EL CONOCIMIENTO
Ya hemos explicado el
problema de qué es la mente. Pasemos a explicar qué es el pensamiento (el
conocimiento).
¿Qué es el pensamiento?
Una actividad que hacen
las mentes (las piedras caen, los geranios florecen, las mentes… piensan,
conocen).
¿Es el pensamiento la única actividad
de la mente?
No, en la mente se
realizan tres tipos de procesos:
1º PROCESOS COGNITIVOS:
en virtud de ellos, la mente piensa, conoce. Ej.: Sé que vas a venir a casa.
2º PROCESOS APETITIVOS:
en virtud de ellos, la mente no conoce sino desea. Ej.: deseo que no vengas a
mi casa, no me apetece.
3º PROCESOS
HEDÓNICO-EMOTIVOS: en virtud de ellos, la mente responde emocionalmente a una
situación, sintiendo a la vez placer o dolor. Ej.: me enfada el que vengas a
casa (lo cual me provoca además malestar, dolor).
Nosotros nos vamos a centrar en los
procesos cognitivos, en el problema del conocimiento.
LOS DOS TIPOS DE CONOCIMIENTO:
CONOCIMIENTO TEÓRICO Y CONOCIMIENTO PRÁCTICO
¿Qué tipos de
conocimientos hay?
El ser humano hace
fundamentalmente dos cosas: piensa y actúa. Es por ello por lo que existen dos
tipos de conocimiento.
1º EL CONOCIMIENTO
TEÓRICO: es el conocimiento que nos sirve para conocer cómo son las cosas. Ej.:
sé que los cuchillos cortan o que el agua moja.
2º EL
CONOCIMIENTO PRÁCTICO: es el que nos sirve para saber cómo actuar. Hay dos
subclases de conocimiento práctico que debemos diferenciar:
a)
EL CONOCIMIENTO TÉCNICO (PRÁCTICO-PRODUCTIVO): gracias al
cual sabemos manipular objetos y producir resultados. Ej.: sé fabricar un
cuchillo o utilizarlo.
b)
EL CONOCIMIENTO ÉTICO-POLÍTICO (PRÁCTICO-PRUDENCIAL): es el
conocimiento necesario para poder convivir pacíficamente, comunicarse y
cooperar con otros seres humanos. Ej.: todos sabemos por qué los cuchillos
están prohibidos en las escuelas y permitidos en el ámbito doméstico.
EL CONOCIMIENTO TEÓRICO
Pues bien, vamos a dejar
de lado los conocimientos prácticos y vamos a centrarnos en el conocimiento
teórico.
¿Qué debemos saber del
conocimiento teórico?
1º Que en él se da una relación: la
relación entre un sujeto y un objeto.
2º Que requiere la intervención de
dos facultades: los sentidos y la inteligencia.
3º Que el conocimiento humano tiene
límites: no puede conocerlo todo ya que hay cosas que se sustraen a la
capacidad humana de comprensión.
4º Que el conocimiento humano tiene
que adecuarse a la realidad que tiene que conocer: es el problema de la verdad.
5º Que necesitamos criterios extra
para saber cuándo un conocimiento es verdadero.
6º Que en el conocimiento hay grados:
a)
Ya sea porque la comprensión de las cosas puede ser más o
menos profunda (conocimiento de hechos/conocimiento de leyes; conocimiento de
apariencias/conocimiento del ser de las cosas)
b)
Ya sea porque hay tres actitudes ante lo que afirma una
proposición: certeza, creencia y duda (y así, ante la afirmación de que ayer
estuviste en casa puedo decir que lo sé, que sólo lo creo o que dudo de ello).
EL SUJETO Y EL OBJETO
Aquí el término “objeto” no significa
genéricamente “cosa” (“substancia”). Una “cosa” es toda aquella entidad que
goza de una autonomía e independencia de pleno derecho (como una silla o una
mesa), a diferencia de lo que les ocurre a las propiedades (la propiedad “estar
coja” de la silla) o a los sucesos (el romperse la silla al sentarme en ella).
Aquí el término “objeto” hace
referencia a aquello sobre lo que recae la actividad de conocer: “el objeto”
es, por lo tanto, “lo conocido” (por ej., cuando pienso que esta silla está
rota, la representación mental de la silla, y no la silla
material-real-extramental, es el objeto, el objeto sobre el que recae la
actividad cognoscitiva del sujeto, y es acerca de ella de la que afirmo que
está rota).
El conocimiento es una
relación, la relación cognoscitiva. Esta relación se da entre un sujeto y un
objeto.
¿Quién es el sujeto del conocimiento?
Aquel que realiza la
actividad de conocer. Como sabemos, quien lleva a cabo esta actividad es una
mente. La mente es, por lo tanto, el sujeto del conocimiento.
¿Cuál es el objeto del conocimiento?
En principio, aquello
que es conocido, la cosa real, exterior a nuestra mente, que queremos llegar a
conocer. Por ejemplo, una silla rota.
¿Cómo el sujeto puede llegar a
conocer al objeto?
En el mundo físico, dos
cosas se relacionan chocando, atrayéndose o repeliéndose, fundiéndose o
diluyéndose la una en la otra, reaccionando químicamente, penetrándose o
copulando sexualmente, etc. Todas estas relaciones se dan en el ámbito físico,
corpóreo, material.
Pues bien, en la relación
cognoscitiva:
a) Parece 1º que toda la
actividad cognoscitiva que se lleva a cabo queda del lado del sujeto y 2º que al
objeto no le pasa nada por ser conocido, que el objeto no hace nada, que se
deja, simplemente, pasivamente, conocer.
b) La relación
cognoscitiva tiene que ser una forma de PRESENCIA del objeto en el sujeto. El
objeto extramental, para ser conocido, tiene que hallarse presente, de alguna
manera, dentro de la mente. Ej.: la silla tiene que estar de alguna forma
presente dentro de mi mente para que pueda conocer de ella que está rota.
c) El sujeto es capaz de
aprehender (de coger, de captar) el ser del objeto. Ej.: no sólo es que la
silla coja que conozco tiene que estar dentro de mí de alguna manera, sino que
tengo que captar de ella 1º que es una silla (y no una mesa) y 2º que está
coja.
Expliquemos cómo se da dicha
presencia del objeto en el sujeto.
¿Cómo se puede meter la realidad, el
objeto, dentro de la mente del sujeto que conoce?
A lo largo de la historia, ha habido dos
grandes explicaciones acerca de esta cuestión: la de los antiguos y la de los
modernos.
A)
Para los antiguos (desde los griegos hasta el Renacimiento,
incluido), el objeto puede estar presente en el alma porque la “forma” (la
naturaleza esencial) del objeto puede quedar impresa en el alma. Ej.: conozco
que lo que tengo delante es una flor porque la naturaleza “ser flor” se
encuentra presente dentro de mi alma.
¿Cómo se denomina a la
operación a través de la cual mi alma aprehende la forma o naturaleza esencial
“flor”?
ABSTRACCIÓN: a través de
la abstracción, de la operación abstractiva, se extrae (se abstrae) la “forma”
flor del objeto real (sin su materia) para que así dicha forma se pueda
encontrar presente en el alma. Aristóteles explicaba la abstracción con el
siguiente símil: del mismo modo que un sello deja grabada su marca en la cera,
la flor extramental deja grabada su forma “ser flor” en mi alma.
B)
Para los modernos, desde Descartes, la presencia del objeto
en la mente no se produce directamente (tal como defendían los griegos, que
afirmaban que era la misma forma de la flor la que se encontraba presente en el
alma del que la conocía), sino a través de un intermediario, a través de un
representante, de una REPRESENTACIÓN.
¿Qué es una
representación?
Es una especie de
fotografía, de dibujo, de cuadro que la mente hace del objeto real extramental.
El problema de esta concepción es que, a partir de ahora, ya no conocemos
directamente el objeto real, sino su representación mental.
La representación se
convierte en el nuevo objeto de la relación cognoscitiva, en el verdadero
objeto de conocimiento (conocemos directamente las representaciones, e
indirectamente, a través de las representaciones, las cosas reales que
representan)
EN CONCLUSIÓN: la filosofía moderna
es IDEALISTA mientras que los filósofos griegos son REALISTAS.
¿Por qué idealistas?
Porque son REPRESENTACIONISTAS:
no conozco las cosas sino mi representación de ellas, mi idea acerca de ellas
(y de ahí, lo de “idealistas”).
¿Por qué realistas?
Los filósofos griegos
creían que conocíamos las cosas mismas porque estaban convencidos de que
llegamos a conocer, gracias a la abstracción, la forma misma de las cosas, su
esencia o naturaleza.
LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO
¿De dónde procede el conocimiento?
De la información
sensorial y del procesamiento que de ella lleva a cabo la inteligencia, es
decir, de la combinación INTELIGENCIA/SENTIDOS.
EN CONCLUSIÓN: los
individuos poseen dos facultades mentales que les permiten representarse la
realidad. Estas facultades son:
A)
LA SENSIBILIDAD: los sentidos, los sentidos de la vista,
oído, tacto…
B)
LA INTELIGENCIA: también denominada razón y entendimiento.
A)
LA SENSIBILIDAD
¿Qué son los
sentidos?
