jueves, 10 de noviembre de 2022

2º BACH - APUNTES ÉTICA-POLÍTICA ARISTÓTELES

 




ARISTÓTELES II – ANTROPOLOGÍA, ÉTICA Y POLÍTICA

La ética aristotélica

La ética es la reflexión más importante que llevó a cabo el Estagirita acerca de qué es o qué sea el ser humano (antropología) y acerca de cómo debe vivir (ética).

El fin de la vida humana es para A. la felicidad, la eudaimonía, y de ahí que la ética de A. sea una ética eudemonista o una ética de la felicidad (y no una ética de la justicia, como será, por ejemplo, la ética kantiana).

¿En qué consiste o dónde reside la felicidad para el ser humano?

Para la mayoría de las personas, la felicidad reside en los siguientes cuatro bienes (bien = cosa valiosa porque procura la felicidad):

-          El placer (los placeres carnales: los placeres del cuerpo)

-          El poder (la capacidad de imponer nuestra voluntad a la de otros)

-          La riqueza (la posesión de bienes económicos).

-          La fama (el prestigio o reconocimiento social).

Para A., éstas son concepciones erróneas, falsas, acerca de la felicidad humana. Entonces, ¿cómo podemos saber dónde reside la verdadera felicidad?

Para A. es fácil responder a esta cuestión. Basta con analizar la naturaleza, la esencia (la forma sustancial) del ser humano para encontrar la clave que nos indique dónde reside la verdadera felicidad.

Como sabemos, para A. la naturaleza de un ser es el principio (la fuente) de las actividades que le son propias. Por lo tanto, ¿cuál es la naturaleza del ser humano?, ¿cuáles son las actividades inherentes a la naturaleza, esencia o condición humana?

La actividad más propia del ser humano es vivir, pero no vivir la vida de una planta o de un animal, sino la vida propia de un ser racional, de un ser dotado de inteligencia. Es por ello que la actividad de la inteligencia es la más natural, la más intrínseca al ser humano, y así la verdadera felicidad del hombre residirá en la actividad de la razón.

La actividad racional, la vida de la inteligencia, es una facultad natural que tiene el ser humano. Esa facultad natural capacita al ser humano para hacer tres cosas principalmente:

1.       La contemplación, la teoría: conocer y comprender la realidad (aprehender las formas sustanciales de las cosas).

2.       La praxis (la acción política y moral):

a)       La acción ética: elegir la conducta más apropiada a las necesidades de la vida.

b)      La acción política: hacer posible la vida en sociedad (la convivencia pacífica y la cooperación social).

Estas tres capacidades naturales que tiene la inteligencia humana, la de pensar, elegir y convivir, pueden y deben ser perfeccionadas, es decir, desarrolladas.

¿Cómo pueden desarrollarse estas facultades?

A través de la adquisición de las virtudes.

¿Qué es la virtud? ¿Qué es una virtud para A.?

Una capacidad que no poseemos de un modo innato (no es una facultad natural, consustancial a nuestra naturaleza; nadie nace sabio, sino que nos hacemos sabios; nadie nace valiente, sino que nos hacemos valientes; nadie nace justo, sino que aprendemos a obrar con justicia), sino que adquirimos a través de un aprendizaje.

¿Cómo adquirimos estas nuevas capacidades que son las virtudes? ¿Cómo las aprendemos?

A través del ejercicio y de la práctica (ejercitando el pensamiento nos hacemos sabios; actuando con justicia nos volvemos justos; diciendo la verdad nos volvemos veraces… y también, diciendo mentiras, nos volvemos mentirosos, es decir, no virtuosos sino viciosos, etc.).

En conclusión, las virtudes no las tenemos por naturaleza, sino que debemos adquirirlas a través de la práctica.

¿Cuál es la función de las virtudes, su fin?

Perfeccionar y desarrollar, desenvolver hasta alcanzar su plenitud, las facultades naturales de las que estamos dotados, principalmente nuestras facultades racionales de conocer, elegir y vivir civilizadamente en sociedad. Como vemos, también en A. el término virtud (areté) sigue teniendo su significado original griego de “excelencia”.

