KANT, texto 3 Crítica de la razón pura I
No hay duda alguna de que todo nuestro
conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a
actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros
sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en
movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones,
para enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de
las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos
denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún
conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella.
Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso
procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo
conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las
impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente
motivada por las impresiones) a partir de sí misma. En tal supuesto, no
distinguiríamos esta adición respecto de dicha materia fundamental hasta tanto
que un prolongado ejercicio nos hubiese hecho fijar en ella y nos hubiese
adiestrado para separarla. Consiguientemente, al menos una de las cuestiones
que se hallan más necesitadas de un detenido examen y que no pueden despacharse
de un plumazo es la de saber si existe semejante conocimiento independiente de
la experiencia e, incluso, de las impresiones de los sentidos. Tal conocimiento
se llama a priori y se
distingue del empírico, que tiene fuentes a posteriori, es decir, en la
experiencia.
KANT, Crítica de la razón pura (1787), trad. de P.
Ribas, Madrid, Alfaguara, 1978, Introducción, I (Distinción entre el
conocimiento puro y el empírico), pp. 41-42
Análisis del texto
Seguidamente vamos a
dar paso al análisis del texto propuesto, un fragmento de la “Crítica de la Razón Pura”. Comenzaremos
nuestro análisis contextualizando la temática del texto en el pensamiento
del autor. La obra de Kant se divide en tres periodos: precrítico, crítico
y postcrítico. La obra que aquí nos ocupa es la más importante de todas las que
escribió no sólo en su periodo crítico sino a lo largo de su vida. En ella,
Kant expuso los principios y principales consecuencias filosóficas de su
“Idealismo trascendental”, es decir, de su novedosa forma de entender la
filosofía teórica y la ontología como crítica de la razón.
1º En este texto, Kant parte de la negación de la
existencia de ningún conocimiento a priori, anterior a la experiencia (en el
sentido de ningún conocimiento procedente de ideas innatas a la mente como
defendía la corriente racionalista cartesiana del siglo XVII).
2º Todo conocimiento comienza por la experiencia.
La experiencia, la representación sensible de los objetos, es, por lo tanto, la
forma más básica y primaria de conocimiento de lo real por parte del ser
humano. ¿Por qué? Porque cuando los objetos afectan nuestros sentidos:
1º se producen automáticamente las impresiones
sensibles y sólo
así
2º se pone en marcha la actividad
intelectiva.
El
resultado de la aplicación de dicha actividad intelectiva a la materia
bruta de las impresiones sensibles (consistente en comparar impresiones, uniéndolas
o separándolas) es el
conocimiento empírico o experiencia.
3º Ahora bien, el que todo conocimiento comience
con la experiencia (las impresiones sensibles y la actividad del entendimiento)
no significa que todo el conocimiento proceda de la experiencia. ¿Por qué? El que dicha
actividad del entendimiento sea activada por las impresiones sensibles no
significa que su contenido (el contenido de dicha actividad) consista en
impresiones sensibles (el contenido de dicha actividad consiste no en
“impresiones sensibles” sino en los “nexos” que permiten relacionar impresiones
conectándolas o desvinculándolas).
4º La cuestión que, para Kant, debe ser objeto de
un minucioso análisis crítico es la de si existe o no dicho contenido puro, un conocimiento que sería por
ello fruto de la espontánea actividad del entendimiento.
5º En conclusión, en este texto Kant se propone
analizar si el contenido de dicha actividad intelectiva (los “nexos” o
categorías del entendimiento de los que antes hablábamos) puede ser considerado como un conocimiento
producido por ella misma, al margen de la experiencia, es decir, un
conocimiento a priori (aunque
en un sentido muy distinto al que tenía para los racionalistas cartesiano que,
como vimos en la 1º idea de nuestro análisis, defendían también la existencia
de ideas innatas a la mente). Al contrario, las impresiones sensibles producidas por la experiencia
(en el sentido de que son el resultado de que nuestros sentidos sean afectados
por los objetos), son a posteriori.
Pasemos seguidamente a
aclarar algunos de los términos más relevantes que aparecen en el texto.
-
la materia bruta de las
impresiones sensibles: las impresiones
sensibles antes de ser espacio-temporalizadas, es decir, antes de presentarse
como “fenómenos”.
-
conocimiento de los
objetos que llamamos experiencia: las impresiones
sensibles después de haber sido espacio-temporalizadas, es decir, las
impresiones sensibles tras ser convertidas en “fenómenos”.
-
de lo que nuestra propia
facultad cognoscitiva produce por sí misma: Kant se refiere a las intuiciones puras
de la sensibilidad, es decir, a las formas a priori
espacio/ tiempo y a las categorías
-
a priori: locución latina (“con anterioridad”) referida a aquello que es
anterior e independiente de la experiencia.
-
a posteriori: locución latina (“con posterioridad”) por medio de la cual nos
referimos a todo aquello que procede de la experiencia.
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