Los sentidos son las
ventanas a través de las cuales mi mente se abre a la realidad circundante
extramental. Gracias a los sentidos tenemos información y noticia acerca del
mundo. Son por ello necesarios e imprescindibles para conocer la realidad.
¿En qué consisten los sentidos?
Los sentidos son una
especie de sensores, de antenas, que captan determinados estímulos físicos
(ondas luminosas, ondas sonoras, presión, partículas químicas…).
Posteriormente, los
sentidos mandan señales al cerebro que éste descodifica e interpreta como
impresiones sensibles (colores, sonidos, peso, olores…).
B)
LA INTELIGENCIA
¿Qué es la
inteligencia o razón?
La inteligencia es la
facultad que permite la comprensión de la realidad (las impresiones sensoriales
nos informan acerca de cómo es el mundo, pero no es conocimiento propiamente
dicho; por eso, los animales, aunque tienen facultades sensoriales, no alcanzan
una verdadera comprensión de la realidad).
¿Cómo logra la inteligencia
comprender, conocer la realidad?
A través del lenguaje.
El lenguaje nos permite interpretar los datos de los sentidos y, por medio de
las palabras, representarnos conceptualmente lo que las cosas son. Ej.: proceso
un paquete de datos sensoriales (colores, formas, tamaños, sensaciones
táctiles, movimientos…) como datos que corresponden al bolígrafo con el que
estoy escribiendo.
¿Qué son los conceptos?
El significado de las
palabras, los ESQUEMAS MENTALES a través de los cuales interpretamos los datos
sensoriales (los conceptos son las “unidades básicas de interpretación” de los
paquetes de impresiones sensibles).
Las palabras, además, se
enlazan entre sí dando lugar a oraciones. Ej.: “El bolígrafo no escribe bien”.
Las oraciones es el lugar donde propiamente se expresa el conocimiento (las
oraciones son las “unidades básicas de conocimiento”).
¿Por qué?
El significado de
algunas oraciones (las oraciones enunciativas) es un juicio (también llamado
“proposición”).
¿Qué es un juicio/proposición?
Una afirmación acerca de
algo que sucede en el mundo. Por ejemplo, la afirmación de que este bolígrafo
no escribe bien (y no que escribe estupendamente). "Este bolígrafo
escribe mal" es la proposición o juicio que expresa lingüísticamente un
hecho que acontece en el mundo (el hecho de que mi bolígrafo cada vez escribe
peor porque se le está acabando la tinta).
Es por ello por lo que sólo una proposición
puede ser verdadera o falsa (las palabras, los conceptos, no son ni verdaderos
no falsos, y por ello no vehiculan conocimiento). Sólo una proposición o juicio
porta, vehicula, conocimiento.
Las oraciones
enunciativas pueden, así mismo, enlazarse dando lugar a argumentaciones,
razonamientos y discursos (si el bolígrafo no escribe bien, no debo llevarlo al
examen de filosofía que tengo que hacer en la próxima hora; debo buscar otro
que lo sustituya o, si no lo tengo, pedírselo a un compañero). Gracias a los
razonamientos, puedo alcanzar nuevos conocimientos previamente desconocidos (un
ejemplo de ello lo tenemos en los argumentos o razonamientos que podemos
encontrar en una novela policiaca: Poirot o Sherlock Holmes hilvanan
proposiciones hasta alcanzar una conclusión en la que se descubre quién es el
criminal).
Con respecto al ORIGEN
DE LAS FACULTADES COGNOSCITIVAS y al ORIGEN DEL CONOCIMIENTO, se plantean dos
problemas:
1º Las facultades cognoscitivas,
¿son facultades innatas, las tenemos desde el momento mismo del nacimiento, o
hay que crearlas?
2º Nuestro conocimiento
sustancial acerca del mundo, ¿procede sólo de la experiencia o hay también un
conocimiento teórico puro sobre el mundo que puede alcanzar por sí misma la
inteligencia sin el concurso, sin la ayuda de los sentidos?
1º ORIGEN DE LAS FACULTADES
COGNOSCITIVAS
A)
Para el gran psicólogo suizo Jean Piaget, todas las
estructuras cognoscitivas, todas las facultades mentales a través de las cuales
conocemos y comprendemos la realidad, no son innatas (no las tenemos desde el
momento del nacimiento, no las traemos de serie) sino que se construyen.
¿Cómo se crean o construyen? A través de la continua interacción entre la mente
del niño y el entorno ambiental.
Piaget es
el padre de la Psicología Genética, una rama de la psicología en la que se
explica la génesis, el origen, de todas las facultades mentales, desde las más
básicas (como la percepción; la percepción es nuestra capacidad de percibir objetos
y no sólo de tener sensaciones, por ejemplo, de ver una flor y no sólo un
montón de colores), a las más complejas (como son las capacidades abstractas y
lógico-matemáticas). Piaget llevó a cabo sus investigaciones
estudiando durante décadas el comportamiento infantil en guarderías y colegios
de educación primaria de su Ginebra natal.
B)
Los innatistas defienden, por el contrario, que las
estructuras mentales son innatas, no adquiridas: se transmiten genéticamente,
las poseemos desde el mismo momento del nacimiento (y de ahí lo de que sean
innatas; las traemos de serie) y se activan al ponerse en contacto con el
entorno ambiental.
Un ejemplo
de este planteamiento lo tenemos en las teorías del lingüista norteamericano
Noam Chomsky, padre de la Lingüística Generativa (Gramática Generativa). Para
Chomsky, las capacidades lingüísticas del ser humano no son aprendidas sino
innatas. Según Chomsky aprendemos nuestra lengua materna, por ejemplo, el
gallego o el español, pero está convencido que por debajo de la gramática de
todos los idiomas particulares hay una gramática común. Esa gramática común es
la gramática de la capacidad lingüística universal de los seres humanos (esa
gramática universal es la que que nos permite aprender, con la facilidad que lo
hacen los niños de dos a cuatro años, nuestra lengua materna. Esa gramática
innata la adquirimos por vía genética y está inscrita en nuestros circuitos
neuronales.
2º ORIGEN DEL CONOCIMIENTO HUMANO
La cuestión del origen
del conocimiento se pregunta acerca de cuál de las dos facultades mentales
cognoscitivas (los sentidos y la inteligencia) es la fuente principal de la que
mana, de la que procede, el conocimiento que tenemos sobre el mundo. Aquí
también nos encontramos con dos grandes planteamientos:
A)
EMPIRISMO FILOSÓFICO: para los empiristas, todo el
conocimiento humano sobre el mundo procede de la experiencia (y de ahí su
nombre; “experiencia” se dice en griego “empireia”).
Para los empiristas, por lo tanto, los sentidos, las facultades sensoriales,
son la fuente principal de todo el conocimiento humano.
Por ello,
defenderán también que la experiencia es el límite del conocimiento humano (no
podemos saber nada acerca de aquello de lo que no podemos tener experiencia: de
Dios, de las almas, de las esencias…, de todo de lo que va más allá de lo “fenoménico”).
Filósofos
empiristas importantes:
-
En la Antigüedad: Aristóteles
-
En la Era Moderna:
§ el Empirismo Británico
del siglo XVII y XVIII (John Locke, el más importante filósofo empirista de la
era moderna, y David Hume).
§ el Positivismo del siglo
XIX (Stuart Mill).
§ el Empirismo-lógico y el
Neopositivismo lógico del siglo XX (Mach, Carnap).
B)
RACIONALISMO FILOSÓFICO: ésta es la postura filosófica de
Descartes. Para los racionalistas, la inteligencia humana (la razón) puede por
sí misma, sin ayuda de los sentidos, de la información sensorial, alcanzar un
conocimiento sustancial sobre el mundo.
Un ejemplo
de ello lo tenemos con el conocimiento matemático. Los matemáticos conocen la
verdad de sus teoremas, descubren la validez de un teorema matemático (como por
ejemplo el de Pitágoras) sólo pensando, sin necesidad de ayudarse de la
información sensorial. Este conocimiento también lo es del mundo (y no sólo de
abstracciones matemáticas: números, circunferencias, etc.): para Descartes,
podemos llegar a conocer no sólo si Dios existe, si mi alma existe y es
inmortal sino también cuál es la estructura última del universo físico (para
Descartes, gracias a nuestra inteligencia sabemos que el universo es sólo
materia en movimiento operando mecánicamente, aunque los sentidos parezcan
mostrarnos lo contrario, por ejemplo, que los seres vivos se mueven por sí
mismos y operan teleológicamente).
Para los
racionalistas, por lo tanto, la única fuente del conocimiento verdadero es la
inteligencia (la información sensorial es prescindible para alcanzar el
conocimiento del mundo y sólo es útil para la vida ordinaria).
Con
respecto a la cuestión de los límites del conocimiento, para los racionalistas
es posible llegar a conocer aquello de lo que no tenemos ninguna experiencia:
Dios, el alma, las sustancias… Para el Racionalismo, por ello, la inteligencia
humana puede llegar a conocer la realidad entera. De ahí que el Racionalismo
defienda la capacidad de la razón humana de llegar a saberlo todo.
El Racionalismo
filosófico tuvo una gran importancia en el siglo XVII, en el siglo de
Descartes, pero fue abandonado definitivamente en el siglo XVIII, el siglo de
la Ilustración, cuando se impusieron los planteamientos del Empirismo
británico. En la Antigüedad también hubo racionalistas: el más importante fue
Platón.
