TEXTO SANTO TOMÁS
Aunque
la citada verdad de la fe cristiana exceda la capacidad de la razón humana, no
por eso las verdades racionales son contrarias a las verdades de fe. Lo
naturalmente innato en la razón es tan verdadero, que no hay posibilidad de
pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la
fe, ya que ha sido confirmado tan evidentemente por Dios. Luego como solamente
lo falso es contrario a lo verdadero, como claramente prueban sus mismas
definiciones, no hay posibilidad de que los principios racionales sean
contrarios a la verdad de la fe. Lo que el maestro infunde en el alma del
discípulo es la ciencia del doctor, a no ser que enseñe con engaño, lo cual no
es lícito afirmar de Dios. El conocimiento natural de los primeros principios
ha sido infundido por Dios en nosotros, ya que Él es autor de nuestra
naturaleza. La sabiduría divina contiene, por tanto, estos primeros principios.
Luego todo lo que esté contra ellos está también contra la sabiduría divina.
Esto no es posible de Dios. En consecuencia, las verdades que poseemos por revelación
divina no pueden ser contrarias al conocimiento natural.
TOMÁS DE AQUINO; Suma contra los gentiles,
Contextualización
del texto
El texto que seguidamente comentaremos fue escrito por santo Tomás.
Daremos comienzo a nuestro comentario contextualizando dicho texto en el
marco ideológico característico de la época en el que fue escrito.
Santo Tomás de Aquino es el
representante principal y la figura más destacada de la denominada “etapa
escolástica” de la filosofía cristiana. El nombre de “escolástica” deriva del
hecho de que esta filosofía fue elaborada y enseñada en las “universidades” o “escuelas
universitarias”, nuevos centros de cultura (enseñanza, reflexión y discusión
del saber de la época) que se terminaron convirtiendo en la gran institución
cultural de la Baja Edad Media.
Por lo que a la filosofía se
refiere, el hecho fundamental viene dado por la recepción y asimilación en el
ámbito universitario del pensamiento de Aristóteles. Los problemas y
dificultades de esta asimilación serán enormes, manifiestos en las sucesivas
prohibiciones del aristotelismo que culmina en la condena parisina del obispo
Tempier de 1277, tres años después de la muerte de santo Tomás.
Contextualizaremos ahora la
temática del texto en el marco del pensamiento del autor. Santo Tomás escribió dos
grandes obras en los que llevó a cabo una síntesis de sus principales doctrinas
teológicas: la Summa contra gentiles, obra de la que ha sido extraído el
texto, centrada en la refutación de las herejías y de otras religiones, y la Summa
theológica, obra inconclusa en la que expuso el grueso de sus doctrinas
filosóficas y teológicas. En ambas acotó los campos que corresponden a la
reflexión filosófica racional y a las creencias religiosas dogmáticas, es
decir, delimitó con claridad las áreas privativas de la razón y de la fe, así
como estableció un espacio de confluencia de ambas.
Este texto trata acerca de la
imposibilidad de que las verdades de razón y las verdades de fe sean
contradictorias, esto es, afirmen cosa opuestas y excluyentes entre sí,
independientemente del hecho de que las verdades reveladas exceden generalmente
las capacidades cognoscitivas de la razón humana.
Las razones que aduce el
Aquinate son las siguientes:
1º Las verdades de razón son de
suyo evidentes y por lo tanto no es posible siquiera pensar que sean falsas.
Por otro lado, las verdades de fe también son verdaderas, aunque en este caso
no por ser evidentes, sino en base a que han sido repetidamente confirmadas por
Dios. El argumento remata con la constatación de que, si las verdades de fe
afirmasen lo contrario que las verdades de razón, serían por definición falsas,
lo que es imposible por haber sido sancionadas como verdaderas por la autoridad
divina.
2º Todas las verdades que
aprehende la razón humana como evidentes forman parte de la misma Sabiduría
divina y han sido puestas por Dios mismo en nuestro entendimiento en tanto que
Él es el creador de nuestra alma racional. Por definición, Dios no puede
contradecirse a sí mismo, a su propia Sabiduría, revelándonos verdades que sean
contrarias a los principios contenidos en ella.