Veamos ahora qué tipos de virtudes hay. Para A., hay que distinguir entre tres tipos de virtudes vinculadas con las tres funciones de la actividad de la razón (conocer, elegir y convivir):

1.       Las virtudes dianoéticas o virtudes del conocimiento.

2.       Las virtudes éticas o virtudes del carácter (nos ayudan a acertar en nuestras elecciones).

3.       La virtud política: la virtud de la justicia (hacen posible convivir civilizadamente, es decir, vivir en polis).

 

VIRTUDES DIANOÉTICAS

Por un lado, están las virtudes dianoéticas, las virtudes que perfeccionan nuestra razón cuando conocemos, cuando contemplamos. Son aquellas que capacitan para la realización de operaciones intelectuales (cognoscitivas) que van más allá del mero conocimiento sensorial animal. Las virtudes dianoéticas son cinco y coinciden con los cinco grados del saber:

-          El arte o tejné (los saberes técnicos o productivos, aquellos que nos enseñan a producir cosas; es el saber del médico que hace posible que sepa cómo producir salud).

-          La prudencia o phrónesis (el saber ético: el saber cómo aplicar un principio moral a las circunstancias del caso, por ejemplo, que no se le debe decir la verdad a un asesino que está buscando a su víctima).

-          La ciencia o epistheme (A. definirá la ciencia como la comprensión de algo a través de sus causas: comprender por qué un ser tiene tales o cuales propiedades, por ejemplo, por qué los delfines no tienen branquias, aunque son animales acuáticos).

-          La intuición o noús (es el conocimiento de los primeros principios de las ciencias: es decir, el conocimiento de la esencia de los seres).

-          La sabiduría o sophía (es el conocimiento del ente divino; la sabiduría es, por lo tanto, la filosofía primera entendida como teología o saber acerca del theos).

Según A., en el ejercicio del pensamiento, en la búsqueda del conocimiento y la verdad, reside la suprema felicidad para el ser humano. ¿Por qué? Porque un humano que piensa, que contempla, que teoriza, es como un dios, no necesitando de nada ni de nadie, llegando a ser, como los dioses, autárquico. La felicidad propia de los dioses se caracteriza por su absoluta autarquía: los dioses se bastan a sí mismos y, por eso, la actividad del theos consiste en ser un pensamiento autopensante, para así ser absolutamente autárquico y por ello alcanzar la total eudaimonia.

VIRTUDES ÉTICAS

Sin embargo, el ser humano no puede aspirar a alcanzar la felicidad de un dios porque la vida de un hombre tiene muchos otros aspectos de los que éste debe ocuparse:

1.       En primer lugar, el ser humano tiene un cuerpo y por ello la felicidad humana requiere:

§  de bienes como la salud, la integridad física,

§  o de bienes económicos y sociales, como un patrimonio o la buena fama (veremos cuando expliquemos la política que la búsqueda de estos bienes es lo que empuja al ser humano a asociarse con otros hombres y vivir en sociedad).

 

2.       En segundo lugar, el hombre además tiene que desplegar su acción en el mundo. Por ello, la gran función de la inteligencia humana, además del pensamiento, es la de ayudar al individuo a elegir correctamente cómo debe actuar. Esta es la función no teórica, sino práctica o ética de la inteligencia, la función de elegir la conducta adecuada (acertada).

Pues bien, las virtudes éticas son aquellas que ayudarán a la razón a elegir la conducta acertada (a elegir correctamente y así poder cumplir adecuadamente la razón con su función). A. estaba de acuerdo con que la clave de la elección correcta está en el conocimiento, en saber dónde reside el bien para el hombre (este planteamiento procedía de Sócrates, de su concepción intelectualista de la moral). Sin embargo, para A., a diferencia de Sócrates, no basta con conocer qué es el bien para elegir y realizar el bien (A. utilizaba siempre como ejemplo al “acrático incontinente”, el bebedor compulsivo que aun sabiendo hasta qué punto le daña su vicio, es incapaz de resistirse a él). Es necesario algo más que el ejercicio del pensamiento.