C)
PUNTO DE VISTA DE LA
CIENCIA SOBRE EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO
¿Cuál es el punto de vista del
pensamiento científico sobre esta cuestión?
Como este es un problema
filosófico (epistemológico) y no científico, sólo lo tratan tangencialmente.
Para los científicos
actuales (por ejemplo, Einstein en sus reflexiones acerca de la actividad
científica), las teorías científicas son un producto del pensamiento puro (la
Teoría de la Relatividad es, como sabemos, fruto de las elucubraciones
abstractas llevadas a cabo por Einstein cuando contaba con 25 años y trabajaba
en la oficina de patentes de Berna).
Eso sí, dicha
especulación teorética está guiada y orientada siempre por la experiencia (y de
ahí que para la ciencia sea tan importante la observación y la experimentación,
ya sea para recabar datos, ya sea para comprobar la validez de las hipótesis
científicas).
LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO TEÓRICO
Existen dos tipos
fundamentales de conocimiento teórico:
1º EL CONOCIMIENTO DIRECTO O POR
FAMILIARIDAD: la percepción, el conocimiento por experiencia directa de cosas o
hechos. Ejemplo: es una forma de conocimiento directo el que sepamos que tal
compañero no está en clase; otro ejemplo: conozco a Lara y a María.
2º EL CONOCIMIENTO PROPOSICIONAL: es
el conocimiento de verdades, de proposiciones verdaderas (el saber). Ejemplo:
“No sabía que Lara es hermana de María”.
Vamos, en primer lugar,
a explicar el conocimiento directo.
LA PERCEPCIÓN (el conocimiento
directo o empírico: la experiencia)
Para percibir o conocer directamente
algo se requieren estas tres condiciones:
1º Tener órganos
sensoriales (ojos, oídos…) que hacen posible que lleguen a la mente todo tipo
de sensaciones (visuales, táctiles, acústicas…).
Estas sensaciones son
los datos de los sentidos, los datos sensoriales o impresiones sensibles.
2º Que dichas
sensaciones no sólo sean experimentadas por mi mente, sino que mi mente ordene
dichas sensaciones conforme a las leyes de la percepción (las leyes de la
percepción fueron descubiertas y estudiadas a principios del siglo XX por los
psicólogos alemanes de la “Gestalt”). Las dos principales leyes de la
percepción son las siguientes:
o
1º ley (ley de la totalidad): captamos los datos sensibles de
tal modo que percibimos en ellos formas y figuras completas, formas que luego
identificamos con objetos (Ej., percibo no varias líneas sueltas sino un
rectángulo que luego identifico con el tablero de una mesa).
o
2º ley (ley de la figura/fondo): las formas y figuras que
percibimos las captamos sobresaliendo sobre un fondo que queda más difuso.
3º Finalmente, aquello
que percibimos sólo adquiere un significado y un sentido (que hace posible que
lo percibamos) si es interpretado. Para que tal cosa suceda es necesario que lo
percibido sea subsumido bajo un concepto. Ej.: Abro los ojos. ¿Qué veo? Una
mesa encima de la cual hay un papel en el que estoy escribiendo. Veo en primer
lugar una mesa, y un papel, y mi mano escribiendo y no un montón de datos
sensoriales, porque todos esos datos sensoriales son inmediatamente organizados
por mi cerebro (por mi mente) con las formas características de las mesas, de
los papeles, de los bolígrafos, de las manos y los brazos. Finalmente, asigno a
dichas formas los conceptos de “mesa”, “papel”, “bolígrafo” y “mano”.
Expliquemos seguidamente el PROBLEMA
DEL VALOR COGNOSCITIVO DE LA PERCEPCIÓN.
¿Son las cosas tal y como las
percibimos?
Hay tres posibilidades:
1º Las cosas son como
nos aparecen (tal como las vemos). Esta es la “actitud natural”.
2º Las cosas no son como
se nos aparecen
3ºLas cosas no son nada
en absoluto ya que sólo existen las apariencias (las percepciones)
Debemos saber que para
tratar esta cuestión entra en juego otro problema: el de la realidad o
existencia del mundo extramental (suponemos que más allá de mi mente, de mis
percepciones, están las cosas mismas que me represento)
Expliquemos seguidamente la ACTITUD
NATURAL. ¿Qué es la “actitud natural”?
Todos adoptamos respecto
a la relación entre la percepción y el mundo extramental la actitud natural ya
que creemos lo siguiente:
1º
Creemos que el mundo existe
2º
Creemos que conocemos las cosas directamente.
3º
Creemos que las conocemos tal y como son.
Aunque a veces los
sentidos nos engañan (veo al Sol girar sobre mi cabeza, o partirse el lápiz que
sumerjo dentro de un vaso con agua), nada conmueve esta creencia radical. La
actitud natural es la actitud psíquicamente sana ante el fenómeno de la
percepción del mundo externo: dudar de la existencia del mundo o desconfiar de
lo que percibimos nos enloquecería, nos volvería locos.
El problema de esta
actitud es que es una actitud prerreflexiva, es “la metafísica del
paleolítico”. Por ello, los filósofos han reflexionado sobre esta cuestión con
más detenimiento:
1º PROBLEMA: ¿Existe realmente el
mundo que percibimos?
Hay dos posibles respuestas: el
realismo y el antirrealismo.
A)
REALISMO: el realismo acepta como válida la creencia natural
en la existencia del mundo que percibimos (la mayoría de los filósofos son
realistas; los científicos son también todos realistas).
B)
ANTIRREALISMO: el antirrealista considera que no hay una
realidad física más allá de nuestras percepciones; no que no podamos saber (es
imposible saberlo con certeza) si hay una realidad física más allá de nuestra
percepción.
¿Por qué? (¡Cuidado! La explicación
del porqué de la afirmación anterior parece aparentemente contradictoria con lo
que acabamos de decir más arriba, pero no lo es; hay que diferenciar 1º lo que
se afirma - “el que no hay realidad más allá de nuestras percepciones” -, de 2º
la razón o causa explicativa de por qué se afirma tal cosa – el que no podemos
saberlo ya que nadie ha tenido experiencia directa de dicho mundo extramental)
Porque no
podemos saber si nuestras percepciones tienen un referente real en un supuesto
mundo extramental.
¿Por qué no podemos
saberlo?
Porque no
tenemos experiencia de dicho referente sino sólo de nuestras percepciones.
El
filósofo antirrealista más famoso de la historia es Berkeley, un filósofo
británico del siglo XVIII. Para este extravagante filósofo irlandés, obispo
anglicano para más inri, no existen los cuerpos ni la materia y sólo existen
las mentes y sus percepciones; las percepciones de nuestra mente no
corresponden a ningún mundo corpóreo extramental.
¿Quién produce esas
percepciones y cómo es posible que distintas personas coincidan en sus
percepciones?
Las
percepciones de mi mente (y de las otras mentes, por ejemplo, la percepción de
la pizarra de clase que todos vemos) las produce Dios (para Berkeley, su concepción
antirrealista de la percepción era una demostración de la existencia de Dios,
algo muy importante para este fervoroso y piadoso obispo anglicano).
2º PROBLEMA
¿Percibimos las cosas directamente o
indirectamente a través de representaciones?
A)
REALISMO DIRECTO: afirma que percibimos inmediatamente las
cosas mismas. Este es el realismo propio de los antiguos (sobre todo de
Aristóteles).
B)
REALISMO INDIRECTO (o IDEALISMO): ha sido la doctrina
dominante en la era moderna desde Descartes y Locke. Defiende que lo único que
conocemos directamente son nuestras representaciones (nuestras percepciones;
algo así como si lo que viésemos son las imágenes de las cosas en una pantalla
de televisión, no las cosas mismas). Pero defiende también que a través de
dichas representaciones conocemos indirectamente las cosas del mundo que
tales percepciones representan.
Pero aparece un nuevo problema (que
dará lugar al antirrealismo de Berkeley).
¿Cómo puedo estar seguro de que
existen las cosas representadas si sólo conozco mis representaciones?
Para John Locke, el gran
filósofo empirista inglés del siglo XVII, mis representaciones de las cosas no
son producidas por mi (no son un producto de mi fantasía).
¿Cómo lo sé?
Porque las percepciones
se me imponen (abro los ojos y veo lo que veo) y no puedo alterarlas según mi
deseo. Esto demuestra que las representaciones perceptivas son causadas por
objetos externos a mi mente (objetos que, tras entrar en contacto con las
superficies de mis órganos sensoriales, dejan en ellos una huella, una
impresión… sensible).
3º PROBLEMA
¿Percibimos las cosas
tal y como son? O lo que es lo mismo, ¿cómo puedo estar seguro de que mis
representaciones reflejan fielmente las cosas que representan (y así, que la
pizarra que yo veo de color verde es realmente verde)?
Percibo una pizarra
verde. Pero, ¿es la pizarra real, la pizarra extramental, realmente de color
verde? ¿Son los colores cualidades reales y objetivas de las cosas? ¿O son
cualidades subjetivas, cualidades que tienen las cosas, pero sólo en cuanto me
las represento, cualidades que sólo existen en mi mente, en mi representación?
Hay dos puntos de vista respecto a
esta cuestión: el realismo ingenuo y el realismo crítico.
