lunes, 16 de marzo de 2020

2º BACH ADULTOS SELECTIVIDAD KANT TEXTO 5


KANT, texto 5 Fundamentación de la metafísica de las costumbres I
 Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. (…) La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. (…) Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma, de una voluntad buena sin ningún propósito ulterior, tal como ya se encuentra en el sano entendimiento natural, sin que necesite ser enseñado, sino más bien explicado, (…) vamos a considerar el concepto del deber (…) El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. (…) Así, pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento determinante en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos —el agrado del estado propio, o incluso el fomento de la felicidad ajena— pudieron realizarse por medio de otras causas, y no hacía falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede, sin embargo, encontrarse el bien supremo y absoluto. Por lo tanto, no otra cosa, sino sólo la representación de la ley en sí misma —la cual desde luego no se encuentra más que en el ser racional—, en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está presente ya en la persona misma que obra según esa ley, y que no es lícito esperar de ningún efecto de la acción. Pero ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, aun sin referirnos al efecto que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda llamarse buena en absoluto y sin restricción alguna? Como he sustraído la voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general —que debe ser el único principio de la voluntad—; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal. Aquí es la mera legalidad en general —sin poner por fundamento ninguna ley determinada a ciertas acciones— la que sirve de principio a la voluntad, y tiene que servirle de principio si el deber no ha de ser por doquiera una vana ilusión y un concepto quimérico; y con todo esto concuerda perfectamente la razón vulgar de los hombres en sus juicios prácticos, y el principio citado no se aparta nunca de sus ojos.
 KANT; Fundamentación de la metafísica de las costumbres, trad. de M. García Morente, México, Porrúa, 1977, Cap. I (Tránsito del conocimiento vulgar de la razón al conocimiento filosófico), pp. 21-27
Seguidamente vamos a dar paso al análisis del texto propuesto, un fragmento de la “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”. Comenzaremos nuestro análisis contextualizando la temática del texto en el pensamiento del autor. La obra de Kant se divide en tres periodos: precrítico, crítico y postcrítico. La obra que aquí nos ocupa pertenece a su periodo crítico y es la más importante de todas las que escribió en el ámbito de la reflexión moral. En ella, Kant expuso los principios fundamentales de la moralidad desde la perspectiva de su original y novedosa concepción formalista de la ética.

1º Lo único que hay en el mundo que puede ser considerado bueno en sí mismo (“digno de la más alta estimación”), de un modo absoluto e incondicionado, es la voluntad propia de un ser racional, esto es, una buena voluntad.

2º ¿Qué es lo que hace buena a la voluntad? Una voluntad es buena por su modo de querer (querer algo por deber, por respeto a la ley moral que me dicta mi condición de ser racional), no por la acción en el mundo que la voluntad realiza y despliega, ni por la utilidad de las consecuencias de dicha acción desencadena, ni por que satisfaga estos o aquellos deseos, incluso la totalidad de deseos que siente el individuo y en cuya satisfacción se puede cifrar su felicidad.

3º El deber moral, la forma de querer propia de una buena voluntad, es definido literalmente por Kant como “la necesidad de una acción por respeto a la ley”
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4º El valor moral de una acción reside exclusivamente en que ésta se realice por deber, es decir, que sea una acción decidida y ejecutada por una buena voluntad, por una voluntad racional.

5º Una voluntad se torna en una buena voluntad cuando es determinada exclusivamente por la representación de la ley moral.

6º ¿Qué es la ley moral? Un principio formal (una ley general) que no me dice cómo tengo que comportarme en concreto aquí y ahora (lo cual la convertiría en una ley particular, por ejemplo, “no matarás”) sino que sólo me exige que las máximas morales que dirigen de facto mi comportamiento sean universalizables (es decir, la ley moral sólo me reclama que mis máximas morales subjetivas puedan tornarse en principios morales intersubjetivos, dignos de la consideración y del placet de cualquier ser racional).

Pasemos seguidamente a aclarar algunos de los términos más relevantes que aparecen en el texto.

-          Buena voluntad – Kant califica como bueno sólo a aquel ser humano que actúa movido por el respeto a lo que le dicta su conciencia (la ley moral).

-          deber –el acto que llevamos a cabo porque es nuestra obligación moral el ejecutarlo ya que nos lo manda nuestra conciencia moral (la ley moral)

-          el bien supremo e incondicionado – es el bien moral es ¿Qué es el bien moral? el bien moral es la determinación de mi voluntad por la ley moral, es decir, una buena voluntad, una voluntad racional.

-          ley-  la ley moral es la ley que rige la conducta de todo ser racional

-          máxima cualquier norma con la que el individuo regula su comportamiento propio



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