Ya
que todo conocimiento y elección tienden a un bien, expongamos, para resumir,
qué es aquello a lo que decimos que tiende la Política y cuál es el más elevado
de todos los bienes que se alcanzan mediante la acción. Pues bien, sobre el
nombre hay prácticamente acuerdo por parte de la mayoría: tanto la gente como
los hombres cultivados le dan el nombre de “felicidad” y consideran que “bien
vivir” y “bien-estar” es idéntico a “ser feliz”. Pero sobre la felicidad —qué
cosa es— ya disputan y la gente no lo explica de la misma manera que los
sabios. En efecto, unos la consideran una de las cosas visibles y manifiestas,
como el placer, la riqueza o el honor; otros, otra cosa —y a menudo una misma
persona la tiene por cosas diferentes: la salud, cuando está enfermo, y la
riqueza cuando es pobre—. Mas si son conscientes de su propia ignorancia,
admiran a los que dan una explicación imponente y superior a ellos: algunos
pensaban que, además de todos esos bienes, existe otro por sí mismo, el cual es
causa de que todos ellos sean bienes.
En
fin, quizá resulte vano investigar todas las opiniones y sea suficiente hacerlo
con las más destacadas o las que parecen admitir alguna clase de argumentación.
Mas no debe pasarnos inadvertido que hay diferencia entre los argumentos que
proceden de los principios y aquellos que conducen a los principios. Ya Platón
se cuestionaba esto correctamente y trataba de indagar si el método consiste en
partir de los principios o ir hacia los principios —lo mismo que en la carrera
del estadio: desde los árbitros hacia el extremo o al revés—.
Desde
luego hay que comenzar por las cosas cognoscibles; pero éstas son de dos
clases: cognoscibles para nosotros y en sentido absoluto, por lo que quizá
debemos comenzar por las cosas conocidas para nosotros. Por eso debe tener una
buena educación en sus costumbres aquel que se dispone a oír con suficiencia
sobre el bien y lo justo —y, en general, sobre Política—. Porque el principio
es el “qué”, y si éste quedara suficientemente claro, no hará ninguna falta el
“porqué”. Y una persona así ya tiene, o podría captar fácilmente, los
principios. En cambio, aquel que carece de ambas cosas, que escuche las
palabras de Hesíodo:
De
todos el mejor es éste: quien lo comprende todo por sí mismo; bueno, a su vez,
quien obedece al que bien dice. Mas quien no comprende por sí mismo ni,
oyéndoselo a otro, lo pone en su interior, éste es, por su parte, un hombre inútil.
ARISTÓTELES, Ética a
Nicómaco
Pasemos a analizar el texto. El texto trata sobre dos
cuestiones estrechamente vinculadas, pero de carácter distinto, la primera de
índole práctica (referida a un tema de naturaleza ética o política, esto es,
cuál es el bien que es objeto de la ciencia y el arte político) y la segunda de
tipo epistemológico (relacionada con la determinación del método más adecuado
para alcanzar el conocimiento de dicho bien). Veamos seguidamente ambos
extremos:
1º Aristóteles, en el primer párrafo del texto, se
pregunta acerca de ese bien común, final y supremo al que se encaminan todos
los actos del ser humano y que es el objeto de la política. Considera que hay
acuerdo unánime acerca de, al menos, la palabra que lo nombra, “felicidad”. En
lo que por el contrario no hay consenso es en determinar el contenido de ésta.
2º El segundo párrafo trata acerca de la cuestión
epistemológica de cuál es el mejor método para conocer en qué consiste dicho
bien, si aquel que parte de los principios de la ciencia política (principios
que definirían estrictamente cuál es la esencia de la felicidad y que son lo
más claro en cuanto al contenido del asunto tratado pues intentan determinar su
esencia) o por el contrario el proceder acertado es aquel que, reconociendo
nuestra ignorancia al respecto (acerca de qué es la felicidad) se eleva hasta
dichos principios partiendo de aquello que es más claro y conocido para
nosotros, las opiniones comúnmente aceptadas de lo que es “feliz y hermoso”.
Aristóteles termina
decantándose por esta segunda opción, haciendo de dicha opinión común acerca de
cuáles son las conductas, las costumbres y los sentimientos dignos y honrosos,
el punto de partida de una investigación que se encamina hacia la dilucidación
y esclarecimiento de aquello que es su principio y causa, o lo que es lo mismo,
de cuál es la esencia de la felicidad.
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