Hola a todo el mundo!
Una pregunta. Estaba esperando a que me comenzaseis a mandar recensiones y el trabajo de Leibniz/Voltaire pero prácticamente nadie lo ha hecho. !Me estoy perdiendo algo! Por favor, si tenéis algo que comentarme al respecto escribidme el correo correspondiente al correo del departamento.
Como os dije la semana pasada (espero que vieseis el aviso), la dirección nos ha pedido que os espaciemos más las tareas (ya que os estamos sobrecargando de trabajo). Así que el trabajo de Hegel (y su recensión) pasa para el próximo lunes 18.
Hoy prácticamente rematamos con esta unidad. En cuanto hayamos acabado con ella, me podéis mandar vuestros apuntes al correo.
Os invito a que sigáis visualizando los vídeos sobre lógica colgados en el canal de youtube cotarelofilosofia
- Lógica aristotélica I
- Lógica aristotélica II
- Cuadrado de oposición
EL PROBLEMA
DE LA CERTEZA DEL CONOCIMIENTO
Expliquemos haciendo uso de un ejemplo que asunto nos
traemos entre manos. Como bien podemos imaginarnos, la proposición “Dios
existe” es o verdadera o falsa (tiene que ser verdadera o falsa; no hay una
tercera posibilidad como establece el principio lógico de tercio excluso o “tercero excluido”, es decir, o existe o no
existe). Como bien podemos imaginar, la proposición es verdadera si de hecho
Dios existe en la realidad (aunque sea fuera del universo físico, tal como
creen judíos y cristianos) y falsa si tal cosa no sucede (si Dios sólo existe
en mi imaginación). Pues bien, en clase respecto a esta cuestión los alumnos
mantienen tres actitudes distintas:
1º ACTITUD:
-
Pedro,
Raquel y Sofía afirman que saben que es verdad que Dios existe (son creyentes
convencidos).
-
José, Irene
y Alba afirman que saben que es falsa dicha afirmación (son ateos militantes).
2º ACTITUD:
-
Carlos,
Alberto y Blanca creen que es verdad (creyentes tolerantes).
-
Amelia,
Roberto y Ana creen que es falso (ateos no militantes).
3º ACTITUD:
-
Luis y María
no son capaces de decidirse al respecto: dicen que dudan tanto de lo uno como
de lo otro (agnósticos).
Pues bien, Pedro, Raquel, Sofía, pero también José,
Irene y Alba dicen estar seguros de lo que piensan (aunque no piensan lo mismo
sino lo contrario: unos están seguros de la existencia de Dios y los otros de
su falsedad). A esta actitud de seguridad ante lo que se dice se la denomina certeza
(todos ellos están ciertos de que Dios existe o de que no existe).
Por el
contrario, Carlos, Alberto y Blanca se decantan por creer que Dios existe
mientras que Amelia, Roberto y Ana lo hacen por lo contrario. La diferencia con
sus compañeros anteriores es que su actitud no es ya de convencimiento
absoluto sino sólo de confianza razonable: por distintas razones se
decantan por una opción porque les parece la más verosímil, la más plausible.
Finalmente, tenemos el caso de Luis y María que no se
atreven como los anteriores, aun no estando seguro de ello, a apostar por la opción
que les parece más probable manteniéndose en una actitud de indefinición (del
estilo del que en una encuesta responde “no sabe, no contesta). Para ellos, tan
verosímil (o inverosímil) es afirmar que Dios existe como que no existe.
NOTA
ACLARATORIA: ¿de qué depende nuestra actitud cognoscitiva? Según Descartes, el
padre de la “duda metódica”, es un acto de voluntad.
Pues bien,
ante la verdad (o falsedad) de cualquier p
caben tres actitudes:
1º LA
CERTEZA: Sé que p es
verdadero (y que no p es falso).
2º LA
CREENCIA (U OPINIÓN): Creo que p es
verdadero (y que no p es falso).
3º LA DUDA: Dudo
sobre la verdad o falsedad de p (no
me atrevo ni siquiera a defender la probabilidad de la verdad o de la falsedad
de p).
LA CERTEZA:
Para entender qué es la certeza, previamente tenemos
que explicar qué es el saber.
¿Qué es el saber?
“Sé que p”
cuando 1º tengo razones suficientes que justifican la verdad de p y además 2º p es verdadero.
Pues bien, cuando considero que he alcanzado el saber
sobre algo, me invade un sentimiento, una emoción: el sentimiento de certeza,
de seguridad psicológica de que sé algo, de que estoy ante una verdad.
NOTA: la verdad es peligrosa porque a veces creo que
estoy cierto ante algo cuando en realidad me estoy engañando. De ahí, la
prudencia de los escépticos. Los escépticos (escépticos moderados, no radicales
como Pirrón) como Hume o Montaigne niegan la posibilidad de alcanzar verdades
más allá de los estrechos márgenes de la experiencia. Para ellos, no es que no
exista la verdad (no son nihilistas epistemológicos como algunos sofistas, ni
siquiera relativistas) sino que es imposible en la mayoría de los casos saber
que p es verdadero. ¿Por qué? Porque
las razones que aporto para avalar la verdad de p nunca son suficientes para probar tal verdad al 100%. De
ahí que la fórmula que resume la posición de los escépticos sea la siguiente:
“En la mayoría de los casos, cuando creemos que poseemos la verdad debemos saber
que sólo lo creemos, no creer que lo sabemos” (Comte-Sponville, tomado de Jules
Lequier).
LA CREENCIA:
¿Qué es creer?
“Creo que p”
cuando tengo razones que justifican a p
pero dichas razones no son suficientes para estar seguros de si p es o no verdadero.
Hay dos tipos
de creencias: fuertes y débiles (la fortaleza o debilidad de una creencia
depende de que dichas razones sostengan una probabilidad alta o baja de la
verdad de p).
NOTA: debemos tener presente que la epistemología
contemporánea, como veremos en la próxima unidad dedicada al conocimiento
científico, considera que el conocimiento científico es sólo creencia, pero no
una creencia cualquiera sino la más sólidamente fundamentada de todas las que
el ser humano ha ido elaborando a lo largo de la historia; por el contrario,
cuando la creencia es débil la consideramos como una mera opinión, una
creencia con poco fundamento.
LA DUDA:
¿Qué es
dudar?
Cuando no
tengo razones para creer que p es
verdadero ni tampoco para creer que es falso, o lo contrario (tengo razones
para creer que es verdadero, pero también para creer que no lo es), me
encuentro en un estado dubitativo, una situación en la que fluctúo entre las
dos posibles opciones por lo que finalmente no me pronuncio a favor de ninguna
de ellas (por ejemplo, la actitud del agnóstico ante la existencia de Dios es
de duda: no se pronuncia ni a favor de ninguna de las dos opciones ni siquiera
como una posibilidad verosímil).
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