TEMA 4: ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA EN PLATÓN
TEXTO “FEDRO”
“Sobre la inmortalidad, baste ya con lo dicho. Pero sobre su idea hay que añadir lo siguiente: Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a qué se parece, es ya asunto humano y, por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir que se parece a una fuerza que, como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso, y está hecho de esos mismos elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro su manejo.Y
ahora, precisamente, hay que intentar decir de dónde le viene al viviente la
denominación de mortal e inmortal. Todo lo que es alma tiene a su cargo lo
inanimado, y recorre el cielo entero, tomando unas veces una forma y otras
otra. Si es perfecta y alada, surca las alturas, y gobierna todo el Cosmos.
Pero la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta que se agarra a algo
sólido, donde se asienta y se hace con cuerpo terrestre que parece moverse a
sí mismo en virtud de la fuerza de aquélla. Este compuesto, cristalización de
alma y cuerpo, se llama ser vivo, y recibe el sobrenombre de mortal. El nombre
de inmortal no puede razonarse con palabra alguna; pero no habiéndolo visto ni
intuido satisfactoriamente, nos figuramos a la divinidad, como un
viviente inmortal, que tiene alma, que tiene cuerpo, unidos ambos, de forma
natural, por toda la eternidad. Pero, en fin, que sea como plazca a la
divinidad, y que sean estas nuestras palabras.
Consideremos
la causa de la pérdida de las alas, y por la que se le desprenden al alma. Es
algo así como lo que sigue.
El
poder natural del ala es levantar lo pesado, llevándolo hacia arriba, hacia
donde mora el linaje de los dioses. En cierta manera, de todo lo que tiene que
ver con el cuerpo, es lo que más unido se encuentra a lo divino. Y lo divino
es bello, sabio, bueno y otras cosas por el estilo. De esto se alimenta y con
esto crece, sobre todo, el plumaje del alma; pero con lo torpe y lo malo y
todo lo que le es contrario, se consume y acaba. Por cierto que Zeus, el
poderoso señor de los cielos, conduciendo su alado carro, marcha en cabeza,
ordenándolo todo y de todo ocupándose. Le sigue un tropel de dioses
y démones ordenados en once filas. Pues Hestia se queda en la morada de los
dioses, sola, mientras todos los otros, que han sido colocados en número de
doce, como dioses jefes, van al frente de los órdenes a cada uno asignados. Son
muchas, por cierto, las miríficas visiones que ofrece la intimidad de las
sendas celestes, caminadas por el linaje de los felices dioses, haciendo cada
uno lo que tienen que hacer, y seguidos por los que, en cualquier caso, quieran
y puedan. Está lejos la envidia de los coros divinos. Y, sin embargo, cuando
van a festejarse a sus banquetes, marchan hacia las empinadas cumbres, por lo
más alto del arco que sostiene el cielo, donde precisamente los carros de los
dioses, con el suave balanceo de sus firmes riendas, avanzan fácilmente, pero
a los otros les cuesta trabajo. Porque el caballo entreverado de maldad gravita
y tira hacia la tierra, forzando al auriga que no lo haya domesticado con
esmero. Allí se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba. Pues las que
se llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose fuera, se alzan
sobre la espalda del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento circular
en su órbita, y contemplan lo que está al otro lado del cielo.”
Análisis del texto
Seguidamente,
vamos a dar paso al análisis del texto propuesto, un fragmento del diálogo
Fedro en el que se relata el Mito del Carro Alado, pero antes contextualizaremos la temática del texto en el pensamiento del
autor. En el Fedro, Platón expone algunas tesis acerca del origen, naturaleza,
estructura y destino de las almas, todo lo cual le servirá para desenvolver y
matizar su principal doctrina antropológica, ya expuesta anteriormente en el
diálogo Fedón: el dualismo antropológico cuerpo/alma.
Pasemos seguidamente a analizar el texto. Las
ideas principales que podemos entresacar de él son las siguientes:
1º LA
ESTRUCTURA TRIPARTITA DEL ALMA: El alma humana tiene una estructura tripartita (“se parece a una fuerza que … lleva a una
yunta alada y su auriga”):
a) el
auriga representa la parte racional destinada al conocimiento y a la dirección
de la vida humana, siendo dicha parte lo más divino que hay en nosotros
(“hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de caballos”).
b) el
caballo bueno (“de los cuales uno es bueno y hermoso”) representa la parte
irascible, los impulsos que se someten a los dictados de la razón y la
vigorizan.
c) el
caballo rebelde representa la parte concupiscible, parte formada por todos
aquellos deseos y pasiones que nos impulsan al ámbito de lo sensible
(“el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente, pues,
nos resultará difícil y duro su manejo”).