A)
REALISMO INGENUO: las cosas son tal como las percibimos. Éste
fue el punto de vista defendido por los antiguos y coincide con la actitud
natural
B)
REALISMO CRÍTICO: en el siglo XVII, bajo el nombre de “Teoría
Corpuscular”, renació la filosofía atomista de Demócrito.
¿Qué afirma la Teoría
Corpuscular?
Los
cuerpos se componen de partículas que no poseen más propiedades que aquellas
llamadas cualidades primarias,
manteniendo que sólo ellas eran objetivas, reales (que realmente dichas
cualidades estaban en las cosas mismas; por ejemplo, su tamaño, su forma, su
posición, su movimiento…). Al resto de propiedades se las denominó cualidades secundarias y se consideró
que eran cualidades subjetivas, cualidades que las cosas tienen para nosotros
cuando las experimentamos pero que no tienen en sí mismas (por ejemplo, el
color, o su estar calientes o frías…).
Pues bien,
el Realismo Crítico mantiene este punto de vista, el punto de vista de la
Teoría Corpuscular, negando por lo tanto la realidad objetiva de las cualidades
secundarias.
EN CONCLUSIÓN: para el
Realismo Crítico, las cosas no son exactamente como las percibimos porque la
mayoría de las sensaciones son cualidades secundarias y por lo tanto no
corresponden a ninguna propiedad objetiva de las cosas (a ninguna cualidad
primaria).
¿Es chocante que según
el Realismo Crítico no conozcamos el mundo tal y cómo es?
No, porque
tal cosa tiene una explicación desde la perspectiva de la evolución de las
especies: nuestras facultades mentales son el resultado de la selección natural
y su función no es comprender la realidad sino posibilitar la supervivencia y
la reproducción de la especie.
EL
CONOCIMIENTO PROPOSICIONAL (el saber)
Hemos estado hablando del conocimiento
directo, del conocimiento por familiaridad. Este tipo de conocimiento es aquel
al que nos referimos cuando decimos, por ejemplo, que conozco Faxilde. El
conocimiento directo es el conocimiento perceptivo, el conocimiento al que
denominamos experiencia ordinaria. Respecto a este tipo de conocimiento nos
hemos planteado tres problemas:
- El problema de si corresponde o no a una realidad
extramental (y por lo tanto, el problema de si existe o no dicha realidad
extramental).
- El problema de si dicha realidad extramental es
conocida directamente o no.
- El problema de si las cosas son realmente tal
como parecen ser.
Ya
sabemos cuál es la postura comúnmente admitida por la mayoría de las filosofías
y la totalidad de los científicos:
-
existe el mundo extramental,
- dicho mundo extramental es conocido
gracias a la percepción, pero no lo es directamente sino indirectamente
(carácter representativo de todo conocimiento), y finalmente
- no todas las propiedades que parecen
tener las cosas, éstas las poseen realmente (distinción cualidades
primarias/secundarias).
Pasamos
ahora a hablar de otro tipo de conocimiento, el conocimiento
proposicional. Esta manera de exponer el
problema del conocimiento es la propia de la filosofía del s. XX, por aquello
del “giro lingüístico” que se produce en la filosofía en dicho siglo: los
problemas filosóficos son problemas lingüísticos y el problema del conocimiento
es un problema lingüístico. Expliquemos la razón:
1º FILOSOFÍA GRIEGA Y TEOLOGÍA CRISTIANA
Para los antiguos el problema del
conocimiento no es un problema lingüístico. Para ellos, el problema del
conocimiento consiste en explicar cómo es posible que mi alma sea capaz de
extraer de las cosas su elemento inteligible, su forma o esencia. Ya sabemos
que la más famosa explicación al respecto fue la aportada por Aristóteles por
medio de su teoría para la abstracción.
Como curiosidad merece la pena saber que
los teólogos cristianos tanto de la Antigüedad (como por ejemplo san Agustín,
que vivió en el periodo del Bajo Imperio) como de la Edad Media (los filósofos
escolásticos de las universidades medievales) defienden una concepción del
conocimiento, de ese conocimiento que va más allá de la mera percepción de la
realidad como un problema no lingüístico. ¿Cómo se alcanza para los grandes
teólogos del cristianismo el conocimiento de lo que las cosas son? No a través
de la abstracción sino de la iluminación divina. Es Dios quién ilumina
directamente mi alma para que esta pueda aprehender las formas inteligibles de
las cosas. A este conocimiento (efecto de la iluminación de mi entendimiento
llevada a cabo directamente por Dios) se le denominó “ciencia infusa”.
En conclusión, como vemos, para todos los
filósofos premodernos (precartesianos), el conocimiento es siempre conocimiento
de formas o esencias, no de proposiciones.
2º FILOSOFÍA MODERNA: DESCARTES, EMPIRISMO BRITÁNICO, KANT
Para
todos los filósofos modernos, desde Descartes, el problema del conocimiento no
es un problema lingüístico, sino psicológico. La cuestión es cómo puede mi
mente, más en concreto mi inteligencia, mi razón, construir representaciones
mentales (“ideas” las llamará Descartes) por medio de las cuáles lograr conocer
lo que las cosas son.
A)
Descartes replanteará la cuestión del conocimiento en nuevos términos
respecto a cómo lo hacían los filósofos de la Antigüedad o de la Edad Media, en
términos no realistas, sino mentalistas (es decir, en términos representacionistas,
idealistas).
¿Qué es el conocimiento para Descartes?
El
conocimiento es una representación mental de la realidad, una representación
que se ajusta exactamente a lo que las cosas son (por ejemplo, conocer que los
cuerpos son sólo materia extensa en reposo o movimiento por efecto de la acción
mecánica de otros cuerpos).
Para Descartes las representaciones son un
producto de mi inteligencia, de la razón: es mi inteligencia la que fabrica por
sí misma dichas representaciones (sin necesidad de construirlas a partir de los
datos de los sentidos).
En
conclusión, las representaciones a través de las cuales mi inteligencia conoce
el mundo, mis ideas (de ahí idealismo) son una construcción de mi inteligencia.
Como vemos, Descartes rechaza la teoría de la abstracción de Aristóteles
(también la teoría de la iluminación de San Agustín) y la sustituye por una
teoría de la construcción: el conocimiento no se extrae de la realidad
(abstrae) sino que se construye.
B)
La segunda explicación de en qué consiste el conocimiento en el mundo
moderno es la aportada por el Empirismo Británico, la corriente filosófica
contemporánea y opuesta al racionalismo cartesiano. Los empiristas (Locke,
Berkeley, Hume) están de acuerdo con Descartes en su mentalismo, en su
idealismo, en la consideración de que el conocimiento es una cosa de la mente,
un producto de la mente. Los empiristas no son realistas como los antiguos
sino, al igual que Descartes, representacionistas, idealistas.
Sin
embargo, discrepan de Descartes en la cuestión de cómo construye mi
inteligencia sus representaciones. Para los empiristas, las ideas, los
conceptos mentales (como por ejemplo el concepto de flor) se construye a partir
de las sensaciones, de las impresiones sensibles (es decir, de los colores,
formas, fragancias, texturas… que de dicha flor previamente he percibido). Es
por ello, porque las sensaciones son los ladrillos o átomos o elementos simples
a partir de los cuales se construye el conocimiento (los conceptos) por lo que
a los empiristas se les denomina así, empiristas: la empiria, las sensaciones, son la fuente, el cimiento del
conocimiento humano.
¿Qué
opinaba Descartes respecto a esta cuestión? Para Descartes a partir de la
experiencia solo se puede construir el conocimiento ordinario que es, como
todos sabemos, imprescindible y muy útil para la vida (gracias a mis
percepciones no estoy chocando continuamente con los objetos que hay a mi
alrededor o soy capaz de identificar un alimento en mal estado ya que me
produce asco) pero que es inútil para llegar a saber realmente lo que las cosas
son (si nos fiásemos de los sentidos, afirmará Descartes, llegaríamos a pensar
como los griegos que los cuerpos tienen color, o que son frías o
calientes, cuando la única propiedad que
tienen es la extensión y su capacidad de moverse en el espacio por efecto de la
acción de fuerzas mecánicas). Para Descartes, el conocimiento científico y
filosófico de la realidad es una construcción (principalmente matemática) que
lleva a cabo la inteligencia por sí misma sin apoyarse en la experiencia
sensorial (y por eso a los cartesianos se les denomina racionalistas: la
inteligencia, la razón es la única fuente del conocimiento científico).
C)
Hablemos finalmente de Kant. La explicación kantiana del conocimiento es la
más elaborada y fructífera filosóficamente hablando de todas las elaboradas por
el pensamiento moderno. ¿Por qué? Kant es el filósofo que en mayor medida
comprende que todo el conocimiento humano es una construcción de la mente.
Lleva además a cabo una síntesis entre racionalistas y
empiristas: para que se pueda construir el conocimiento humano es tan necesario
1º el elemento sensorial (la experiencia), tal como defendían los empiristas,
como 2º una serie de elementos lógicos que proceden de la misma inteligencia
humana, tal como de alguna manera intuyeron los racionalistas.
