domingo, 26 de abril de 2020

1º BACH DIURNO 29 Y 30/4/20

APUNTES DE CLASE




6º LA COHERENCIA (la coherencia en las ciencias empíricas, no en las ciencias formales): Este criterio también se utiliza en ocasiones en las ciencias empíricas pues, a veces, lo único que se le puede pedir a un enunciado científico (que no puede ser comprobado ni directa ni indirectamente) es que, al menos, no entre en contradicción con las opiniones científicas vigentes, es decir, que pueda integrarse en el cuerpo vigente de conocimientos científicos (llamado paradigma). La validez del enunciado se demuestra tangencialmente, indirectamente: su verdad procede de la validez del sistema teórico en el cual se inserta que se verifica en bloque.

7º EL CONSENSO (el consenso de los miembros de la comunidad científica): en ocasiones, hay teorías científicas rivales siendo imposible probar cuál de ellas es la verdadera. En esos casos, los científicos adoptan una de ellas por consenso, es decir, deciden (como si votasen) cuál de entre las teorías en liza les parece más correcta, más verdadera. Por ejemplo, la comunidad científica decidió por consenso, antes del descubrimiento en 1965 de la radiación de fondo por Arno Penzias y Robert Wilson, que el modelo de universo más verosímil era el universo que no está en expansión (universo estacionario), y tras dicho descubrimiento, también por consenso, que lo era el universo en expansión (universo inflacionario) postulado por la Teoría del Big Bang.

EN CONCLUSIÓN: la coherencia y el consenso no son sólo dos teorías de la verdad alternativas a la teoría de la verdad como correspondencia, sino que también son dos criterios de verdad muy importantes en el ámbito de las ciencias empíricas. Un criterio para saber si una teoría científica es verdadera es:
-          que es coherente con el resto del conocimiento científico establecido como verdadero o
-          que hay un gran consenso sobre la verosimilitud de dicha teoría dentro de la comunidad científica.

NOTA FINAL: los filósofos se dividen respecto a la cuestión del CRITERIO DE VERDAD en fundamentistas o falibilistas.

¿Quiénes son FUNDAMENTISTAS?
Aquellos que como Descartes (pero también los empiristas) defienden un fundamento último, seguro e infalible del conocimiento (para los empiristas ese fundamento infalible es la experiencia).

¿Quiénes son FALIBILISTAS (o probabilistas)?

Los que ante la cuestión de la verdad se declaran escépticos, es decir, defienden que no podemos aspirar más que a creencias probables porque no hay evidencias últimas en las que apoyar el conocimiento (para los escépticos, hay que ser racionales, justificar nuestras creencias pero comprender que no hay fundamentaciones perfectas, ni siquiera en las matemáticas como demostró Gödel).

Como podemos comprobar, el tema de la verdad nos empuja irremisiblemente a plantearnos de nuevo el problema de la certeza del conocimiento. ¿Por qué esto es asi? Porque la inteligencia humana tiene límites que lo abocan al error.


EL PROBLEMA DE LA CERTEZA DEL CONOCIMIENTO

Expliquemos haciendo uso de un ejemplo que asunto nos traemos entre manos. Como bien podemos imaginarnos, la proposición “Dios existe” es o verdadera o falsa (tiene que ser verdadera o falsa; no hay una tercera posibilidad como establece el principio lógico de tercio excluso o “tercero excluido”, es decir, o existe o no existe). Como bien podemos imaginar, la proposición es verdadera si de hecho Dios existe en la realidad (aunque sea fuera del universo físico, tal como creen judíos y cristianos) y falsa si tal cosa no sucede (si Dios sólo existe en mi imaginación). Pues bien, en clase respecto a esta cuestión los alumnos mantienen tres actitudes distintas:

1º ACTITUD:
-          Pedro, Raquel y Sofía afirman que saben que es verdad que Dios existe (son creyentes convencidos).
-          José, Irene y Alba afirman que saben que es falsa dicha afirmación (son ateos militantes).

2º ACTITUD:
-          Carlos, Alberto y Blanca creen que es verdad (creyentes tolerantes).
-          Amelia, Roberto y Ana creen que es falso (ateos no militantes).

 3º ACTITUD:
-          Luis y María no son capaces de decidirse al respecto: dicen que dudan tanto de lo uno como de lo otro (agnósticos).

