De ahí que también el SABIO pueda ser considerado como modelo de ser humano, como prototipo de lo humano desde Sócrates (Sócrates será el modelo ejemplar de sabio).

¿Qué o quién es el sabio?

Aquel que:

1º sabe dónde reside el bien y actúa en consecuencia (es decir, elige lo que es correcto, lo que es justo, aunque tal cosa sea contraria a sus intereses y ambiciones privadas).

2º ha logrado un pleno AUTODOMINIO de sí mismo, es decir, ha logrado vencerse a sí mismo. Y es que el sabio es una nueva forma de héroe (sólo que lucha y vence no a un enemigo exterior en el campo de batalla, sino a sus impulsos y pasiones en el seno de su interioridad). El sabio logra con este autodominio el pleno control de sus pasiones, de sus impulsos, de sus deseos y emociones. ¿Por qué lo hace? Porque las pasiones empujan al individuo a actuar irreflexivamente y, por ello, pueden nublarle la conciencia haciendo que elija la acción incorrecta.

3º el sabio es AUTÁRQUICO. El sabio no necesita nada o, mejor dicho, porque tal cosa es imposible, ha eliminado toda necesidad superflua (es esta razón por la que desde Sócrates, todos aquellos que quieran vivir como los sabios, en el mundo griego, prescindirán de todos los bienes exteriores como la riqueza y el lujo, no buscarán la fama ni ambicionarán el poder).

Es por todo ello, por lo que a partir de Sócrates al sabio le adornarán cuatro virtudes, las denominadas VIRTUDES CARDINALES o principales (cardinal significa principal).

¿Cuáles son?

1º la virtud de la JUSTICIA

2º la virtud de la PRUDENCIA

3º la virtud de la VALENTÍA

4º la virtud de la TEMPLANZA

¿Qué es la virtud de la justicia?

Es justo (posee la virtud de la justicia), aquel hombre que es un buen ciudadano, es decir, que cumple con las leyes de la polis (Sócrates llevó ese cumplimiento hasta el extremo de beber voluntariamente la cicuta), que asume sus deberes y obligaciones cívicas.

¿Qué es la virtud de la prudencia?

Es prudente, aquel que sabe dónde reside el bien, qué es lo justo, lo útil y lo conveniente, y por ello, sabe cómo, dependiendo de las circunstancias, debe actuar, acertando en sus elecciones.

¿Qué es la virtud de la valentía?

La virtud de la fortaleza es la capacidad de enfrentarse y sobreponerse a todos los obstáculos externos e internos (a todos los miedos) que mi voluntad encuentra en su camino hacia el lugar donde reside el bien y le impiden llegar a su meta.

La valentía está estrechamente relacionada con el autodominio, con el autocontrol de las pasiones. También está relacionada con la capacidad del individuo para no doblegarse ante aquellas fuerzas sociales externas que buscan someterle y dominar su voluntad: la presión de la multitud y el temor a los poderosos.

¿Qué es la virtud de la templanza?

Conforme al precepto délfico, “de nada en exceso”, la virtud de la templanza es la virtud de saber cómo emocionarse y desear y la virtud de satisfacer dichos deseos morigeradamente (con moderación).

La virtud de la templanza podemos relacionarla con el ideal moral de la autarquía.

 

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