LOS CRITERIOS DE
VERDAD:
Acabamos
de explicar que la verdad es la correspondencia entre lo que afirma una
proposición (lo que significa) y los hechos.
Pues
bien, necesitamos criterios para poder comprobar que dicha correspondencia se
da y para medir y evaluar en qué grado se da esta. Vamos por lo tanto a
explicar la cuestión de los distintos criterios de verdad, lo cual nos servirá
también para explicar la cuestión de la necesidad de justificar la verdad.
¿Cuál es el principal
criterio de verdad, es decir, cuál es la forma fundamental de justificar la
verdad de una proposición?
LA OBSERVACIÓN
EMPÍRICA DIRECTA
La
observación empírica, los datos de los sentidos. Y así sabemos que la nieve es
blanca porque percibimos directamente tal cosa a través del conocimiento
directo o perceptivo de la realidad.
El
problema de la experiencia directa (más allá 1º de la cuestión de si podemos o
no fiarnos, si podemos o no confiar en los sentidos como fuente de información
que nos sirva para justificar la verdad de una proposición, es decir, para
justificar la verdad de nuestras creencias; y también 2º independientemente de la cuestión de si
los hechos brutos de la experiencia pueden justificar alguna creencia sin
requerir previamente ser interpretados, tal como demostró Wilfrid Sellars), el
problema de la justificación de la verdad de una proposición a través
simplemente de la experiencia ordinaria, es que ésta tiene unas extraordinarias
limitaciones.
¿Cuál es la más
importante limitación de mi experiencia sensorial?
La
más relevante limitación de mi experiencia sensorial es que de la mayoría de
los hechos que acontecen en el mundo no he tenido ni puedo llegar a tener
experiencia directa de ellos en el presente. En el caso de que sí la hubiese
tenido dicha experiencia directa al menos en el pasado tendría que hacer uso de
mi memoria y fiarme del funcionamiento de esta.
En
otros casos, debemos recurrir al testimonio fiable de otras personas que han
tenido dicha experiencia (y así sé, por ejemplo, que Moscú existe aunque nunca
estuve allí).
LOS INDICIOS
Pero
el criterio más utilizado para justificar la verdad de una proposición cuando
no hemos tenido experiencia directa del hecho correspondiente es el de acudir a
los indicios directos, esto es, hacer uso de la denominada “prueba indiciaria”
o de indicios (a esa se recurre continuamente en los procesos judiciales de
carácter penal cuando no hay testigos directos de la comisión del delito: un
asesinato, un robo, una violación).
Expliquemos
seguidamente la prueba indiciaria, es decir, expliquemos cómo un indicio puede
servir de criterio de verdad de una proposición, cómo la prueba indiciaria
puede servir para justificar la verdad de lo que afirma una proposición.
¿Qué es un
indicio?
Una
huella, una señal, la huella que un determinado hecho (un hecho del que no
tengo ni he tenido, ni yo ni nadie, experiencia directa) ha dejado en el mundo.
La particularidad de esta huella, a diferencia del hecho que la ha producido,
es que de la huella, del indicio, sí volvemos a tener experiencia directa, cosa
que como sabemos en este caso no podemos tener del hecho correspondiente.
Recordemos
que todo hecho (ese hecho del cual habla la proposición cuya verdad estamos
comprobando) es un suceso en el mundo, un suceso que produce efectos en el
mundo, un suceso que tiene consecuencias, consecuencias que se manifiestan en
el mundo. Pues bien, un indicio es simplemente uno de esos efectos o
consecuencias que produce en el mundo el hecho o suceso acerca del cual habla la
proposición de la que estamos comprobando su verdad (es decir, de la que
estamos comprobando su correspondencia con los hechos). Como vemos el indicio
es una señal que señala el hecho que lo ha producido (del mismo modo que el
humo es una señal, un indicio del fuego, pues señala, indica que algo se
quema).
La
relación que existe por lo tanto entre un indicio y su hecho correspondiente es
una relación causal: el indicio es el efecto (uno de los múltiples efectos) que
tiene el hecho, que es su causa. Pues bien, la presencia del indicio requiere
ser explicada. Y explicamos el indicio cuando somos capaces de determinar su
causa. El indicio, por lo tanto, nos sirve para probar que el hecho que es su
causa realmente ha acontecido. Ejemplo: un pelo de Diana Quer que apareció en
el maletero del coche del Chicle es un indicio que prueba, que justifica “más
allá de toda duda razonable” el siguiente hecho y la verdad de la proposición
correspondiente: “Diana Quer fue secuestrada, violada y asesinada por el
Chicle”.