Pues bien, Pedro, Raquel, Sofía, pero también José, Irene y Alba dicen estar seguros de lo que piensan (aunque no piensan lo mismo sino lo contrario: unos están seguros de la existencia de Dios y los otros de su falsedad). A esta actitud de seguridad ante lo que se dice se la denomina certeza (todos ellos están ciertos de que Dios existe o de que no existe).

 Por el contrario, Carlos, Alberto y Blanca se decantan por creer que Dios existe mientras que Amelia, Roberto y Ana lo hacen por lo contrario. La diferencia con sus compañeros anteriores es que su actitud no es ya de convencimiento absoluto sino sólo de confianza razonable: por distintas razones se decantan por una opción porque les parece la más verosímil, la más plausible.

Finalmente, tenemos el caso de Luis y María que no se atreven como los anteriores, aun no estando seguro de ello, a apostar por la opción que les parece más probable manteniéndose en una actitud de indefinición (del estilo del que en una encuesta responde “no sabe, no contesta). Para ellos, tan verosímil (o inverosímil) es afirmar que Dios existe como que no existe.

NOTA ACLARATORIA: ¿de qué depende nuestra actitud cognoscitiva? Según Descartes, el padre de la “duda metódica”, es un acto de voluntad.

Pues bien, ante la verdad (o falsedad) de cualquier p caben tres actitudes:

1º LA CERTEZA:  que p es verdadero (y que no p es falso).

2º LA CREENCIA (U OPINIÓN): Creo que es verdadero (y que no p es falso).

3º LA DUDA: Dudo sobre la verdad o falsedad de p (no me atrevo ni siquiera a defender la probabilidad de la verdad o de la falsedad de p).

LA CERTEZA:

Para entender qué es la certeza, previamente tenemos que explicar qué es el saber.

¿Qué es el saber?

“Sé que p” cuando 1º tengo razones suficientes que justifican la verdad de p y además 2º p es verdadero.

Pues bien, cuando considero que he alcanzado el saber sobre algo, me invade un sentimiento, una emoción: el sentimiento de certeza, de seguridad psicológica de que sé algo, de que estoy ante una verdad.

NOTA: la verdad es peligrosa porque a veces creo que estoy cierto ante algo cuando en realidad me estoy engañando. De ahí, la prudencia de los escépticos. Los escépticos (escépticos moderados, no radicales como Pirrón) como Hume o Montaigne niegan la posibilidad de alcanzar verdades más allá de los estrechos márgenes de la experiencia. Para ellos, no es que no exista la verdad (no son nihilistas epistemológicos como algunos sofistas, ni siquiera relativistas) sino que es imposible en la mayoría de los casos saber que p es verdadero. ¿Por qué? Porque las razones que aporto para avalar la verdad de p nunca son suficientes para probar tal verdad al 100%. De ahí que la fórmula que resume la posición de los escépticos sea la siguiente: “En la mayoría de los casos, cuando creemos que poseemos la verdad debemos saber que sólo lo creemos, no creer que lo sabemos” (Comte-Sponville, tomado de Jules Lequier).

LA CREENCIA:

¿Qué es creer?

“Creo que p” cuando tengo razones que justifican a p pero dichas razones no son suficientes para estar seguros de si p es o no verdadero.

 Hay dos tipos de creencias: fuertes y débiles (la fortaleza o debilidad de una creencia depende de que dichas razones sostengan una probabilidad alta o baja de la verdad de p).

NOTA: debemos tener presente que la epistemología contemporánea, como veremos en la próxima unidad dedicada al conocimiento científico, considera que el conocimiento científico es sólo creencia, pero no una creencia cualquiera sino la más sólidamente fundamentada de todas las que el ser humano ha ido elaborando a lo largo de la historia; por el contrario, cuando la creencia es débil la consideramos como una mera opinión, una creencia con poco fundamento.

LA DUDA:

¿Qué es dudar?

Cuando no tengo razones para creer que p es verdadero ni tampoco para creer que es falso, o lo contrario (tengo razones para creer que es verdadero, pero también para creer que no lo es), me encuentro en un estado dubitativo, una situación en la que fluctúo entre las dos posibles opciones por lo que finalmente no me pronuncio a favor de ninguna de ellas (por ejemplo, la actitud del agnóstico ante la existencia de Dios es de duda: no se pronuncia ni a favor de ninguna de las dos opciones ni siquiera como una posibilidad verosímil).

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