2º LA
DIFERENCIA ENTRE LAS ALMAS DE LOS DIOSES Y LAS DE LOS HOMBRES: El alma de los
dioses es perfecta pues todos sus componentes son buenos. El alma de los
hombres, por el contrario, es imperfecta porque en ella se mezclan componentes
buenos y malos (“los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y
buena su casta, la de los otros es mezclada”).
3º LA
HIPÓTESIS DE LA RELIGIÓN ASTRAL: Los cuerpos celestes (los astros y las
esferas) están dirigidos y gobernados por las almas inmortales de los dioses (“si es perfecta y alada, surca las alturas y
gobierna en el Cosmos”)
4º EL
ALMA COMO PRINCIPIO VITAL: El alma es el principio vital que anima un cuerpo,
le da vida y permite que siendo inerte pueda moverse por sí mismo (“Pero
la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta que se agarra a algo sólido,
donde se asienta y se hace con cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo
en virtud de la fuerza de aquélla”).
5º EL
DUALISMO ANTROPOLÓGICO: Se denomina viviente y mortal al conjunto formado por
el cuerpo y el alma (“este compuesto,
mezcla de alma y cuerpo, recibe el nombre de ser vivo y es por definición
mortal”).
6º LA
PARTE APETITIVA DEL ALMA SIENTE UNA INCLINACIÓN HACIA LO SENSIBLE: El alma
humana participa de algún modo de la naturaleza divina pero también de un
principio opuesto que la pervierte y la hace caer en el mundo sensible, un
mundo en perpetuo devenir donde nada permanece idéntico a sí mismo (“porque el caballo malo hace fuerza cara a la
tierra”).
7º LA
PARTE RACIONAL DEL ALMA SIENTE UNA INCLINACIÓN HACIA LO INTELIGIBLE: La parte
más excelente del alma humana es semejante a la de los dioses y como ellos se
nutre de lo verdadero, bueno y bello, esto es, del conocimiento de la Idea,
aquella verdadera realidad que está más allá de lo sensible en un ámbito
inteligible (“Es lo divino y hermoso,
sabio, bueno y otras cosas por el estilo. El plumaje se alimenta y crece con
esto”).
Pasemos seguidamente a clarificar algunos de los
términos más relevantes:
-
Una
yunta alada y su auriga: representación alegórica de la estructura
tripartita del alma.
-
Viviente
mortal/viviente inmortal: el primero se refiere a las almas imperfectas de
los hombres y el segundo a las almas perfectas de los dioses.
-
Lo
que está al otro lado del cielo: referencia a la dimensión metafísica de la
realidad, esto es, al mundo supraceleste de las Ideas.
Tema A.B.A.U.: ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA EN PLATÓN
Dualismo antropológico:
cuerpo/alma
En razón del carácter dual del ser humano, Platón considerará que el ser humano es una realidad intermedia entre los dos mundos operando como una especie de puente que los conecta.
¿Cuáles son las dos sustancias que componen al ser humano?
1º el cuerpo:
-
es
material, compuesto, corruptible y mortal.
-
pertenece
al mundo sensible y Platón, siguiendo en ello a los pitagóricos, lo presentará
como una especie de cárcel para el alma.
-
su
destino es disolverse tras la muerte.
2º el alma:
-
es
inmaterial, simple, incorruptible y eterna.
-
pertenece
al mundo inteligible y aunque se encuentra atrapada dentro de un cuerpo
sensible siente un impulso erótico hacia las Ideas.
-
su
destino es purificarse (separarse) del cuerpo y volver a los cielos desde donde
contemplará de nuevo las Ideas.