Para comprender a Kant vamos a utilizar un
símil o comparación: para Kant el conocimiento humano funciona de un modo
similar a como lo hace un ordenador. Para Kant, para que haya conocimiento es
necesario que entren en nuestra mente el mayor número posible de impresiones
sensoriales (del mismo modo que ocurre con un ordenador: si no introduzco
información en el ordenador a través del teclado, el ordenador no funciona, porque
su actividad consiste en procesar esa información que se introduce dentro de
él). Para Kant las impresiones sensoriales hacen posible el conocimiento, pero
no son el conocimiento. Para poder producir el conocimiento a partir de los
datos de los sentidos es necesario que la inteligencia ordene y estructure
dichos datos de los sentidos. Pero para poder hacer esto, la inteligencia
requiere tener de unos patrones o moldes a través de los cuales lleva a cabo
tal tarea de ordenación (esta operación es similar a la que realiza un
ordenador cuando procesa la información; este procesamiento se lleva a cabo a
través de un programa). Pues bien, la inteligencia humana está dotada de ese
programa lógico gracias al cual es capaz de ordenar las impresiones sensibles
para así poder construir a partir de dichos datos sensibles el conocimiento:
nuestras representaciones mentales de los objetos que conocemos.
En
conclusión, para Kant, el conocimiento humano es una combinación del elemento
empírico del conocimiento (los datos sensibles) y del pensamiento puro (el
elemento lógico o categorial del conocimiento).
3º FILOSOFÍA DEL
SIGLO XX
Como
acabamos de ver, para la filosofía moderna desde Descartes, el conocimiento se
lleva a cabo a través de las ideas, a través del mismo pensamiento. La
consecuencia de ello fue que la filosofía moderna planteó el problema del
conocimiento desde una perspectiva mentalista, psicologista. Pues bien, a
finales del siglo XIX, dos matemáticos y también filósofos, uno alemán y el
otro británico (el alemán se llama Gottlob Frege y el británico Bertrand
Russell) replantearon completamente la cuestión del conocimiento (y de la
filosofía en general: ellos son los responsables de que se produjese el
denominado “giro lingüístico de la filosofía”; si con Descartes se había
producido el giro mentalista o subjetivista de la filosofía al convertirse la
mente, y ya no la realidad como era en los griegos, en el centro de la
reflexión filosófica, desde Frege y Russell será el lenguaje el problema
central de la filosofía). Frege y Russell son los padres de la lógica simbólica
moderna. Pues bien, para ambos filósofos el problema del conocimiento es, ahora
ya sí, al fin, un problema lingüístico ¿Por qué? Porque cuando conocemos, no lo
hacemos a través de ideas o representaciones mentales, como mantenía la
tradición cartesiana o empirista, sino a través del lenguaje, a través de las
proposiciones lingüísticas: el conocimiento humano es conocimiento
proposicional, conocimiento de la verdad de lo que afirma una proposición (¿Qué
es una proposición? El significado de una oración enunciativa, de una oración
que enuncia o describe un hecho o suceso del mundo).
Toda
la tradición filosófica que arranca de Frege y Russell se denomina filosofía
analítica (analítica porque ahora la filosofía es análisis del lenguaje, y no
filosofía de la mente y de sus representaciones, tal como era toda la filosofía
moderna, la tradición idealista proveniente de Descartes). La filosofía
analítica no es la única corriente filosófica del siglo XX (hay otras como el
marxismo o la fenomenología, de las cuales ahora no vamos a hablar porque no
tratan estas cuestiones) pero es la más importante, sobre todo en el ámbito
anglosajón (los países de habla inglesa: Gran Bretaña, USA, Australia…). Dentro
de esta corriente destaca por su originalidad y porque se terminó convirtiendo
en algo así como en el Descartes de dicha corriente, el filósofo
anglo-austríaco Ludwig Wittgenstein.
ESQUEMA
CONOCIMIENTO – FOTO 10 DE MAYO 2021
Expliquemos
seguidamente qué es el conocimiento proposicional. Lo más importante es
comprender que conocemos:
1º
porque comprendemos el significado de lo que afirma una proposición,
2º
porque sabemos por qué lo que afirma dicha proposición es verdad y, finalmente,
3º
porque dicha proposición es verdadera.
En resumidas
cuentas:
- La verdad no es una propiedad del conocimiento
humano, sino una propiedad (lógica, semántica) de las proposiciones.
- Para el ser humano conocer significa que sabemos
cuáles son las razones que justifican que una proposición es verdadera.
Expliquemos
estas dos cuestiones con mayor detalle. Expliquemos por un lado 1º el problema
de qué es la verdad, la verdad de una proposición y, seguidamente, 2º
expliquemos cómo se justifica dicha verdad.
EL
PROBLEMA DE LA VERDAD DE LA PROPOSICIÓN
Para
entender el nuevo enfoque (la verdad es una propiedad lógica de las
proposiciones) explicaremos en primer lugar qué era la verdad para los griegos
y para los filósofos modernos:
A)
Para los filósofos griegos la verdad es una propiedad
de las cosas: alcanzamos a conocer la verdad acerca de las cosas cuando
logramos aprehender a través de la abstracción “el ser de las cosas” (su
esencia, su naturaleza). ¿Cómo llegamos a conocer lo que las cosas son en
verdad? A través de la adecuación de la mente a la cosa (de ahí que la
definición de la verdad del filósofo escolástico Santo Tomás de Aquino es la
siguiente: la verdad es la adecuación entre la mente y la cosa; en latín, “adaequatio intellectus ad rem”).
En conclusión, para los antiguos el conocimiento
consiste en que el entendimiento se amolde a las cosas, se amolde a la forma de
las cosas (recordemos que amoldarse significa ajustar algo al molde, a la forma
de dicho molde). ¿Cómo se produce este amoldamiento, ajuste o adecuación? A
través de la asimilación de las formas, de las formas inteligibles.
B)
Para el pensamiento moderno, desde Descartes, el conocimiento es un proceso
representativo y de ahí que este consista en la producción por parte de la
inteligencia, de la razón de representaciones mentales, de ideas a través de
las cuales podemos alcanzar el conocimiento de la realidad. El problema de esta
concepción representacionista, idealista, del conocimiento, es su mentalismo y
por ello su potencial subjetivismo.
Es
por todo ello por lo que a finales del siglo XIX y principios del XX, algunos
filósofos alemanes e ingleses (todos ellos eran matemáticos o físicos de
formación) decidieron abandonar el paradigma idealista cartesiano del
conocimiento y sustituirlo por un nuevo paradigma: EL PARADIGMA LOGICISTA, esto
es, el paradigma lingüístico. Con este nuevo marco teórico (un paradigma es un
gran marco teórico de comprensión) estos filósofos creyeron poder superar el
subjetivismo al que estaba abocado la filosofía moderna y sustituirlo por una nueva
objetividad: LA OBJETIVIDAD QUE ANIDA EN LA LÓGICA Y EN EL LENGUAJE (además
estaban convencidos de que su planteamiento lógico-lingüístico se ajustaba en
mayor medida a la realidad de lo que es el conocimiento científico, tanto del
conocimiento matemático (todos ellos eran matemáticos) como de las ciencias
empíricas (de la física y demás ciencias empíricas de la naturaleza). Estos
tres grandes filósofos lógico-matemáticos fueron Gottlob Frege, Bertrand
Russell, Ludwig Wittgenstein y Rudolf Carnap.
-
Gottlob Frege vivió en la segunda mitad del siglo XIX. Fue profesor de
matemáticas en la universidad de Jena y puso en marcha toda esta revolución
lógico-lingüística. Su obra “Conceptografía” (1879) es el punto de arranque de
la lógica simbólica moderna. Toda su obra pasó absolutamente desapercibida
hasta que se percató de su valía e importancia un joven estudiante de
matemáticas de la universidad de Cambridge, llamado Russell.
Contribuciones de la conceptografía (Begriffsschrift): 1º cálculo veritativo
funcional de las proposiciones; 2º análisis de las proposiciones en términos de
función y argumento (y no de sujeto y predicado); 3º teoría de la
cuantificación; 4º sistema de deducción a partir de la mera forma lógica de las
expresiones; 5º definición lógica de serie matemática.
-
Bertrand Russell era un aristócrata inglés que sobresalió como matemático
en su juventud. A los 30 años publicó Principia Mathemathica, su principal obra y aportación a la
ciencia matemática. En esta obra intentó la fundamentación logicista de
la matemática en la que intentaba demostrar que todas las verdades matemáticas
se pueden inferir (deducir) de puros principios lógicos. Russell es el padre
del atomismo lógico y de la filosofía analítica anglosajona.
-
A Ludwig Wittgenstein ya le conocemos y sabemos que fue el más influyente
de todos estos filósofos. Sólo publicó en vida el Tractatus logico-philosophicus, obra que escribió en las trincheras
y en los campos de prisioneros durante la I Guerra Mundial.
-
Rudolf Carnap es la principal figura del Círculo de Viena, del
neopositivismo lógico del siglo XX (una nueva forma de empirismo puesto al día
que recibirá el nombre de “empirismo lógico”: el Círculo de Viena fue un
conjunto de físicos y matemáticos centroeuropeos (alemanes) que desenvolvieron
la concepción filosófica más radicalmente cientificista del siglo XX (¿qué es
el cientificismo? aquella concepción del conocimiento que reduce éste al
conocimiento científico).