Ergo, lo que a través de la fe
conocemos por revelación divina no puede entrar en contradicción con ningún
principio de la razón natural.
Tema:
EL PROBLEMA RAZÓN/FE EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
No debemos olvidar que
el cristianismo no es una doctrina filosófica, sino una religión revelada, por
lo que nunca se pondrán en cuestión los principios fundamentales de dicha
religión (los dogmas) que vienen dados por la fe (la revelación se comunicó a
los profetas y a los apóstoles de Jesús, y todo lo que se les reveló se guardó
en las Escrituras, la Biblia).
El encuentro entre la filosofía y el
cristianismo se produce por dos vías:
1. En un ambiente
helenizado como era aquel en el que vivían los primeros cristianos, es
imposible que las concepciones filosóficas acerca del alma, del nous o
del logos, no influyesen en los pensadores cristianos de la época.
2. Aunque los primeros
filósofos cristianos rechazaban la filosofía griega por pagana y vana,
finalmente los Padres de la Iglesia decidieron que se podían reinterpretar
muchas doctrinas filosóficas griegas en clave cristiana, es decir, que se podía
cristianizar a algunos filósofos griegos.
3. Finalmente, los
Padres de la Iglesia se vieron obligados a hacer filosofía para así poder:
a) Enfrentarse a los
sistemas doctrinales rivales al cristianismo: el neoplatonismo y el estoicismo.
b) Mantener la unidad
de la doctrina cristiana frente a las herejías de la época (la gnosis y el
arrianismo).
c) Resolver y dar
solución a las paradojas que planteaban algunos de los dogmas (Ejemplo: Dios es
uno y trino, la doble naturaleza de Jesús, etc.).
Y es aquí donde va a
surgir el problema entre la filosofía griega y la religión cristiana.
¿Qué ocurre si la fe y
la filosofía mantienen doctrinas contradictorias acerca de un mismo asunto?
¿Cuál de ambas está en lo cierto?
Esta situación es
totalmente plausible, ya que la filosofía es la búsqueda de la verdad a través
de la razón, de la observación y de la argumentación, mientras que el
cristianismo lo es a través de la fe, es decir, el cristiano no investiga, sólo
escucha la voz de Dios que le revela la verdad. Además, la fe es una virtud
teologal, una gracia o don divino y que, por lo tanto, no depende del esfuerzo
humano, como ocurre en la filosofía.
En esta situación no
les quedará más remedio a los filósofos cristianos que separar las verdades que
corresponden a la fe y a las que corresponden a la razón. Este problema ha sido
uno de los fundamentales en el pensamiento cristiano. Vamos a estudiar las
distintas posturas que se han mantenido acerca de esta cuestión:
-
de un Padre de la Iglesia latino como fue san
Agustín de Hipona.
-
de un importante teólogo y filósofo musulmán,
comentador de Aristóteles: Averroes.
-
del teólogo escolástico (universitario)
medieval: santo Tomás de Aquino.
-
de la última de las grandes corrientes
filosófico-teológicas medievales: el nominalismo.
SAN AGUSTÍN
En San Agustín no hay
una demarcación clara entre la fe y la razón, y tampoco parece interesarle.
Cuando trata la cuestión lo hace desde su experiencia personal. San Agustín
considerará:
1. En un primer
momento, la filosofía, la razón, va a ayudar al hombre a encontrar la fe, a
hacerse cristiano: la filosofía muestra la incapacidad de la razón humana para
encontrar por sí misma la verdad (justo esto es lo que le ocurrió a él en su
peripecia vital; en su juventud comenzó a adhiriéndose a distintas doctrinas
filosóficas que no terminaron de convencerle).
2. La búsqueda
filosófica remata en el momento de su conversión al cristianismo, algo que es
sólo posible cuando se recibe la gracia divina de la fe (san Agustín se
convirtió al cristianismo a los 32 años de edad en Milán en el año 356). El
obispo de Milán, san Ambrosio, convenció a San Agustín de que leyese la Biblia.