Como
bien vemos tenemos continuamente que recurrir a la prueba indiciaria para
reconstruir todos aquellos hechos de los que no hay ningún testigo directo.
COMPROBACIÓN
EXPERIMENTAL
El pensamiento científico hace un uso muy
particular de la prueba indiciaria: la prueba indiciaria de la que hacen uso
los científicos recibe el nombre de la confirmación experimental. La
confirmación experimental es el siguiente criterio de verdad, la siguiente
forma de justificar la verdad de una proposición que vamos a explicar.
Tenemos que tomar
en consideración,
-
en primer lugar, que los científicos comprueban la verdad no de
proposiciones particulares (acerca de un hecho singular, como fue el asesinato
de Diana Quer) sino que comprueban la verdad de proposiciones generales, de
leyes que versan no sobre hechos singulares sino sobre regularidades (el
ejemplo canónico de lo que es una ley científica es la Ley de la gravedad de
Newton).
-
la segunda peculiaridad del pensamiento científico es que en la mayoría de
las proposiciones científicas se hace uso de conceptos teóricos (un ejemplo es
fuerza de la gravedad, electrón, campo electromagnético…). El problema de los
conceptos teóricos es que denotan, se refieren a entidades inobservables
(entidades que ni se han percibido ni se percibirán jamás). El problema
indudablemente es cómo podemos confirmar la verdad de una proposición que habla
de electrones cuando nadie ha visto ni verá jamás tal cosa. Es la tópica
contraposición: MUNDO EXPLICACIONES CIENTÍFICAS / MUNDO OBSERVABLE
-
El tercer problema del pensamiento científico es que además de tener que
verificar proposiciones sueltas (leyes) también tiene interés en comprobar la verdad de una teoría
científica en bloque (una teoría científica es un conjunto ordenado de
proposiciones, de leyes científicas: un sistema teórico; el ejemplo canónico de
teoría científica es la mecánica newtoniana).
Pues
bien, los científicos evalúan la verdad de las proposiciones que formulan (esas
proposiciones reciben el nombre de hipótesis científicas) recurriendo como
criterio de justificación a la confirmación experimental.
¿Cómo se confirma
experimentalmente la verdad de una hipótesis científica?
El
científico supone que si su hipótesis es correcta, verdadera, se tienen que dar
ciertas consecuencias (indicios científicos) en el mundo, consecuencias que son
empíricamente observables y que prueban, justifican la verdad de lo que afirma
dicha hipótesis. Ejemplo: el astrónomo ingles Halley haciendo uso de la Ley de
la gravedad de Newton predijo que el cometa que lleva su nombre reaparecería en
el firmamento 70 años después. Cuando tal cosa aconteció dicha reaparición
confirmó la validez de la Ley de la gravedad de Newton.
CONSECUENCIAS
PRÁCTICAS (CRITERIO PRAGMATISTA DE LA VERDAD)
El
último criterio de verdad que vamos a explicar es el criterio pragmatista de
verdad. El pragmatismo fue una corriente filosófica que surgió en USA a finales
del siglo XIX (los filósofos más importantes fueron Pierce, W. James, de quien
ya hemos hablado y Dewey, el padre de todo el sistema educativo
norteamericano). Para los pragmatistas la manera de comprobar la verdad de una
proposición, esto es, la correspondencia de la proposición con los hechos, es
evaluando las consecuencias prácticas de dicha proposición (de dicha creencia).
Podemos considerar que es verdadera aquella proposición o creencia que hace
posible la resolución de un problema práctico y, por lo tanto, dicha creencia
es verdadera por ser útil y beneficiosa (la verdad, la correspondencia de una
proposición se evalúa midiendo su utilidad y la ventajas que nos aporta).
Ejemplo:
la verdad de las leyes de la física queda justificada ya que gracias a ellas
construimos viaductos como el de Catoira y éstos no se vienen abajo. Otro
ejemplo: la verdad de la medicina científica (de las vacunas por poner el caso)
queda justificada por los efectos benéficos que tiene la vacunación de la
población al descender exponencialmente los contagios de una enfermedad.
ANEXO – LA VERDAD
EN LAS MATEMÁTICAS Y EN LOS SABERES NORMATIVOS (ÉTICA Y POLÍTICA)
Hasta
ahora hemos explicado en qué consiste la verdad de las proposiciones empíricas
(aquellas que hablan acerca del mundo).
La
verdad de las proposiciones matemáticas
Pues
bien, ¿en qué puede consistir la verdad de una proposición matemática? (Las
proposiciones matemáticas no hablan sobre hechos o sucesos mundanos). La verdad
de las proposiciones matemáticas, por ejemplo la verdad del Teorema de
Pitágoras, no puede consistir en la correspondencia ya que ello exigiría la
existencia de los entes matemáticos (tal cosa, solo lo han defendido los
filósofos de la antigüedad y no todos, solo los platónicos: Platón y sus
seguidores). En el siglo XX se mantiene que la verdad de una proposición
matemática se cifra en la coherencia (compatibilidad) de dicha proposición con
el resto de proposiciones del sistema teórico en el que se integra. Y así la
verdad del Teorema de Pitágoras consiste en que dicho teorema es coherente con
la totalidad de los teoremas que constituyen el sistema teórico denominado Geometría
euclidiana.
¿Qué criterio utilizan los matemáticos para
probar, justificar, que dicha coherencia se da?
El
criterio es la deducibilidad (la demostración de dicho teorema a partir
de los axiomas y teoremas más básicos del sistema).
La
verdad de las proposiciones que establecen valores ético-políticos
En
el caso de las proposiciones normativas, ¿en qué consiste la verdad de estas?
¿Cómo justifico que es verdadera la
proposición que afirma la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Cómo podemos
justificar la verdad de la afirmación “la democracia es la forma de gobierno
más justa”?
En
el caso de los saberes normativos, en el siglo XX, la verdad es entendida como
consenso, no como la adecuación entre un sujeto y un objeto (verdad como
correspondencia), sino como el acuerdo entre sujetos, el consenso acerca de lo
que es bueno y valioso.
El
criterio de verdad en este ámbito es que dicho acuerdo se lleve a cabo conforme
a las reglas de un diálogo democrático en el que pueden participar en igualdad
de condiciones todos los afectados para que así puedan defender sus legítimos
intereses.
LOS GRADOS DE
JUSTIFICACIÓN
Rematemos
nuestros apuntes sobre el conocimiento proposicional explicando los grados del
conocimiento. Existen tres grados de conocimiento, tres niveles en la
justificación de la verdad de una proposición (de una creencia):
-
Primer nivel – LA CERTEZA (saber): cuando justifico la verdad de una
proposición de un modo concluyente, alcanzo la certeza, la seguridad plena de
que dicha proposición es verdadera. Cuando estoy cierto de algo, mi
conocimiento se convierte en SABER y en él no existe la posibilidad de error
(por eso es imposible que sepa algo y que eso que sé sea falso). Este tipo de
conocimiento, la certeza, es el que siempre buscaron los filósofos (ya desde
Platón; Descartes lo busco más que ningún otro pues lo buscó metódicamente).
Hoy en día, consideramos que el conocimiento cierto o perfecto es una quimera
metafísica (un sueño irrealizable, inalcanzable, para la inteligencia humana)
-
Segundo nivel – LA CREENCIA (creer): cuando logro justificar una proposición no
de un modo concluyente pero sí al menos de un modo suficiente, mi conocimiento
alcanza el estado de la creencia. Si cuando sé “p” es imposible que “p” sea
falsa, cuando creo “p”, pienso que “p” es verdadera porque he aportado razones
que lo justifican (esas razones aportan una buena base que justifican la verdad
de “p”) pero cabe la posibilidad de que “p” sea falsa.
-
Tercer nivel – LA DUDA O IGNORANCIA (dudar, ignorar, no saber): el último grado
o estado en el que se puede encontrar el conocimiento respecto a la verdad es
el estado de duda o ignorancia. Dudo cuando no tengo razones para decantarme ni
por la verdad de “p” ni por su falsedad. Es un estado muy corriente por el que
pasamos y en el que nos encontramos en muchas ocasiones.
¿Cómo
se plantea esta cuestión de los grados del conocimiento en la actualidad, es
decir, en el siglo XX-XXI?
Para
la filosofía del siglo XX-XXI, más que hablar de grados de conocimiento se
prefiere hablar de los grados de lo razonable. El punto de partida es
considerar que todo pensamiento humano es una creencia. Pero no el mismo tipo
de creencias: las creencias pueden ser muy diferentes según lo razonable que
sean. Se puede decir que existe una escala de lo razonable de las creencias.