Pasemos
seguidamente a explicar la concepción de la verdad característica de la
filosofía del siglo XX. Como sabemos estamos explicando qué es el conocimiento
proposicional (en contraposición al conocimiento directo o perceptivo, aquel
conocimiento que tenemos directamente de las cosas porque las percibimos
directamente). Hablamos de “conocimiento proposicional” porque en este tipo de
conocimiento conocemos lo que afirma una proposición ya que estas son las que
pueden ser calificadas como verdaderas o falsas (es decir, el conocimiento
humano no es 1º conocimiento de las cosas reales tal como defendían los
filósofos griegos, ni 2º el conocimiento de representaciones mentales, ideas,
tal como mantenían el cartesianismo, sino 3º conocimiento proposicional,
conocimiento de lo que significa, afirma una proposición). Ésta es, por lo
tanto, la gran diferencia del planteamiento de la filosofía del siglo XX
respecto a concepciones pasadas: el conocimiento humano no es conocimiento de
formas (griegos), ni de ideas (Descartes, filosofía moderna), sino de
proposiciones. La razón de ello es la siguiente: ya sabemos que desde Descartes
que la concepción del conocimiento de los griegos es un desatino, una
exageración (por aquello de cómo va a ser capaz el entendimiento de asimilar la
forma misma de las cosas). Pero el problema de la concepción cartesiana, de la
concepción idealista es que nos abocará al subjetivismo (nuestras ideas son
subjetivas porque son un producto de nuestra mente), tal como ocurrirá en
filósofos como Berkeley, Kant y la filosofía romántica alemana (Fichte,
Schelling, Hegel, Schopenhauer e incluso Nietzsche). Es por ello por lo que los
filósofos del siglo XX buscarán un ámbito en el que poder alcanzar una
representación objetiva de la realidad: ese ámbito lo encontrarán en el
LENGUAJE (y de entre todos los lenguajes que representan objetivamente la
realidad, el más perfecto es, sin lugar a dudas, el lenguaje…CIENTÍFICO, el
lenguaje de la física).
A)
TEORÍA SEMÁNTICA DE LA VERDAD (Alfred Tarski)
Expliquemos
seguidamente ahora la teoría de la verdad de la filosofía del siglo XX. Esta
concepción de la verdad es fruto de las reflexiones llevadas a cabo por Frege,
Russell, Wittgenstein y fue, finalmente, formulada en los años 30 del pasado
siglo por el lógico polaco-norteamericano Alfred Tarski. Es la teoría semántica
de la verdad. Expliquemos dicha teoría en que la verdad será definida en
términos puramente lógicos.
Definición
de la verdad Nota - p=la nieve es blanca
La proposición
“p” (lenguaje-objeto) es verdadera (metalenguaje) si y
solo si p (lenguaje de objetos).
La proposición “la
nieve es blanca” (lenguaje-objeto) es verdadera (metalenguaje)
si y solo si la nieve es blanca (lenguaje de objetos).
¿Qué nos indica
esta definición acerca de la verdad?:
1.
La verdad es una propiedad metalingüística del lenguaje: esto quiere decir
que la verdad solo puede ser predicada de una proposición (esa proposición, la
proposición “p” entrecomillada, es su lenguaje-objeto) y pertenece a un
nivel lingüístico distinto al del lenguaje ordinario (la proposición p sin
entrecomillar es aquella por medio de la cual hablamos acerca de un hecho que
se da en el mundo, en este caso, el hecho de que la nieve es blanca; la
proposición p sin entrecomillar es el lenguaje de objetos).
Si no se respeta esta consideración, el uso del
término verdadero puede generar todo tipo de paradojas y contradicciones (como
por ejemplo las que se producen en frases como “Esta frase es falsa” o “Dijo
Epiménides el cretense: -Todos los cretenses son mentirosos-”).
-
“Esta frase es falsa”: como todas
las proposiciones, esta oración tiene que ser verdadera o falsa; pero si
suponemos que es falsa, entonces es verdadera (porque dice exactamente lo que
es, que es falsa); pero si es verdadera, entonces es falsa (porque es lo
contrario de lo que dice ser), y así indefinidamente, ad infinitum, hasta el infinito.
-
“Dijo Epiménides el cretense: “todos los
cretenses son mentirosos””. Ocurre de nuevo lo mismo que en la frase anterior. Se genera una paradoja
o aparente insoluble contradicción.
2.
La verdad es una propiedad lógica del lenguaje.
¿Qué tipo de propiedad? ¿Sintáctica, semántica o
pragmática?
La verdad es una propiedad semántica del lenguaje.
¿Qué quiere decir esto?
Que el lenguaje tiene capacidad de representar la
realidad objetivamente y tal cosa lo logra porque el lenguaje significa.
La semántica estudia cómo el lenguaje puede significar
el mundo extralingüístico:
-
Primero, porque las palabras se refieren a las cosas: las palabras denotan
los objetos extralingüísticos.
-
Segundo, porque el lenguaje las puede representar, el lenguaje puede
representar a las cosas: y en esto consistiría la función connotativa del
lenguaje.
¿Cómo debe ser
entendida esa función representativa significativa del lenguaje?
Una
proposición es verdadera porque lo que afirma corresponde con los hechos, los
hechos acerca de los cuales dicha proposición habla.
Como
vemos, no es otra cosa que la vieja teoría de la verdad como correspondencia
(tanto para los antiguos como para los modernos, la verdad es la adecuación ya
sea de nuestro entendimiento, ya sea de las ideas de nuestro entendimiento, a
las cosas, al ser de las cosas), pero reformulada en términos lógicos.
B)
TEORÍA DE LA VERDAD COMO ADECUACIÓN O CORRESPONDENCIA
Expliquemos
la teoría de la verdad como correspondencia de antiguos y modernos con mayor
detalle:
A)
Ya los filósofos griegos
comprendieron que la verdad del conocimiento no podía consistir en otra cosa
que la correspondencia (la adecuación) entre el entendimiento (la función
intelectiva del alma) y la cosa. Pero ya sabemos en qué consistía esa
correspondencia para los griegos: en la asimilación de las formas a través del
proceso abstractivo.
B)
En el caso de los filósofos modernos, desde Descartes, la correspondencia
se da entre las ideas de la mente y el mundo. El problema de las ideas es que
son estados mentales, psicológicos subjetivos y tal cosa abocará al idealismo
moderno al subjetivismo.
De ese subjetivismo no se libró ni siquiera el
empirismo británico y la prueba de ello la tenemos en la filosofía de Berkeley:
para Berkeley la verdad de mis percepciones es algo puramente subjetivo porque
el mundo extramental no existe; este es el antirrealismo berkeliano que ya
explicamos en algún apartado anterior hasta el punto de que Berkeley afirmaba
que “ser es ser percibido”, “esse est
percipi”, que implicaba, ni más ni menos, que las cosas sólo existen cuando
las vemos y mientras las vemos; y así, por ejemplo, la mesa que tengo delante
deja de existir cuando me levanto de la silla, me doy la vuelta y dejo de
verla, y no vuelve a existir hasta que no la vuelvo a ver.
Y
así llegamos finalmente a la filosofía del siglo XX que intentara superar el
subjetivismo idealista a través de esa nueva objetividad que cree encontrar en
el lenguaje. Veamos seguidamente las tres principales teorías acerca de la
verdad de la filosofía del siglo XX (no olvidemos que la verdad será entendida,
como no, como correspondencia, en este caso, como correspondencia entre el
lenguaje y los hechos):
Ø
La primera teoría importante de la verdad fue formulada por Russell y
recibe el nombre de doctrina de la verdad del atomismo lógico.
Para el atomismo lógico, las proposiciones
más básicas son como los átomos lógicos que corresponden a los hechos más
elementales que existen en la realidad: los datos de los sentidos (sense-data).
Un ejemplo de proposición atómica la
tenemos en la proposición deíctica “Esto es blanco” (una expresión deíctica es
aquella que nos sirve para referirnos directamente a algo, como si lo
estuviésemos señalando con el dedo).
A partir de estos átomos significativos (las
proposiciones deícticas), se van construyendo, a través de las reglas de la
lógica:
1º palabras (nombres como “nieve” y predicados como
“blanco”) que ya no se refieren sólo a los sense-data y
2º proposiciones más complejas o moleculares, como por
ejemplo la proposición “La nieve es blanca”, i. e. “Esto es nieve y esto es
blanco”), proposiciones que se refieren también a hechos más complejos que
pueda haber en el mundo.
Ø
La segunda teoría de la verdad, la más influyente de la tres, fue la
formulada por L.Wittgenstein en el Tractatus (la única obra que publicó
en vida, en concreto, en 1921).
La teoría de la verdad de Wittgenstein se denomina
“Teoría figurativa de la verdad”. Según Wittgenstein las proposiciones pueden
hablar con verdad acerca de los hechos porque pueden representar
figurativamente (esquemáticamente) a estos.
La figuración consiste en:
1º la existencia de una relación biunívoca entre los
elementos de la proposición y los objetos que componen el hecho del mundo acerca
del cual habla la proposición y
2º el isomorfismo en el modo como se estructuran, como
se ordenan, los elementos de la proposición y los objetos componentes del hecho
en cuestión).