¿En qué consiste ese algo más?

En la posesión por parte del individuo de las virtudes éticas que van a permitir o facilitar que éste elija correctamente y, sobre todo, que actúe adecuadamente.

¿Por qué se denominan virtudes “éticas”?

Porque son las virtudes del carácter (del carácter o personalidad moral), y carácter se dice en griego ethos.

¿En qué consisten las virtudes éticas?

En disposiciones emocionales permanentes (a esta estructura emocional permanente la denominamos personalidad o carácter moral) que impulsan al individuo a obrar de modo correcto. A. se dio cuenta de que la principal causa del comportamiento humano son las pasiones (lo que la psicología actual denomina “motivación”). Comprendió también que la energía de las pasiones se puede poner al servicio de la felicidad humana, al servicio de la correcta elección, pero para ello es necesario que las pasiones fuesen reguladas por la razón.

¿En qué consiste dicha regulación?

En que la inteligencia ordene, equilibre, armonice y modere las pasiones (al fin y al cabo, que eduque las pasiones). No se trata ni de eliminar las pasiones ni de potenciarlas al máximo (estos dos extremos son perniciosos para el individuo: tanto el exceso pasional como la falta de pasión), sino en encontrar un justo medio, el justo medio pasional: un término medio entre dos extremos que hace posible que la pasión se torne virtud (virtud ética), es decir, que se convierta en el impulso emocional adecuado que empuje al individuo a elegir y a actuar correctamente. Expliquemos seguidamente la doctrina del justo medio.

 

¿Qué es la virtud moral o ética?

En palabras de A., “el hábito de elegir un justo medio relativo a nosotros tal como quedaría determinado por una regla de la que hiciese uso un hombre prudente”. Expliquemos punto por punto dicha definición:

1.       Hábito: significa “predisposición a actuar de un determinado modo”. Por ejemplo, si alguien tiene la virtud del trabajo, estará siempre predispuesto a trabajar, es decir, la virtud (del trabajo en este caso) le impulsa desde dentro de su ser (de su carácter o personalidad) a, sin esfuerzo, actuar de un determinado modo (ser laborioso).

 

2.       De elegir: la función principal de las virtudes es ayudarnos a elegir bien. Por ejemplo, la virtud de la justicia nos ayuda en la situación concreta que estamos viviendo a actuar con justicia, a elegir el acto justo (un profesor justo no es, según A., aquel que aplica inflexiblemente las normas evaluadoras que son sólo justas en abstracto, sino aquel que ajusta la regla a las particularidades del caso, y así por ejemplo está dispuesto a aprobar a un alumno porque las circunstancias del caso lo justifican).

 

3.       Un justo medio: la virtud se encuentra siempre en un punto medio, un punto de equilibrio entre dos extremos perjudiciales. Esos extremos lo son en ocasiones por defecto y en otras por exceso. Por ejemplo, la virtud de la generosidad es el justo medio entre dos extremos viciosos, uno por defecto como es la tacañería (la falta de generosidad), y otra por exceso como es la prodigalidad (prodigo es aquel que comparte y derrocha sin medida todos sus bienes; recordemos la parábola evangélica del hijo prodigo que dilapida la herencia de su padre en francachelas con sus amigos).

 

4.       Para nosotros: el justo medio es siempre relativo al individuo del caso que está eligiendo. Para A. no hay fórmulas magistrales aplicables por igual a todos los individuos y mismas situaciones por igual: el saber ético, el saber acerca del bien, no es un saber exacto como los saberes teóricos.

 

5.       Por una regla de la que hiciese uso un hombre prudente: finalmente, ¿quién establece dónde se encuentra el justo medio? Lo hace la razón, la inteligencia humana cuando reflexiona sobre esta cuestión con prudencia. Es decir, es la virtud intelectual (dianoética) de la prudencia la que debe guiar y regular las pasiones. Pero, ¿la prudencia de quién? La prudencia del sabio, del hombre prudente.