La primera lectura lo habría dejado insatisfecho, ya que la letra de la Biblia
le parecía algo que sólo podía creer un demente; en su segunda lectura,
siguiendo las pautas de San Ambrosio, llevó a cabo una lectura alegórica; por
efecto de dicha lectura se produjo su conversión. En su libro de memorias
“Confesiones”, San Agustín relata el momento de la conversión como una llamada
divina. Estando en el huerto de su casa escuchó unas palabras que atribuyó a
Dios “Tolle, lege” (Toma, lee) que le invitaban a que abriese la Biblia por un
punto al azar. Obedeció y justo el fragmento que leyó era una invitación a la
conversión al cristianismo.
3. Una vez en posesión
de la verdad, una verdad que no se puede alcanzar a través de la filosofía,
sino solo a través de la fe, la función de la razón será ayudar a entender e
interpretar esa verdad.
En conclusión, para
san Agustín la razón tiene que estar subordinada a la fe. Este planteamiento
agustiniano va a tener una gran influencia en el pensamiento cristiano
medieval, ya que se considerará que la filosofía, la cultura en su conjunto,
tiene que estar subordinada a la teología (la filosofía es por ello una criada
de la teología, una “ancillae theologiae”).
AVERROES
Con Averroes, filósofo
musulmán nacido en Córdoba en el siglo XII, se produce el primer intento de
demarcación o separación entre la fe y la razón (es el primero en considerar
que la filosofía no debe estar subordinada a la fe) ¿Cómo? Para Averroes
existen 3 grados de conocimiento:
1. La razón, la
filosofía, es la forma suprema de conocimiento, exclusiva de los doctos, de los
sabios.
2. La teología, que
entremezcla fe y la razón, es un grado más bajo que el conocimiento filosófico.
3. La fe es la forma
inferior de conocimiento ya que se basa en la imaginación, no en la
especulación (es una forma de conocimiento para los hombres indoctos,
incultos).
AVERROISMO LATINO
¿Quiénes fueron los
averroístas latinos?
Los seguidores de
Averroes (averroístas) de la universidad de París (de la cristiandad latina,
aquella que habla en latín, no de la cristiandad griega), en los siglos
XII-XIII.
Defienden la “doctrina
de la doble verdad”. Según esta doctrina, la fe y la razón pueden afirmar
cosas contradictorias. Ejemplo: La razón afirma que el universo es eterno y la
fe que ha sido creado por Dios. Ambas, aunque contradictorias son verdades.
¿Por qué? Porque hay dos tipos de verdad (para la razón, la verdad es el
carácter eterno e increado del universo, y para la fe, la verdad es que el
universo ha sido creado).
SANTO TOMÁS DE AQUINO
Para santo Tomás no
puede haber contradicción entre fe y razón tal y como afirmaban los averroístas
con su doctrina de la doble verdad. ¿Por qué? Ambos, tanto la razón como la fe,
son dones divinos.
Sin embargo, hay una
clara demarcación entre fe y razón:
a) Las verdades de fe
proceden de la revelación; las de la razón de la argumentación.
b) La fe tiene
competencia exclusiva sobre los artículos de la fe, las verdades sobrenaturales
(aquellos necesarios para la salvación de nuestra alma); la razón tiene
competencia exclusiva sobre las verdades naturales.
c) Sin embargo, razón
y fe tienen un campo común, verdades que pueden ser tratadas tanto por la fe
como por la razón: son los preámbulos de la fe. Son algunas verdades
metafísicas, como por ejemplo que Dios existe, o que el alma es inmortal, o que
el mundo ha sido creado.
OCKHAM Y EL
NOMINALISMO
Es imposible la
conciliación entre la fe y la razón. No hay zona de intersección. Para Ockham
(filósofo inglés del siglo XIV) no es posible una teología racional: no se
puede demostrar racionalmente ni la existencia de Dios ni la espiritualidad o
inmortalidad del alma.
La pretensión más
profunda de Ockham era liberar a la religión cristiana de la filosofía griega.
Ockham vivió en el siglo XIV en el momento de la máxima confrontación entre el
emperador alemán y el Papa. Su nominalismo será un factor decisivo para que dos
o tres siglos después, se produzca la reforma protestante y la revolución
científica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario