TEXTO DE “ÉTICA A NICÓMACO”: SOBRE LA FELICIDAD
1º PARTE
2.
Pero, claro está, si en el ámbito de nuestras acciones existe un fin que
deseamos por él mismo —y los otros por causa de éste— y no es el caso que
elegimos todas las cosas por causa de otra (pues así habrá un progreso al
infinito, de manera que nuestra tendencia será sin objeto y vana), es evidente
que ese fin sería el bien e, incluso el Supremo Bien. ¿Acaso, entonces, el
conocimiento de éste tiene una gran importancia para nuestra vida y
alcanzaremos mejor lo que nos conviene como arqueros con un blanco?
Si
ello es así, habrá que intentar captar, al menos mediante un bosquejo, cuál es
este fin y a cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que
pertenece a la más importante y a la directiva por excelencia, y es manifiesto
que ésta es la Política, pues es ella la que ordena qué ciencias tiene que
haber en las ciudades y cuáles debe aprender cada uno y hasta dónde. Y vemos
que las facultades más estimadas caen bajo ésta, como la Estrategia, la
Economía y la Oratoria.
Y
como ésta [la política] se sirve del resto de las ciencias e incluso establece
sobre qué se debe hacer y de qué cosas hay que abstenerse, el fin de ésta
incluiría los de las demás, de manera que éste sería el bien propio del hombre.
Porque si es el mismo para un individuo y para un Estado, mejor, desde luego, y
más perfecto parece ser el Estado como para obtenerlo y conservarlo: es
deseable incluso para un solo individuo, pero mejor y más divino para un pueblo
y para los Estados. Pues bien, nuestra investigación apunta a esto y, en cierto
modo, atañe a la Política. (…)
El texto de Aristóteles que se
nos pide que comentemos, entresacado de su “Ética a Nicómaco”, postula que el
bien supremo de la vida humana es de naturaleza política y no es otro que el
bien de la Ciudad. Analicemos punto por punto la argumentación seguida por el
Estagirita.
1º Aristóteles, a la búsqueda de la regla que debe
dirigir nuestra conducta, establece la necesidad de conocer el fin último cara
el cual se orientan todos nuestros actos. Considera que dicho fin último:
a) es el único fin, entre los
múltiples a los que aspira el hombre, querido por sí mismo y no por lo que con
él se pueda conseguir.
b) es la meta común en vista a la
cual todos los demás fines particulares son buscados.
c) es
el objetivo último que dota de sentido a la existencia del hombre y permite que
ésta no se convierta en una pasión inútil (una tarea estéril y vana).
2º Aristóteles considera que
dicho fin último, fin común en el que confluyen todas nuestras aspiraciones y
deseos, no es sólo un bien, sino que es el bien en sí mismo, el bien supremo de
la vida humana.
3º El conocimiento de en qué
consiste dicho bien es indispensable para que el ser humano sepa cómo debe
comportarse para vivir virtuosamente, excelentemente, cual arquero que quiere
acertar en el blanco.
4º Seguidamente, Aristóteles
se pregunta a qué ciencia (y arte) puede corresponder el estudio de dicho bien
supremo. Dicho saber práctico supremo (“soberano”) no es otro que la ciencia
política cuyo objeto no es pues otro que el bien supremo del hombre.
5º ¿Por qué la ciencia política? Aristóteles
entenderá que dicho bien supremo no puede ser el bien de un hombre solo o el de
unos pocos, sino que lo “más bello y divino”, lo más noble y digno, es la
procura del bien de toda una entera comunidad humana, el bien común de la
Ciudad (objeto de estudio último de la ciencia política).
No hay comentarios:
Publicar un comentario