La política

La teoría política de A. es, sin duda, la parte más fácil de entender de su filosofía. Se puede resumir en cuatro grandes afirmaciones:

1.       El ser humano es social por naturaleza.

2.       La sociabilidad humana no es una sociabilidad gregaria o animal, sino cívica o política.

3.       La sociedad humana no es el reino del nomos, sino de la physis.

4.       La ciudad es anterior y superior al individuo.

 

1.       EL SER HUMANO ES UN ANIMAL SOCIAL

La definición más famosa de A. del ser humano es, junto a la de “animal racional”, la de “animal social” o “zoón politikón”. El hombre es social por naturaleza (A. estaba en contra de aquellas escuelas filosóficas como el cinismo que defendían que el estado natural del ser humano es presocial; y de ahí que se les denominase “cínicos”, la secta del perro, pues vivían como si fuesen animales, ajenos a todas las convenciones sociales).

¿Por qué el ser humano es social por naturaleza?

Porque según A. es la misma naturaleza del ser humano la que lo empuja a vivir en sociedad.

¿Cuál es la naturaleza del ser humano?

-          En primer lugar, el ser humano no es un dios y, por ello, no es autárquico. Esta carencia empuja al hombre a asociarse con otros hombres y fundar la sociedad con miras a la satisfacción de las necesidades de la vida (vivimos en sociedad para sobrevivir).

-          El segundo motivo por el que nuestra naturaleza nos empuja a vivir en sociedad es que somos seres racionales.

¿Qué implica ser racional?

La naturaleza nos ha dotado de lenguaje (de logos) y de una inteligencia con sentido de la justicia. Pues bien, como según A. la naturaleza no hace nada en vano, si la naturaleza nos ha hecho seres lingüísticos es porque quiere que vivamos en sociedad. Sólo dentro de la sociedad es posible la comunicación lingüística. Pero lo más importante aquí es el estar dotado de una inteligencia con capacidad para entender qué es lo justo.

 

2.       EL SER HUMANO NO ES UN ANIMAL GREGARIO

Decíamos en el apartado anterior que el ser humano tenía sentido de la justicia.

¿De qué le sirve esta capacidad?

Hace posible que el ser humano viva en una sociedad regida no por el instinto (como ocurre en las sociedades animales gregarias; gregario viene de “grey” que significa rebaño) ni por la fuerza o la violencia (como sucede en una sociedad de piratas o en cualquier forma aberrante o contranatura de sociedad humana, como por ejemplo acontece en imperios como el persa gobernados por un déspota oriental), sino por la capacidad del ser humano de cooperar pacíficamente haciendo uso de su sentido de la justicia.

Y es que, para A., la gran diferencia que existe entre la sociabilidad gregaria animal y la sociabilidad cívica o política característica del ser humano es que esta última no es resultado del instinto, sino el más extraordinario producto de la razón humana.

 

3.       LA SOCIEDAD ES UN ORGANISMO NATURAL

La sociedad no es el resultado de una convención artificial como defendían los sofistas (no es el reino del nomos), sino que la sociedad humana es la máxima expresión de la naturaleza racional del ser humano. El ser humano lleva impresa en su naturaleza su sociabilidad y, por ello, la sociedad es un producto de la naturaleza: un organismo natural más (es decir, una realidad que se ajusta a la naturaleza del ser humano).

Existen tres tipos de sociedades naturales:

a.       La familia: una familia es una sociedad humana formada por un grupo de personas cuya unión se basa en lazos de sangre. La finalidad (el telos) u objetivo de la sociedad familiar es la asistencia mutua y la reproducción.

b.       La aldea: esta sociedad es el resultado de la unión de varias familias que se unen para socorrerse mutuamente. Las sociedades simples, sociedades de agricultores y pastores, como eran aún todas las sociedades humanas en el neolítico, serían sociedades de este tipo.

c.       La polis: ésta es la forma más perfecta de sociedad humana. La polis es la sociedad civilizada, la que más se ajusta a la naturaleza humana porque es en ella y sólo en ella donde el ser humano puede, como ciudadano, alcanzar el pleno despliegue de su naturaleza racional.