La purificación
Como la unión del alma y del cuerpo no es sólo transitoria sino antinatural, el destino del alma es separarse del cuerpo. A la separación del alma del cuerpo la denomina Platón, siguiendo en ello a los pitagóricos, katharsis o purificación. Si un alma no logra su purificación, deberá reencarnarse en otro cuerpo. Esta doctrina, también procedente del pitagorismo, recibe el nombre de metempsicosis. Por el contrario, las almas de aquellos que han logrado la purificación, las almas de los sabios y virtuosos, podrán retornar a los cielos (en donde volverán a contemplar las Ideas).
¿Cómo se logra dicha purificación? El Mito de
la Caverna ejemplifica adecuadamente el proceso de purificación/educación que
debe seguir toda alma:
1º renunciando el alma al
conocimiento sensible, orientándose progresivamente hacia la contemplación las
Ideas.
2º viviendo de un modo
virtuoso, es decir, ordenando las partes del alma y sus actividades de acuerdo
con la razón, lo cual implicará la renuncia o al menos la moderación en el
deseo de bienes sensibles.
La estructura tripartita del
alma
En “el Fedro”, Platón distinguió en el alma tres partes o funciones que le hizo replantear en nuevos términos su anterior estricto dualismo alma/cuerpo. Platón recurrió a una alegoría, el Mito del Carro Alado, para explicar la estructura tripartita del alma y el destino de ésta.
Platón representó simbólicamente el alma humana como el conjunto formado por un carro alado tirado por dos caballos, uno dócil y obediente y el otro díscolo, y conducido por un auriga. Las almas giran por toda la eternidad en las esferas celestes desde donde contemplan, junto a las almas de los dioses, las Ideas. Debido a la naturaleza impulsiva del caballo innoble, el alma termina cayendo en el mundo sensible y encarnándose en un cuerpo al que da vida. Tras la muerte del cuerpo, las almas deben reencarnarse en otro cuerpo a no ser que hayan alcanzado su purificación o separación del cuerpo lo cual les posibilitaría su retorno a las alturas celestes.
El alma
tiene por lo tanto tres partes:
1º La Razón (función racional): ubicada en la cabeza, es la única parte
divina e inmortal del alma. Su tarea es contemplar las Ideas y guiar a las
otras dos partes del alma. Su mal es la ignorancia y su bien o virtud la
sabiduría/prudencia.
2º El Ánimo (función irascible o volitiva): localizada en el pecho, el
ánimo está constituido por un conjunto de pasiones nobles que dotan al alma de
la energía y el vigor necesario para imponerse a los apetitos y sobreponerse a
las dificultades con las que se tenga que enfrentar. Su función es por lo tanto
aliarse con la razón para ayudarla a someter al apetito. Su mal es la cobardía
y su bien o virtud es la valentía/fortaleza.
3º El Apetito (función concupiscible o apetitiva): se encuentra en el vientre y es el conjunto de deseos y pasiones innobles. Su mal es la intemperancia (la incontinencia o desenfreno) y su bien la moderación/templanza.
La ética platónica: la justicia del alma
Las doctrinas antropológicas platónicas están vinculadas estrechamente con sus doctrinas éticas y políticas. Expliquemos seguidamente la ética platónica, su concepción acerca de la areté del alma, virtud que cifra en la justicia.
La
justicia del alma es para Platón, del mismo modo que el Bien, una Idea, la Idea
de Justicia (o Idea del Alma humana). Por ello, para Platón es necesario su
conocimiento (como para Sócrates). Pero no basta con su mero conocimiento (como
sí le bastaba a Sócrates). Expliquemos la razón de ello. Por efecto de su
concepción tripartita del alma, la justicia del alma será concebida no sólo
como conocimiento del Bien, del bien del alma (aunque éste es imprescindible),
sino como el efectivo ajuste entre las partes del alma. Este encaje se dará
cuando:
1º cada una de las partes del
alma cumple su función específica (alcanzando por ello su virtud propia: la
sabiduría de la razón, la fortaleza del ánimo, y la moderación del apetito).
2º se dé entre ellas un
adecuado orden jerárquico: la parte superior, la razón, debe gozar de
preeminencia mientras que las dos partes inferiores, el ánimo y el apetito,
deben subordinarse a ella. Por ello, la parte racional del alma debe guiar y
conducir al alma entera.
Este equilibrio o armonía entre las tres partes
del alma es la “justicia del alma” (la justicia ética) y tiene como
consecuencia la salud de ésta, siendo su falta o carencia causa de su
enfermedad y de todos los males que la pueden aquejar.
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