Ø
Finalmente, la tercera y última teoría de la verdad fue la propuesta por
Carnap y el Círculo de Viena, es decir, la concepción de la verdad
característica del neopositivismo lógico. La verdad es entendida en términos de
verificación: la verdad consiste en el conjunto de operaciones a través de las
cuales comprobamos que lo que dice la proposición se ajusta a los hechos del
mundo. Y así, el significado de la proposición “Esto es una lámina de hierro”
es el conjunto de operaciones que realizamos para verificar que lo es
(“acercamos la barra a un imán y es imantada por ella”; “la lámina alcanza su
punto de fusión a los 1538 grados”, etc.).
Finalmente,
el lógico Tarski formuló en los años 30 la definición canónica de la verdad
propia de esta concepción logicista de la filosofía.
LOS
CRITERIOS DE VERDAD (de la verdad como correspondencia)
Acabamos
de explicar que la verdad es la correspondencia entre lo que afirma una
proposición (lo que significa) y los hechos.
Pues
bien, necesitamos criterios para poder comprobar que dicha correspondencia se
da y para medir y evaluar en qué grado se da esta. Vamos por lo tanto a
explicar la cuestión de los distintos criterios de verdad, lo cual nos servirá
también para explicar la cuestión de la necesidad de justificar la verdad.
¿Cuál es el
principal criterio de verdad, es decir, cuál es la forma fundamental de
justificar la verdad de una proposición?
A)
LA OBSERVACIÓN EMPÍRICA DIRECTA
La
observación empírica, los datos de los sentidos. Y así sabemos que la nieve es
blanca porque percibimos directamente tal cosa a través del conocimiento
directo o perceptivo de la realidad.
El
problema de la experiencia directa (más allá 1º de la cuestión de si podemos o
no fiarnos, si podemos o no confiar en los sentidos como fuente de información
que nos sirva para justificar la verdad de una proposición, es decir, para
justificar la verdad de nuestras creencias; y también 2º independientemente de la cuestión de si
los hechos brutos de la experiencia pueden justificar alguna creencia sin
requerir previamente ser interpretados, tal como demostró Wilfrid Sellars), el
problema de la justificación de la verdad de una proposición a través
simplemente de la experiencia ordinaria, es que ésta tiene unas extraordinarias
limitaciones.
¿Cuál es la más
importante limitación de mi experiencia sensorial?
La
más relevante limitación de mi experiencia sensorial es que de la mayoría de
los hechos que acontecen en el mundo no he tenido ni puedo llegar a tener
experiencia directa de ellos en el presente. En el caso de que sí la hubiese
tenido dicha experiencia directa al menos en el pasado tendría que hacer uso de
mi memoria y fiarme del funcionamiento de esta.
En
otros casos, debemos recurrir al testimonio fiable de otras personas que han
tenido dicha experiencia (y así sé, por ejemplo, que Moscú existe, aunque nunca
estuve allí).
B)
LOS INDICIOS (LA PRUEBA INDICIARIA)
Pero
el criterio más utilizado para justificar la verdad de una proposición cuando
no hemos tenido experiencia directa del hecho correspondiente es el de acudir a
los indicios directos, esto es, hacer uso de la denominada “prueba indiciaria”
o de indicios (a esa se recurre continuamente en los procesos judiciales de
carácter penal cuando no hay testigos directos de la comisión del delito: un
asesinato, un robo, una violación).
Expliquemos
seguidamente la prueba indiciaria, es decir, expliquemos cómo un indicio puede
servir de criterio de verdad de una proposición, cómo la prueba indiciaria
puede servir para justificar la verdad de lo que afirma una proposición.
¿Qué es un
indicio?
Una
huella, una señal, la huella que un determinado hecho (un hecho del que no
tengo ni he tenido, ni yo ni nadie, experiencia directa) ha dejado en el mundo.
La particularidad de esta huella, a diferencia del hecho que la ha producido,
es que de la huella, del indicio, sí volvemos a tener experiencia directa, cosa
que como sabemos en este caso no podemos tener del hecho correspondiente.
Recordemos
que todo hecho (ese hecho del cual habla la proposición cuya verdad estamos
comprobando) es un suceso en el mundo, un suceso que produce efectos en el
mundo, un suceso que tiene consecuencias, consecuencias que se manifiestan en
el mundo. Pues bien, un indicio es simplemente uno de esos efectos o
consecuencias que produce en el mundo el hecho o suceso acerca del cual habla
la proposición de la que estamos comprobando su verdad (es decir, de la que
estamos comprobando su correspondencia con los hechos). Como vemos el indicio
es una señal que señala el hecho que lo ha producido (del mismo modo que el
humo es una señal, un indicio del fuego, pues señala, indica que algo se
quema).
La
relación que existe por lo tanto entre un indicio y su hecho correspondiente es
una relación causal: el indicio es el efecto (uno de los múltiples efectos) que
tiene el hecho, que es su causa. Pues bien, la presencia del indicio requiere
ser explicada. Y explicamos el indicio cuando somos capaces de determinar su
causa. El indicio, por lo tanto, nos sirve para probar que el hecho que es su
causa realmente ha acontecido. Ejemplo: un pelo de Diana Quer que apareció en
el maletero del coche del Chicle es un indicio que prueba, que justifica “más
allá de toda duda razonable” el siguiente hecho y la verdad de la proposición
correspondiente: “Diana Quer fue secuestrada, violada y asesinada por el
Chicle”.
Como
bien vemos tenemos continuamente que recurrir a la prueba indiciaria para
reconstruir todos aquellos hechos de los que no hay ningún testigo directo.
C)
COMPROBACIÓN EXPERIMENTAL
El
pensamiento científico hace un uso muy particular de la prueba indiciaria: la prueba
indiciaria de la que hacen uso los científicos recibe el nombre de la
confirmación experimental. La confirmación experimental es el siguiente
criterio de verdad, la siguiente forma de justificar la verdad de una
proposición que vamos a explicar.
Tenemos
que tomar en consideración,
-
en primer lugar, que los científicos comprueban la verdad no de
proposiciones particulares (acerca de un hecho singular, como fue el asesinato
de Diana Quer), sino que comprueban la verdad de proposiciones generales, de leyes
que versan no sobre hechos singulares sino sobre regularidades (el ejemplo
canónico de lo que es una ley científica es la Ley de la gravedad de Newton).
-
la segunda peculiaridad del pensamiento científico es que en la mayoría de
las proposiciones científicas se hace uso de conceptos teóricos (un ejemplo es
fuerza de la gravedad, electrón, campo electromagnético…). El problema de los
conceptos teóricos es que denotan, se refieren a entidades inobservables
(entidades que ni se han percibido ni se percibirán jamás). El problema
indudablemente es cómo podemos confirmar la verdad de una proposición que habla
de electrones cuando nadie ha visto ni verá jamás tal cosa. Es la tópica
contraposición: MUNDO EXPLICACIONES CIENTÍFICAS / MUNDO OBSERVABLE
-
El tercer problema del pensamiento científico es que además de tener que
verificar proposiciones sueltas (leyes) también tiene interés en comprobar la
verdad de una teoría científica en bloque (una teoría científica es un conjunto
ordenado de proposiciones, de leyes científicas: un sistema teórico; el ejemplo
canónico de teoría científica es la mecánica newtoniana).
Pues
bien, los científicos evalúan la verdad de las proposiciones que formulan (esas
proposiciones reciben el nombre de hipótesis científicas) recurriendo como
criterio de justificación a la confirmación experimental.
¿Cómo se confirma
experimentalmente la verdad de una hipótesis científica?
El
científico supone que, si su hipótesis es correcta, verdadera, se tienen que
dar ciertas consecuencias (indicios científicos) en el mundo, consecuencias que
son empíricamente observables y que prueban, justifican la verdad de lo que
afirma dicha hipótesis. Ejemplo: el astrónomo ingles Halley haciendo uso de la
Ley de la gravedad de Newton predijo que el cometa que lleva su nombre
reaparecería en el firmamento 70 años después. Cuando tal cosa aconteció dicha
reaparición confirmó la validez de la Ley de la gravedad de Newton.
D)
CONSECUENCIAS PRÁCTICAS (CRITERIO PRAGMATISTA DE LA VERDAD)
El
último criterio de verdad que vamos a explicar es el criterio pragmatista de
verdad. El pragmatismo fue una corriente filosófica que surgió en USA a finales
del siglo XIX (los filósofos más importantes fueron Pierce, W. James, de quien
ya hemos hablado y Dewey, el padre de todo el sistema educativo
norteamericano). Para los pragmatistas la manera de comprobar la verdad de una
proposición, esto es, la correspondencia de la proposición con los hechos, es
evaluando las consecuencias prácticas de dicha proposición (de dicha creencia).
Podemos considerar que es verdadera aquella proposición o creencia que hace
posible la resolución de un problema práctico y, por lo tanto, dicha creencia
es verdadera por ser útil y beneficiosa (la verdad, la correspondencia de una
proposición se evalúa midiendo su utilidad y las ventajas que nos aporta).
Ejemplo:
la verdad de las leyes de la física queda justificada ya que gracias a ellas
construimos viaductos como el de Catoira y éstos no se vienen abajo. Otro
ejemplo: la verdad de la medicina científica (de las vacunas por poner el caso)
queda justificada por los efectos benéficos que tiene la vacunación de la
población al descender exponencialmente los contagios de una enfermedad.