Todos los restantes tipos de sociedades son antinaturales, aberrantes (aberrante significa en griego desviado), contranatura. El ejemplo máximo de ello es un gran imperio como el persa.

 

4.       LA ANTERIORIDAD DE LA CIUDAD CON RESPECTO AL INDIVIDUO

El bien del individuo se tiene que subordinar al bien de la comunidad, al bien común, porque la ciudad (el todo) es anterior y superior al individuo (la parte). Esta anterioridad y superioridad es efecto de que sólo la ciudad y no el individuo es autárquico. Esta autarquía de la ciudad no es solamente económica, sino fundamentalmente ética. Sólo dentro de la ciudad y gracias a ella puede desenvolver el individuo su humanidad, sus capacidades racionales.

¿Cómo la ciudad posibilita tal cosa?

Porque sólo en la ciudad, o por mor de la ciudad, el individuo puede convertirse en ciudadano y vivir como tal.

LA CONCEPCIÓN ARISTOTÉLICA DE LA JUSTICIA

Hablemos ahora del concepto de justicia.

-          JUSTICIA LEGAL

Desde una perspectiva política (justicia política), la justicia es para A. fundamentalmente la justicia legal, la justicia de las leyes y de las instituciones de gobierno de la ciudad: las leyes son justas porque manifiestan y expresan el bien común de la ciudad entera. La justicia legal regula la relación (los deberes) de cada individuo con su comunidad.

La virtud de la justicia consistiría en que el ciudadano tuviese el hábito de cumplir de buena gana, y no forzadamente, las leyes de la ciudad, así como de asumir como propios sus deberes cívicos, sus obligaciones para con sus conciudadanos.

Además de la justicia legal, existen otras dos formas de justicia:

-          JUSTICIA CONMUTATIVA

La justicia conmutativa es aquella que regula la relación de un individuo para con otro individuo y, por lo tanto, regula los intercambios económicos (“conmutare” significa en latín intercambio). También determina cuál es el castigo justo a la infracción de las leyes (justicia retributiva). Se basa en un criterio de igualdad aritmético: se debe dar (o castigar) en la misma cantidad en la que se recibe (o se ha dañado).

Una persona tiene la virtud de la justicia, desde la perspectiva de la justicia conmutativa, cuando da al otro lo que le debe.

 

-          JUSTICIA DISTRIBUTIVA

La justicia distributiva es la que regula la relación de la comunidad con cada uno de sus miembros pues es la que regula cómo y en qué medida se reparten en el seno de la polis los siguientes bienes comunitarios: los cargos públicos (las magistraturas), los honores y los beneficios. Aquí la regla de justicia es una forma de igualdad, pero no aritmética sino geométrica (proporcional): se debe dar a cada cual no por igual sino en proporción a su mérito.

LOS REGÍMENES POLÍTICOS

Finalmente, A. llevó a cabo una clasificación de los regímenes políticos atendiendo a un criterio cuantitativo y a otro cualitativo:

-          CRITERIO CUANTITATIVO: hay tres tipos de regímenes políticos dependiendo de cuantos gobiernen (uno, unos pocos o la mayoría).

-          CRITERIO CUALITATIVO: hay dos tipos de regímenes políticos dependiendo de si están orientados o no a la consecución del bien común (y dependiendo también de si el gobernante es imparcial, es decir, justo). Por ello, los regímenes pueden ser correctos, orientados al bien común y con gobernantes imparciales o incorrectos (lo contrario).

 

A través de la aplicación de estos dos criterios, se pueden dar los siguientes regímenes políticos:

GOBIERNAN                                     INCORRECTOS                      CORRECTOS 

                                                                      

Uno                                                    Monarquía                                          Tiranía

Unos pocos                                         Aristocracia                                        Oligarquía

La mayoría                                          República                                           Democracia


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