El
punto de partida es admitir que todas mis creencias sin excepción pueden estar
equivocadas (para el pensamiento del siglo XX no existe la certeza; detrás de
una certeza no hay otra cosa que una verdad lógica, una verdad analítica, una
tautología, una verdad por definición):
-
en la parte superior de la escala de las creencias están las creencias
extremadamente razonables: la creencia de que delante de mí tengo un folio en
el que estoy escribiendo es una creencia extremadamente razonable.
-
el siguiente grado de creencia está ocupado por las creencias muy razonables:
por ejemplo, la creencia de que los electrones existen, aunque no los veamos (a
este tipo de creencia pertenecen la mayoría de los conocimientos científicos).
-
el tercer grado de creencia es el de las creencias bastante razonables: por
ejemplo, la creencia de que hay otras formas de vida, incluso de vida
inteligente, en algún lugar del universo. No tenemos de que existe ningún tipo
de vida ni de vida inteligente extraterrestre pero en virtud de nuestros
conocimientos acerca de cómo ha evolucionado la vida en la Tierra y sabedores
de que en el universo hay innumerables planetas parecidos al nuestro no es
improbable dicha creencia.
-
por debajo de este grado de creencias, nos encontramos con las creencias
bastante irrazonables: por ejemplo, la creencia de que Elvis vive y todo lo
relacionado con su aparente muerte fue en realidad una conspiración (éstas
serían las creencias de aquellos que motejamos hoy en día de “terraplanistas”).
-
la parte inferior de la escala estaría ocupada por todas aquellas creencias que
consideramos extremadamente irracionales: por ejemplo, la creencia de que las
hadas, los duendes o las brujas existen.
APUNTES ANTERIORES SOBRE LOS GRADOS DE CONOCIMIENTO
Hasta
el siglo XX, se consideraba que la mente se puede encontrar en tres estados
dependiendo del grado en que se hubiese logrado justificar la verdad de una
proposición.
1º estado –
CERTEZA: cuando logramos justificar la verdad de una proposición de un modo
suficiente, podemos considerar que estamos seguros, ciertos, de la verdad de
dicha proposición y, por lo tanto, que sabemos que es verdad.
Por ello, cuando
alguien afirma que sabe algo, es imposible que eso que sabe sea falso (es
imposible que diga que sé “p” y luego que “p” sea falso).
Ejemplo: miro por
la ventana de mi cuarto y por ello sé que ahora no está lloviendo.
2º estado –
CREENCIA: cuando logramos justificar la verdad de una proposición aportando
razones o pruebas de su verdad, pero dicha justificación no es suficiente para
estar seguros completamente de la verdad de dicha proposición, nos encontramos
en un estado de creencia.
Por ello, cuando
afirmo que creo “p”, consideró que “p” es verdadero pero acepto que podría
equivocarme y ser falso.
Ejemplo: después
de comprobar que el suelo está mojado, afirmo que esta noche llovió (pudo haber
llovido, pero también pudo suceder que los suelos estuviesen mojados por haber
sido regados por el servicio de limpieza municipal; es por ello por lo que
aunque creo que llovió, me puedo equivocar al respecto)
3º estado - DUDA :
cuando tengo razones del mismo peso que justifican “p” como su negación, mi
mente se encuentra en el estado de duda.
Ejemplo: de
repente se apaga la luz en mi cuarto (son altas horas de la madrugada y sólo mi
luz está encendida) y dudo acerca de si se habrá fundido la bombilla o habrá
saltado el diferencial (la bombilla ya estaba gastada y había parpadeado, pero
también creí escuchar un levísimo click en el momento en el que se fue la luz)
Nota - por cierto,
los escépticos son aquellos que extienden este estado de duda a toda posible
afirmación, incluso a aquellas que nos resultan más evidentes y por ello
afirmamos saber. Un escéptico no es el que afirma que nada es verdadero, sino
que nada es cierto, que no hay razones para creer más en la verdad de algo que
en su negación. ¿Por qué los escépticos razonan así? Porque no podemos fiarnos
de nuestras facultades cognoscitivas (ni de los sentidos, ni de la memoria, ni
de la inteligencia siquiera) ya que no sabemos cómo funcionan (de esto trata el
famoso experimento mental del “genio maligno” cartesiano.
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