Después de este inciso sobre los
criterios de la verdad entendida como correspondencia, volvamos de nuevo a la
teoría de la verdad, a explicar los distintas clases o tipos de verdad
existentes
C)
LA VERDAD EN LAS MATEMÁTICAS Y EN LOS SABERES NORMATIVOS (ÉTICA Y POLÍTICA)
Hasta
ahora hemos explicado en qué consiste la verdad de las proposiciones empíricas
(aquellas que hablan acerca del mundo). Expliquemos ahora en qué consiste la
verdad de las proposiciones matemáticas y, finalmente, la verdad de las
proposiciones referidas a valores (ético-políticas).
C1) VERDAD
COMO COHERENCIA (VERDAD MATEMÁTICA)
La
verdad de las proposiciones matemáticas
Pues
bien, ¿en qué puede consistir la verdad de una proposición matemática? (Las
proposiciones matemáticas no hablan sobre hechos o sucesos mundanos). La verdad
de las proposiciones matemáticas, por ejemplo, la verdad del Teorema de
Pitágoras, no puede consistir en la correspondencia ya que ello exigiría la
existencia de los entes matemáticos (tal cosa, solo lo han defendido los
filósofos de la antigüedad y no todos, solo los platónicos: Platón y sus
seguidores). En el siglo XX se mantiene que la verdad de una proposición
matemática se cifra en la coherencia (compatibilidad) de dicha proposición con
el resto de proposiciones del sistema teórico en el que se integra. Y así la
verdad del Teorema de Pitágoras consiste en que dicho teorema es coherente con
la totalidad de los teoremas que constituyen el sistema teórico denominado
Geometría euclidiana.
¿Qué
criterio utilizan los matemáticos para probar, justificar, que dicha coherencia
se da?
El
criterio es la deducibilidad (la demostración de dicho teorema a partir
de los axiomas y teoremas más básicos del sistema).
C2) VERDAD
COMO CONSENSO (VERDAD PRÁCTICA: ÉTICO-POLÍTICA)
La
verdad de las proposiciones que establecen valores ético-políticos
En
el caso de las proposiciones normativas, ¿en qué consiste la verdad de estas?
¿Cómo justifico que es verdadera la proposición que afirma la igualdad entre
hombres y mujeres? ¿Cómo podemos justificar la verdad de la afirmación “la
democracia es la forma de gobierno más justa”?
En
el caso de los saberes normativos, en el siglo XX, la verdad es entendida como
consenso, no como la adecuación entre un sujeto y un objeto (verdad como
correspondencia), sino como el acuerdo entre sujetos, el consenso acerca de lo
que es bueno y valioso.
El
criterio de verdad en este ámbito es que dicho acuerdo se lleve a cabo conforme
a las reglas de un diálogo democrático en el que pueden participar en igualdad
de condiciones todos los afectados para que así puedan defender sus legítimos
intereses.
LOS
GRADOS DE JUSTIFICACIÓN
Rematemos
nuestros apuntes sobre el conocimiento proposicional explicando los grados del
conocimiento. Existen tres grados de conocimiento, tres niveles en la
justificación de la verdad de una proposición (de una creencia):
-
Primer nivel – LA CERTEZA (saber): cuando justifico la verdad de una
proposición de un modo concluyente, alcanzo la certeza, la seguridad plena de
que dicha proposición es verdadera. Cuando estoy cierto de algo, mi
conocimiento se convierte en SABER y en él no existe la posibilidad de error
(por eso es imposible que sepa algo y que eso que sé sea falso). Este tipo de
conocimiento, la certeza, es el que siempre buscaron los filósofos (ya desde
Platón; Descartes lo busco más que ningún otro pues lo buscó metódicamente).
Hoy en día, consideramos que el conocimiento cierto o perfecto es una quimera
metafísica (un sueño irrealizable, inalcanzable, para la inteligencia humana)
-
Segundo nivel – LA CREENCIA (creer): cuando logro justificar una proposición no
de un modo concluyente pero sí al menos de un modo suficiente, mi conocimiento
alcanza el estado de la creencia. Si cuando sé “p” es imposible que “p” sea
falsa, cuando creo “p”, pienso que “p” es verdadera porque he aportado razones
que lo justifican (esas razones aportan una buena base que justifican la verdad
de “p”) pero cabe la posibilidad de que “p” sea falsa.
-
Tercer nivel – LA DUDA O IGNORANCIA (dudar, ignorar, no saber): el último grado
o estado en el que se puede encontrar el conocimiento respecto a la verdad es
el estado de duda o ignorancia. Dudo cuando no tengo razones para decantarme ni
por la verdad de “p” ni por su falsedad. Es un estado muy corriente por el que
pasamos y en el que nos encontramos en muchas ocasiones.
EN
CONCLUSIÓN - Hasta el siglo XX, se consideraba que la mente se puede encontrar
en tres estados dependiendo del grado en que se hubiese logrado justificar la
verdad de una proposición.
1º estado –
CERTEZA: cuando logramos justificar la verdad de una proposición de un modo
suficiente, podemos considerar que estamos seguros, ciertos, de la verdad de
dicha proposición y, por lo tanto, que sabemos que es verdad.
Por ello, cuando
alguien afirma que sabe algo, es imposible que eso que sabe sea falso (es
imposible que diga que sé “p” y luego que “p” sea falso).
Ejemplo: miro por
la ventana de mi cuarto y por ello sé que ahora no está lloviendo.
2º estado –
CREENCIA: cuando logramos justificar la verdad de una proposición aportando
razones o pruebas de su verdad, pero dicha justificación no es suficiente para
estar seguros completamente de la verdad de dicha proposición, nos encontramos
en un estado de creencia.
Por ello, cuando
afirmo que creo “p”, consideró que “p” es verdadero pero acepto que podría
equivocarme y ser falso.
Ejemplo: después
de comprobar que el suelo está mojado, afirmo que esta noche llovió (pudo haber
llovido, pero también pudo suceder que los suelos estuviesen mojados por haber
sido regados por el servicio de limpieza municipal; es por ello por lo que, aunque
creo que llovió, me puedo equivocar al respecto)
3º estado - DUDA:
cuando tengo razones del mismo peso que justifican “p” como su negación, mi
mente se encuentra en el estado de duda.
Ejemplo: de
repente se apaga la luz en mi cuarto (son altas horas de la madrugada y sólo mi
luz está encendida) y dudo acerca de si se habrá fundido la bombilla o habrá
saltado el diferencial (la bombilla ya estaba gastada y había parpadeado, pero
también creí escuchar un levísimo click en el momento en el que se fue la luz)
Nota - por cierto,
los escépticos son aquellos que extienden este estado de duda a toda posible
afirmación, incluso a aquellas que nos resultan más evidentes y por ello
afirmamos saber. Un escéptico no es el que afirma que nada es verdadero, sino
que nada es cierto, que no hay razones para creer más en la verdad de algo que
en su negación. ¿Por qué los escépticos razonan así? Porque no podemos fiarnos
de nuestras facultades cognoscitivas (ni de los sentidos, ni de la memoria, ni
de la inteligencia siquiera) ya que no sabemos cómo funcionan (de esto trata el
famoso experimento mental del “genio maligno” cartesiano).
¿Cómo se plantea esta cuestión de
los grados del conocimiento en la actualidad, es decir, en el siglo XX-XXI?
Para la filosofía del
siglo XX-XXI, más que hablar de grados de conocimiento se prefiere hablar de
los grados de lo razonable. El punto de partida es considerar que todo
pensamiento humano es una creencia. Pero no el mismo tipo de creencias: las
creencias pueden ser muy diferentes según lo razonable que sean. Se puede decir
que existe una escala de lo razonable de las creencias.
El punto de partida es
admitir que todas mis creencias sin excepción pueden estar equivocadas (para el
pensamiento del siglo XX no existe la certeza; detrás de una certeza no hay
otra cosa que una verdad lógica, una verdad analítica, una tautología, una
verdad por definición):
- en la parte superior
de la escala de las creencias están las creencias extremadamente razonables: la
creencia de que delante de mí tengo un folio en el que estoy escribiendo es una
creencia extremadamente razonable.
- el siguiente grado
de creencia está ocupado por las creencias muy razonables: por ejemplo, la
creencia de que los electrones existen, aunque no los veamos (a este tipo de creencia
pertenecen la mayoría de los conocimientos científicos).
- el tercer grado de
creencia es el de las creencias bastante razonables: por ejemplo, la creencia
de que hay otras formas de vida, incluso de vida inteligente, en algún lugar
del universo. No tenemos de que existe ningún tipo de vida ni de vida
inteligente extraterrestre, pero en virtud de nuestros conocimientos acerca de
cómo ha evolucionado la vida en la Tierra y sabedores de que en el universo hay
innumerables planetas parecidos al nuestro no es improbable dicha creencia.
- por debajo de este
grado de creencias, nos encontramos con las creencias bastante irrazonables:
por ejemplo, la creencia de que Elvis vive y todo lo relacionado con su
aparente muerte fue en realidad una conspiración (éstas serían las creencias de
aquellos que motejamos hoy en día de “terraplanistas”).
- la parte inferior de
la escala estaría ocupada por todas aquellas creencias que consideramos
extremadamente irracionales: por ejemplo, la creencia de que las hadas, los duendes
o las brujas existen.
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